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viernes, noviembre 15, 2013

conoce como la izquierda internacional europea busca lograr el cambio social

¿Cómo lograr una mayoría social de cambio?

Jose Luis de Zárraga

Sociólogo

MODERACIÓN

Bonifacio R. Cañibano

Periodista

Carolina Bescansa

Socióloga.
Profesora Ciencia Política Universidad Complutense de Madrid

Tema: ¿Cómo lograr una mayoría social de cambio?

  • ¿Es posible y es deseable la unidad estratégica de izquierda política y movimientos sociales, y bajo qué condiciones?
  • ¿Qué objetivos generales deben fijarse a una unión estratégica de las izquierdas políticas y los movimientos sociales?
  • ¿Qué condiciones y características deberá tener una unión en la perspectiva electoral?

I. ¿De qué estamos hablando?

Antes de entrar en el fondo del debate, como cuestión preliminar, hay que aclarar bien los términos de su planteamiento:

  • ¿A qué 'mayoría social' nos referimos?
  • ¿A qué llamamos 'izquierda política' [IP] en este debate? ¿Cómo, con qué criterios delimitamos el campo de la IP?
  • ¿A qué 'movimientos sociales' [MS] nos referimos en este debate?
  • ¿Qué entendemos por 'unidad estratégica'?

(A) ¿A qué 'mayoría social' nos referimos?

Mayorías sociales puede haber muchas. Aquí queremos debatir ahora sobre la formación de una mayoría social de cambio, una mayoría social con voluntad y capacidad efectiva para cambiar de rumbo la política actual, un cambio que deberá afectar no solo a los objetivos, los programas y las acciones de los gobiernos, sino también a las instituciones políticas.

(B) ¿A qué llamamos 'izquierda política'?

Izquierda es un término de definición borrosa, que ha sido muy deformado y manipulado, pero que conserva, pese a todo, una significación clara para sectores muy amplios de población que se identifican y se movilizan con ella. Históricamente ha estado asociada a los objetivos y luchas de emancipación, por la igualdad y la solidaridad, y ha tenido siempre como objetivo final la erradicación de la injusticia, la defensa de lo público y el mayor bienestar de todos. La izquierda ha luchado siempre contra un sistema social regido por el interés privado y la explotación de unos por otros, y ha tenido como objetivo último la implantación de un sistema más justo e igualitario. Cómo hayan desarrollado su lucha, qué métodos hayan aplicado, cuán radicalmente se hayan opuesto al sistema establecido y cómo hayan concebido sus alternativas son aspectos que diferencian –y a veces han enfrentado- a unas izquierdas de otras. Pero, en la medida en que comparten el rechazo del sistema establecido y el objetivo de transformarlo, puede considerarse que estas diversas izquierdas forman parte de un campo político común, enfrentado al de la derecha, que defiende ese sistema y pretende conservarlo.

Izquierda política es la que actúa en las instituciones o/y en la calle, pero en todo caso luchando por objetivos políticos, es decir, relativos a la organización pública en todos los ámbitos, a las instituciones y al ordenamiento legislativo. Aquí nos referimos primariamente a la IP organizada, en sentido amplio, sea en partidos, sindicatos, asociaciones o cualquier tipo de grupos organizados con programas y objetivos de carácter político; pero el debate incluye también a las personas y los grupos informales que se consideren de izquierdas y tengan voluntad de participar en la acción política.

Sin embargo, más allá de los discursos y las declaraciones programáticas, ¿a qué partidos y grupos concretos nos referimos, dónde podríamos fijar la línea de demarcación de lo que consideramos izquierda en este debate? Eso también podrá ser materia del debate.

(C) ¿A qué 'movimientos sociales' nos referimos?

'Movimiento social' es también una expresión muy vaga. Hay muchas clases de MS, según el tipo de movilización que realizan, su grado de organización y su permanencia, y, sobre todo, sus objetivos y su ámbito de acción.

En el marco de este debate hablamos de MS con suficiente participación y continuidad, con un nivel mínimo de organización permanente y, sobre todo, con objetivos que suponen transformaciones profundas del sistema dominante. Estos objetivos pueden ser de ámbito general –como el de cambiar el sistema político o la orientación general de las políticas económicas- o sectorial –como la defensa de la sanidad pública o del acceso a la vivienda-, pero serán siempre objetivos que requerirán cambios institucionales y legislativos de amplio alcance, que suponen transformaciones radicales del sistema vigente. El debate sobre la unidad estratégica de IP y MS tiene sentido con todo movimiento de transformación social profunda, que por ello tendrá que tener objetivos definidos, continuidad y la organización necesaria.

(D) ¿Qué entendemos por 'unidad estratégica'?

Unidad es un término de significado amplio: desde la unión táctica en un acto singular (como convocar una manifestación o declarar el rechazo de una medida legislativa) hasta la fusión en una organización común, hay muchas formas de unidad.

Aquí llamamos 'unidad estratégica' a una actuación unitaria continuada, con una estrategia a medio o largo plazo, en vista a unos objetivos generales definidos en común. La 'unidad estratégica' no implica en absoluto la fusión en una misma organización, pero puede conllevar la formación de órganos comunes que sean necesarios para coordinar las acciones y desarrollar la estrategia. La 'unidad estratégica' no se reduce a la unión táctica en algunos actos singulares, sino que supone una serie de acciones coordinadas y articuladas en su desarrollo, según una estrategia dirigida a lograr unos objetivos definidos. Bajo qué condiciones puede lograrse esa unidad y qué características debe tener ha de discutirse en este debate.

II. ¿Es posible y necesaria la unidad estratégica IP-MS? ¿Bajo qué condiciones?

En principio, hay que reconocer que sólo en circunstancias excepcionales se ha logrado, ante una coyuntura a nivel estatal, una unidad estratégica de la IP, ni la participación en ella de los MS activos en dicha coyuntura. Pueden recordarse, como coyunturas en las que nos hemos acercado a esa unidad, las luchas en el final del franquismo y en la transición a la democracia, la lucha contra el ingreso en la OTAN, la lucha contra la guerra de Irak… Hoy, la posibilidad habrá que probarla en la práctica.

La necesidad parece indiscutible, al menos para quienes deseen realmente lograr transformaciones sociales permanentes y no se contenten con arreglos parciales para satisfacer reivindicaciones concretas de limitado alcance. Para cambiar el rumbo de las políticas y transformar las instituciones es patente –la experiencia de estos cinco años de crisis lo prueba- la necesidad de unir todas las fuerzas que se oponen al sistema y de actuar en todos los ámbitos, en las calles y en las instituciones, con la mayor presión popular y la ocupación de centros de poder institucional –ayuntamientos, parlamentos, gobiernos…-

Pero si puede suponerse el acuerdo sobre la posibilidad y la necesidad de una unidad estratégica IP-MS en la coyuntura actual, el desacuerdo puede aparecer respecto a las condiciones bajo las que tal unidad sería posible.

  • (a) Es condición que la unidad se forje entre IP y MS. No bastaría forjar una unidad estratégica en el seno de la IP, entre partidos y organizaciones políticas, o en el seno de los MS. Es esencial que la unidad se logre entre IP y MS. Sabemos, por experiencia, que las movilizaciones populares se disuelven en la práctica y no alcanzan sus objetivos si no producen cambios institucionales, nuevas leyes, otros sistemas de participación y decisión política, otras formas de gobernar lo común y otros gobiernos. Y sabemos, también por experiencia, que la acción de la IP nunca logrará cambiar de verdad el sistema establecido si no es con la presión de la calle.
  • (b) Es condición que nadie se arrogue un papel dominante en la unidad IP-MS, ni siquiera en el seno de la IP o de los MS.
  • (c) Es condición que se acuerden en común unos objetivos generales, unos métodos y unas formas organizativas que constituyan la base para la unidad estratégica. Esa base es un común denominador, define unos mínimos y por ello no excluye que las organizaciones y movimientos mantengan sus propios objetivos y organizaciones.
  • (d) Es condición para no caer en la inoperancia que las decisiones estratégicas, organizativas y de acción que se tomen a partir de la base común consensuada se adopten por mayorías cualificadas –sin requerir unanimidades que muchas veces serían imposibles de lograr- tras una deliberación democrática.
  • (e) Es condición que exista un compromiso de todos para mantener la unidad, sobre la base común, aceptando y aplicando los acuerdos adoptados por mayoría.

Estas y otras condiciones para que esa unión sea posible y sea eficaz han de discutirse en el debate.

III. ¿Qué objetivos generales?

Es la cuestión fundamental, la que debería ser la principal materia del debate. La principal condición para una unidad estratégica es el acuerdo sobre sus objetivos.

  • (a) Un primer problema es el del nivel de abstracción de los objetivos: si son muy abstractos y generales (como 'la transformación progresista de la sociedad' o 'una economía al servicio del bienestar de todos'), será fácil ponerse de acuerdo sobre ellos, pero los problemas se trasladarán a su traducción en actuaciones y objetivos a corto plazo; si son demasiado concretos, se convertirán en un programa y el acuerdo básico entre fuerzas diversas se dificultará mucho. Habrá que encontrar una formulación de objetivos de un rango medio de abstracción y generalidad o combinar objetivos de distinto nivel.
  • (b) Otro asunto a debatir es el ámbito de los objetivos, que podrían definirse con una concepción amplia, de abarcar todos los aspectos públicos relevantes –tanto del ámbito de la política como del ámbito de la economía-, o de un modo más restrictivo, centrándose, sea en lo político, poniendo entre paréntesis las cuestiones económicas, sea en lo económico, poniendo entre paréntesis lo político. Es una decisión crucial, que puede dejar fuera de la unidad estratégica a MS renuentes a salir del campo en el que se han movido, o, por el contrario, dejar fuera cuestiones fundamentales. Una posibilidad es reconocer que el marco de cualquier reivindicación y campo de lucha social es, a la vez, político y económico, que no son posibles transformaciones profundas en lo económico sin una participación efectiva de la gente en las decisiones políticas, y que los cambios en los procedimientos democráticos de la política no resuelven por sí solos los problemas de la desigualdad o de la explotación económica.
  • (c) El alcance que se quiere dar a la unidad estratégica determina también sus objetivos. La cuestión aquí es si se plantea esta unidad en una perspectiva electoral o con una perspectiva más amplia. En este punto habrá quienes limiten la perspectiva –y, consecuentemente, los objetivos- a las coyunturas electorales próximas, y también quienes quieran dejar fuera de la estrategia común las cuestiones electorales; y, por supuesto, quienes se sitúen en una perspectiva en la que los procesos electorales sean únicamente un eslabón.
  • (d) Un punto fundamental en los objetivos es hasta qué punto ponen en cuestión el sistema y pretenden transformarlo o se proponen reformarlo conservando el marco sistémico… Es posible sostener que ciertas reformas del sistema pueden suponer transformaciones profundas –como una reforma radical del sistema electoral o de la regulación de los mercados. O que el sistema no es reformable y para transformarlo realmente es necesario un proceso constituyente. Los objetivos de cambio sistémico presentan por otra parte la dificultad de la falta de un diseño consistente de sistema alternativo –político o/y económico-, al menos sobre el que exista hoy consenso.

IV. ¿Una unión en perspectiva electoral?

Si se está de acuerdo en que los objetivos de la unidad estratégica deben incluir necesariamente la perspectiva electoral, hay que debatir sobre las condiciones y características que deberá tener esa unión.

Casi todas las declaraciones públicas y manifiestos de los últimos meses coinciden en reclamar una unión de la IP y los MS en los procesos electorales próximos. Casi todos los que sienten la urgencia de cambios profundos en las políticas actuales, y quienes, de distintas formas, en las instituciones o en la calle, están luchando por ello, son conscientes de la necesidad de desalojar a la derecha de los centros de poder que ocupa hoy, en todos los ámbitos, con mayorías absolutas que le confieren impunidad y facultades omnímodas. Y ese desalojo no basta con reclamarlo a voces, sólo es posible lograrlo derrotándola en las elecciones. La derrota electoral de la derecha gobernante, por supuesto, no resuelve los problemas, pero es condición necesaria para su resolución.

La alternativa de la abstención, aunque mucho menos presente en los manifiestos, es también una cuestión a debatir, puesto que hay sectores importantes de los MS que la propugnan.

La posibilidad, las condiciones y las características de una unión en perspectiva electoral deberá ser, por tanto, materia central en este debate.

HAY 18 INTERVENCIONES

Luis García Montero

Poeta y escritor
08/11/2013

Una nueva mayoría social

El texto preciso de José Luis de Zárraga, con sus preguntas y su dibujo de la realidad, invita a ser muy concreto. La sinceridad no es en este caso sólo un valor ético, sino un esfuerzo intelectual. 

Primero: ser de izquierdas en España significa hoy querer situarse con valores democráticos profundos en contra del sistema bipartidista que ha institucionalizado el clientelismo, la corrupción, la manipulación de la política representativa, la injusticia social y la degradación de las condiciones laborales. Como muchos de estos valores se relacionan con la historia de la emancipación humana representada por la izquierda, el concepto izquierda tiene legitimidad. Pero no puede olvidarse que se trata de responder a una realidad actual y que en la configuración de una nueva mayoría social debemos convocar a muchas personas que no se sienten identificadas ya en el juego derecha-izquierda. 

Segundo: la ideología neoliberal se extiende por toda Europa, pero cada país tiene su historia. Conviene tomar conciencia de la paradoja española. Aquí es determinante una ideología de la Transición que ha sacralizado la renuncia, el olvido, la falta de vergüenza cívica y el poder de las viejas oligarquías económicas del franquismo. Procedimientos como la injusta ley electoral han servido de control para ir borrando las conquistas de la lucha obrera y cultural que alcanzaron la Constitución de 1978. Pero atención, ahora se da otra vuelta de tuerca por el desequilibrio en la correlación de fuerzas. Paradójicamente es la oligarquía Española quien da por muerta la Transición al sentirse en una nueva situación de dominio. Vuelve a exigir los privilegios a los que se había visto obligada a renunciar. 

Tercero: esta situación de precariedad ofrece oportunidades para la acción crítica. Se ha empobrecido a las clases medias y se las obliga a unirse con los de abajo. Esto crea una base social clara para trabajar en la configuración de una nueva mayoría y en la defensa de los ámbitos y los derechos públicos. 

Cuarto: es necesario entrar en las instituciones. Los movimientos sociales deben encontrar cauce en la representación política y los partidos políticos de izquierdas, que no quieran ser un tapón del sistema, deben transformarse y abrirse a los movimientos sociales. Los procedimientos participativos son imprescindibles para devolverle el crédito a la política. 

Quinto: el PSOE forma parte del sistema. En la configuración de la nueva mayoría, hay que convocar a sus votantes, pero alejarse de forma radical de su cúpula. Olvidar esto significa renunciar a la experiencia histórica de los últimos 35 años.

Gerardo Pisarello

Profesor de Derecho Constitucional
12/11/2013

No basta con echar a la derecha

¿Qué es lo que hay que cambiar? Estoy en esto con Luis García Montero. El problema no es el "sistema" en abstracto. Es el neoliberalismo. O mejor, un tipo de concreto de capitalismo neoliberal, financiarizado, ecológicamente insostenible e incompatible con la democracia y con la garantía de derechos básicos. No hay cambio social, por tanto, ni defensa posible de la democracia, sin una oposición clara a este capitalismo. 

¿Con qué fuerza social? Solo las mayorías perjudicadas por el sistema pueden tener interés real en enfrentarse a él. Pero están aisladas o tienen miedo. A perder el trabajo, la casa, a quedar excluidas, a la represión. Para frenar las políticas de austeridad y evitar salidas xenófobas es imprescindible romper con el miedo. Y eso solo puede conseguirse a través de nuevas formas de cooperación y de auto-organización de los más vulnerables. Políticas, sociales y sindicales. 

¿Puede la izquierda política contribuir a ese cambio? Una parte de la IP ha sido causante de la crisis y cómplice de los poderosos. Y otra no ha sido capaz de generar formas de organización abiertas, plurales, capaces de ir más allá del círculo de los convencidos. Sin un cambio programático y organizativo profundo, que incorpore lo mejor de los movimientos sociales, las IP serán parte del problema, más que de la solución. 

¿Tiene sentido la unidad electoral? La auto-organización social necesita palancas institucionales. Que la protejan de la represión, del empobrecimiento creciente. Pero esta presencia institucional solo será útil si contribuye también a una ruptura democrática. No basta con echar a la derecha. En el sur de Europa hace falta, hacen falta alianzas institucionales que permitan, no gestionar el marco impuesto por la Troika, sino crear marcos jurídico-políticos nuevos y devolver el poder a la sociedad. 

¿Con que programa se podría impulsar el cambio? Los principios, como apunta Zárraga, son importantes: igualdad, democracia participativa, emancipación. Pero en España, aquí y ahora, deben encarnarse en medidas concretas: moratoria y eventual impago de la deuda, suspensión de desalojos, reversión de las privatizaciones y recortes de servicios públicos, reconocimiento del derecho a decidir. Ni estas medidas, ni la apertura de un proceso constituyente, son salidas radicales. Se trata, más bien, de opciones defensivas, sensatas, frente a un ataque antidemocrático extremista y violento.

David Losa

Miembro fundador de la revista Números Rojos
13/11/2013

Aunque el razonamiento ya está más que sobado, parece evidente que –ciñéndonos sobre todo a la izquierda social– una parte muy importante de la ciudadanía no se siente representada en el Parlamento. Es decir, para muchos la "casa del pueblo" está habitada por auténticos "extraños", y no, como se espera de una democracia, por iguales que velan y actúan movidos por los intereses de la mayoría. Dando por hecho que esto es así, cabría preguntarse si los movimientos sociales han adoptado ese rol, o al menos si esa población desencantada por la política "institucional" cree que los movimientos sociales, especialmente en los surgidos a raíz de la crisis, expresan mejor sus demandas. 

Probablemente, cualquier intento de cuantificar la repercusión de los movimientos sociales en la propia sociedad, o en la izquierda social, está abocada hoy al fracaso. Tenemos plataformas, asambleas, mareas e infinidad de asociaciones que, en su conjunto, intuimos, forman una masa de personas muy importante. También tenemos poderosas razones para creer que el potencial de movilización de esa masa es mucho mayor. Sin embargo, de lo único que hay realmente constancia es de "pequeñas" victorias logradas en "grandes" batallas. ¿Qué es si no el reconocimiento de la ilegalidad de la ley española de desahucios por la justicia europea? ¿Y la paralización por parte del Tribunal Superior de la privatización de varios hospitales madrileños? 

No es de extrañar, por tanto, que muchos ciudadanos, afectados o no por esas victorias, tengan a día de hoy más fe en los propios movimientos que en sus representantes institucionales. Por eso, la gran tarea que se plantea es aglutinar los propios movimientos sociales en una gran plataforma que trabaje con una serie de mínimos que garanticen, por encima de todo, una verdadera democracia. Por ejemplo, exigiendo una Ley Electoral más justa, una verdadera transparencia en las instituciones –no la pantomima que se ha aprobado en el Congreso– y un mejor acceso de los ciudadanos a la toma de decisiones, como primeras e innegociables premisas, pero también, por ejemplo, la obligación legal de cumplir los programas electorales, o al menos sus puntos más relevantes o líneas maestras, a las formaciones políticas. 

La hoja de ruta, en mi opinión, pasaría por la firma de un pacto social amplio, seguida de una reclamación masiva y prolongada –con personas de numerosos movimientos– en las calles de esos puntos innegociables, demanda popular que presionara a los propios partidos políticos a las puertas de una serie de procesos electorales en los que, como suele ser habitual, las propias formaciones tratarán de convencer a los ciudadanos de que actuarán por y para ellos. Obliguémosles a firmar una nueva democracia antes de que sea demasiado tarde. Una democracia real que permita una verdadera izquierda.

Enrique del Olmo


13/11/2013

Necesidad y posibilidad

En estos momentos en nuestro país y en Europa no puede haber duda de la necesidad, casi de la imprescindibilidad de una mayoría social de cambio; que por un lado frene y revierta la brutal ofensiva de las elites económicas y políticas contra la gran mayoría de la población destruyendo sus formas de vida, liquidando derechos y atentando a la democracia; y a la vez bloquee el crecimiento de los populismos de extrema derecha, xenófobos y nacionalistas. Ese es el gran reto. 

Pero a la vez es obligado hacer una discusión y una acción, clara, pausada y a la vez tenaz para responder a esa necesidad y convertirla en posibilidad real, tangible e ilusionante. 

Un previo: no podemos resolver de un plumazo y con una fórmula mágica todas las contradicciones existentes, habrá que despiezar con paciencia de taxonomista, pero con la voluntad y el objetivo muy claro 

Primera cuestión, compartir que esa "unidad estratégica" debe visualizarse en todos los terrenos: respuesta a las agresiones, movilización social, acción institucional, acción política, presencia electoral, articulación internacional. 

Segunda cuestión: Hoy ya estamos en ese proceso de reorganización, de aparición de múltiples nodos que actúan por separado pero con muchos objetivos comunes. Son nuevas organizaciones políticas (ANOVA, Compromis, Equo, IA, Izquierda Abierta, …), son contradicciones importantes (primarias abiertas, refundaciones ) en las mas históricas (Psoe, IU), son iniciativas de articulación politico-ciudadanas (Proceso Constituyente de Oliveras y Forcades, Foro Ético, Foro + democracia, Frente Cívico, Convocatoria Cívica, Alternativas desde Abajo, Juntos Podemos…..), son los sindicatos, y son potentes movimientos sociales surgidos al calor del 15-M con logros importantes como la PAH, las mareas verdes, blancas, naranjas y negras, pero son también nuevas publicaciones, nuevos digitales, decenas de artículos todos los días,..un mundo todavía muy fragmentario que con una importante espina dorsal común. 

Tercer tema: ¿Donde están los límites de la unidad. ¿Posiblemente este sea uno de los tema mas espinosos. Desde mi punto de vista hay que hacer como decía Wallerstein "mirar la orilla y nadar con toda la fuerza en esa dirección".¿Cuál es la orilla? ¿Cuáles son los objetivos comunes?. Es imposible que todos podamos coincidir en todo, estarán los que quieren el cambio revolucionario de la sociedad y estarán los que quieren mantener una parte sustancial de lo existente. Existe posibilidad de coadyuvar esto ¿En mi opinión SI . Existe una gran centralidad de objetivos: derrotar a la derecha española y europea, control de los mercados, defender la sanidad y educación pública, proteger las pensiones y los servicios sociales, reformar la política (partidos, ley electoral, contra las corrupción, democratización,…), rediscutir la articulación territorial. En cada uno de los aspectos nos encontraremos un abanico de posiciones y diversidad pero también en un tronco común (apostemos por ello) y esto no quita para que otro abanico de temas continúe vivo, cada uno con sus posicionamientos.

Carlos París

Filósofo. Presidente Ateneo Madrid
13/11/2013

La hegemonía mental de la derecha

Hay que tener en cuenta que la derecha ha logrado imponer tópicos ideológicos que le favorecen. Y la izquierda, tras las derrotas padecidas, ha caído en el síndrome de Estocolmo

El primer tópico es el de que la contraposición entre izquierda y derecha es algo superado, dando la imagen de una política tecnocrática. De mera gestión, ajena a los antagonismos de clase y a la influencia de los opuestos intereses que guían la práctica política. Las realidades de la explotación y la plusvalía son borradas. Las agudas diferencias de clase se definen como "dualización de la sociedad", un mero rasgo descriptivo, carente de tensión y dramatismo, tan neutral en justicia y conflictividad, como la división entre chatos y narigudos. 

Reforzando esta manipuladora versión se extiende la idea de que el "proletariado" ha desaparecido. Por lo visto, los objetos industriales que nos rodean y nos permiten desplazarnos, las viviendas que nos albergan, los alimentos que ingerimos son ya producidos exclusivamente por robots, sin intervención humana. Máquinas que asumen también las tareas de limpieza y asistencia. Sorprende que, cuando se pone en marcha una huelga, sea en los sectores de trabajo de un proletariado pretendidamente desaparecido donde es más seguida. 

Semejantes falsificaciones son presentadas como rasgos propios de la sociedad que vivimos, al mismo tiempo que las teorías revolucionarias se califican no como teorías dinamizadoras, sino como "relatos" en la terminología extendida por los "nuevos filósofos" franceses, heraldos jaleados de la reacción. 

El mensaje culmina en la tesis de que no es posible otra organización económica que no sea el capitalismo liberal sin trabas. El ideal de la libertad humana es reemplazado por el de la libertad de mercado y su milagrosa mano mágica. La empresa privada llevada por los que se designa como valerosos "emprendedores" es exaltada, olvidando sus escándalos, al par que se denigra a la pública. Y se oculta la evolución del capitalismo desde su forma industrial a la especulativo-financiera. Al poder de la industria sustituye el de la banca y al mercado de productos de consumo, el de las transacciones especulativas. Los gobiernos deben plegarse a los dictados de tal capitalismo, dirigido por las empresas mercantiles, que imponen crecientes sacrificios a la población. 

En este punto es donde el mensaje desborda su capacidad de convicción y genera la protesta. Pues la ciudadanía vive el azote brutal a que la economía y la política vigentes les someten. Pero, bajo la influencia de los tópicos anteriores brota la reacción elemental del apoliticismo. No la lucha por una política creadora de una sociedad colectivista más justa. Y la protesta se hace fragmentaria, en la sanidad y la educación, entre científicos, artistas, periodistas y funcionarios, sin tomar conciencia de la necesidad de establecer un frente común dispuesto a tomar el poder y crear una nueva sociedad con verdadera democracia y reparto de la riqueza y la cultura.

Jorge Delicado Miguel

Estudiante
13/11/2013

No podemos hacer hoy la Revolución de Octubre

Para realizar un acto de ruptura con el sistema actual, o incluso para iniciar una convocatoria para un proceso constituyente desde abajo, no podemos hacer un llamamiento "desde la izquierda para la izquierda", sino "desde la democracia para la democracia". Por supuesto que ser de izquierdas hoy en día es ser un demócrata convencido, pero seamos honestos, hoy, si vamos con la izquierda como símbolo, solo convenceremos a los convencidos. Claro que tenemos que defender nuestros ideales izquierdistas, pero adaptarlos a un lenguaje que nos permita tomar el poder (disculpen el maquiavelismo). 

Luego, la unión de la izquierda con los movimientos sociales, recibiría un fuerte empuje con la adaptación de IU (digo IU, porque es el partido de izquierdas más grande de España) a las demandas sociales (principalmente, democracia y transparencia) y con unos movimientos sociales dispuestos a admitir que en la toma del poder -aunque la toma de poder sea para el pueblo- hay contradicciones (para bien o para mal, ya decía Mao Zedong: "Un partido sin contradicciones es un partido muerto"), que pueden pasar por, ya no formar un frente común con organizaciones políticas que compartan parcial o totalmente su ideología, sino por organizarse y participar en actos, tal vez electorales, que los movimientos sociales tanto critican. 

Yo aprendí una frase de un histórico líder del PCE y de IU, llamado Julio Anguita, que decía: "Programa, programa, programa". Es decir, "vamos a colaborar, pero, ¿sobre que puntos?". El programa debe de ser, a tono con los movimientos sociales, venido desde abajo, y que cada uno de sus puntos cuenten con el respaldo de la mayoría de la organización. 

Los objetivos, deben de ser, al principio, objetivos básicos de fácil consenso y que atraigan a la mayor parte de la ciudadanía y han de ser más desarrollados una vez establecida la alianza y fortalecidos los lazos con la población. 

Para finalizar: El frente electoral ha de ser un objetivo, pero no el más importante.

Vicent Brotons Rico

Maestro
13/11/2013

Los movimientos sociales que valen la pena no son fuertes organizativamente hablando; los partidos políticos de los arcos parlamentarios --estatales, autonómicos, locales-- son, casi sin excepción, máquinas organizadas y acomodaticias en el ejercicio del poder o en el del "discreto fracasado encanto" de la oposición.

Sinceramente no veo el camino para romper esta dicotomía: respuesta ciudadana cuasi caótica versus Partido, S.A. Quizás el "entrismo" que durante un tiempo propugnaban los trotskistas. Ahora, ni los profesionales de la política son tan ingenuos ni los activistas cívicos están dispuestos a entrar en operaciones tan previsiblemente poco rentables.

Por tanto, la revolución tendrá que esperar a que haya muchas más involución de la que hay. Sin situaciones traumáticas muy graves se seguirá manteniendo este orden establecido que tanto perjudica, inquieta y cabrea a la inmensa mayoría, y que tanto beneficia a la derecha extrema y el capitalismo financiero. Yo así lo temo. Ojalá alguien dé con la piedra filosofal.

Nicolás García Pedrajas

Profesor Universitario
13/11/2013

¿Somos mayoría?

En primero lugar quiero felicitar al ponente por su muy acertada presentación del tema. Aunque coincido con muchos de los aspectos fundamentales del artículo, hay un objeción relevante. 

He de reconocer que es un tema sobre el que no estoy completamente seguro pero creo que es importante porque está en la misma base de la idea de lograr una mayoría social de cambio. 

Casi todas las propuestas, tanto aquí como en muchos de los foros que han surgido en los últimos meses, parten de la premisa de que existe una mayoría social de izquierda y que el esfuerzo sería el de canalizar esa mayoría en una alternativa política capaz de revertir el actual sistema corrupto en el cual la democracia ha sido secuestrada por el poder económico y financiero. Como ejemplo de esa mayoría se ponen los movimientos como el 15M, la PAH, las mareas, etc. 

En este análisis se da por supuesto la condición básica de izquierda, se defina como se defina la izquierda, de todos esos movimientos sociales, y se proponen métodos de compatibilizar partidos como IU con estos movimientos para lograr un frente amplio capaz de oponerse al bipartidismo PPSOE. Y es aquí donde surge mi duda, ¿de verdad existe una mayoría de izquierdas? ¿de verdad todos esos movimientos sociales son de izquierdas más allá de la reivindicación sectorial que proponen? 

En mi opinión la diferencia básica entre la izquierda y la derecha está en la defensa de los intereses del colectivo sobre los intereses del individuo. El neoliberalismo iniciado por el nefasto dúo Reagan/Thatcher , con el apoyo entusiasta de la socialdemocracia, consiguió convencer a una parte importante de la población de que el individualismo era la opción mejor, eliminando así el principio básico de la acción política de la izquierda. Thatcher, que debería pasar a la historia como uno de los personajes más execrables del siglo XX, comentó en varias ocasiones que no se trataba de ganar las elecciones, sino de ganar los corazones. En esto demostró una enorme inteligencia, se puede perder una elección, pero si se ha conseguido imponer el modelo de pensamiento, ninguna fuerza política podrá realmente cambiar el status quo. En este trabajo tubo el apoyo de todos los partidos socialdemócratas de Europa. 

Durante los años de bonanza, bonanza sobre todo para una minoría, esta visión individualista del mundo se impuso casi sin oposición. Con la llegada del cambio de modelo, llamarlo crisis es no haber entendido nada, mucha de la gente que abrazó los principios del individualismo neoliberal se encuentra en una situación personal terrible. Eso ha provocado que surjan muchos movimientos sociales, pero en mi opinión sin la base ideológica necesaria. Estos movimientos tienen algunas características de los movimientos de izquierdas, pero sin mucha sustancia debajo. El constante eslogan que son movimientos sin ideología, apartidistas, apolíticos, etc. así lo prueba. 

Es por ello que me pregunto, ¿de verdad existe una mayoría de izquierdas? De verdad la cris

Miguel Torija Martí

Profesor de Tecnología y escritor
13/11/2013
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Enlaces
149-y si ser español estuviese comenzando a dar asco.pdf

¿Y si ser español estuviese comenzando a dar asco?

Habrá que ver si la sociedad española quiere un cambio o prefiere continuar de rodillas. 
Albert Plà ha sido criticado y censurado por declarar que le da asco ser español. Pensemos un momento en el asco. Pensemos por ejemplo en el asco que sentimos, que deberíamos sentir con las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor, y que, como poco, nos deberían hacer taparnos la nariz. Pues bien, si reconocemos que a nuestro alrededor suceden cosas que dan asco y nosotros no hacemos gran cosa aparte de mirar hacia otro lado -especialmente si en ese otro lado hay un televisor en el que se repite compulsivamente un penalti inexistente o se justifica sesudamente la suplencia de un jugador mítico- entonces habrá que determinar que efectivamente ser español da asco. 
Admitámoslo, lo intentamos, intentamos durante algún tiempo convertirnos en un país serio en el que con mayor o menor pericia nos habíamos procurado derechos y servicios públicos que nos convertían en ciudadanos. La sanidad pública era eficaz, barata y universal. Habíamos incluido el aborto, el divorcio, el matrimonio gay y la asistencia a dependientes entre nuestros derechos. Habíamos pasado de una tasa de analfabetismo inasumible a una tasa de universitarios envidiable. 
Admitamos que nunca hemos valorado, ni defendido esos derechos y esos servicios públicos. Nunca. Si los hubieramos valorado hubieramos considerado imprescindibles los impuestos que los sustentaban, y por tanto habríamos defendido la optimización y mantenimiento de ese sistema de impuestos aceptablemente injusto e imperfecto. Hemos considerado "listos" a los defraudadores y no nos ha alarmado la impunidad de los delitos fiscales. Hemos abrazado apasionadamente las opciones electorales que prometían bajadas de impuestos. Hemos aplaudido a políticos que aseguraban, sin sonronjarse, que "bajar impuestos es de izquierdas". 
Nunca hemos valorado la labor de profesores. Siempre hemos tendido a destacar los fallos de la sanidad pública por encima de sus innumerables virtudes. 
Hemos aprendido a digerir sin arcadas los 6.000.000 de parados, los 3.000.000 de familias abocadas a la humillación de las colas de racionamiento, la impunidad de los delincuentes económicos... No nos hierve la sangre ni siquiera cuando se aparta con urgencia de la judicatura al único juez capaz de meter, por unas horas, en la cárcel a Miguel Blesa (uno de los principales culpables de la crisis). Tampoco cuando se destituye fulminantemente a los jefes de la policía judicial (cuatro en dos años) cada vez que se atreven a investigar casos de corrupción como los casos Gürtel, Palau o Bárcenas. Hemos sido capaces, en fin, de digerir incluso el fin de la justicia. 
Si ahora no mostramos nuestra disconformidad, les estaremos facilitando el mantenimiento de los recortes para perpetuar las desigualdades sociales y la pérdida de derechos. 
Si no empezamos a reaccionar, no quedará más remedio que darle la razón a Albert Plà porque estaremos comenzando a dar asco.

Ramón Ruiz

Periodista
13/11/2013

¿Por dónde empezar?

Lograr una mayoría social de cambio es una necesidad. ¿Pero en qué contexto se va a desarrollar esa tarea? 
1 - Según los últimos sondeos el PP volvería hoy a ganar las elecciones. Es decir, una mayoría de españoles prefiere ser gobernada por mentirosos y presuntos corruptos. Parafraseando a Yogui Berra podríamos decir: "¿si la gente no quiere una verdadera democracia cómo lo vamos a impedir?". 
2 - El PSOE, que teóricamente sería candidato a formar la mayoría social progresista, juega en el mismo equipo que el PP, que es el equipo del gran capital. (No creo necesario repasar su actuación en los últimos años). 
3 - El actual modelo constitucional no parece que ofrece alternativas de cambio al margen de la vía parlamentaria. 
Así que: Si una mayoría se siente cómoda con los actuales gobernantes, si el PSOE no es lo que era y si la posibilidad de cambiar de modelo pasa por el embudo institucional, ¿por dónde hay que empezar a formar, a efectos prácticos no simbólicos, esa izquierda salvadora?

José Berni

Oficios varios
13/11/2013

En una síntesis reductora de los dos actores principales podríamos definir a la Izquierda Política como estructuras que poseen una ideología; a los Movimientos Sociales como la actuación de la necesidad. 

¿Como procede esta diferencia? 

Se ponen en marcha los MS y son contundentes ante el Estado… de las cosas cuando la necesidad los espolea. Es decir que en este actor social lo inmediato y las miserias son los carburantes movilizadores. 

En la IP hay una constante de pensamientos y una continuidad de proyectos que pertenecen a las esperanzas de cada grupo. Raramente estas estratégias cambian. 

Para que se produzca una posibilidad de transformación hace falta que el Estado caiga en… Estado de coma. Es una experiencia que he vivido y que me ha hecho comprender ciertos momentos de la historia de manera diferente. Uno puede leer en los textos sobre la revolución soviética o francesa como los actores políticos toman el poder, pero muy poco sobre el proceso de dilución de la estructura gobernante. Justamente porque los protagonistas políticos ponen énfasis en el triunfo de su proyecto y callan la debilidad del Estado. Citando de memoria , dice Trotsky que no podían creer los bolcheviques como las defensas Zaristas se derrumbaban. La famosa "Nuit de Varennes", con sus campanas llamando a los campesinos que detienen a Louis XVI nos muestra un pueblo harto y una monarquía fallida hasta en las profundidades de la campiña. 

Pero no siempre brotan revoluciones de los escombres. Quienes vivimos en la calle el proceso insurreccional espontáneo de Buenos Aires el 19 de diciembre del 2001 o los que escuchamos las narraciones de Managua en armas, sabemos que no necesariamente la quiebra del poder y la economía conducen a una revolución durable. Muchas veces apenas provoca un leve cambio positivo, o un tiempo de bonanza acotado. 

Para que haya una transformación virtuosa la Izquierda Política debe ofrecer la solución de recambio y gobernar una quiebra. 

¿Podrá la IP pensar desde ya la reconstrucción económica poniendo en causa la propiedad de los medios de producción, nacionalizando la banca, los monopolios, la gran industria y las compañías energéticas? ¿Tendrá ese coraje? 

Esto que parece un llamado a la insurrección fue lo que hizo la coalición de izquierda francesa en 1981. Decisión mucho menos traumática que las privatizaciones de Thatcher en la misma época. Tuve también la suerte de vivir en Francia esos años, llenos de esperanza y constructores de una república más justa. 

Ahora bien, me parece que para que la IP esté pronta a asumir en varios países de Europa la reconstrucción de una economía en quiebra, habrá que tratar desde ya la cuestión de la propiedad de los medios de producción, dando así una salida durable a las necesidades nacidas del desorden y la avidez capitalista, hoy motor de los movimientos sociales y causa de la bancarrota estatal.

Jesús Sánchez

Politólogo
14/11/2013
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Enlaces
167-Europa, paisaje de la batalla.pdf

Cambiar la correlación de fuerzas en Europa. Oportunidades pasadas

La crisis que recorre Europa ha ofrecido coyunturas especiales con posibilidades de cambiar la correlación de fuerzas favorable a la gran burguesía europea. Las movilizaciones sociales son el factor necesario para que puedan seguir apareciendo el tipo de oportunidades que se analizan en el documento adjunto (ver también en: http://miradacrtica.blogspot.com.es/ )

Marina Flox Ben

Socia fundadora de la Asociación Promotora de Agrupaciones Electorales
14/11/2013

Si la IP quiere unirse a los MS que corra para alcanzarlos

De acuerdo con Luis García Montero en cuanto a que somos much@s l@s que no queremos seguir el juego de izquierdas-derechas. Sólo en la lógica de ese juego se puede creer que el objetivo fundamental es echar a la derecha, así que, también de acuerdo con el rótulo de Gerardo Pisarello. 

Si bien entiendo lo que comprendería el término de IP, según los parámetros propuestos por el ponente, no los comparto para debatir esta cuestión, pues ¿acaso no es cierto que parte de esa IP, tal y como está definida, es la misma que participa en los MS? ¿qué necesidad hay de buscar una unión entre esos actores entonces? Considero que sería más adecuado limitar el término IP a las formaciones políticas que consideremos oportunas, pues la problemática de una posible unión con los MS sólo tiene sentido si pensamos en esas formaciones como tal, no en la gente que pueda considerarse de izquierdas. Así es como usaré yo el término IP. 

Los objetivos, las medidas a tomar, están en la calle, las reivindican esos MS citados, así que, la IP no necesita unirse a ellos para saber cuáles pueden ser esos objetivos. Sólo tiene que escuchar, recogerlos y actuar de forma coherente. Si las IP no son capaces de ello no es por falta de habilidades ni por falta de hallar la forma adecuada, simplemente no son capaces por falta de coherencia. Faltando esa coherencia faltará ese apoyo a la hora de que éstas puedan conseguir cambiar algo. 

Si como dice David Losa una posible vía es la unión de esos MS en una plataforma amplia de presión ya lo veremos, pues es posible que ésta llegue a cobrar forma con el paso del tiempo. Lo que sí comparto es la creencia de que los MS son más cercanos a la gente, a nosotr@s, para mí no cabe duda de que expresan mejor mis demandas. 

No son los MS los que deban retroceder pasos para unirse con la IP, en todo caso, si ésta no los alcanza corriendo deben surgir de los propios MS los instrumentos necesarios para usar las armas institucionales también, pero como rama diferenciada, pues mezclar o "unir" lo que éstos significan con un intento de asalto institucional podría resultar perjudicial en ambos sentidos. 

Ese acercamiento lo debe buscar esa IP pero no con fines manipuladores, para aparentar, con vista a las elecciones, sino que, teniendo la vista en las elecciones debe correr para intentar acercarse a esos MS que sí sienten un respaldo mayoritario y que sin duda marcan un posible camino para verdaderamente forjar un cambio en la sociedad. La IP o quien quiera ese respaldo de la mayoría debería facilitar y ayudar a que nuestra sociedad avance por ese camino. 

Seguro que no soy la única que no va a dejar su futuro en manos de una IP "salvadora", esa unión no es ni necesaria ni aconsejable, pues si tienen que surgir nuevos actores, surgirán. No uniendo masas, sino uniendo personas y conforme a nuevos modelos.

Antoni Cisteró García

Escritor, sociólogo
14/11/2013

Creo que lo más preocupante es la atomización de las opciones de izquierda. Ante una derecha que ostenta todo el poder, y lo ejercita de forma arrogante y dogmática, se multiplican las mareas, las plataformas, las convocatorias, pero casi siempre de forma monográfica. 
¿Qué pasaría si los de la marea blanca se unieran a la marea amarilla y juntos fueran a encontrar a la verde…? Y por otra calle viniera la plataforma de… y las mesas de… Pero no, de momento sólo se contemplan personalismos, tanto en el liderazgo de propuestas liliputienses como en la desconfianza hacia los gestores del colectivo vecino. Una pena. 
Por mi parte, he iniciado una modesta propuesta, llamada MINIMO COMÚN (http://goo.gl/4V5w9D), para invitar a la reflexión sobre cuán cercanos están muchos de los colectivos. Al hilo de cómo una pancarta con tres lemas (Libertad, Igualdad y Fraternidad) pudo ser aglutinante de las masas que derribaron a l'Ancien Régime, se sugiere votar los tres conceptos que se consideren más comunes a todos los participantes. Un pequeño juego, para iniciar una profunda reflexión. 
Esta primera fase ser verá completada, dentro de unas semanas, con una propuesta de estudio de los múltiples manifiestos que inundan las redes sociales. Desde aquí ruego que si alguien quiere ayudar, me remita los puntos programáticos de las asociaciones, grupos o plataformas a las que tenga acceso. Muchas gracias, y felicidades por la excelente idea de ESPACIO PÚBLICO.

jose ramon sanchez dia

parado
14/11/2013

la traicion del aizquierda burguesa

Me parece muy bien y suena bien, eso de la union contra un enemigo comun el FASCISMO, ahora llamado derecha, bueno ahora y siempre que han querido penetrarnos con suavidad, una vez hecho esto no se ponen ni coloraos, son farcistan y estan orgullosos de ello. Pero no quiero yo hablar del "enemigo comun" aunque la historia en casi todas las revoluciones y movimientos sociales del tinte que este presenta, siempre aboga por derrocar, echar del poder, ¿y luego? quien tomara las riendas, 
no estamos gobernados por el PP estamos gobernados por Alemania y EEUU, a ellos les importa solo regular quien este en el poder, al final siempre conseguiran imponernos lo que quieran , la historia esta llena de ejemplos ,OTAN, la traicion stalinista, la traicion bolchevique (en Rusia). 
pretendeis que las fuerzas reaccionarias dejemos nuestra maxima EL PODER CORRONPE, para luego tildarnos de reaccionarios y no gratos en vuestras filas, pero a la hora del llamamiento de la izquierda y el socialismo, valemos todos loa pacificos, pero los anrquistas siempre hemos sido un grano en el cilo del poder, y vosotros si triunfrais harias lo que todos , reprimirlo, calumniandonos y mal informando con vuestros mas media que aun son poderosos. Disculpar que no este a la altura dialectica del resto de exposiciones, pero creo dejar clara nuestra desconfianza ante un llamamiento tan poco explicado. Pensareis que quizas esto no vaya con nosotros, nosotros somos pueblo y el pueblo no lo sabe porque os bajasteis los pantalones con la transicion y luego, Si ya he oido que eran momentos dificiles, que habia que aceptar ciertas cosas, pero y ahora, donde esta la memoria historica despues de unos cuantos años degobierno de izquierdas en el pais, y los derechos laborales y las grandes privatizaciones. Camaradas Bakunin ya lo tenia claro, poco ha cambiado.

Antonio Antón

Profesor Honorario de Sociología UAM
15/11/2013
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Enlaces
205-Alternancia o alternativa-COMP-AA.doc

Alternancia o alternativa

Alternancia o alternativa 
Antonio Antón 
Profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid 
(Resumen) 


Derrotar la política de austeridad, acabar con la hegemonía institucional de las derechas e impulsar una dinámica de cambio social y político del conjunto de las izquierdas y fuerzas progresistas son desafíos inmediatos para imprimir un giro más equitativo a la política socioeconómica y una democratización de las instituciones políticas. En el horizonte se abren dos posibilidades: alternancia o alternativa. La incógnita es cuál va a ser dominante, aunque la definición necesaria ahora es cómo se consigue suficiente apoyo y representatividad para promover un giro hacia la izquierda. 
Para empezar hay que destacar la importancia de la primera condición fundamental: la conformación de una base social amplia por el cambio social y político. La auténtica solución para impedir y cambiar la estrategia de austeridad, revalorizar la acción pública o sociopolítica frente a los mercados financieros y reforzar la democracia, es la consolidación de una amplia corriente indignada y una fuerza social activa, con un aumento de su representación parlamentaria, reequilibrando en las izquierdas la hegemonía del partido socialista. Es un elemento también positivo para que el partido socialista resuelva de forma progresista su desafío de reorientación política y renovación orgánica, así como mejorar sus vínculos con la sociedad, cuestiones que han abordado pero no han resuelto satisfactoriamente en su reciente conferencia programática. 
La frustración de esa corriente social indignada con la clase política gestora de la austeridad para las capas populares, su crítica al poder económico y financiero, como principales culpables de la crisis, así como el malestar ciudadano, son profundos, realistas y justos. Ese fenómeno refleja una mayor conciencia del papel positivo de la propia activación ciudadana y constituye una exigencia de regeneración democrática del sistema político y una reorientación social y ética de las izquierdas. 
Las opciones están entre dos orientaciones básicas 1) alternancia institucional con un proyecto difuso, o 2) alternativa de progreso con una amplia activación de la movilización social y la participación de la ciudadanía que asegure una perspectiva de transformación profunda de la gestión de la crisis y la democratización del sistema político. Este aspecto se explica ampliamente en el texto adjunto (VER TEXTO COMPLETO). La forma de abordarlo constituye una encrucijada política para todas las fuerzas sociales y políticas de izquierdas. Y constituye un dilema para la dirección socialista. Se trata de analizar las condiciones para el cambio político progresista, las insuficiencias del proyecto del PSOE para asegurarlo y los desafíos de la protesta social, como factor clave para impulsar un giro sociopolítico hacia la izquierda.

Jesús Espín López

Informática(análisis y programación)
15/11/2013

¿Mayoría social o de votos?

Por mucho que se unan los líderes de los partidos o los movimientos sociales no lo van a hacer los votantes. 
Se requiere una unidad de proyecto de mínimos que contente a todos los grupos sociales. Pero esa vía se agotó en el 82 y no lo volveremos a tener excepto que la derecha que gobierna pierda totalmente el norte. A lo sumo podemos aspirar a elegir una candidatura en unas primarias que nos indique quien tiene más posibilidades de aglutinar el voto. Y entonando el llamamiento al voto útil esperar que se avengan a confluir también los votantes. Pero eso no lo quieren los líderes de los partidos por que dependerían de los votantes y no de su red de contactos que tanto les ha costado tejer para colocarse donde están. 
Así pues la unidad saldrá de la unión de los votantes de izquierda o no saldrá. 
Descartada la formación de un nuevo partido tipo "15M". Sólo queda la coalición de partidos impulsada/refrendada por las bases mediante unas primarias tipo la Concertación en Chile. 
Están dispuestos los líderes de nuestros partidos a someter su candidatura a unas primarias. De momento parece que piensan que más vale pájaro en mano(lider de partido en la oposición) que perder protagonismo.

josé antonio nieto

profesor de economía
15/11/2013

felicitaciones

poco que añadir: enhorabuena por la iniciativa de este forma de debate.

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