Resulta inquietante ver la actitud débil, vacilante y temerosa de nuestras autoridades y de la mayoría de nuestros parlamentarios, ante las amenazas, atropellos y faltas de respeto en que incurre frecuentemente Bolivia en contra de nuestro país. Pareciera ser que estuviésemos ante una situación en la que carecemos del respaldo del Derecho Internacional; pareciera, además, que tenemos un sentimiento de culpa por haber ganado la Guerra del Pacífico y que hay algo pendiente con ese país, pareciera, en fin, que somos una nación incapaz de defenderse de la agresión de que es objeto, y que carece de FFAA. para respaldar el derecho que le asiste y el accionar de su política exterior.
Así las cosas, cada vez que se produce una reunión de algún Organismo Internacional, nos aterramos y angustiamos ante la posibilidad que Bolivia pueda plantear su aspiración marítima ante las naciones participantes, y consideramos un gran triunfo de nuestra diplomacia si esto no ocurre.
Estimo que el fenómeno señalado se debe fundamentalmente a las siguientes razones:
- Desconocimiento de la Historia de Chile por parte de algunas autoridades nacionales importantes.
- Falta de Identidad y de Sentido Nacional entre otras.
- Resabios del sentimiento americanista que subsiste desde el Siglo XIX y que tan caro nos ha costado a los chilenos, teniendo como resultado la pérdida de grandes extensiones de territorio nacional.
Para comprender y aclarar este problema, veamos qué nos dicen, en lo medular, nuestro insigne historiador don Jaime Eyzaguirre y otros historiadores nacionales al respecto:
Al comenzar la emancipación de las colonias de España y el desprendimiento de éstas de la Corona se concordó, para evitar el caos, que la demarcación de las fronteras de las naciones emergentes sería la misma existente en ese momento, es decir, se aplicaría el "Uti Possidetis," lo que significa que "lo que poseíais poseéis."
De acuerdo a lo anterior, la frontera de Chile en 1810, en la zona que nos ocupa, y de acuerdo a lo señalado en el mapa oficial de Andrés Baleato, en 1793, era al Norte, el río Loa, que marcaba nuestro límite con el Perú y que desembocaba en el mar en latitud 21° 27' Sur; y la frontera Este era la Cordillera de los Andes.
La futura Bolivia, en ese esa época llamada Audiencia de Charcas, era Mediterránea y desde 1776 dependía del Virreinato del Plata.
En 1825, al obtener Bolivia su independencia, su primer Presidente, don Antonio José de Sucre, estimó que era necesario contar con un puerto en el litoral, encomendando al explorador y experto Francisco Burdet O´Connor esta misión quien, una vez efectuado el reconocimiento, recomendó la ensenada de Cobija, situada al Sur del río Loa, es decir, en territorio chileno como hemos visto. Mas adelante, en 1829, el Presidente en ese entonces de Bolivia, Andrés Santa Cruz, resolvió desarrollar la caleta de Cobija para hacer de ella el acceso de Bolivia al mar, instituyendo allí un gobierno litoral independiente de las otras Provincias y declarando a Cobija puerto franco.
Lamentablemente, en esos años, nuestro país se encontraba envuelto en fuertes tensiones políticas internas, las que desembocaron en una guerra civil que culminó en la batalla de Lircay, en abril de 1830, en la que el General Prieto derrotó al Jefe Supremo de la Nación, General don Ramón Freire. Todo lo anterior hizo que Chile se desentendiera totalmente de esta incursión o avance de Bolivia en nuestro territorio, el que quedó así tácitamente consagrado.
Posteriormente, en octubre de 1842, bajo el Gobierno del General don Manuel Bulnes, se dictó una ley en la que se declaraba de propiedad nacional las guaneras existentes al sur de la bahía de Mejillones, reconociendo así nuestro país que su límite septentrional era Mejillones, situado en latitud 23° Sur, no obstante que sus títulos históricos podían justificar sus dominios hasta el paralelo 21° 27´ de latitud Sur, correspondiente a la desembocadura del río Loa.
En enero de 1843, el Ministro de Bolivia en Santiago, don Casimiro Olañeta, solicitó que la ley recién dictada fuera revocada, pues consideraba que su país era soberano hasta el río Salado por el Sur, que situaba en latitud 26° S, ubicándolo posteriormente en latitud 25° de latitud Sur.
El Ministro de RREE. de la época, don Ramón Luis Irarrázaval investigó los argumentos planteados por el Ministro Olañeta y del fruto de esta investigación dio cuenta mas tarde el Ministro don Manuel Montt en la "Memoria de Relaciones Exteriores" presentada al Congreso Nacional, en septiembre de 1845. En esta investigación se demostró la inconsistencia de las opiniones de geógrafos particulares invocados por el señor Olañeta y se mencionó, en cambio, otros testimonios a favor de los derechos chilenos, como los documentos oficiales por los que el Virrey del Perú Gil de Taboada y Lemus había señalado, en 1793, como límite entre Chile y Perú, el río Loa, asignando a Chile todo el desierto de Atacama.
Los reclamos bolivianos continuaron, mientras nuestro país seguía ejerciendo su soberanía en el desierto de Atacama y en el borde costero, en el que se instalaban empresas con obreros chilenos dedicadas fundamentalmente a la explotación del guano. Hay que subrayar que casi la totalidad de la población en la zona era de nacionalidad chilena en esa época.
La tensión entre ambos países llegó a su momento más crítico en 1863, cuando el Congreso boliviano autorizó a su Gobierno a declarar la guerra a Chile si éste no desocupaba el litoral que estimaba le pertenecía y que le había sido usurpado.
Mas tarde, en 1865, la tensión disminuyó al producirse la guerra contra España, motivada por la ocupación por ese país de las islas Chinchas, pertenecientes al Perú, exigiendo España la reparación de daños causados a sus súbditos.
Terminada la guerra en la que Chile actuó en defensa del Perú, pagando por esto un alto precio, nuestro país resolvió firmar un tratado de límites con Bolivia en 1866. En este tratado Chile cedía soberanía desde el paralelo 23° hasta el paralelo 24° de latitud Sur abarcando este territorio desde Mejillones hasta al sur de Antofagasta. Así nuestro país cedía este nuevo territorio que se agregaba al entregado entre el río Loa y Mejillones. Este tratado contemplaba, además, la repartición por mitades, entre ambos países, de los impuestos provenientes del guano descubierto y por descubrir entre los 23° y los 25° de latitud Sur. Esta cláusula no pudo operar.
Ante este fracaso, Chile insistió en celebrar un nuevo tratado y es así como en agosto de 1874 se firmó uno nuevo que dejó sin efecto el anterior. Éste mantuvo como límite norte de nuestro país, el paralelo 24° de latitud Sur. La renuncia de Chile a sus derechos soberanos al norte de dicho paralelo , quedó compensada con una cláusula (la número 4) que contemplaba que Bolivia mantendría las contribuciones existentes al momento, por espacio de 25 años, a "las personas, industrias y capitales chilenos" situados en la zona cedida por Chile, es decir, al norte del paralelo 24° de latitud Sur.
Es preciso señalar, que en febrero de 1873, es decir, casi un año y seis meses antes de la firma del tratado de 1874, Bolivia suscribió un Tratado Secreto con el Perú, llamado "Tratado de Alianza Defensiva" orientado concretamente en contra de Chile.
En 1878, el Gobierno del Presidente de Bolivia, General don Hilarión Daza, promulgó una ley que gravaba con diez centavos el quintal de salitre que exportase la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta. Esta empresa era chilena por lo que estaba bajo el amparo del artículo número 4 del Tratado. Chile trató por todos los medios diplomáticos que Bolivia revocara esta decisión, ya que estaba violando el Tratado, pero no lo logró, disponiendo Bolivia, además, como respuesta, la incautación de dicha Empresa. Poco después, dos compañías de nuestro Ejército desembarcaban en Antofagasta, cuya población era 93% chilena, con el propósito de reivindicar para Chile el territorio cedido por nuestro país entre los 23° y 24° de latitud Sur.
El 1° de marzo de 1879, Bolivia declaró la guerra a Chile y nuestro país le declaró la guerra el 3 de abril y el 4 de abril al Perú. Esta guerra culminó con la victoria de las armas chilenas y con una Armada y Ejército cargados de Gloria.
En 1904, se firmó en Santiago el Tratado de paz entre Chile y Bolivia que consagró en forma definitiva y a perpetuidad los límites actuales entre los dos países.
Para completar este resumen, es importante señalar que recientemente Bolivia ha aprobado una nueva Constitución en la que, una de sus cláusulas, estipula que es un derecho irrenunciable para Bolivia obtener una salida libre y soberana al Océano Pacífico, lo que constituye una amenaza a nuestro país y un intento de revisión del Tratado de 1904.
También, debemos recordar, como un antecedente cercano, que en 1975, durante el Gobierno Militar, el Perú, bajo la presidencia del General Velasco Alvarado, se preparaba para atacar a nuestro país, encontrándose nuestras FFAA muy debilitadas en lo que se refiere a material de guerra. Esta amenaza se venía gestando desde fines de 1973. Junto a lo anterior, Chile sufría un boicot mundial por haberse liberado del comunismo internacional. En este contexto, el Gobierno Militar negoció con Bolivia un corredor con salida al mar al norte de Arica, lo que se conoció como "Negociaciones de Charaña."
El Documento presentado a Bolivia por nuestro Gobierno, en diciembre de ese año, por medio del Canciller Almirante don Patricio Carvajal, contemplaba en su esencia, que Chile cedería una franja de territorio al norte de Arica hasta la Línea de la Concordia. Esta cesión contemplaría territorio terrestre y marítimo con mar territorial, zona económica y plataforma submarina. En la cláusula "F" de la nota se estipulaba lo siguiente: "La cesión a Bolivia estaría condicionada a un canje simultáneo de territorio, es decir, Chile recibiría a cambio de lo que entregue, una superficie compensatoria equivalente como mínimo al área de tierra y mar cedida a Bolivia. Ese territorio que Chile recibiría podría ser continuo o distintas porciones de área fronteriza."
La cláusula "H" de la nota establecía lo siguiente: "El territorio cedido por Chile sería declarado zona desmilitarizada y, de acuerdo a conversaciones sostenidas anteriormente, el Gobierno de Bolivia se obligaría a obtener la garantía expresa de la OEA respecto a la inviolabilidad de la franja cedida"
De la lectura de las dos cláusulas se deduce que el Gobierno Militar, en el momento de apremio que se vivía, actuó cautelando debidamente el interés nacional; actuó en forma patriótica, con sentido nacional. Ahora, al analizar, en particular, el contenido de la cláusula "H," llegamos a comprender lo que a mi juicio constituía lo mas importante del acuerdo, que consistía en establecer una especie de barrera entre Chile y Perú, que sería fácil de cruzar por fuerzas militares pero, que al hacerlo, Perú recibiría una condena internacional; en suma, creo que con esto se trataba de dificultarle la ofensiva.
Este proyecto fue sometido a la aprobación del Perú, de acuerdo a lo estipulado en el tratado de 1929, pero éste le introdujo ciertas modificaciones que fueron inaceptables para nuestro país, por lo que fueron rechazadas por el Gobierno, quedando de esta forma terminada la negociación. Afortunadamente para nuestra Patria, todo este asunto fue manejado por el Gobierno Militar.
En resumen, esta apretada síntesis nos lleva a las siguientes conclusiones:
- Bolivia jamás tuvo litoral por derecho propio y sólo lo tuvo gracias a la generosidad de nuestro país.
- Bolivia firmó un tratado secreto con el Perú, en 1873, dirigido en contra de Chile, traicionando el buen espíritu de nuestro país para solucionar la controversia.
- Bolivia perdió su litoral al violar el Tratado de 1874 y al ser vencido por Chile en la guerra.
- Bolivia fue la causante de la Guerra del Pacífico.
- Chile no tiene nada pendiente con Bolivia.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, creo que ya es tiempo que nuestro Gobierno termine con el espectáculo vergonzoso que está dando nuestro país ante los chilenos y ante el mundo (al igual que lo ocurrido durante los Gobiernos de la Concertación) al estar eternamente discutiendo con Bolivia el tema marítimo y buscando nuevas fórmulas, que pueden ser muy peligrosas, para otorgar aún más facilidades de las ya existentes y que están fuera de lo consagrado en el Tratado de 1904. Los Gobiernos no deben olvidar que este territorio ha sido regado con sangre chilena.
En consecuencia, creo que ha llegado el momento en que debemos ser absolutamente claros en este problema auto creado y actuar con firmeza y con dignidad en la defensa de nuestra soberanía y derechos, manifestando ante la Comunidad Internacional que Chile, respetuoso del derecho, cumple y hará cumplir el Tratado de 1904, suscrito con Bolivia, y que da por terminada toda discusión con ese país relacionada con una salida al mar que sea distinta a las facilidades contempladas en él.
Es preciso que nuestras autoridades comprendan que, en el manejo de las relaciones internacionales, lo único que debe iluminar su conducta es el interés nacional y el respeto al derecho, debiendo tener presente, asimismo, que en esta eterna lucha de las naciones por su supervivencia no hay espacio para la ingenuidad, la simpatía, la hermandad y la sensiblería.
Finalmente, se debe estar conciente que desde el comienzo de la historia de la humanidad, ha quedado demostrado que los pueblos débiles están condenados a sucumbir ante los más fuertes, por lo que, en este contexto, constituye un deber primordial de nuestros Gobiernos, inculcar valores nacionales en nuestros compatriotas, respetar y hacer respetar los símbolos nacionales y defender con decisión y coraje los derechos de Chile, su soberanía e integridad territorial. Constituye, a su vez, un deber fundamental de nuestros Gobiernos, mantener unas FFAA. bien equipadas y eficientes, junto con cuidarlas y protegerlas, ya que ellas son, en definitiva, Instituciones Permanentes y Pilares Fundamentales de nuestra Nación, como ha quedado demostrado a través de nuestra historia.
22 de Mayo de 2012
Rafael González Rees
Contraalmirante (r)
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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