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viernes, junio 01, 2007

SENADOR CARLOS OMINAMI RESPONDE A SU CORRELIGIONARIO RICARDO NÚÑEZ

ESTE SENADOR ES ZORRO VIEJO EN POLITICA ...MUY ASTUTO


CARLOS OMINAMI RESPONDE A SU CORRELIGIONARIO RICARDO NÚÑEZ

“Hacienda es un ministerio que necesita contrapesos”

El parlamentario insiste en que la autonomía de la cartera que dirige Andrés Velasco le hace mal a la institucionalidad política del país. “Creo que el ministro Andrés Velasco tiene un serio problema de comprensión sobre cómo funcionan los gobiernos”.
Richard Miranda EN La Nación un muy buen análisis

Dispuesto a colaborar en la unidad y disciplinamiento de la Concertación, el senador socialista Carlos Ominami advierte que esto debe operar sobre la base de la “deliberación” y no de “las imposiciones unilaterales de algunos”. ¿Un ejemplo de ello? Ominami recuerda el caso del ministro de Hacienda, Andrés Velasco, en el proyecto de depreciación acelerada, que terminó rechazado en el Senado con el voto en contra del dirigente socialista.
Este antecedente hizo que su correligionario Ricardo Núñez dijera a La Nación que si bien los argumentos técnicos de Ominami fueron “impecables”, éste se “equivocó políticamente” al terminar aliado con senadores que no son de su misma línea política e ideológica. En esta entrevista, Ominami responde a Núñez.
-¿Cree haberse “equivocado políticamente” al rechazar el proyecto sobre depreciación acelerada?
-Quiero valorar el esfuerzo que hace el senador Núñez para instaurar un debate que apele a argumentos y no a descalificaciones. Sin embargo, el argumento que él desarrolla no es consistente, porque cuando la política llega a ese punto, a lo que el senador Núñez llama razones técnicas, quiere decir que la política tiene problemas. Lo que yo argumenté no fueron sólo razones técnicas, sino profundamente políticas.
-¿Por qué?
-Aceptar que la rebaja del impuesto a las empresas -porque al final la depreciación acelerada es eso- puede ser una política sustentada por una coalición como la nuestra para incentivar el crecimiento, invalida cualquier idea de generar una base financiera sólida para sustentar un esfuerzo social de mayor envergadura. Ésa es una tesis equivocada e incompatible con lo que son las orientaciones elementales de una política de progreso para Chile. No sólo hay ahí un argumento técnico, sino que es de la esencia de la construcción de una sociedad y, por lo tanto, esencialmente político.
-Entonces se equivocaron los que votaron a favor…
-No. Se equivocó el ministro de Hacienda, que propuso un proyecto que está completamente fuera de los marcos conceptuales, doctrinarios y políticos de la Concertación. Él propuso una iniciativa que va a contrapelo de lo que veníamos haciendo en el Gobierno del Presidente Lagos, en cuanto a disminuir la elusión fiscal justamente controlando los mecanismos de depreciación acelerada. Además, esa iniciativa contraviene lo que está establecido en el programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet. Lo que políticamente hubiese correspondido es que estuviéramos discutiendo, por ejemplo, sobre cómo acotar la rebaja del IVA a las constructoras, que es una fuente de costos fiscales enormes y muy inequitativa.
NO HAY INFALIBLES

-El senador Núñez estima que usted cometió un error porque terminó aliándose con parlamentarios que no tienen su mismo pensamiento.
-Los gobiernos no son infalibles. Y cuando se tiene la convicción de que un Gobierno está cometiendo un error, uno tiene que buscar que ese error se corrija y no alinearse detrás de él. Lo que se espera de nosotros es una deliberación inteligente sobre las cosas… ¡Por Dios que habría sido importante que se hubiese podido rectificar el Transantiago!, porque ahí quedó de manifiesto la necesidad de una actitud mucho más vigilante de parte de la Concertación.
-¿No hubo un gustito personal?
-Al senador Núñez le consta que yo no me di un gustito, por el contrario, fue doloroso tener que asumir esta actitud. Sin embargo, hice todos los esfuerzos a mi alcance para advertir al Gobierno que estaba cometiendo un grave error. Creo que el ministro Andrés Velasco tiene un serio problema de comprensión sobre cómo funcionan los gobiernos, ya que recientemente dijo que la política fiscal no se discute en el comité político de La Moneda. Eso no es más que la confirmación de lo que digo. ¡La política fiscal es el presupuesto de la nación y ello debe discutirlo el conjunto del gabinete! En el caso de la depreciación, quedó claro que fue un proyecto que se definió sectorialmente de acuerdo a criterios erróneos, porque la economía se va a reactivar y vamos a crecer en torno a 6% y sin depreciación acelerada. Con esto queda en evidencia que era un proyecto inútil.
-¿El problema es el ministro Andrés Velasco o la política económica de la Presidenta?
-Existe un problema con el Ministerio de Hacienda en la institucionalidad política del país. Hacienda es un ministerio que necesita contrapesos, porque ejerce una influencia muchas veces desmedida en todas las definiciones de políticas públicas. No es un ministerio que sólo establezca el cuadro presupuestario en el cual tiene que insertarse la política gubernamental, sino que interviene -a mi juicio de manera ineficaz- en los contenidos de los proyectos. Ésta es una mesa que debería tener por lo menos tres patas, pero tiene sólo dos: un Banco Central sólido que cuida la inflación y el Ministerio de Hacienda que cuida de las finanzas públicas, pero no tiene nada relacionado con el desarrollo y la inflación internacional.
-¿Cuál es su modelo?
-Lo que más se acerca a lo que sería un adecuado funcionamiento del sistema es lo que tuvimos al principio de la transición, donde existía un concepto de equipo económico con una dupla entre los ministerios de Economía y Hacienda y donde existían decisiones mucho más socializadas. Además, éramos parte de un equipo político que tenía todo el respaldo del Presidente (Patricio Aylwin) para resolver los problemas. En ese momento nadie podría haber dicho, como lo dijo Andrés Velasco, que la política fiscal no la define el comité político de La Moneda, que es una frase increíble.
“LA CONCERTACIÓN NO TIENE DUEÑO”
-¿Usted cree que quienes no se sientan interpretados por la Concertación ni el Gobierno deben dar un paso al costado?
-La Concertación es un movimiento amplio y diverso y no tiene dueño. A nadie se le ha otorgado el poder de determinar qué es lo que está mal. Por lo demás, la Presidenta Bachelet ha demostrado con su mensaje del 21 de mayo que las cosas se pueden rectificar. Por ejemplo, había presidentes de partidos que hasta hace algunas semanas consideraban que el superávit del 1% debía ser poco menos que un texto constitucional inamovible, pero ha quedado demostrado lo que veníamos sosteniendo otros, que ésta era una política que no tenía fundamento y que era posible cambiar sin consecuencias económicas negativas.
-¿Cómo funcionar entonces?
-Si esta Concertación quiere continuar tiene que ser capaz de actuar como un espacio donde, por un lado, se respalda al Gobierno de la Presidenta Bachelet, porque es nuestra obligación, pero donde también este espacio tiene el suficiente oxígeno como para no operar como una camisa de fuerza. Eso significa que la unidad y la disciplina que deben primar en la Concertación tienen que darse una vez que se ha deliberado y no sobre la base de imposiciones unilaterales de algunos, que fue lo que ocurrió con el proyecto de depreciación acelerada.
-¿Usted acoge el llamado a la disciplina que hizo la Presidenta el 21 de mayo?
-Se ha abierto una nueva situación a partir del mensaje del 21 de mayo. Desde ese punto de vista, éste ha tenido efectos parecidos a los que tuvo el mensaje del 21 de mayo de 2003, donde el Gobierno del ex Presidente Lagos venía enfrentando una situación muy delicada, aunque con otras características. De manera que esta discusión tiene sentido para los efectos de cómo enfrentamos las cosas de aquí en adelante. Para esto ya tenemos una prueba que viene en los próximos días, que es el proyecto de ley de financiamiento del Transantiago. Lo que yo ya estoy haciendo es dialogar con el Gobierno para que manden un buen proyecto, no estoy buscando darme un gustito para volver a rechazar un proyecto del Gobierno. Las razones técnicas deben coincidir con las razones políticas, si no vamos a tener serios problemas.

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