La polémica persiste, la advertencia sigue siendo válida
(El siguiente artículo pertenece a la publicación electrónica Rachel Carson)
La polémica persiste, la advertencia sigue siendo válida
Por May Berenbaum
Pocas personas probablemente recuerden hoy el libro superventas en 1962, en la categoría de prosa no narrativa, a pesar del escándalo que hubo en torno a él. De ése libro, una guía sobre la dieta que se titulaba Calories Don't Count (Las calorías no cuentan), se vendieron más de dos millones de ejemplares. Su autor, Herman Taller, fue declarado culpable de fraude postal cinco años más tarde, en un juicio espectacular, así como de violaciones relacionadas con las drogas y conspiración, después de que se emitieran acusaciones que no tenían fundamento concernientes a la eficacia de las cápsulas de aceite de cártamo para mitigar los efectos de una ingestión no controlada de calorías sin carbohidratos.
Si bien de ventas menos cuantiosas, otro libro publicado ese mismo año tuvo un efecto mucho más duradero. Su título, Silent Spring (Primavera silenciosa), sigue siendo reconocido hoy, y el nombre de su autora, que ya en 1962 adquirió popularidad como escritora de superventas en temas científicos, continúa siendo popular veintitrés años después de su fallecimiento. Entre los legados de esta obra figura una mayor conciencia popular acerca de las consecuencias medioambientales del abuso de los plaguicidas, incluso una fortalecida oposición a un plaguicida en particular: el hidrocarburo clorado DDT, y en forma más extensa, un movimiento medioambiental revitalizado y más poderoso.
El mensaje central del libro -que la excesiva dependencia de una estrategia en particular sobre el control de las plagas puede tener efectos medioambientales adversos- no era precisamente novedoso. De hecho, esto era algo ampliamente documentado en los periódicos entomológicos de la época. Pero Carson, escritora inspirada y con talento, explicó la idea en términos que el público general pudiera entender y pudiera, y esto lo que es más importante, sentir. El rociar para eliminar insectos u otras especies que se tengan como objetivo, explicó la autora, mata también a los pájaros y a otros organismos cuya destrucción no se desea, aún cuando la especie objetivo desarrolla resistencia a las sustancias químicas. Aunque utilizado con la intención de eliminar una plaga en un cultivo, un plaguicida puede contaminar inadvertidamente a las lombrices, que a su vez, si son ingeridas en cantidades suficientes, pueden matar a los petirrojos. Sin el canto de los pájaros, la primavera sería silenciosa.
El público se tomó en serio sus palabras. Menos de un año después de la publicación de Silent Spring como una serie en la revista New Yorker, se presentaron en las asambleas legislativas estatales de los Estados Unidos más de cuarenta proposiciones de ley orientadas a controlar el uso del DDT y de otros insecticidas orgánicos sintéticos. En 1972, ocho años después del fallecimiento de Carson, la entonces recién establecida Agencia de Protección Ambiental prohibió el uso doméstico del DDT.
Mensaje mal entendido
Muy pronto, Silent Spring demostró ser un libro sujeto a controversia. La industria de los pesticidas y otros defensores del control de las plagas por medios químicos reaccionaron rápidamente y en forma negativa a su publicación. Tildaron a Carson de histérica irresponsable cuyas opiniones extremistas y presentación selectiva de las pruebas científicas amenazaban la salud y el bienestar de la nación.
Incluso hoy el nombre Rachel Carson es anatema entre los defensores de los pesticidas químicos. Los esfuerzos recientes de volver a introducir el DDT para controlar los mosquitos portadores de enfermedades en las regiones de África plagadas por la malaria han vuelto a colocar a Silent Spring en el centro de la atención. El debate resultante, frecuentemente desmedido, refleja las discordantes controversias de hace medio siglo.
Aunque parezca extraño, hay muchos en ambos lados del debate que no comprenden todavía en profundidad el mensaje principal de Silent Spring. A Carson no le gustaban los mosquitos, ni los insectos en general y, de hecho, no fue nunca partidaria de abandonar los métodos de controlarlos químicamente. En la página 12 de la obra declara de modo inequívoco: "No digo que nunca deben usarse insecticidas químicos. Digo que hemos puesto indiscriminadamente sustancias químicas biológicamente potentes en las manos de personas que en gran parte o en su totalidad son ignorantes del daño que estas sustancias pueden causar".
De hecho, en el contexto de controlar la malaria, dijo que quienes usan el DDT deben "rociar lo menos que sea posible" en lugar de "rociar hasta el máximo de su capacidad".
Silent Spring no era un folleto extremista que abogaba por un paraíso natural libre de sustancias químicas, sino que era una súplica convincente de que se debería "utilizar sustancias químicas de manera moderada, selectiva e inteligente", escribió en un artículo menos famoso publicado en 1963 en la revista Audubon.
Este enfoque en el "uso inteligente" sostiene hoy a la "gestión integrada de las plagas" (MIP), el planteamiento predominantemente empleado para controlar toda clase de plagas. El MIP, tal como lo indica el nombre, incorpora un número de estrategias útiles -químicas, culturales y biológicas- en un programa ecológicamente bien fundado, socialmente aceptable y económicamente viable.
El de Carson fue un mensaje de moderación. No se puede calificar de radical -de hecho sus orígenes datan de la Grecia antigua- pero el mismo debe resonar hoy en cualquier discusión sobre la tecnología medioambiental. En efecto, se puede aplicar igualmente a las actuales discusiones todavía controvertidas sobre las calorías y el control del peso.
La investigación continúa
En el medio siglo transcurrido desde la publicación de Silent Spring, ha aumentado el conocimiento que se tiene de los efectos tóxicos y ambientales de los insecticidas orgánicos sintéticos, adquirido en gran parte de los estudios inspirados por Carson y de aquellos que aceptaron su mensaje. El DDT, el primero y con mucho el más infame de los hidrocarburos clorados, continúa siendo controvertido y de interés periodístico.
Las relaciones causales entre el DDT y el cáncer que Carson afirmaba han resultado difíciles de confirmar, pero el cáncer en que se ha documentado definitivamente un factor causal, como el cáncer pulmonar y el fumar, sigue siendo la excepción. En cuanto a los efectos en el ecosistema, estudios epidemiológicos y de animales han confirmado que existen conexiones entre la exposición al DDT y los desórdenes reproductivos, si bien el DDT no es el único factor a tener en cuenta en este aspecto. Nuevos y más complejos análisis han revelado que hay muchos compuestos sintéticos y compuestos que ocurren de forma natural que alteran la función endocrina humana.
La resistencia de los insectos al DDT, uno de los problemas principales señalados por Carson y frecuentemente pasado por alto en los repetidos estudios que se hacen de su tesis central, sigue siendo un problema medio siglo más tarde, incluso allí donde no se ha usado el DDT durante años. Esta resistencia puede hacer que el uso del DDT sea ineficaz, tal como ya lo fue en la era de Carson, en lo que respecta a muchas especies diferentes de insectos, pero los insectos han desarrollado una resistencia similar contra casi todas las formas de control de plagas, incluso la rotación de los cultivos, y nuevos hallazgos acerca del DDT han suavizado su imagen como el mayor contaminador medioambiental; por ejemplo, se degrada mucho más rápidamente de lo esperado en los entornos tropicales calurosos y húmedos donde más se necesita usarlo para combatir la malaria.
Hay algo sobre el DDT que no ha cambiado en el medio siglo transcurrido: su precio. Sigue siendo uno de los insecticidas más baratos que existen. El relativamente bajo peligro de toxicidad aguda para los mamíferos y el bajo costo hacen que el DDT sea una alternativa atractiva para controlar los insectos que portan enfermedades humanas en las regiones del mundo desesperadamente empobrecidas y plagadas de enfermedades.
Es imposible saber lo que Rachel Carson diría hoy acerca de si es acertado utilizar nuevamente el DDT en regiones donde otras medidas para controlar las plagas han fracasado miserablemente, sea debido al costo, al uso inapropiado o a resistencia a las mismas. Sin embargo, es probable que cualquier cosa que ella recomendara estuviera basada en un examen cuidadoso de todas las pruebas que fueron publicadas después de la aparición de Silent Spring, de conformidad con su súplica de que se hiciera un "uso inteligente de las sustancias químicas". Cualquiera que fuese su postura, ésta probablemente sería presentada con la misma prosa elegante y convincente con que cambió la historia.
May Berenbaum es directora del departamento de entomología de la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign.
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Rodrigo González Fernández
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