Viernes 26 de Junio de 2009
"Obra de Dios" en medio de nosotros
Señor Director:
En estas semanas se han cumplido los 80 años de vida del Opus Dei, un carisma particular y un modo de vivir la fe cristiana que procura la santificación de los laicos a través de la vida diaria. Elevado por Juan Pablo II a categoría de "Prelatura personal" el 28 de noviembre de 1982, el Opus Dei cuenta en la actualidad con cerca de 87 mil miembros en el mundo, en su inmensa mayoría laicos y laicas de todas las profesiones y oficios.
Su fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer, invitaba a los cristianos a "amar al mundo apasionadamente". Al recordarnos que Dios nos llama a servirle en la vida corriente, en las labores cotidianas, en la familia y el trabajo, él decía: "Hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir".
A través de una presencia activa en el mundo, en respuesta al desafío que surge a partir del Concilio Vaticano II, la "Obra" busca promover una espiritualidad cristiana en todos los ámbitos del desarrollo humano, de un modo especial en el trabajo: "santificarse en el trabajo, santificar a los demás con el trabajo, santificar el trabajo". Así, la formación integral de la persona, desde una antropología cristiana, sus miembros la quieren plasmar en la universidad con el mismo empeño que en las escuelas para campesinos o en los talleres para la promoción de la mujer.
La vivencia de este carisma deja huella en las sociedades donde se irradia. Una huella que se traduce, por ejemplo, en el surgimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y laical, y también en una presencia efectiva en instancias de grandes decisiones, en liderazgos sociales y locales en distintos ámbitos. Pero esta presencia no siempre es comprendida en su cabalidad. Por eso no es extraño encontrar a lo largo de la historia diversas críticas al Opus Dei. Como en todas las instituciones, también en aquellas de nuestra Iglesia, siempre hay luces y sombras en el caminar. Sin embargo, es admirable la manera en que la Obra ha enfrentado y asumido, con madurez evangélica, las miradas críticas que incluso al interior de la misma Iglesia han recibido. También es admirable la forma en que su renovación pastoral ha procurado atender los desafíos que suponen estas críticas.
La realidad actual del Opus Dei en Chile es una muestra innegable de los importantes pasos que esta Prelatura ha dado por crecer en comunión, siempre al servicio de las Iglesias particulares, como era el ideal de su fundador. Alegra encontrar a personas del Opus Dei colaborando activamente en instancias multidisciplinarias al interior de la Iglesia (lo vivimos en concreto en nuestra histórica Primera Asamblea Eclesial, en 2007), en la vida política, económica y social, en los servicios públicos y en el voluntariado. La palabra de cristianos convencidos y convincentes, abiertos al diálogo con distintas culturas en un cambio de época, y su presencia en los distintos mundos de la sociedad, es una prueba de ese esfuerzo.
La Universidad de los Andes, el Policlínico El Salto, el Centro de Formación Técnica Fontanar, la Escuela Agrícola Las Garzas en Chimbarongo, la Fundación Nocedal, las residencias universitarias, son presencia viva de este apostolado que se inserta en medio de grupos socioeconómicos diversos, desde los ambientes campesinos y populares hasta los más encumbrados de la sociedad, en medio de jóvenes y adultos, acompañando a personas con y sin educación.
Nuestra Iglesia vive un tiempo de gracia: desde el encuentro episcopal en Aparecida, Brasil, se ha declarado en estado de "misión permanente". En este contexto, la tarea de proyectos cristianos como esta Obra sin duda constituye un valioso puente para comunicar los valores del Evangelio a aquellos grupos humanos que no conocen al Señor y no han experimentado el gozo de encontrarse con Él, e incluso a aquellos que, habiéndolo conocido, se han alejado de la fe o de la Iglesia. Una comunidad cristiana que no se queda en espera pasiva al interior de sus templos, es una Iglesia viva que va al encuentro, como madre acogedora y misericordiosa, en busca de sus hijos, de todos sus hijos. Difícilmente se puede comprender el mundo al que se evangeliza sin vivirlo desde adentro, y en ese esfuerzo la tarea del Opus Dei es, sin duda, "obra de Dios" en medio de nosotros.
El Opus Dei, una locura para algunos, un grupo de poder para otros, lo sentimos y valoramos hoy como un importante servicio en la pastoral de la Iglesia, animados en el propósito de hacer vida el enunciado de su fundador: "Si los cristianos nos tomáramos en serio nuestra fe, se produciría la revolución más importante de la historia".
Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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