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sábado, abril 28, 2007

Cuentos Políticos: Los partidos políticos y la competitividad

Cuentos Políticos: Los partidos políticos y la competitividad


Por Agencia POR FRANCISCO MARTIN MORENO /MEXICO
Cuando los partidos políticos no logran los consensos deseados e indispensables en relación con las mejores alternativas para estimular la marcha económica de la nación, las consecuencias se hacen sentir de inmediato en materia de competitividad. ¿Ejemplos? Aceptemos que en Estados Unidos ya existen los primeros automóviles prototípicos accionados con hidrógeno en sustitución del gas y que, dentro de unos siete a ocho años, el energético más utilizado bien podría ser el propio hidrógeno. Concedamos que dentro de una década adicional de sinrazones, estancamiento y extravío, los partidos políticos y sus representantes en el Congreso de la Unión puedan llegar finalmente a un acuerdo para permitir la inversión extranjera en rubros como la explotación del citado gas, sobre el que nuestro país materialmente flota. ¿Cuál podría ser un primer resultado? Que para cuando salgamos a vender nuestros carburantes nos encontraremos con la sorpresa de que las potencias industriales del orbe ya habrían sustituido un energético por otro y, en ese caso, los mexicanos habríamos desperdiciado, tal vez para siempre, una de las grandes oportunidades para hacernos de incontables divisas y detonar el crecimiento de la economía nacional. ¿Obnubilación, torpeza o fanatismo…?Ya en este momento nos encontramos temerariamente atrasados mientras el mundo no espera, obviamente, a que nuestro “Honorable Congreso” logre triunfalmente un consenso. Nuestros proveedores de gas y gasolina, sólo desean que nuestros partidos políticos no alcancen un consenso que haga de nuestro país un contrincante comercial ciertamente competitivo.“Los masiosares” pertenecientes a diversos partidos con un turbante tricolor enredado en la cabeza, los huérfanos del socialismo soviético, además de los legisladores y políticos mexicanos que no han podido superar el traumatismo ancestral derivado de la conquista de México ni el asalto a mano armada de 1847 cuando Estados Unidos nos despojó de nuestros riquísimos territorios del norte, así como un elevado porcentaje de legisladores, analfabetas funcionales, que invariablemente se sometieron a las consignas impuestas por sus respectivos consejos ejecutivos nacionales, han ignorado históricamente la mejor conveniencia para nuestro país. La competitividad puede esperar. La creación de empleos es irrelevante. La captación de divisas para apalancar el desarrollo económico nacional es intrascendente. Lo único válido ha sido la satisfacción de las ambiciones políticas personales de los jerifaltes que encabezan los partidos políticos. El resto de sus integrantes, sin criterio propio, emiten su voto según la consigna que reciban al estilo del más decantado priísmo de corte callista-alemanista-ruizcortinista-echeverrista. Se impone el no porque no o el sí porque sí, según cuenta la vieja y rancia tradición caciquil de nuestro país.¿Como va a operar México en un contexto democrático cuando nuestra tradición liberal ha sido prácticamente insignificante? Si aceptamos que el PRI es un partido proteico de izquierda o de derecha o del centro, según las convicciones de los líderes políticos de cada época, es decir, un partido sin ideario propio y no perdemos de vista que el PRD administra una agenda política mal calcada de las corrientes leninistas-stalinistas-brejnevistas de hace casi ya un siglo, y finalmente el PAN es un partido light, descafeinado, inodoro, insaboro, incoloro, tibio y sin ninguna capacidad para imponer un cambio, el cambio requerido a gritos por nuestro país, entonces todo esto significa que obtener un acuerdo en materia política orientado a incrementar la competitividad de México resulta una tarea faraónica inalcanzable. Tal vez sería más sencillo hacer coincidir a los locos inquilinos de un determinado manicomio, que a los líderes políticos mexicanos que buscan a ciegas un padre político que ordene, mande, coordine, dicte y decida. ¿Un Iturbide? ¿Un Porfirio Díaz? Para ser altamente competitivos es menester ejecutar una reforma del Estado, una reforma energética, eléctrica y petrolera, en donde, a través de la inversión extranjera se estimule la expansión de la economía nacional. Por otro lado se debe lograr una reforma tributaria, además de una reforma laboral que proteja a las empresas como las únicas células generadoras de riqueza.¿Dónde están los líderes políticos con el talento y la visión para promulgar reformas que alienten la competitividad como parte de una política de Estado? Se trata de conquistar mercados con arreglo a la eficiencia económica y a la agresividad empresarial impulsada y soportada por el Gobierno que debe desregular, desanudar, destrabar, desgravar, alentar y promover toda actividad lícita orientada a la captación de divisas y a la creación de empleos domésticos. Gobierno y empresas deben convertirse en un puño que derribe murallas exteriores y arrebaten conjuntamente mercados con arreglo a la competitividad para acelerar el proceso de generación de riqueza interna.
SALUDOS
RODRIGO GONZÁLEZ FERNÁNDEZ
EL-OBSERVATORIO-POLITICO.BLOGSPOT.COM

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