Sangriento balance de cinco décadas de dictadura
MARIA C. WERLAU
Especial para El Nuevo Herald
Jeffrey Boan / El Nuevo Herald
Wendy Mustelier, de 7 años, sostiene juntoa otros niños las imágenes de 10 infantes que perecieron en el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, cuando intentaba salir de la Bahía de La Habana, rumbo a Estados Unidos, y fue interceptado por la guardia costera cubana.
ENCUESTA ¿Debería ser enjuiciado Fidel Castro por los crímenes de su gobierno?
Fidel Castro ha logrado un trato favorable a nivel mundial que contrasta ampliamente con el que reciben la mayoría de los tiranos. Esto es más apreciable si se tiene en cuenta que ha sido el gestor del episodio más sangriento de la historia republicana en América Latina y que su régimen de terror ya dura cinco décadas.
En efecto, Fidel Castro ha sido el gurú de una de las campañas propagandísticas más exitosas de la historia. El elemento clave detrás de la gran manipulación ha sido el haber podido ocultar sus peores crímenes y el haber propiciado muy exitosamente un profundo desconocimiento del enorme costo en vidas de la dinastía castrista. Eso explica, al menos en parte, por qué hay tal grado de ignorancia sobre la esencia netamente sanguinaria e implacable del régimen y, a la vez, el que se haya justificado el estado policíaco cubano en función de los supuestos principios de igualdad y justicia social que muchos le asocian. Pero la emergente evidencia hará imposible sostener esta falsa legitimidad por mucho más tiempo. Cuando finalmente se imponga la verdad, quedará nítidamente al descubierto la singular habilidad del castrismo para engañar tanto, a tantos, y por tanto tiempo.
Desde fines de los años noventa, el Archivo Cuba ha venido rebatiendo la enorme y millonaria maquinaria de propaganda castrista para poner al descubierto los ríos de sangre que ha dejado a su lastre. Ha ido creando un abarcador registro de muertes basado en la consolidación de esfuerzos anteriores o colaterales así como en una labor de documentación de casos nuevos o no recogidos antes. Esta nómina de muertes dificultará el que se continúe pasando por alto los peores crímenes del castrismo así como la magnitud y el carácter actual de la tragedia.
Hasta la fecha el Archivo Cuba, www.CubaArchive.org, ha documentado más de 8,200 víctimas del castrismo a partir del 1ro. de enero del 1959. Hasta el año 2003 tomó casi exclusivamente de la investigación realizada por uno de sus directores, el doctor Armando Lago (1939-2008), para su libro aún inédito --estudio que realizó mayormente con bibliografía ya existente. En años recientes, el esfuerzo se ha volcado en la obtención de testimonios directos y fuentes de información nuevas. La colaboración con el Memorial Cubano (www.memorialcubano.org) ha sido decisiva para acceder a la comunidad cubana con el fin de mejorar la documentación sobre las víctimas.
Hasta el 15 de diciembre del 2008, se han documentado 5,732 fusilamientos, asesinatos y desapariciones. Además se han registrado 515 muertes en prisión por negligencia médica, suicidio y accidente. Estas cifras, que representan una suma parcial y creciente, ya constituyen más de dos veces el total oficial de todas las desapariciones y muertes (3,197) causadas por el régimen militar chileno de Augusto Pinochet. Sin embargo, mientras Pinochet fue objeto de escarnio mundial, Fidel Castro ha recibido el pláceme de las más influyentes figuras del orbe.
Solamente en el 2008 se han registrado 42 muertes en prisiones de Cuba --dos asesinatos por guardias penales, 23 muertes por falta de cuidado médico, 11 suicidios, dos por accidentes en circunstancias de negligencia, y una sin causa reportada. Entre el 1ro. de enero de 1959 y el 15 de diciembre del 2008 la relación parcial de muertes ocasionadas por el castrismo alcanza las 8,237 si se incluyen las muertes en combate en acciones contra el gobierno comunista.
Aparte de esa demoledora cifra, se estima que los muertos en intentos de salida por mar pudieran superar los 77,000. Este cálculo econométrico fue derivado por el doctor Lago, economista graduado de la Universidad de Harvard, con datos del Servicio Guardacostas de Estados Unidos y estudios realizados en las universidades de Miami y La Habana, respectivamente. Pero la cifra exacta de "balseros'' es imposible de constatar. Archivo Cuba sólo tiene documentadas 1,104 muertes o desapariciones en intentos de salida debido a que no ha existido un esfuerzo sistemático en el exilio para registrar estos casos. Francisco Chaviano González intentó desde la isla crear un registro de desaparecidos, principalmente en el mar. Fue apresado en 1994 y cumplió en prisión 13 años de una sentencia de 15 por revelar "secretos de Estado''. Lo liberaron en agosto del 2007 con su salud quebrantada.
Uno de los más pavorosos aspectos de esta tragedia es el asesinato por parte de autoridades cubanas de civiles intentando escapar de la isla. Un esfuerzo incipiente ya arroja unos 200 de tales asesinatos. Esta prematura cifra compara con las 227 víctimas en intentos de cruzar el muro de Berlín durante el comunismo en Alemania Oriental.
El mundo la desconoce, pero pone de manifiesto una pavorosa realidad nunca antes vista en este hemisferio --una política de estado de liquidar a ciudadanos indefensos por querer abandonar su país. Los guardafronteras cubanos han hundido embarcaciones, embistiéndolas o tirándoles enormes bolsas de arena desde avionetas o helicópteros, y han ametrallado civiles, sin importar su edad o condición. Se han recibido informes de unidades militares específicamente dedicadas a esa macabra tarea. Las masacres del Canímar en el 1980 y la del remolcador "13 de marzo'' del 1994, que dejaron decenas de víctimas incluyendo muchos niños, son sólo los episodios más conocidos. Se calcula que el número de sacrificados pudiera estar en los miles, aunque sólo podrá estimarse con mayor certeza si algún día se recuperan los archivos secretos del estado cubano. Por lo general los únicos testigos que han quedado son los propios victimarios.
El caso de Iskander Maleras Pedraza, de 26 años, y Luis Angel Valverde Linfernal ofrece un grado excepcional de comprobación. Ambos fueron ametrallados por guardafronteras cubanos al intentar llegar por mar a la base naval estadounidense en Guantánamo el 19 de enero del 1994. Del grupo de cuatro amigos, uno logró llegar a la base, por lo que no pudo ocultarse el asesinato. Otro fue apresado, enjuiciado y enviado a prisión domiciliaria. Por ser Maleras de Guantánamo y sus padres conocidos y respetados profesionales, el régimen manipuló el revuelo popular con una campaña publicitaria destinada a sembrar miedo entre posibles imitadores. Se exhibieron fotos de los cadáveres y se condecoró públicamente a los guardias responsables por cumplir órdenes. Los mismos documentos jurídicos del gobierno cubano y las emisiones de su prensa oficial constatan el asesinato y su causa.
Otro caso, el de Miguel Guerra Mora, Daniel Cosme Ramos y Federico Martí Jiménez, se reporta oficialmente como desaparición, pero todo indica que los tres fueron asesinados en una salida marítima. Guerra Mora, de treinta y seis años y padre de dos hijos, era técnico en dragado. El 19 de mayo del 1991, durante una obra en el puerto de Palo Alto, Ciego de Avila, él y sus dos compañeros tomaron el mando de una embarcación. Nunca más se supo de ellos. Su familia los buscó desesperadamente, incluso con gestiones ante países donde hubieran podido llegar. Al cabo de cinco años, un guardafronteras se compadeció y les hizo saber confidencialmente que los tres habían sido ametrallados intentando escapar.
El Archivo Cuba tiene en su registro de muchos más casos --tanto de asesinato como de fusilamiento-- por intentos de salida, cada uno tan o más aterrador que el anterior. Tal aberración emana del hecho con pocos precedentes mundiales de que las mismas leyes de Cuba penalicen con cárcel a sus ciudadanos por tratar de abandonar su país sin permiso del gobierno. Hoy en día varios presos políticos cubanos cumplen sentencias de hasta 25 años por dichos "delitos''.
Al sucesor designado de Fidel Castro, su hermano Rául, se le atribuye ordenar en persona al menos 550 fusilamientos en la provincia de Oriente al triunfar la revolución. Muchos se llevaron a cabo sin siquiera la pretensión de un juicio. Además, como Ministro de Defensa, Raúl estuvo directamente al mando de Tropas Guardafronteras dedicadas durante décadas a matar civiles tratando de huir y ordenó ataques de armas químicas que dejaron miles de muertos en Angola en los años ochenta.
El costo del largo y negro capítulo de la historia cubana escrito por los hermanos Castro ha sido enorme. En la tétrica cuenta de muertes extrajudiciales hay decenas de menores de edad y mujeres. Y la matanza alcanza más que a cubanos. A la fecha, se han constatado 68 extranjeros asesinados, fusilados o desaparecidos por el gobierno castrista. En total, el conteo parcial arroja que, en vida de Fidel Castro, él y su hermanísimo han provocado más de 100,000 muertes si se toman en cuenta las bajas cubanas que se estiman en los conflictos armados. Si se sumaran las víctimas extranjeras de las guerras internacionalistas en Africa y la subversión internacional financiada y organizada por Cuba a nivel mundial, el saldo podría llegar a varios cientos de miles.
Pero las cifras nunca harán honor al enorme sufrimiento humano que esta tragedia ha provocado. Sus efectos reverberan entre miles de personas impactadas directa e indirectamente. Cada caso es una historia de pérdida y dolor casi inimaginables. Cada vida truncada es la de una hija, un padre, una hermana, un esposo, un nieto, una prima, un amigo. ¿Cómo calcular el robo prematuro de cada vida y de cada futuro deshecho? ¿Cómo comprender el grado de desesperanza, dolor y trauma que ha dejado el martirio de personas indefensas? Es imposible de medir. Pero, a fin de cuentas, es esto, junto a todo el resto del sufrimiento y las miserias que causó, lo que constituirá el legado más tenaz de Fidel Castro.
Con el tiempo se irán conociendo mejor los nombres, rostros e historias de las víctimas. Ojalá que esto propicie una exigencia cada vez mayor de poner fin a la opresión en Cuba. Y cuando Cuba sea libre y se contemple la magnitud de esta tragedia, se pondrá de manifiesto lo imperioso de renunciar a la violencia para forjar el destino de la nación cubana.
Eso daría sentido al sacrificio de tantos y dejaría un valioso regalo a las generaciones presentes y futuras que merecen vivir en paz.