Adolfo Zaldívar Larraín, Presidente del Senado
El tipo de cambio actual está destruyendo a aquéllas empresas que exportan productos con un mayor valor agregado que son las que pueden crear puestos de trabajo de calidad con mejores remuneraciones
Por Adolfo Zaldívar Larraín, Presidente del Senado
Senador Adolfo Zaldívar, Presidente del Senado
Existe prácticamente un consenso entre los economistas, tanto de la Concertación como de la Alianza, que el actual tipo de cambio se encuentra por debajo del tipo de cambio de largo plazo, no habiendo acuerdo sólo en qué porcentaje por debajo se encuentra.
También existe consenso entre los economistas que ante esta situación las autoridades económicas (Gobierno y Banco Central), deben actuar. Sin embargo, no existe un acuerdo respecto de qué tipo de instrumentos son los óptimos para esta intervención.
Existe una batería de instrumentos que pueden ser utilizados por el Ministerio de Hacienda y el Banco Central (encaje a la entrada de capitales de corto plazo o capitales golondrina, intervención masiva mediante compra de dólares, emisión de bonos o pagarés, etc.).
La magnitud del problema cambiario seguramente implica que ningún instrumento por sí solo puede resolver el problema y probablemente se requerirá una combinación de instrumentos para lograr el fin perseguido. Los instrumentos específicos y su intensidad de aplicación deben ser el resultado de una negociación técnica entre Hacienda y el Banco Central.
La intervención es necesaria, ya que si existe consenso en que el actual tipo de cambio está por debajo del de equilibrio, la intervención adelanta en el tiempo el retorno al tipo de cambio de equilibrio, reduciendo costos innecesarios a los agentes económicos.
Si el tipo de cambio de equilibrio estuviese bajo el tipo de cambio actual, cualquier intervención para incrementarlo carecería de sentido y sólo le ocasionaría pérdidas al país.
El actual tipo de cambio está produciendo un gran daño al país, ya que castiga, en especial a las PYMES, que son las empresas más frágiles financieramente, especialmente después de la poca afortunada intervención del Banco Central que elevó las tasas de interés a niveles insostenibles durante la crisis asiática.
El tipo de cambio actual está destruyendo a aquéllas empresas que exportan productos con un mayor valor agregado y son las que en definitiva pueden crear puestos de trabajo de calidad con mejores remuneraciones.
Al mismo tiempo, las empresas que sustituyen importaciones son afectadas por la llegada masiva de bienes importados a precios muchas veces absurdos. Seguramente en la actualidad se podría importar pan de países vecinos que podría ser vendido en el mercado interno a precios significativamente inferiores al precio actual. ¿Es eso lo que deseamos? ¿Que quiebren las empresas nacionales y nos veamos inundados de bienes procedentes del exterior? ¿Quiénes los comprarían? ¿Los cesantes procedentes de empresas que tuvieron que cerrar?
La destrucción de la industria nacional en esta situación ocurre en períodos relativamente cortos de tiempo, pero la reconstrucción puede tardar decenios con los consiguientes costos sociales, debido fundamentalmente al desempleo. Las autoridades políticas deben hacer un análisis costo beneficio de corto, mediano y largo plazo y actuar en consecuencia. De otra manera serán responsables ante el país de la destrucción de la economía nacional.
Es claro que con el actual tipo de cambio la exportación de recursos naturales (renovables y no renovables) sin o con escaso valor agregado, es rentable. ¿Deseamos sólo ser un país exportador de materias primas y volver al pasado?, o ¿deseamos realmente impulsar una segunda etapa exportadora de la cual tanto se hablaba en los primeros años del decenio pasado?, o ¿ya nos olvidamos de aquella época?
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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