Cuando hablamos de drones o de vehículos aéreos no tripulados, normalmente, se nos viene a la cabeza las imágenes de los vehículos aéreos que utilizan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (Predator, Reaper, RQ-2 Pioneer o el RQ-170 como el que Irán capturó), pequeños aviones que se utilizan en misiones de reconocimiento o de ataque y son controlados por un piloto que está sentado en un comando de operaciones a kilómetros de distancia del avión. BAE Systems, una empresa del Reino Unido vinculada al mundo de la defensa, está trabajando en la próxima generación de vehículos aéreos no tripulados y, según su visión, éstos podrían sustituir los modernos cazas actuales manejados por pilotos, como el Eurofighter Typhoon.

El proyecto, denominado Astraea, está a punto de entrar en una fase de pruebas con la que sobrevolarán el espacio aéreo del mar de Irlanda para probar una nueva generación de vehículos aéreos no tripulados que poco tienen que ver con los que actualmente se vienen utilizando. Si los UAV actuales se caracterizan por ser manejados a distancia por un piloto, estos nuevos aviones volarían de forma autónoma únicamente bajo el dictado de su software de control que, además de manejar el avión, llevaría programados los objetivos a cumplir y podría gobernar el aparato sin intervención humana durante días.

Las pruebas, por ahora, se van a realizar con aviones de pasajeros de pequeño tamaño, es decir, jets privados en los que se instalará el sistema para que un equipo de ingenieros pueda evaluar en vuelo el desempeño del sistema y, además, un piloto de pruebas asuma los mandos de la nave durante gran parte del recorrido (aunque BAE Systems pretende poner al límite el sistema intentando provocar una colisión con otro avión para ver si el sistema es capaz de aplicar una maniobra evasiva y evitar el peligro).

¿Y cuál es el objetivo final? Desarrollar una nueva generación de aviones no tripulados perfectamente autónomos que sean capaces de "reaccionar" en pleno vuelo sin necesidad de intervención, un proyecto en el que se invertirán unos 500 millones de euros y en el que están implicados además de BAE Systems compañías como Cobham, Qinetiq, Rolls-Royce, el consorcio de defensa francés Thales y Dassault, que fabrica los aviones para las fuerzas aéreas francesas y con el cual BAE Systems espera poder fabricar estos aviones en un futuro cercano.

Estas pruebas, que acaban de iniciarse, se prolongarán hasta bien entrado el mes de septiembre y permitirán depurar el software de control y pilotaje automático de los aviones, momento a partir del cual se daría pie al diseño de esta nueva generación de aviones que, seguramente, se materialice en versiones armadas (para el combate) y versiones de observación (rescate y reconocimiento).

Si sorprende ver avanzar, de manera autónoma, al coche de Google no me quiero imaginar cómo podría ser un caza de combate que vuele armado y no requiera de intervención humana.