¿ Masoquismo o filantropía política? La primera reflexión es una apelación al sentido común. No deja de ser curiosa y paradojal la cruzada en que Tironi está embarcado. De partida, es simplemente contraria al sentido común. Es como si antes del partido inaugural de la fase clasificatoria para el próximo Mundial de Sudáfrica (que enfrentará a Chile y Argentina en Buenos Aires), Marcelo Bielsa, el entrenador nacional, gastara ingentes esfuerzos y dedicara gran parte de sus conferencias de prensa a corregir la estrategia supuestamente equivocada de Alfio Basile, el técnico de la selección trasandina. ¿Alguien le daría crédito a sus puntos de vista? ¿Qué opinaría la prensa especializada? Todos los periodistas -sin necesidad de ser muy avezados- se atropellarían para dejar al descubierto la incongruencia: No se puede ser entrenador de dos equipos rivales
al mismo tiempo. Nadie debiera equivocarse. El talentoso Tironi no está afectado por un súbito masoquismo ni infectado por un extraño virus que lo empuja a la filantropía política de darle continuos consejos a la Alianza para que derrote a la Concertación, vale decir, en empeñarse en favorecer a sus propios adversarios. La aspiración de Tironi es más sutil, pero vieja como el hilo negro: confundir al adversario para que adopte la estrategia más favorable a los propios intereses. Un paralelo equivocado Tironi sostiene que la situación actual de la Alianza es idéntica a la que enfrentaba la Concertación antes del plebiscito de 1988 en que fue derrotado Pinochet y afirma que la clave del triunfo fue "trivializar" la contienda. Ello simplemente no es efectivo. Después de una década y media de régimen autoritario, y con la expectativa de la extensión del gobierno de Pinochet ocho años más, no había nada que trivializar. El dramatismo estaba en el aire. Lo que el análisis de Tironi soslaya es que toda la campaña del No se apoyaba en el rechazo categórico y definitivo a la continuación del gobierno militar, a través de lo que podría denominarse una "acumulación de razones". El No era una convocatoria amplia. Cabían todos: los que repudiaban las graves violaciones a los derechos humanos, los ex UP de cualquier condición, los que habían sido partidarios iniciales del gobierno militar pero luego lo abandonaron, los DC de todos los colores, los partidarios de las transformaciones económicas pero disconformes con la evolución política, los que no se tragaban la "democracia protegida" y un largo, casi interminable, etcétera. El No era una convocatoria a partir de un diagnóstico compartido: la continuación del gobierno militar era pésima para el país. "El Desalojo", al constituir un relato fundado del estado de la actual Concertación, es una convocatoria del mismo carácter: es una radiografía de la fatiga de material, la extensión de la corrupción (que el propio Tironi ha denunciado) y la ineficiencia en el diseño y aplicación de las políticas públicas que aqueja a la Concertación. Por lo mismo convoca de manera abierta y sin mayores exigencias -al igual que el No- a quienes consideran, por diversas razones, que un quinto gobierno de la misma coalición sería una fatalidad para el país. Está claro: donde Tironi ve una diferencia hay una similitud. La receta contradictoria En su análisis, Tironi también hace ver que la clave del triunfo de la Concertación en el plebiscito de 1988 fue ser ambigua en cuanto a la propuesta de reemplazo al gobierno militar. En consecuencia, la receta que le prescribe a la Alianza es presentar su propuesta como un simple asunto de "eficiencia en la gestión". La idea que subyace es que la Alianza para ganar casi debería mimetizarse con la Concertación, más aún porque, según él, Chile sería un "país históricamente de izquierda", aserto que es mucho más un voluntarismo que una constatación. ¿Chile 2007 un país de izquierda? La evidencia es exactamente la opuesta, partiendo por la magra votación que obtiene el bloque PS-PPD, muy inferior al tercio tradicional de la izquierda. Y no sólo eso: si Chile 2007 fuera naturalmente de izquierda ¿qué explica la desembozada intervención electoral y la férrea "captura del Estado" que es un sello de la actual Concertación? La contradicción del argumento de Tironi es flagrante. ¿Cuál es la crítica más recurrente de la Concertación a la Alianza? ¡Qué no formula con nitidez su propuesta alternativa! Ahora Tironi descubre que para ganar, la Alianza no tiene que perfilar ningún rasgo diferenciador con la Concertación, ni formular propuesta alternativa alguna. Al revés, debiera mimetizarse con ella. El razonamiento no se sostiene: si después de 20 años de gobierno de una combinación política que muestra ostensible fatiga de material y vaciamiento de ideas, la oposición no es capaz de mostrar que es una alternativa... simplemente no se merece gobernar. La tesis de "El Desalojo" es que la Alianza no sólo debe explicar por qué haría las cosas mejor, dejando al descubierto todo aquello que el gobierno hace mal, sino explicarle al país qué haría distinto y por qué ello sería altamente beneficioso para todos. La oposición ideal ¿Cuál es la oposición que más le gusta a Eugenio Tironi? Está claro como el agua: una funcional a que la Concertación jamás abandone La Moneda. ¿Cómo es esa oposición? Tiene dos rasgos principales: En primer lugar, es incapaz de dejar al descubierto las graves falencias de la Concertación. Mejor aún, debe permitir que bajo sus narices el actual gobierno termine su mandato como el anterior: con un respaldo ciudadano muy superior al que correspondía, considerando su magro desempeño en múltiples áreas. Es cosa de recordar. La debacle del Transantiago, el fracaso educacional evidenciado por la "revolución de los pinguinos" y el colapso de la salud pública no fueron ni siquiera tema en la última campaña presidencial. La manera de lograr enervar la acción de la Alianza es obvia: toda denuncia es inmediatamente estigmatizada como "agresiva". Pero aquí, el doble estándar es total: por ejemplo, Guido Girardi (militante del PPD, como Tironi), presidente de la comisión de salud del Senado, asimila la actual situación de la salud pública a un " cataclismo sanitario" y denuncia que la gente "se muere" en los hospitales. Pero, Girardi no será tildado de "agresivo": sus palabras sólo denotan "sensibilidad social". En segundo lugar, debe levantar una propuesta política deslavada, sin perfiles, orientaciones ni valores que defender. Tiene que estar construida a ras de piso, sin vuelo alguno. La oposición que anhela Tironi es una inmersa en un debate no sobre la dirección del país sino apenas -y ojalá tímidamente- discutiendo acerca de la gestión. Tironi sabe que una oposición así no puede ganar. Por eso la promueve. De igual manera sabe que una oposición insípida y camuflada con el adversario abdica de lo más importante en casi toda elección: identificarse con la idea de cambio, más aún cuando los que gobiernan están aferrados al poder, con buenas y malas artes, desde hace 20 años. No hay duda. Lo que le conviene a la Concertación es una oposición amorfa y acomplejada para ser ella misma su propia oposición. Así se cierra el círculo: la Concertación es gobierno para vanagloriarse de los éxitos; y es su propia oposición para esquivar o endosar a terceros los fracasos. Y así se asegura la perpetuación del poder a todo evento. A otro perro con ese hueso
La argumentación de Tironi es políticamente oportunista, intelectualmente contradictoria, conceptualmente equivocada y tácticamente favorable a la Concertación. Y respecto de la Alianza es, en rigor, lo que el diccionario define como una argumentación falaz, es decir aquella " que atrae y halaga con falsas apariencias". Lo que Tironi dijo... En la edición pasada de Qué Pasa, Eugenio Tironi escribió el artículo ¿Llegará la derecha a La Moneda el 2009? Su tesis es que el dilema de la oposición de hoy es idéntico al de la oposición a Pinochet en 1988. "La Alianza sólo puede ganar el 2009 si logra trivializar el cambio que ella representa, presentándolo como una cuestión de eficiencia en la gestión y no como un cambio de orientación estratégica; y si logra al mismo tiempo administrar el pasado pinochetista como lo hizo la oposición democrática de los ochenta con la UP... ¿Podrá aplicar esta receta?... implica adoptar un discurso moderado... levantar liderazgos nuevos... enterrar la oposición furiosa y el desalojo". "En un país que está en lo fundamental confortable y con una sensación de progreso, que parece más bien inclinado hacia las banderas históricas de la izquierda (como la igualdad), que no guarda un buen recuerdo de la dictadura, que pese a sus falencias siente gratitud hacia la Concertación por haber dirigido una transición pacífica y mejorado sus condiciones de vida, ¿por qué habría de correr riesgos y apostar por una alternativa de derecha?". "La estrategia del desalojo está muy influida por las enseñanzas de Karl Rove, el famoso asesor que llevó a los republicanos a numerosas victorias electorales precisamente en base a la polarización. Pero los analistas de la Alianza seguramente han tomado nota del desastre que ha significado para el gobierno de Bush la aplicación de esta estrategia, que condujo recientemente a la caída del mítico Rove". | |
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