Ganó el ajedrecista Alemania no es un equipo que suele rendirse. Y por momentos amenazó con reafirmar su fama de eterno ganador.
Pero después de recibir el gol de Torres, el capitán alemán, Michael Ballack, salió del campo con la cara sangrante. Un choque fortuito con Senna le partió una ceja, la camisa y la cara quedaba roja como consecuencia.
Ballack regresó a los pocos minutos, pero Alemania no dejó de sangrar en el resto del encuentro. El intercambio de pases español se convirtió en una bola de nieve que con el paso del tiempo se hizo cada vez más difícil de romper.
Aquí tiene mucho mérito la manera en que el técnico Luis Aragonés movió sus piezas. Cuando perdió el medio campo, mandó a Xabi Alonso por Cesc para defender y recuperar posesión.
Cuando empezó a aflojar el ataque introdujo a Cazorla y a Guiza por Silva y Torres, y los germanos nuevamente tuvieron que pensar en defender y dejar de atacar.
Todos los cambios demostraron ser jugadas precisas y maestras de Aragonés para ganar la partida con un jaque mate de Torres.
La importancia de este resultado es que se desmorona un dogma que aseguraba que los equipos que juegan bonito rara vez consiguen trofeos.
España ganó con fútbol y es una reconciliación para quienes aprecian la belleza de este arte. La "roja" fue el equipo que más goles anotó, más disparó al arco, mejores pasadores tuvo y más posesión de balón recogió.
El mensaje es claro y fuerte, no sólo para la ahora ganadora de Europa sino para todos los equipos en el planeta: se puede ganar con fútbol. Y los espectadores ahora queremos más.
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