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jueves, marzo 27, 2008

El paro agrícola se agrava en Argentina, tras el cacerolazo

El paro agrícola se agrava en Argentina, tras el cacerolazo
 
 
 
La reacción de la presidenta Cristina Fernández enfureció a muchos.
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Santiago Estrella Garcés. Corresponsal en Buenos Aires

La Presidenta afrontó la primera protesta de su mandato en Buenos Aires (foto), Córdoba y Rosario. Ampliar Imagen  Foto:AP



Seguramente Cristina Fernández, la presidenta de Argentina, no imaginaba encontrarse con protestas de la magnitud con que se están desarrollando desde hace 15 días por el paro agropecuario.

Mucho menos que iba a encontrarse con un cacerolazo, símbolo del levantamiento de diciembre del 2001 que derrocó al gobierno de Fernando de la Rúa en la mayor crisis institucional y económica de la historia republicana.  Solo sus cercanos saben cuál fue su reacción al oír el ruido  de cucharones golpeando las ollas en la Plaza de Mayo y en las afueras de su residencia de Olivos.

Si bien hubo molestias en la gente por el  desabastecimiento de carne, aceite, harina, verduras y leche, la reacción de la Presidenta, muy  confrontadora, le jugó una mala pasada. Autoconvocados de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, las tres ciudades más importantes, revivieron el cacerolazo.

Luego del silencio oficial –hecho usual en los Kirchner que siempre que hay algún hecho conflictivo en el país se encuentran descansando en su quinta de El Calafate, en el sur del país-, la reacción de la Presidenta enfureció a muchos. No gustó que haya calificado a los piquetes de los productores rurales como "un acto cómico" porque son "piquetes de la abundancia", contrariamente a "los piquetes de la miseria y la tragedia" del 2001 y no aceptar "ninguna extorsión de los sectores más privilegiados".

Varios de quienes acudieron a Plaza de Mayo consultados por ese Diario dijeron estar "hartos del autoritarismo" gubernamental. "Quiere hacer ver a los productores como enemigos", dijo Alfredo Cáceres, profesor de historia.

"En lugar de reconciliar, tira fuego. Elige el camino de la fractura y lo que hace es enfurecer a los productores. Esa actitud es repudiada por la sociedad y eso explica la protesta de la gente de la ciudad que  ya no se banca el autoritarismo", reaccionó Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria Argentina.

Enrique Mario Fuckman, uno de los supervivientes del centro de tortura  de la ESMA, comentó a EL COMERCIO  que "la discusión está equivocada; no se toca lo esencial. El problema está en que se afecta a los productores pero no a los grandes comercializadores, a los grandes frigoríficos, que son los que verdaderamente ganan. Pero es cierto: el discurso de Cristina fue ofensivo. Por eso esta protesta no necesariamente es una defensa del campo sino un rechazo a la soberbia del poder".

Según la Presidenta argentina, la medida, que permite recaudar USD 2 700 millones más, permite una mejor distribución de la riqueza, mejoramiento de la inversión pública, un modelo económico que permite un dólar competitivo (el dólar está a 3,18, cuando debiera estar a 1,80, según algunos economistas) para que el mismo campo pudiera exportar sus productos y contener la inflación. Para  los productores es una confiscación que solamente sirve para someter a los gobernadores y concentrar poder.

Con un paro decretado como indefinido por los productores agrícolas, los temores se comienzan a instalar. La presencia del piquetero oficialista Luis D'Elia, que a fuerza de palos y trompadas desalojó a los miles de familias que llegaron a Plaza de Mayo, fue otra actitud de confrontación. Él afirmó  que llegaba a defender a la Presidenta "de los golpistas de Belgrano, Recoleta y Barrio Norte", y luego se subió a la Pirámide de Mayo mostrando orgulloso de su mano la "v" de victoria.

Si bien el piquetero logró tomar Plaza de Mayo, los manifestantes media hora más tarde se reagruparon en el Obelisco. Allí siguieron cantando consignas en contra de Cristina Fernández de Kirchner, pero de reojo miraban si acaso volvían los piqueteros.

"Esto se va a agravar. ¿Qué pasaría si deciden venir los del campo? ¿Has visto alguna vez un gaucho sin escopeta?", decía con cierta preocupación otro de  los participantes en el cacerolazo.

¿Cómo sigue la historia? Los dirigentes de las entidades agrarias reconocen que ya no tienen capacidad de influencia sobre los pequeños y medianos productores. El Gobierno anuncia que, además de no dar marcha atrás en las retenciones, "irá preso todo aquel que corte la ruta". Y nadie sabe si las cacerolas en la ciudad volverán a hacerse notar.

Mientras tanto, decenas de bloqueos de rutas generaban ayer  desabastecimiento de alimentos en Argentina.  Los productores agropecuarios en rebeldía mantenían los cortes y actos de  protesta en un centenar de rutas del centro-este de Argentina, donde el cultivo  de soya ocupa más de la mitad de los 30 millones de hectáreas de superficie  sembrada con granos.

El ministro de Economía, Martín Lousteau, artífice de un incremento  tributario a las exportaciones de soya que desató la ira de los agricultores,  calificó de irresponsables los huelguistas, y dijo que las protestas en Buenos  Aires   fueron montadas por dirigentes que no están ideológicamente de acuerdo  con el Gobierno" .

Lousteau también afirmó que el paro agrario "linda con lo antidemocrático" y llamó a los productores a la cordura, tras ratificar el alza de impuestos a las exportaciones.

Mala relación con los productores

Los Kirchner nunca tuvieron una buena relación con el campo. Privilegiaron siempre lo industrial. De hecho, cuando comenzaba el paro, Fernández se reunió con los directivos de la Unión Industrial Argentina, una actitud que para el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires  y La Pampa, Pedro Apaloza,  fue  "un verdadero desafío a nuestro sector".

"Para colmo tiene una industria mínima. Y tampoco es verdad que se trata de una oligarquía ganadera. Hay muchos pequeños productores que están sintiendo que se les acaba cualquier derecho a la ganancia", dijo el productor cordobés Osvaldo Genitli.

Lo que molesta a los productores es que lo obtenido de las retenciones (44,1%, según la nueva disposición) va a las arcas del Estado para aumentar el superávit fiscal y no regresa a las provincias del interior, mientras que del 55,9% que les queda deben pagar  los impuestos. Además, han dicho que no se trata de no pagar retenciones, sino de por lo menos volver al 35% de antes del 11 de marzo.

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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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