Axel Kaiser
Abogado y
candidadto a Doctor en
Filosofía de la Universidad de
Heidelberg, Alemania
Poco antes del crash de 1929, Ludwig von Mises rechazó una tentadora oferta de trabajo en el banco vienés Kreditanstalt declarando textualmente: "un gran crash está por venir, y no quiero mi nombre de ningún modo conectado con él". Mientras Mises advertía que el extraordinario boom por el que atravesaba el mundo se encaminaba hacia un irremediable colapso, Irving Fisher, profesor de la Universidad de Yale y precursor de la economía matemática, afirmaba que la bolsa estadounidense había alcanzado "un permanente y alto nivel", esperando verla "bastante más alta en unos cuantos meses". En la misma línea, John Maynard Keynes afirmaría en 1927 que "no habrá más crashes en nuestro tiempo".
La diferencia esencial entre la postura de Mises y la de Keynes y Fisher era la convicción de Mises de que la prosperidad no podía ser el resultado de planificación alguna, sea monetaria o fiscal. Keynes y Fisher, en cambio, creían en el poder de expertos para manipular el complejo mundo de las leyes económicas. Con una fe ilimitada en su modelo racionalista, Fisher invertiría una fortuna en la bolsa tiempo antes del crash , aventura de la que saldría arruinado.
Lo que Mises entendió es que cuando los bancos centrales reducen las tasas de interés por debajo de la tasa natural de interés -aquella que el mercado fijaría sin intervenciones- se genera un boom artificial cuyo origen es la inflación de la masa monetaria. El dinero creado de la nada estimula el consumo y la inversión en bienes inmuebles y de capital. Por un tiempo, todo parece de maravillas. El problema -advirtió Mises- es que no existen realmente ahorros que justifiquen una reducción en la tasa de interés. Así, la tasa de interés artificialmente baja engaña a los inversionistas, quienes creen que los recursos reales para invertir se encuentran disponibles. Inevitablemente -predijo Mises-, el incremento artificial de la demanda llevará a un alza de precios que forzará a un aumento de tasas de interés poniendo fin a la burbuja. Fue lo que ocurrió durante la década de 1920 y entre el año 2000 y 2006, en que la Reserva Federal inyectó masivamente liquidez a la economía, generando burbujas inmobiliarias y bursátiles devastadoras.
En Chile, actualmente también hay razones para pensar que estamos en presencia de un boom económico con pies de barro. En primer lugar, como en todos los países del mundo, cuando se desató la crisis el año 2008, el gobierno aplicó enormes paquetes de estímulo fiscal -venían elecciones- Al mismo tiempo, el Banco Central redujo la tasa de política monetaria desde un rango de 8% a casi 0%. En otras palabras, inundó el mercado con liquidez. Una de las consecuencias más visibles de esta medida fue la reactivación violenta del sector inmobiliario y un alza igualmente violenta en los precios de bienes inmuebles urbanos. Ahora bien, como el precio de inmuebles no está incluido en el IPC, entonces el Banco Central, tal como hizo la Fed antes de 2008, ha podido mantener una política monetaria expansiva. En otras palabras, con una inflación correctamente medida, quizá veríamos que desde hace un buen tiempo tenemos tasas de interés reales negativas, algo por cierto insostenible y que terminará tan pronto la inflación -mal medida y todo- obligue a un alza de tasas, como de hecho ha venido ocurriendo.
El que estamos viviendo por sobre nuestras posibilidades se refleja además en el creciente déficit de cuenta corriente, el que, como sabemos, deriva de una excesiva expansión de la demanda interna. Adicionalmente, nuestra economía se ha beneficiado de otra burbuja: la de los commodities . También es cosa de tiempo para que ésta se desinfle -al menos temporalmente- producto de la desaceleración china, la crisis europea y el empeoramiento de la economía estadounidense.
Así las cosas, en lugar de seguir prometiendo beneficios y repartiendo dineros caídos del cielo, nuestros políticos deberían prepararse para un posible aterrizaje forzoso de nuestra economía. Claro que eso no da votos.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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