- Según testigos, el agresor, que confesó que preparaba la matanza desde 2009, remataba a sus víctimas. La policía lo acusa también del atentado en Oslo.
Perseguidos y acribillados: esta fue, durante una hora y media, la suerte que corrieron decenas de jóvenes noruegos atacados a balazos por un hombre de 32 años disfrazado de policía, quien transformó la isla de Utoya en un infierno, dejando un saldo de 85 muertos.
Al producirse los primeros disparos, a eso de las cinco de la tarde hora local, casi 600 personas, en su mayoría jóvenes, se encontraban en esta pequeña isla cercana a Oslo para participar en un campamento de verano de la juventud del Partido Laborista, la formación del Primer Ministro Jens Stoltenberg.
"De repente, escuchamos disparos detrás de una colina", cuenta Khamshajiny Gunaratnam, que sobrevivió alejándose a nado. "Nos dijimos: ¿quién está cazando aquí? Sólo podía ser un cazador", escribió en su blog.
Vestido con un chaleco de la policía, el atacante identificado por la prensa noruega como Anders Behring Breivik, atrajo primero a sus víctimas haciéndoles creer que quería protegerlas, según varios testigos.
"Vengan aquí, tengo algo importante que contarles, vengan, no hay nada que temer", dijo antes de abrir fuego, según Elise, una adolescente de 15 años interrogada por la agencia NTB.
Escondida entre las rocas, la adolescente se echó al suelo a unos pasos del atacante, de quien podía oír su respiración. "La gente corría por todas partes, como locos. No paraba de disparar", dijo.
Geir Lippestad, el abogado de Behring, conocido por haber defendido a famosos neonazis, dijo al canal TV 2 que su cliente estaba conciente de que sus acciones "fueron atroces, pero que en su cabeza resultaban necesarias". Agregó que el detenido preparó desde el año 2009 la matanza que concretó el viernes.
El diario El País relató que otros jóvenes sobrevivieron cubriéndose con cadáveres de compañeros y se hicieron los muertos. Otros treparon a los árboles, pero el tirador les disparó. "Disparaba dos veces para asegurarse de que estaban muertos", dijo una mujer a El País.
"El sospechoso se entregó nada más llegar la policía, sin oponer resistencia. No se tuvo que efectuar ningún disparo", declaró el comisario Sveinung Sponheim, señala EFE. El oficial agregó que los investigadores intentan determinar si un segundo tirador estaba presente en la isla, como lo dejan suponer algunos testimonios. El tiroteo duró alrededor de hora y media, y el hombre llevaba dos armas.
Noventa minutos antes de la balacera, una violenta explosión había devastado edificios de gobierno en el centro de Oslo dejando siete muertos, pero no se precisó si el sujeto admitió también ese ataque. La policía dijo que aún faltan cuerpos por rescatar tras los estallidos.
La isla, repleta de tiendas de campaña de colores, pasó súbitamente de un "paraíso" a un "infierno", describió el Premier noruego, Jens Stoltenberg.
Adrian Pracon, que recibió un disparo en el hombro izquierdo, contó desde el hospital a la cadena ABC: "Disparaba a la gente desde una distancia corta, y empezó a dispararnos a nosotros. Se puso a unos diez metros de mí, y disparó a la gente que estaba en el agua".
"Tenía un fusil M16. Cuando lo vi desde un lado gritando que nos iba a matar, parecía sacado de una película de nazis o algo así", añadió el joven de 21 años.
Pracon agrega que "empezó a dispararle a esa gente, así que me eché al suelo y fingí que estaba muerto. Se puso a unos dos metros de mí. Podía oírlo respirar. Sentía el calor del arma. Comprobó cómo estaba cada uno, les pegaba una patada para ver si estaban vivos, o simplemente les disparaba".
"Parecía muy concentrado. Disparó a todos dos veces para asegurar su muerte."
"No consigo derramar una sola lágrima. No puedo creerlo; hoy estuve a punto de morir."
"Dijo que cree que sus acciones fueron atroces, pero que en su mente resultaban necesarias."
Ayer, el Premier Jens Stoltenberg prometió junto con otros líderes políticos defender la tradición del país como sociedad abierta.
Stoltenberg además señaló su compromiso para trabajar en el mantenimiento de los valores centrales de la población noruega, que es "una sociedad en la que tenemos una relación muy estrecha entre los políticos y el pueblo", y agregó que es clave que Noruega siga siendo "un país donde los jóvenes puedan estar activos en organizaciones políticas y juveniles, sin tener miedo".
Asimismo, el Primer Ministro, el rey Harald y otros miembros del gabinete del gobierno y la familia real se reunieron con amigos, sobrevivientes y familiares de las víctimas en un centro de crisis instalado cerca de la isla de Utoya, donde murieron 85 personas de un campamento juvenil del Partido Laborista. La asociación juvenil y otros miembros hicieron un contrallamado: "Recuperaremos Utoya".
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