Cada vez pasamos más y más de nuestras horas en espacios salpicados de aparatos electrónicos -cámaras digitales, lectores de libros y un sinfín de teléfonos inteligentes. ¿Qué tanto de esto se debe al famoso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)?
Bienvenido Media Lab de MIT, una institución académica que acoge a estudiantes que son a su vez una parte ingenieros, dos partes futuristas y tres partes sabios tecnológicos.
Camine por los pasillos de esta institución elitista de Cambridge, Estados Unidos, cualquier día de la semana y verá estudiantes con gafas de marcos gruesos pasando a prisa con papeles que contienen algoritmos avanzados, mallas de alambres conectados a cabezas robóticas, los principios de prótesis autopropulsadas o quizás los planos para la primera flota de autos plegables.
El Media Lab ha producido tanto avances tecnológicos como campañas sociales: la tinta electrónica usada en el Kindle de Amazon y el e-Reader de Sony, el programa educativo de lenguaje Scratch, la iniciativa Un computador por niño y hasta los videojuegos Guitar Hero y Rock Band.
"Si a uno lo consideran loco en su campo, se viene para el Media Lab de MIT"
La mayor parte de los fondos del laboratorio viene de unos 80 promotores corporativos, pero a ninguna de esas compañías se les permite apoyar o dirigir ningún proyecto.
El laboratorio está dividido en 23 grupos de investigación, incluido el sorprendente Jardín de Infantes Eterno y la Ópera del Futuro, que pretende reinventar el teatro musical usando robots. Estos grupos funcionan paralelamente con otros un poco menos exóticos, como el de biomecatrónica y neurobiología sintética.
El laboratorio se centra en la manera en la que la tecnología puede impactarnos a nivel humano, le dice a la BBC el director del programa, Frank Moss.
"Eso quiere decir cómo nos entretenemos, cómo cuidamos de nuestra salud, nuestras finanzas, cómo vivimos, cómo socializamos, trabajamos y nos divertimos".
Y Moss señala que la innovación, en el laboratorio, se logra al enseñarle a los estudiantes -a los que llama "constructores" naturales- a hacer casi todo, que de paso es el nombre de un curso de seis meses que los estudiantes toman en su primer año: "Cómo hacer (casi) todo".
"Para cuando están en la mitad de su primer año, pueden hacer cualquier tipo de software, cualquier tablero de circuitos, saben usar un cortador láser y construir toda clase de objetos de metal o aluminio, espuma, madera... lo que sea".
Estudiantes locos
El papel tapiz electrónico creado en el laboratorio se puede transformar en una lámpara y o en un emisor de música.
La idea del Media Lab fue concebida en 1980, y abrió sus puertas cinco años más tarde bajo la dirección del arquitecto greco-estadounidense y tecnologista Nicholas Negroponte y Jerome Wiesner, ex presidente de MIT y asesor de ciencia del presidente John F. Kennedy.
Negroponte, de 66 años, hermano del ex vicesecretario de Estado de EE.UU. John Negroponte, dice que el Media Lab llegó en el momento perfecto. Cuando empezó, el computador portátil acababa de ser desarrollado, las telecomunicaciones estaban a punto de ser liberadas e internet estaba dando sus primeros pasos como un medio.
Alguien que hubiera entrado al Media Lab en esa época, dice Negroponte, se habría encontrado rápidamente rodeado por globos controlados por computador, hologramas y gente exiliada de otros departamentos -lo que él denomina un verdadero "Salon des Refuses", refiriéndose a los pintores franceses del siglo XIX cuyas obras eran rechazadas por el establecimiento.
Y a pesar de que el programa -ahora repleto de proyectos de investigación enfocados en el autismo, prótesis, robots y, bueno, cantantes de ópera robóticas- recibe ahora la atención que se merece, Negroponte todavía asegura que atrae al mismo tipo de individuos.
"Si a uno lo consideran loco en su campo, se viene para el Media Lab de MIT", declara.
"Tras casi 15 años, se tornó en una manera de pensar, una forma de investigar y un programa que aplaudía el riesgo", agrega.
Y los temas de riesgo y creatividad se hacen obvios cuando uno ve algunos de los proyectos que los ocupa.
Espejo médico
El prototipo del espejo puede medir el pulso y la respiración de quien se refleje en él.
El espejo médico es un proyecto en desarrollo que permitiría que las personas chequearan su pulso, respiración y ritmo cardíaco sencillamente mirando su propia reflexión.
El estudiante de ingeniería eléctrica y médica Ming-Zher Poh implantó una simple cámara web en un espejo de dos caras, que rastrea el rostro de la persona cuando ésta se mira en un espejo rectangular.
La cámara analiza luego las variaciones más pequeñas de brillo en la tez, causadas por el flujo sanguíneo de los vasos capilares, y arroja cifras de lo que calcula.
"La gente se mira al espejo a diario pero se fijan sólo en su apariencia exterior, pero este espejo médico les muestra también su información fisiológica", señala.
La Cornucopia
Coelho asegura que la Cornucopia se diseñó para cambiar los aspectos más aburridos de cocinar.
Marcelo Coelho y Amit Zoran, del grupo Interfases Fluidas del Media Lab, pueden haber creado también un producto beneficioso para la salud: una fábrica personal automática de alimentos.
Armada con tubos transparentes que contienen una variedad de ingredientes, la Cornucopia es una especie de impresora de comida que mezcla los elementos de un plato para producir entradas, platos principales y postres.
El prototipo que se ve aquí puede producir un pasabocas programable de tubos de chocolate y nueces.
Coelho dice que la máquina tiene permite que entendamos mejor qué ingredientes componen nuestra comida y cuán saludable es lo que nos metemos al cuerpo.
Pantalla BiDi
La pantalla BiDi capta tanto el tacto como los gestos de quien esté al frente de ella.
Seamos honestos por un momento: ¿no está empezando a ser un poco anárquico el uso de un control remoto, un controlador para el videojuego y hasta el ratón de la computadora?
El profesor Henry Holtzman y el estudiante Matthew Hirsch del grupo de Ecología de la Información del Media Lab han estado trabajando en colaboración con el grupo Camera Culture en una pantalla que permite controlar objetos usando sólo las manos.
El BiDi usa sensores ópticos para captar los movimientos de las manos en frente de la pantalla.
Hirsch dice que la tecnología puede ser útil en muchas áreas pero particularmente con artilugios como los teléfonos móviles con pantalla táctil, en los que los íconos a veces aparecen muy juntos.
El futuro
Tras cumplir 25 años de creado, el director del programa Frank Moss piensa que en los próximos 25 años el Media Lab seguirá creciendo y el público sabrá más de sus estudiantes.
"Yo creo que veremos (tecnología) para la salud, el envejecimiento, para controlar mejor nuestras vidas y tomar decisiones sobre nuestros intereses a largo plazo. Es un nivel de poder que va más allá de ir de compras, buscar y socializar (que es lo que se hace en la red). Es más profundo", dice Moss.
Para Negroponte, grandes cambios pueden llegar en tan sólo 10 años.
"Todas las superficies estarán exhibidas. Todo estará conectado con todo. Las cosas sabrán dónde están y algunas sabrán qué son", anticipa.
Y si se cumple la predicción de Negroponte de que la tecnología podría pronto ser conciente de sí misma, surge una muy peculiar pero importante pregunta: ¿de verdad necesitamos una cantante de ópera robot con personalidad de diva?