No se ve luz al final del túnel
La constante disminución
La frustración no sólo proviene de observar cómo la apreciación del peso, como si fuera una ola pegando contra un castillo de arena, erosiona el esfuerzo, el capital y el trabajo que los empresarios y los trabajadores ponen en diseñar y elaborar productos que sean del gusto de los clientes extranjeros, establecer las cadenas de distribución en los países de destino, implementar la logística para los envíos y conseguir los recursos necesarios para financiar sus operaciones. Sólo para comprobar que al final los retornos obtenidos no son suficientes para cubrir los costos incurridos. También genera impotencia la sensación de que ni ellos ni las autoridades económicas
La impotencia ha llevado a muchos a clamar por soluciones fáciles, pero a mi juicio inútiles. Unos piden que el Banco Central compre dólares, otros que se pongan trabas a la entrada de capitales extranjeros para disminuir la oferta y subir el precio de la moneda norteamericana, otros cortan los caminos y hasta piensan en marchar hasta La Moneda. Pero la pérdida de competitividad de nuestro sector exportador tiene causas profundas, que al igual que una herida profunda no se cura con parches. En todo caso, de entre las medidas parche que se han sugerido, la de bajar impuestos, aunque sea temporalmente, me parece a mí la más efectiva.
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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