A Grecia le llegó la hora de la responsabilidad
28-06-11 00:00
La emergencia europea por la deuda soberana es tanto una crisis de liderazgo político como un problema de indisciplina fiscal, mal manejo económico y falta de prudencia por parte del sector bancario. Nada demuestra esto mejor que la inquietud con la que gobiernos y mercados financieros esperan los acontecimientos de esta semana en Grecia.
Contra un telón de fondo de creciente intranquilidad social y militancia gremial, el gobierno socialista del primer ministro George Papandreou quiere la aprobación parlamentaria para un plan de austeridad y reformas estructurales a cinco años que brindarían un ahorro de 28.000 millones de euros (u$s 39.961 millones). Si los legisladores lo rechazan, Grecia no recibirá el quinto tramo del préstamo por 110.000 millones de euros que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional ofrecieron el año pasado para evitar un default.
Para decirlo en lenguaje sencillo, Grecia quebrará en unas semanas si el Parlamento desafía a Papandreou, y Europa debería hacer frente a una enorme batalla para evitar que el pánico se extienda a través de los mercados de deuda a Irlanda, Portugal, España e Italia. Los peligros de una cesación de pagos desordenada se extenderían más allá de Europa y afectarían también el sistema financiero de Estados Unidos.
Semejante escenario catastrófico debería ser un argumento convincente para que los legisladores en Atenas, especialmente los del Partido Pasok, del premier, aprueben las reformas. Pero si es demasiado esperar que los políticos del Pasok pongan los intereses de la eurozona por encima de los propios, podrían recordar que un default barrería con el sistema bancario griego y probablemente destruirá su sistema político alimentado a favores.
En cuanto al conservador Partido Nueva Democracia, el opositor del Pasok, haría bien en no obstaculizar la aprobación del plan de austeridad. Por otra parte, el pedido de Nueva Democracia de que se realicen recortes drásticos en los impuestos para encender de nuevo los motores del crecimiento económico revela que no entienden lo esencial. El plan se concentra, con razón, en la necesidad de aplicar la tijera a un sector público donde abunda la protección política. También hace mucho que deberían haberse encarado acciones para combatir la corrupción en el sistema de recaudación de impuestos.
En los últimos doce meses, los líderes europeos han dedicado mucho tiempo a pensar la forma de rectificar errores en una unión monetaria que ya tiene 12 años de existencia. Gradualmente, las sólidas estructuras de apuntalamiento que se necesitan para contener las futuras crisis de deuda están tomando forma.
Los mecanismos que los encargados de fijar las políticas públicas que rigen la eurozona proponen para fortalecer el gobierno económico están, en realidad, más abiertos a las crítica, pero podrían representar una mejora en relación a lo que existió en la primera década del euro. Lo que ahora se necesita es un renovado esfuerzo por parte de Grecia para poner su casa en orden, empezando con los votos parlamentarios que se precisan esta semana.
Contra un telón de fondo de creciente intranquilidad social y militancia gremial, el gobierno socialista del primer ministro George Papandreou quiere la aprobación parlamentaria para un plan de austeridad y reformas estructurales a cinco años que brindarían un ahorro de 28.000 millones de euros (u$s 39.961 millones). Si los legisladores lo rechazan, Grecia no recibirá el quinto tramo del préstamo por 110.000 millones de euros que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional ofrecieron el año pasado para evitar un default.
Para decirlo en lenguaje sencillo, Grecia quebrará en unas semanas si el Parlamento desafía a Papandreou, y Europa debería hacer frente a una enorme batalla para evitar que el pánico se extienda a través de los mercados de deuda a Irlanda, Portugal, España e Italia. Los peligros de una cesación de pagos desordenada se extenderían más allá de Europa y afectarían también el sistema financiero de Estados Unidos.
Semejante escenario catastrófico debería ser un argumento convincente para que los legisladores en Atenas, especialmente los del Partido Pasok, del premier, aprueben las reformas. Pero si es demasiado esperar que los políticos del Pasok pongan los intereses de la eurozona por encima de los propios, podrían recordar que un default barrería con el sistema bancario griego y probablemente destruirá su sistema político alimentado a favores.
En cuanto al conservador Partido Nueva Democracia, el opositor del Pasok, haría bien en no obstaculizar la aprobación del plan de austeridad. Por otra parte, el pedido de Nueva Democracia de que se realicen recortes drásticos en los impuestos para encender de nuevo los motores del crecimiento económico revela que no entienden lo esencial. El plan se concentra, con razón, en la necesidad de aplicar la tijera a un sector público donde abunda la protección política. También hace mucho que deberían haberse encarado acciones para combatir la corrupción en el sistema de recaudación de impuestos.
En los últimos doce meses, los líderes europeos han dedicado mucho tiempo a pensar la forma de rectificar errores en una unión monetaria que ya tiene 12 años de existencia. Gradualmente, las sólidas estructuras de apuntalamiento que se necesitan para contener las futuras crisis de deuda están tomando forma.
Los mecanismos que los encargados de fijar las políticas públicas que rigen la eurozona proponen para fortalecer el gobierno económico están, en realidad, más abiertos a las crítica, pero podrían representar una mejora en relación a lo que existió en la primera década del euro. Lo que ahora se necesita es un renovado esfuerzo por parte de Grecia para poner su casa en orden, empezando con los votos parlamentarios que se precisan esta semana.
Fuente:
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
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