Colocaciones y ética financiera, ¿lo pagará otra vez el inversor minorista?
El proceso de reconversión del sector financiero español nos está sumiendo en un maremágnum que tendrá nefastas consecuencias para algunos inversores españoles. No es de recibo que buena parte del peso de este desarrollo lo soporte un desprotegido inversor minorista, y por ahora todo indica que va a ser así.
Esto sucede por no hacer los deberes a tiempo. Efectivamente, el mencionado proceso no fue emprendido cuando se debía. Tras la caída de Lehman hubo en Europa una barra libre para las entidades que tenían que ser rescatadas o que necesitaban recapitalizaciones urgentes. Todo valía y nadie decía nada, organismos de competencia de la UE incluidos. La situación de riesgo sistémico existente en esos momentos obligó a aceptar lo que en condiciones normales hubiera sido objeto de pleitos por ir en contra del Derecho de Competencia europeo.
Entonces, nuestro sector bancario era "vendido" como uno de los sistemas financieros más fuertes del mundo y España iba a superar en PIB per capita a varios de nuestros vecinos del norte.
¿Todo ha cambiado? No, no ha cambiado nada. Lo que había, lo hay, cierto que más deteriorado en muchos aspectos, y no ha sucedido nada que no pudiera preverse con sentido común y ausencia de voluntarismo. Así, a base de vivir como si no pasara nada, nos encontramos de repente con que hay que sacar dinero de donde sea para ayudar a las entidades financieras españolas, agrupadas o por separado.
Que el Reino de España lo está pasando muy mal para vender su deuda es un hecho indudable. Que ello aumenta las dificultades para destinar dinero público a arreglar los problemas de muchas de nuestras empresas financieras es consecuencia lógica. Que hemos llegado hasta aquí tras una actuación excesivamente lenta y contemplativa, y quizás politizada, de nuestro Banco de España, es un pensamiento generalizado. Pero con todo, no deja de sorprender que ahorradores que desconocen los riesgos de la renta variable se conviertan en accionistas de una o varias empresas de uno de los sectores con peores perspectivas de nuestra economía, al menos en cuanto a su negocio doméstico, como es el financiero.
Minusvalías considerables
Los inversores minoristas españoles ya han sufrido como ningún otro las colocaciones de títulos híbridos por parte de bancos y cajas (acciones preferentes y convertibles). La valoración de la casi totalidad de emisiones de este tipo lanzadas en los últimos años refleja minusvalías latentes considerables. Pero esto ahora no se recuerda, porque cuando se quiere, la memoria se aparca.
Y así volvemos a ver campañas desaforadas, redes comerciales presionadas, promesas de difícil cumplimiento, dudoso seguimiento de la normativa de protección del inversor y, en definitiva, colocación de unos títulos a ahorradores que no tienen el perfil para soportar el riesgo de la renta variable. Y si falla todo y no compra, se puede recurrir a técnicas comerciales como la de vincular la concesión de un crédito a la compra de acciones de una OPS, que es lo último en métodos de colocación.
Alguien podría aducir en beneficio de los colocadores que estamos ante una buena oportunidad de inversión, quizás "irrepetible", con elevado descuento, etc. No voy a entrar en eso. Únicamente mencionar las tensiones que afloran entre cajas, empresas contratadas para valorarlas y FROB; y evocar la situación del sector inmobiliario en nuestro país, triste protagonista de los balances de éstas y otras muchas empresas. Un descuento sobre un precio inflado no es tal descuento.
Y sobre el futuro cercano baste recordar que las necesidades de fondos sólo en el sector de cajas son cuantificadas por Moody's en 100.000 millones de euros, para S&P se reducen a 34.000 millones y según Merrill Lynch ascienden a 43.000 millones de euros. En todo caso, una llamada a capital muy elevada que puede ocasionar más tensiones en el sector, sus correspondientes efectos dilutivos y otras consecuencias desfavorables.
El hecho de que nos encontremos en un momento clave para el sistema financiero español, para nuestra economía y para nuestro futuro dentro de la UE y de la economía global, no debe hacernos olvidar los principios básicos de ética financiera, y ahora especialmente los ligados a las colocaciones por salidas a bolsa de empresas: riesgo de los activos financieros, tipología del inversor, valoraciones transparentes e información sobre todo ello. Le deseo el mejor de los éxitos a los actuales procesos de salida a bolsa y también a los futuros que vendrán si éstos tienen éxito, pero siempre que se respeten las reglas que todos los que trabajamos en esta industria financiera conocemos.
La labor de asesoramiento por parte de las redes comerciales no debería quedar otra vez menoscabada en aras del interés propio de las entidades. Esperemos que esto pase en el menor número de casos posibles y que todo el que compre acciones sea inversor con perfil de bolsa. Desgraciadamente, no me lo creo.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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