El presupuesto del nuevo gobierno
Esta semana el gobierno presentó el proyecto de ley de Presupuestos 2010, para someterlo al debate público y a la aprobación del Congreso. Este contempla un aumento del gasto público de 4,3% en términos reales, que es consistente con la mantención del balance fiscal estructural.
Aquí hay una primera definición importante: se optó por no volver al superávit estructural de 0,5% del PIB, porque ello habría significado una expansión demasiado baja del gasto público en un año en que Chile viene saliendo de la recesión. Concordamos con esta decisión. Es importante, sin embargo, que en 2010 se cumpla con el compromiso contraído. En 2009 el gobierno ya ha proyectado un déficit estructural de 0,4% del PIB, el que de haberse usado los mismos criterios técnicos del año anterior, estaría más cercano al 1% del PIB.
Entre los temas de interés, existe un importante debate respecto del rango de flexibilidad del nuevo presupuesto. Digámoslo claro: este presupuesto será aprobado durante el actual gobierno, pero será ejecutado, en gran parte, durante el próximo. Por ello, es de toda lógica otorgar algún grado de flexibilidad para que el nuevo gobierno pueda expresar sus prioridades, ya muy limitadas por el altísimo porcentaje del gasto público que corresponde a compromisos adquiridos.
El proyecto contempla una flexibilidad de US$ 450 millones, menos del 1,5% del presupuesto 2010, lo que parece, a todas luces, insuficiente. Con excepción de Eduardo Frei, los candidatos han solicitado más flexibilidad. En particular, Sebastián Piñera ha solicitado flexibilidad del orden de US$ 1.000 millones, lo que equivale a menos del 3% del presupuesto 2010. Esta magnitud se justifica para incorporar el bono de $ 40 mil por carga familiar para los cuatro millones de chilenos más necesitados; para fortalecer la seguridad ciudadana, incorporando 2.500 nuevos carabineros en 2010 y extendiendo el plan cuadrante a todas las ciudades de más de 20 mil habitantes.
También, para establecer un estímulo macizo de 30% de un sueldo mínimo a la contratación, que permita generar 150 mil empleos, orientado, especialmente, a aquellas regiones con más desempleo; para comenzar a implementar nuevos programas sociales como el Ingreso Familiar Garantizado, y mejorar la calidad de la educación, la salud y la vivienda. Esperamos que esta flexibilidad se incorpore al presupuesto luego del debate parlamentario.
Más allá de algunos acuerdos centrales respecto del presupuesto, conviene explicitar las diferencias. Apoyamos el aumento de los recursos a educación. De hecho, el programa de Piñera contempla doblar la subvención escolar en un período de ocho años y aumentarla en 50% hacia el 2014. Sin embargo, no basta gastar; hay que gastar bien.
A pesar del fuerte incremento de los recursos públicos destinados a educación, el último ranking de competitividad global 2009, elaborado por el Foro Económico Mundial, sitúa la educación primaria chilena en la posición 118 entre 133 países, superando ligeramente a Tanzania, pero debajo de Etiopía y Uganda. Es decir, casi top ten, pero por abajo.
Consideramos, también, insuficientes los recursos para fomentar el empleo, la lucha contra la delincuencia, al emprendimiento y a las pymes. Y notamos una fuerte pobreza de medidas que aumenten el crecimiento potencial de la economía chilena. A la luz de lo anterior, cuesta entender por qué nuestra autoridad se ha referido a éste como el presupuesto de la reactivación.
Todos estos temas tienen mayor importancia en nuestro programa y dan una idea de cómo serían orientados los recursos en el gobierno de Sebastián Piñera.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
Diplomado en Gestión del Conocimiento de la ONU
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