Tiempos de involucrarnos: empresa y sociedad
Estamos viviendo en Argentina un año electoral en el que los ciudadanos de provincias como Córdoba, por ejemplo, votarán tres veces para elegir autoridades como gobernador, intendente y presidente.
¿No es acaso un tiempo común para convenir responsablemente entre Estado, empresa y ciudadanía? También son tiempos en que los escándalos públicos acerca de las financiaciones de campañas políticas y la corrupción por parte de empresas y gobiernos estarán seguramente, en boca de algunos o, si tenemos suerte, de todos.
¿Sabemos los ciudadanos cómo son financiadas las campañas políticas? ¿Sabemos a quiénes estamos votando en realidad? Los escándalos de corrupción han sido frecuentes en la historia de nuestro país y han ido aumentado en todos los procesos electorales. Sin duda debe ser uno de los factores más diferenciadores entre América latina y las naciones más desarrolladas del mundo.
Según la publicación de Ethos y Transparencia Internacional, titulada "La Responsabilidad Social de las Empresas en procesos electorales", "la política de financiamiento está estrechamente relacionada con el tema de la corrupción. Las contribuciones a las campañas políticas y a los partidos políticos tienen dos caras. Por un lado, ayudan a financiar el fortalecimiento de las organizaciones del partido y la comunicación entre candidatos y electores, contribuyendo así a una competencia política activa y sana. Por otra parte, la financiación de las campañas puede distorsionar el proceso electoral y también socavar la integridad de los futuros representantes políticos. Con un gran volumen de contribuciones, las empresas influyen en la competencia entre los candidatos en el proceso electoral y en la reducción del papel del ciudadano. El segundo riesgo de la financiación de las campañas políticas por parte de las empresas es con respecto la inversión económica que dará sus frutos a través de favores por los representantes elegidos. En este sentido, financiamiento de la política se convierte en una variante para sobornar a un funcionario público y así obtener una ventaja ilegal".
Sin embargo, el papel de las empresas puede también ligarse a programas y acciones de RSE que las involucren con la ciudadanía y su público interno desde otra mirada más constructiva. Más que nunca, como ciudadanos deberíamos exigirle al sector privado que funcione bajo un modelo de gestión basado en la triple línea, es decir, no sólo inspirado en el desempeño económico, sino también en sus resultados sociales y ambientales.
Las empresas pueden influenciar radicalmente a sus colaboradores a ejercer un papel importante en este año electoral, participando de las elecciones con conciencia cívica y ética ciudadana.
Existen casos de compañías que no sólo repasan conjuntamente con su público interno las posibilidades de voto que existen en su comunidad sino que además, se comprometen a crear espacios de debate ciudadano dentro de la empresa. Crear, educar y desarrollar los recursos humanos acerca de la responsabilidad electoral y del poder que como ciudadanos tenemos es un indicador muy claro de una organización transparente y ética.
La información y la transparencia financiera de las empresas en estas épocas se transforman en un tesoro, no sólo para comunicar a la ciudadanía en general sino también para la construcción de una institucionalidad que va más allá del partido político, del candidato de turno o de las próximas elecciones. Estamos hablando de democracia. La forma de organización de una sociedad donde la decisión responde a la propia voluntad de sus ciudadanos. Sí, como ciudadanos tenemos las decisiones en nuestras manos. Y como empresarios tenemos el poder y el dinero para invertir en educación cívica y no en apoyos políticos y financieros que terminan, muchas veces, en coimas y en aprietes sectoriales.
Son tiempos de articularnos, de involucrarnos. De crear sociedades un poco más transparentes. De creer que el sector privado puede plantear políticas públicas y comprometerse dentro de los tiempos electorales con la sociedad a largo plazo y no sólo para apoyar a partidos en sus campañas.
Cuando como ciudadanos creamos y exijamos que ambos sectores, político y público, puedan sentarse a discutir de forma transparente la sociedad que queremos, sin presiones, sin aprietes, sin amenazas, entonces estaremos ante un momento de crecimiento como país y de fortalecimiento de la institucionalidad que anhelamos.
Creo que sólo es posible con gran compromiso ciudadano, la educación cívica y una articulación público privada que hasta ahora no hemos visto.
Laura Massari
Directora de Relaciones Institucionales
IARSE
lmassari@iarse.org
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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