Lunes 16 de Septiembre de 2013
R. Lagos y la verdadera reconciliación
En un rincón más o menos oculto de la Biblioteca Nacional me encontré con un texto más que sorprendente: "¡Para un Chile Nuevo una Universidad Nueva!", editado por Ricardo Lagos, Eduardo Novoa y las Juventudes Comunistas y Socialistas como programa para la nueva rectoría que debía emanar de las elecciones de 1971. Editado en una editorial cubana, la proclama era sorprendente: con Lagos y Novoa, el hombre de los "resquicios legales", la Universidad debía "dejar de servir a la verdad y a la ciencia", debía convertirse en un bastión y centro de expansión ideológica y "ser parte de la política revolucionaria del Gobierno Popular." Los profesores debían ser valorados según su participación en la lucha por el socialismo.
También los estudiantes debían ser registrados de acuerdo con su participación en las tareas revolucionarias. La educación universitaria debería ser controlada por el Estado, al menos potencialmente, a través de las disposiciones financieras y presupuestadas por el Gobierno. También la educación primaria y secundaria, debía paulatinamente no sólo ser gratuita, sino estatal y absorbiendo los colegios religiosos o de la clase pudiente, de acuerdo con el Programa Básico de la Unidad Popular (ENU).
El texto había sido redactado y publicado el 1971. Y, como en otros casos, mi asombro me llevó a consultar los textos escritos por Ricardo Lagos con anterioridad, en especial ya en los años 60. Leí con detenimiento su famosa obra "La Concentración del Poder Económico" (1964) y comencé a entender las cosas: allí el análisis económico de la concentración como causa del deterioro económico chileno se basa en los textos clásicos de Karl Marx y las soluciones radicales impuestas a la sociedad rusa por W. I. Lenin. Chile también podía salir de su "inferioridad económica" (Encina) sólo con la socialización. Más aún,Lagos, con la rigurosidad de todo marxista, insiste incluso en que "la burguesía va a defender con sangre sus privilegios".
En su biografía reciente ("Así lo vivimos "2013), Lagos se recuerda —con cierta indeterminación y como al pasar— de haber trabajado en el programa estatizador del candidato Allende en 1964. Pero de lo que sí cabe recordarse es que su libro, superventas de al menos cinco ediciones, contiene no sólo una teoría económica marxista de estricta observancia, sino también todo el listado de las empresas industriales, financieras y agrícolas que debían ser convertidas en "Propiedad Social" en el gobierno de la UP. Es la primera formulación detallada de la composición de los fatídicos "Grupos Económicos" que, concentrando todo el poder, estrangulaban la economía chilena y eran la causa principal de la desigualdad y la pobreza tantas veces extrema. Me di cuenta de que Lagos, en ambos textos era en realidad, por su nivel académico y formación intelectual, el verdadero espíritu rector del Programa Básico de la Unidad Popular.
En mucho tenía razón Ricardo Lagos al denunciar la incapacidad de las clases dominantes chilenas para haber solucionado los problemas reales y terribles de la pobreza. Su incapacidad de superar el orden postfeudal heredado. Pero para entender la razón que explica el cambio total en sus convicciones, es necesario darse cuenta de que Lagos no buscaba —como todo demagogo— la utópica "igualdad", sino la racionalidad de un sistema productivo que pudiera ser la base de la justicia.
Advino, tras estos "errores" otro mundo. El gobierno militar introdujo un nuevo sistema, uno que supo incorporar activa y no pasivamente a nuestro país en el mercado internacional. Un gobierno en el cual aconteció la política económica actualizada al capitalismo moderno. El vasto y durísimo proceso en que terribles errores condujeron a horrores era uno solo y era desde el todo de donde debía surgir la solución. No desde las partes separadas y antagónicamente enfrentadas según la metodología reaccionaria que no entiende lo que es la historia. Que toda acción es una reacción. Ricardo Lagos fue, también a partir de 1973, la figura principal de la oposición que arriesgó mucho por recuperar la democracia. Es y fue la única personalidad política seria de la centroizquierda chilena. He seguido, así, en mi más reciente estudio, libro a libro, su evolución racional y nunca oportunista. Con su gestión gubernamental, también con horrores como el Transantiago, el MOP Gate y otros, fue su era el más notable esfuerzo de reafirmación del modelo económico que le ha dado seguridad, fortaleza y fuerza a Chile. Más allá de los chillidos vacíos que piden, o que conceden perdón, después de decir que no habrá ni siquiera olvido, en la figura grande de Ricardo Lagos los chilenos ya habían realizado la verdadera reconciliación, la que hace posible el pan, el trabajo y con ello el fundamento de los derechosdel hombre.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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