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lunes, octubre 18, 2010

adultomayor: “Debemos generar instancias donde nuestros adultos mayores aporten su experiencia y capacidad”

"Debemos generar instancias donde nuestros adultos mayores aporten su experiencia y capacidad"

Publicado el 18 de octubre del 2010

El diputado Arturo Squella señaló que "los anuncios hecho con anterioridad por el Presidente Sebastián Piñera nos muestran el compromiso que tiene el Gobierno por mejorarle la calidad de vida a nuestros adultos mayores".

    Los diputados UDI Arturo Squella y David Sandoval - este último, Presidente de la Comisión del Adulto Mayor de la Cámara - se reunieron con representantes de la tercera edad de la Provincia de Marga Marga, quienes manifestaron su preocupación, ante una serie de temas, entre los que destacaron, la puesta en marcha de la reducción del 7% a las pensiones de los jubilados, beneficios de transporte y salud, y la generación de instancias, en las cuales, se les permita aportar con sus capacidades y experiencia al desarrollo de la comunidad.

    Entre las autoridades del adulto mayor que visitaron a los parlamentarios, destacaron la presencia de Enrique Contreras, presidente de la Unión Comunal de Villa Alemana y presidente del Consejo Asesor Regional del SENAMA, y Sergio Correa, secretario del mismo Consejo.

    Sobre la cita, el diputado por la nueva Provincia de Marga Marga, Arturo Squella, señaló que "los anuncios hechos con anterioridad por el Presidente Sebastián Piñera nos muestran el compromiso que tiene el Gobierno por mejorarle la calidad de vida a nuestros adultos mayores".

    Squella agregó además que "hoy 15 de cada 100 personas en Chile tiene 65 años o más, por lo que debemos fortalecer todas las instancias que les permitan una mejor inclusión en la sociedad. Debemos buscar las instancias en donde podamos sacar el máximo de provecho a sus capacidades y experiencias de vida, para que sirvan como ejemplo y fuente de progreso a las futuras generaciones.

    Por lo mismo le hemos planteado al Presidente de la Comisión de Adulto Mayor de la Cámara, la posibilidad de establecer programas de trabajo tal cual existen para jóvenes como Servicio País, para aprovechar la experiencia del adulto mayor y permitirles mejorar sus presupuestos mensuales".

    Los representantes del Adulto Mayor hicieron entrega de las conclusiones del trabajo que han realizado por el Consejo Regional Asesor del SENAMA, con el objeto de estudiar y llevar a moción parlamentaria los aspectos de materia de ley.



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    Carlos Larrain acompaña a Presidente Piñera en gira a Europa:

    Carlos Larrain acompaña a Presidente Piñera en gira a Europa:
    El timonel de Renovación Nacional Carlos Larrain fue invitado a la gira presidencial del Presidente Piñera por el viejo continente. También fueron convidados el senador RN Andrés Allamand, el diputado de nuestro partido Nicolás Monckeberg y el presidente de la UDI Juan Antonio Coloma. El viernes pasado comenzó el viaje que los llevará a Inglaterra, Francia y Alemania y que los tendrá de vuelta en Chile este sábado.
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    Mexico La Iniciativa Mérida y la soberanía mexicana

     

    NUEVO:La Iniciativa Mérida y la soberanía mexicana: ¿Es el narcotráfico un problema transnacional?

    18 de Octubre del 2010 | 0

    Número 22/octubre-diciembre 2010
    Dr. Norberto Emmerich

    Se estima que ingresan a Estados Unidos un promedio de 275 toneladas de cocaína al año y que solo 36 toneladas son capturadas en México [GAO, 2007].

    En México el presidente Calderón desplegó cuarenta mil soldados militares y cinco mil policías federales en once estados a partir de 2006 cuando declaró la guerra contra el crimen organizado, convirtiendo a muchas partes del país "en una verdadera zona de guerra" [Bricker, 2008: 3].

    El presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa dice que el aumento de la violencia y muertos vale la pena, que demuestra que la estrategia militar está funcionando bien. Sin embargo los índices de interdicción de las drogas que entran a EEUU por México han sido constantes en un 10%.

    Benítez Manaut sostiene que la amenaza que el narcotráfico representa es de carácter trasnacional e implica una afrenta a la soberanía. Por lo tanto no puede combatirse adecuadamente recurriendo a un "concepto añejo de soberanía" [citado en Insyde 2008].

    Corroborando lo anterior Macouzet dice que "las diferentes escuelas están de acuerdo en que las cuestiones de seguridad son especialmente difíciles para la cooperación, pues atañen directamente y de manera evidente al ámbito de la soberanía" [citado en Insyde 2008]. Según esto "no podemos obviar que el fenómeno es trasnacional; es decir que está fuera de la capacidad del Estado mexicano resolverlo por medio de sus propias acciones" [Insyde 2008].

    Jóvenes mexicanos construyen una escultura para el desarme.Ciudad de México. UN Photo/Evan Schneider

    Jóvenes mexicanos construyen una escultura para el desarme.Ciudad de México. UN Photo/Evan Schneider

    Carlos Rico lo dice con mayor claridad: "todas ellas comparten, sin embargo, una característica central: la naturaleza trasnacional de los desafíos que plantean y el hecho de que su verdadera 'solución' se encuentra en consecuencia más allá el alcance de nuestras propias acciones, sin importar qué tan decididas y firmes sean éstas" [Rico, 2008: 5]. Por lo tanto, "el espacio de la cooperación internacional contra el crimen organizado no sólo es amplio sino también necesario y prácticamente inevitable. Así lo determina el carácter trasnacional del desafío" [Rico, 2008: 7].

    Son apreciaciones frecuentes y comunes en los especialistas sobre crimen organizado, seguridad y narcotráfico. Y todas ellas avalan algún tipo de intervención militar y/o extranjera. Y todas ellas fracasan, primero en la teoría, luego en la práctica.

    En un comienzo… la globalización

    Las construcciones de la historia también se constituyen discursivamente y las interpretaciones de la globalización son otras posibles lecturas alternativas de la historia. Diferentes versiones sobre la globalización tienen diferentes implicanciones para la constitución de las subjetividades. Muchos entienden que la globalización es un proceso que supera al Estado como marco de referencia política. En palabras de Kenichi Ohmae, vivimos en un mundo sin fronteras, en el que el Estado nación se ha convertido en una "ficción" [Ohmae, 1997: 16] y los políticos han perdido todo poder efectivo.

    La creciente internacionalización de las relaciones económicas desliga al capital de las ataduras de los poderes políticos nacionales. El poder económico se considera autosuficiente, extendiendo la deslegitimación de lo público. La globalización sostiene que las formaciones y relaciones de clase ocurren ahora dentro de un espacio trasnacional que está separado del sitio nacional.

    El argumento de esta "ortodoxia de la globalización" es que el espacio de la autonomía del Estado está reducido por la globalización económica, que ha perdido la capacidad de iniciar acciones y sólo se limita a re-accionar frente fuerzas económicas mundiales. Robert Cox concuerda en que existe "un nuevo orden mundial que determina y transforma las estructuras del Estado… y que lo obliga a ajustar sus políticas económicas a la dinámica de la economía mundial" [citado por Flores Olea, 2000: 151].

    El mismo argumento (invertido) utilizan quienes demandan el retorno a la vieja centralidad estatal exigiendo que el Estado recupere su capacidad de dictar reglas al capital y recupere el control sobre el sitio nacional, ya que las exigencias de reducción de los estados y de abandono de los sectores públicos de la economía, de eliminación de cualquier obstáculo a las inversiones y a los flujos de capital, "son prescripciones de los Estados centrales a los Estados periféricos como mecanismos idóneos para favorecer sus propias inversiones" [Flores Olea, 2000: 148].

    En realidad el Estado de los países centrales está lejos de reducirse, más bien se ha incrementado, y tal cosa ocurre en los propios Estados Unidos y en los países de la OCDE [Flores Olea, 2000: 149]. Las tremendas presiones de las tendencias globalizadoras de nuestros días se han impuesto sobre las "viejas" instituciones políticas y jurídicas. Estas tendencias vulneran la integridad de los Estados nacionales, las categorías de soberanía y representación, así como los sistemas jurídicos nacionales [Flores Olea, 2000: 150]. La función del Estado sigue siendo básica en las decisiones políticas fundamentales. La cuestión de la limitación de la soberanía es relativa y está circunscrita a ciertas esferas que no suprimen las "marcas" fundamentales de la propia soberanía [Flores Olea, 2000: 151].

    McGrew plantea el desafío de la siguiente manera: "si el Estado soberano ya no se concibe como algo indivisible sino como algo compartido con agencias internacionales; si los Estados ya no tienen control sobre sus propios territorios; y si las fronteras territoriales y políticas son cada vez más difusas y permeables, los principios fundamentales de la democracia liberal, es decir, el autogobierno, el demos, el consenso, la representación y la soberanía popular se vuelven problemáticos" [McGrew, 1997: 12].
    En realidad la globalización no es un proceso (salvador o amenazante) externo al Estado, sino que es el resultado histórico de un particular orden social. En un contexto donde el sitio nacional asiste a un constante choque de fuerzas, el equilibrio dinámico que consagra a una coalición dominante por un lapso de tiempo implica el predominio de un determinado orden social, con un programa político y un paradigma ideológico que definirá el contenido y guiará las formas de ese Estado durante una etapa histórica. Los actores denominados trasnacionales son parte del escenario político y económico nacional, no están situados "fuera" del sitio nacional.

    La globalización conlleva la amenaza de romper con los lazos de identidad territorial, traspasándolos a un mundo corporativo. En realidad lo que la globalización genera es una dialéctica de la identidad: cuanto mayor es el peligro de una alienación total, mayor es la tendencia de las personas a reforzar la dimensión (territorial) local.

    La ortodoxia de la globalización ha declarado con apresuramiento la "muerte del territorio" provocada por la globalización cuando en realidad se observa una revalorización tanto del territorio como de la geografía [Boisier, 2003: 5].

    El carácter trasnacional del crimen organizado y del narcotráfico

    Se dice que los gobiernos latinoamericanos no tienen instrumentos eficaces para enfrentar el crimen organizado, que aprovecha las diferencias entre los distintos sistemas judiciales y los vacíos e inconsistencias legales que eso produce.

    Y se repiten las afirmaciones de que "en algunos países el nivel de penetración de las estructuras del gobierno por el crimen llega a niveles que se acercan a la definición de Estado fallido" [Benitez Manaut, 2007: 2-3]. El comportamiento altamente performativo del concepto de Estado fallido facilita la penetración de un discurso favorable a la intervención extranjera o la militarización de las relaciones políticas interiores.

    Como el crimen organizado viola la soberanía, debilita el Estado y descompone la cohesión social, en México para combatir esta amenaza a la población y al Estado, el gobierno tiene como principal herramienta a los militares para reponer la debilitada autoridad del Estado e imponer la ley [Benitez Manaut, 2007: 3-4]. La Iniciativa Mérida sería entonces un buen instrumento para asistir a las agencias mexicanas de seguridad e inteligencia y también a las Fuerzas Armadas mexicanas. Lógicamente "debería mejorar las capacidades de intercepción de drogas" [Benitez Manaut, 2007: 4].

    El fortalecimiento del presupuesto y las atribuciones de las Fuerzas Armadas en un Estado débil amenazado por el crimen organizado es una consecuencia lógica de la Iniciativa Mérida, que busca intervenir en las instituciones que resultan débiles y de riesgo para la seguridad hemisférica. Es decir, en toda el área de seguridad y defensa, entendidas en un sentido amplio, lo que incluye por ejemplo, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

    El lenguaje como movilizador de recursos políticos

    Una vez que se afirma el carácter trasnacional del crimen organizado en general y del narcotráfico en particular ese carácter "que va más allá del Estado", lo obliga a incorporarse a instancias supranacionales o exteriores para "combatir" al crimen organizado, declarando así su impotencia para lidiar con un fenómeno que "amenaza" la soberanía nacional.

    En el uso de la seguridad se puede distinguir una referencia al instrumento del poder político, provisto con la capacidad de convocar a grandes masas poblacionales para hacer efectiva una determinada voluntad de los estamentos que toman las decisiones en el gobierno. Los analistas afirman que la seguridad es una calificación o etiqueta que los gobiernos asignan a determinadas cuestiones y que permiten una acción prioritaria [Orozco, 2006: 32] para la que se movilizan recursos importantes y se reducen los niveles de control e información. El concepto de seguridad nacional es central en este ámbito de significación y comprende la protección del Estado frente a la agresión exterior y frente a movimientos internos que lo puedan poner en peligro.

    En este uso performativo del concepto se puede identificar una lógica de presión política, que lo convierte en una fuente de manipulación o de coacción para movilizar voluntades en torno a una determinada filiación política.

    Dada la capacidad del lenguaje político de convocar voluntades para movilizar recursos, es factible "securitizar" sectores del espectro internacional y con ello perseguir objetivos como resultado de la manipulación de las elites sobre la población. La securitización consiste en otorgar estatus de asunto de seguridad (o de amenaza a la soberanía) a un problema que se presenta como atentatorio contra la supervivencia de un ente [Orozco, 2006: 33].

    Con el proceso de securitización se consigue movilizar a los ciudadanos en torno a la voluntad de los grupos más poderosos. Su efectividad se demuestra por su habilidad en lograr que la audiencia acepte la ruptura de las reglas del juego político. Entonces el tema quedará securitizado y la violación a las normas será legítima a favor de despejar la amenaza [Orozco, 2006: 34].

    Las imágenes del enemigo permiten prescindir de la democracia con el consentimiento de la misma democracia, puesto que la modernidad se ha asentado en determinadas formas militares de autolegitimación política: "en consecuencia, milicia, caso de guerra, etc., no son sólo términos geoestratégicos y de política exterior, buscan también una forma de organización de la sociedad en el interior, no militar pero conforme a lo militar. Todas las democracias son democracias mediadas militarmente. El consenso militarista limita el consenso democrático, y a la inversa: la democracia establecida asume la disponibilidad para caso de guerra" [Beck, 2000: 159].

    Es que el lenguaje vuelve aceptables las prácticas políticas. Jean Pierre Faye se aleja de una concepción de la historia en que las ideas son tributarias de una triple dicotomía entre los hechos, los acontecimientos y las representaciones que de ellos se hacen los actores o los espectadores. En su análisis se redescubre la energía del lenguaje, aunque el simplismo de los lenguajes de securitización desaliente el estudio del investigador [Faye, 1972].

    El aporte de Faye es inquietante: las prácticas totalitarias son posibles por haberlas vuelto aceptables mediante lenguajes aceptables.

    ¿Cuáles son las elites y cuáles son los intereses? Abelardo Rodríguez dice que desde la perspectiva mexicana el TLC es de carácter eminentemente económico-comercial, pero desde la óptica de Estados Unidos, responde a consideraciones geopolíticas que van más allá (Insyde 2008). Ya desde 1995 se incrementó el acercamiento entre el Departamento de Estado norteamericano y el gobierno mexicano con miras a abordar la relación binacional desde un concepto más amplio de seguridad [Insyde 2008].

    Thomas Shannon, al hacer el pedido de dinero y explicar la Iniciativa Mérida ante la Cámara de Representantes el 14 de noviembre de 2007 expresó: "durante la última década organizaciones de tráfico de drogas y otros grupos delictivos han tratado de socavar e intimidar a las instituciones del gobierno en México y América Central…. debilitando de manera considerable la capacidad de dichos gobiernos para mantener el orden público y ampliar el estado de control" [Bruzzone, 3].

    Pero el subsecretario de Estado John Negroponte fue más claro el 22 de abril de 2008: "…. juntos Canadá y México son la fuente más grande de importación de petróleo para Estados Unidos… la relación conlleva enormes beneficios, tales como empleos, seguridad energética y precios más bajos para los ciudadanos… Hoy día la relación de América del norte es indiscutiblemente una plataforma dinámica para nuestro éxito en el mundo a largo plazo, así como una plataforma crítica para confrontar -más rápidamente, de mejor forma y con mayor cooperación- los desafíos del crimen trasnacional y la preparación regional para emergencias que amenazan este éxito". [Bruzzone, 2].

    Elsa Bruzzone dice que "era evidente la satisfacción (de Thomas Shannon) por la decisión del gobierno mexicano de emplear a sus fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado" [Bruzzone, 4].

    ¿Qué significa soberanía hoy?

    Nunca la soberanía significó la última autoridad. En los siglos XVI y XVII el poder estatal tenía dificultades en consagrar la soberanía como voluntad del príncipe, que era más compartida y/o contestada que sumisamente aceptada [Krasner, 2001]. Durante un prolongado período histórico el nuevo Estado y la nueva soberanía "eran más pretensiones doctrinales que realidades políticas" [Ramos, 1995: 41]. Y las dificultades eran de dos órdenes: era necesario el "cierre de espacios como principio de estructuración" [Maravall, 1972: 94] y la "separación de lo exterior y lo interior" a través de una frontera [Ramos, 1995: 42]. El cierre de espacios que asegura la soberanía del Estado es liberación frente al poder de otros y unificación interna del propio poder [Bobbio, 1992:71]. Cuando los filósofos Bodin y Hobbes elaboraron por primera vez la noción de soberanía en los siglos XVI y XVII, entendían que ésta estaba relacionada con al establecimiento de la legitimidad en la jerarquía aislada de la autoridad doméstica. Tanto Bodin como Hobbes aceptaron la existencia de la ley divina y natural, ambos (especialmente Hobbes) creían que la palabra del soberano era ley. Los sujetos no tenían derecho a la revuelta. Bodin y Hobbes percibían que imbuir a la soberanía con exagerado poder invitaba a la tiranía, pero estaban de acuerdo con el mantenimiento del orden doméstico, sin el cual pensaban que no podía haber justicia. Ambos escribían en un mundo dividido por luchas sectarias. Bodin fue casi asesinado en las revueltas religiosas de Francia en 1572; Hobbes publicó su trabajo Leviatán, pocos años después de que el Parlamento (compuesto por la emergente y rica clase media británica) ejecutara a Carlos I en una guerra civil que arrancó el control del Estado a la monarquía.

    Esta idea de poder supremo fue irrelevante en la práctica. Hacia fines del siglo XVII, la autoridad política en Gran Bretaña se dividió entre el rey y el parlamento. En Estados Unidos, los Padres Fundadores establecieron una estructura constitucional de controles y balances y soberanías múltiples distribuidas entre intereses locales y nacionales que eran inconsistentes con la jerarquía y la supremacía. Los principios de justicia, y especialmente el orden, tan valiosos para Bodin y Hobbes, fueron mejor provistos por los Estados democráticos modernos cuyos principios de organización eran la idea antitética a la idea de soberanía concebida como poder doméstico sin control.

    Si la soberanía no significa un orden doméstico con una simple jerarquía de autoridad, ¿qué significa? En el mundo contemporáneo, la soberanía fue ligada primariamente con la idea de que los Estados son autónomos e independientes de cualquier otro. Dentro de sus propios límites, los miembros de una unidad política son libres de elegir su propia forma de gobierno. Un corolario necesario a este reclamo es el principio de no intervención. Un Estado no tiene derecho a intervenir en los asuntos internos de otro.

    Más recientemente, la soberanía ha llegado a ser asociada con la idea de control sobre los movimientos transfronterizos. Cuando los observadores contemporáneos aseguran que la soberanía del Estado está cerca de morir, no significa que las estructuras constitucionales están por desaparecer. Significa que el poder del Estado ha cambiado su locus, que el cambio tecnológico dificulta el control de los movimientos de cosas materiales (desde café a cocaína) o de cosas no tan materiales (flujos de capital) a través de sus fronteras. Es un cambio en la soberanía, no una disminución de la soberanía.

    Dr. Norberto Emmerich
    Licenciado en Relaciones Internacionales
    Doctor en Ciencia Política
    Centro Argentino de Estudios Internacionales - CAEI

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    Bibliografía
    1. BECK, Ulrich; 2000, La democracia y sus enemigos. Textos escogidos, Editorial Paidós, Barcelona.
    2. BENITEZ MANAUT, Raúl, 2007, Pros y contras de la Iniciativa Mérida, Enfoque-Reforma, Nº 715, 9 de diciembre, págs. 13-15.
    3. BOBBIO, Norberto; 1992, El futuro de la democracia, Fondo de Cultura Económica, Bogotá, Colombia
    4. BOISIER, Sergio; 2003, Globalización, geografía política y fronteras, Anales de Geografía de la Universidad Complutense, Nº 23, págs. 21-39.
    5. BRICKER, Kristin, 2008, Plan México. El contexto de la militarización, la violencia relacionada al narcotráfico y los derechos humanos, Movimiento Ciudadano Metropolitano. Agrupación Política Nacional, Revista Teórica trimestral, octubre-noviembre-diciembre.
    6. BRUZZONE, Elsa M., Centro de Militares para la Democracia Argentina CEMIDA, La iniciativa de Mérida: complemento del Plan Colombia, http://www.cemida.com.ar/files/lainiciativademerida.pdf
    7. FAYE, Jean Pierre, 1972, Langages totalitaires, París, Hermann.
    8. FLORES OLEA, Víctor y MARIÑA FLORES, Abelardo; 2000, Crítica de la globalidad. Dominación y liberación en nuestro tiempo, Fondo de Cultura Económica, México.
    9. GAO, Government Accountability Office, Drug Control, 2007, U.S. Assistance has helped mexican counternarcotics efforts, but tons of illicit drugs continue to flow into United States, Washington.
    10. INSYDE IDEAS, 2008, La iniciativa Mérida: seguridad, soberanía y migración en la relación México-Estados Unidos, Mesa debate con: Raúl Benitez, Silvia Vélez, Ricardo Macouzet, Abelardo Rodríguez. Alejandro Ayala (moderador), Insyde Ideas, Serie Cuadernos de Trabajo del Instituto para la Seguridad y la Democracia A.C. (Insyde), 13 de marzo, ciudad de México.
    11. KRASNER, Stephen D., 2001, Sovereignty, Foreign Policy, february.
    12. MARAVALL, José Antonio; 1972, Estado moderno y mentalidad social (siglos XV a XVII), Revista de Occidente, Madrid.
    13. MCGREW, Andrew; 1997, Globalization and territorial democracy, en A. McGrew (comp.), The transformation of democracy, Cambridge.
    14. OHMAE, Kenichi; 1997, El fin del estado-nación, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile.
    15. OROZCO, Gabriel, 2006, Problemas y desafíos de la seguridad en la globalización, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Departamento de Análisis Económico, Universidad Autónoma de Madrid, España.
    16. RAMOS, Ramón; 1995, La formación histórica del Estado nacional, en BENEDICTO, J. y MORAN, M. L. (eds.), Sociedad y política, Madrid, Alianza.
    17. RICO, Carlos, 2008, La Iniciativa Mérida y el combate nacional al crimen organizado, Foreign Affairs en español, volumen 8 Nº 1.

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    El liberalismo entre dos milenios

    El liberalismo entre dos milenios

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    por Mario Vargas Llosa

    Mario Vargas Llosa es escritor y ex candidato a la Presidencia de la República del Perú. Este texto fue publicado también en inglés en el libro Global Fortune: The Stumble and Rise of Global Capitalism, editado por Ian Vásquez (Cato Institute, 2000). Aquí puede accesar el ensayo en formato PDF.


    No hace mucho tiempo, el Ayuntamiento de un pueblecito malagueño de un millar de habitantes llamado El Borge, convocó a una consulta popular. Los vecinos debían pronunciarse por una de estas alternativas: Humanidad o Neo-Liberalismo. Muchos ciudadanos acudieron a las urnas y el resultado fue fue el siguiente: 515 votos por la Humanidad y cuatro votos por el Liberalismo. Desde entonces, no puedo apartar de mi pensamiento a esos cuatro mosqueteros, que ante la disyuntiva tan dramática no vacilaron en arremeter contra la Humanidad en nombre de ese macabro espantajo, el neoliberalismo. ¿Se trataba de cuatro payasos o de cuatro lúcidos? ¿De una broma "borgeana" o de la única manifestación de sensatez en aquella mojiganga plebiscitaria?

    No mucho después, en Chiapas, el último héroe mediático de la frivolidad política occidental, el Comandante Marcos, convocó a un Congreso Internacional contra el Neoliberalismo, al que acudieron numerosas luminarias de Hollywood, algún gaullista tardío como mi amigo Regis Debray, y Danielle Miterrand, la incesante viuda del Presidente Françoise Miterrand, quien dio su bendición al evento.

    Estos son episodios pintorescos, pero sería un grave error subestimarlos, como aleteos insignificantes de la idiotez humana. En verdad, ellos son apenas la crispación paroxística y extrema de un vasto moviemiento político e ideológico, sólidamente implantado en sectores de izquierda, de centro y de derecha, unidos en su desconfianza tenaz hacia la libertad como instrumento de solución para los problemas humanos, que han encontrado en este novísimo fantasma edificado por sus miedos y fobias —el "neoliberalismo", llamado también el "pensamiento único" en la jerigonza de sociólogos y politólogos— un chivo expiatorio a quien endosar todas las calamidades presentes y pasadas en la historia universal.

    Si sesudos profesores de las Universidades de París, de Harvard o de México se desmelenan demostrando que la libertad de mercado sirve apenas para que los ricos sean más ricos y los pobres sean más pobres, y que la internacionalización y la globalización sólo benefician a las grandes transnacionales permitiéndoles exprimir hasta la asfixia a los países subdesarrollados y devastar a sus anchas la ecología planetaria ¿por qué no se creerían los desinformados ciudadanos de El Borge o de Chiapas que el verdadero enemigo del ser humano, el culpable de toda la maldad el sufrimiento , la pobreza, la explotación, la discriminación, los abusos y crímenes contra los derechos humanos que se abaten en los cinco continentes contra millones de seres humanos, es esa tremebunda entelequia destructora: el neo-liberalismo? No es la primera vez que aquello que Carlos Marx llamaba un "fetiche" —una construcción artificial, pero al servicio de intereses muy concretos— adquiera consciencia y comience a provocar tan grandes perturbaciones en la vida, como el genio imprudentemente catapultado a la existencia por aladino, al frotar la lámpara maravillosa.

    Me considero liberal y conozco a muchas personas que lo son y a otras muchísimas más que no lo son. Pero, a lo largo de una trayectoria que comienza a ser larga, no he conocido todavía a un solo neo-liberal. ¿Qué es, como es, qué defiende y qué combate un neo-liberal? A diferencia del marxismo, o de los fascismos, el liberalismo, en verdad no constituye una dogmática, una ideología cerrada y autosuficiente con respuestas prefabricadas para todos los problemas sociales, sino una doctrina que , a partir de una suma relativamente reducida de principios básicos estructurados en torno a la defensa de la libertad política y de la libertad económica —es decir, de la democracia y del mercado libre— admite en su seno gran variedad de tendencias y de matices. Lo que no ha admitido nunca hasta ahora, ni admitirá en el futuro es a esa caricatura fabricada por sus enemigos con el sobrenombre de "neo-liberal". Un "neo" es alguien que es algo sin serlo, alguien que está a la vez dentro y fuera de algo, un híbrido escurridizo, un comodín que se acomoda sin llegar a identificarse nunca con un valor, una idea, un régimen o una doctrina. Decir "neo-liberal" equivale a decir "semi" o "seudo" liberal, es decir, un puro contrasentido. O se está a favor o seudo a favor de la libertad, como no se puede estar "semi embarazada", " semi muerto", o "semi vivo". La fórmula no ha sido inventada para expresar una realidad conceptual, sino para devaluar semánticamente, con el arma corrosiva de la irrisión, la doctrina que simboliza, mejor que ninguna otra, los extraordinarios avances que al aproximarse este fin de milenio, ha hecho la libertad en el largo transcurso de la civilización humana.

    Esto es algo que los liberales debemos celebrar con serenidad y alegría, sin truinfalismo y con la conciencia clara de que, aunque lo logrado es notable, lo que aún queda por hacer es todavía más importante. Y, también, de que, como nada es definitivo ni fatídico en la historia humana, los progresos obtenidos en estas últimas décadas por la cultura de la libertad no son irreversibles, y, a menos que sepamos defenderlos, podrían estancarse, y el mundo libre perder terreno, por el empuje de una de las dos nuevas máscaras del colectivsmo autoritario, y el espíritu tribal que han revelado al comunismo como los más aguerridos adversarios de la democracia: el nacionalismo y los integrismos religiosos.

    Para un liberal, lo más grande que ha ocurrido en este siglo de las grandes ofensivas totalitarias contra la cultura de la libertad es que tanto el fascismo como el comunismo, que llegaron, cada uno en su momento, a amenazar la supervivencia de la democracia, pertenecen hoy al pasado, a una historia sombría de violencia y crímenes indecibles contra los derechos humanos y la racionalidad. Y nada indica que en un futuro inmediato puedan resucitar de sus cenizas. Desde luego que quedan reminiscencias del fascismo en el mundo, y que, a veces, encarnados en partidos ultranacionalistas y xenófobos, como Le Front National de Le Pen ,en Francia, o el Partido Liberal de Jorg Haider en Austria, atraen peligrosamente un elevado apoyo electoral. Pero, ni estos retoños del fascismo, ni los anacrónicos vestigios del vasto archipiélago marxista, representados hoy por los desfallecientes espectros de Cuba y Corea del Norte, constituyen una alternativa seria, ni siquiera una amenaza considerable, a la opción democrática. Abundan todavía las dictaduras, desde luego, pero, a diferencia de los grandes imperios totalitarios, carecen de aura mesiánica y de pretensiones ecuménicas; buena parte de ellas, como China, tratan ahora de conciliar el monolitismo político del partido único, con economías de mercado y empresa privada. En vastas regiones del África y del Asia, sobre todo en sociedades islámicas, han surgido dictaduras fundamentalistas que, en lo que concierne a la mujer, a la educación, a la información, a los más elementales derechos cívicos y morales, han retrocedido a sus países a un estado de primitivismo bárbaro. Pero, con todo el horror que representan países como Libia, Afganistán y Sudán o Irán, no son desafíos que deba tomar en serio la cultura de la libertad: el anacronismo de la ideología que profesan, condena esos regímenes a quedar cada vez más rezagados en la carrera veloz, en la que los países libres han tomado ya una ventaja decisiva, de la modernidad.

    Ahora bien, junto a esa geografía sombría de la persistencia de las dictaduras, en los últimos decenios hay que celebrar, también, un arrollador avance de la cultura de la libertad en vastas zonas de Europa Central y Oriental, en países del Sudeste Asiático y en America Latina, donde, con las excepciones de Cuba, una dictadura explícita, y Perú, una dictadura solapada, en todos los otros países —es la primera vez en la historia que esto ocurre— se hallan en el poder gobiernos civiles , nacidos de elecciones más o menos libres, y, algo todavía más novedoso, todos ellos aplican, —a veces más a regañadientes que con entusiasmo, a menudo más con torpezas que aciertos— políticas de mercado, o, por lo menos, políticas que están más cerca de una economía libre que del populismo intervencionista y estatizante que caracterizó tradicionalmente a los gobiernos del continente. Pero, acaso, lo mas significativo de este cambio en América Latina, no sea de cantidad sino de cualidad. Porque, pese a que todavía es frecuente oir aullando contra el "neo-liberalismo" (como los lobos a la luna) a algunos intelectuales a los que el desplome de la ideología colectivista ha enviado al paro, lo cierto es que, al menos por ahora, de un confín a otro de América Latina, predomina un sólido consenso a favor del sistema democrático, en contra de regímenes dictatoriales y de las utopías colectivistas. Aunque ese consenso sea mas restringido en política económica, todos los gobiernos, aunque les averguence confesarlo y, algunos, como verdaderos tartufos, se permitan lanzar también (para cubrirse las espaldas) andanadas retóricas contra el "neo-liberalismo", no tienen otro remedio que privatizar empresas, liberalizar los precios, abrir mercados, intentar controlar la inflación y procurar insertar sus economías en los mercados internacionales. Porque a costa de reveses, han acabado de entender que, en nuestros días, un país que no sigue esas pautas, se suicida. O, en palabras menos tremebundas: se condena a la pobreza, el atraso y aún la desintegración. Hasta buena parte de la izquierda latinoamericana, de encarnizada enemiga de la libertad económica, ha evolucionado en muchos países hasta hacer suya ahora la sabia confesión de Vaclav Havel: "Aunque mi corazón está a la izquierda, siempre, siempre he sabido que el único sistema que funciona es el mercado. Esta es la única economía natural; la única que realmente tiene sentido, la única que puede llevar a la prosperidad; porque es la única que refleja la naturaleza misma de la vida".

    Estos progresos son importantes y dan a las tesis liberales una validación histórica. Pero, de ninguna manera justifican la complacencia, pues una de las más acendradas y (escasas) certezas liberales es que no existe el determinismo histórico, que la historia no está escrita de manera inapelable, que ella es obra de los hombres y que, así como éstos pueden acertar con medidas que la impulsen en el sentido del progreso y la civilización, pueden también equivocarse, y por convicción, abulia o cobardia, consentir que ella se encamine hacia la anarquía, el empobrecimiento, el oscurantismo y la barbarie. De nosotros, es decir, de nuestros votos y de las decisiones de quienes llevemos al poder, dependerá fundamentalmente que los avances logrados para la cultura democrática se consoliden y ella pueda ganar nuevos espacios, o que su dominios se encojan como la piel de zapa de Balzac.

    Para los liberales, el combate por el desarrollo de la libertad en la historia, es ante todo, un combate intelectual, una batalla de ideas. Los aliados ganaron la guerra al Eje, sí, pero esa victoria militar no hizo más que confirmar la superioridad de una visión del hombre y de la sociedad ancha, horizontal, pluralista, tolerante y democrática, sobre otra, de mente estrecha, recortada, racista, discriminatoria y vertical. Y la desintegración del imperio soviético ante un Occidente democrático (cruzado de brazos y hasta incluso, recordemos, lleno de complejos de inferioridad por el escaso sex appeal de la pedrestre democracia frente al fuego de artificio de la supuesta sociedad sin clases), demostró la validez de la tesis de un Adam Smith, de un Tocqueville, un Popper o de un Isaiah Berlin, sobre la sociedad abierta y una economía libre contra la fatal arrogancia de ideólogos como Marx, Lenin o Mao Tse Tung, convencidos de haber desentrañado las leyes inflexibles de la historia y de haber interpretado correctamente con sus políticas de dictadura del proletariado y centralismo económico.

    La batalla actual es acaso menos ardua, para los liberales, que la que libraron nuestros maestros, cuando la planificación, los estados policiales, el régimen de partido único las economías estatizadas, tenían a un imperio armado hasta los dientes y una campaña publicitaria formidable, en el seno de la democracia, de una quinta columna intelectual seducida por las tesis socialistas. Hoy , la batalla que debemos librar, no es contra grandes pensadores totalitarios como Marx, o inteligentísimos socialdemócratas, tipo John Maynard Keynes, sino contra los estereotipos y caricaturas que, como la múltiple ofensiva lanzada desde distintas trincheras contra el engendro apodado neo-liberalismo, pretenden introducir la duda y la confusión en el campo democrático, o contra los apocalípticos, una nueva especie de pensadores escépticos, que, en vez de oponer a la cultura democrática, como hacían un Lukacs, un Gramsci o un Sartre, una resuelta contradicción, se contentan con negarla, asegurándonos, que, en verdad, no existe, que se trata de un ficción, detrás de la cual anida la sombra ominosa del despotismo.

    De la especie, quisiera singularizar un caso emblemático: el de Robert D. Kaplan. En un ensayo provocador*, sostiene que, contrariamente a las optimistas expectativas sobre el futuro de la democracia que la muerte del marxismo en la Europa del Este hizo concebir, la humanidad se encamina, más bien, hacia un mundo dominado por el autoritarismo, desembozado en algumos casos, y, en otros, encubierto por instituciones de apariencia civil y liberal que, de hecho, son meros decorados, pues el poder veredadero está, o estará pronto, en manos de grandes corporaciones internacionales, dueñas de la tecnología y el capital, que , gracias a su ubicuidad y extraterritorialidad, gozan de casi total impunidad para sus acciones.

    "Sostengo que la democracia que estamos alentando en muchas sociedades pobres del mundo es una parte integral de la transformación hacia nuevas formas de autoritarismo; que la democracia en Estados Unidos se halla en más peligro que nunca, debido a oscuras fuentes; y que muchos regímenes futuros y el nuestro en especial, pueden parecerse a las oligarquías de las antiguas Atenas y Esparta más que estas al actual gobierno de Washington".

    Su análisis es particularmente negativo en lo que concierne a las posibilidades de que la democracia consiga echar raíces en el tercer mundo.

    Todos los intentos occidentales de imponer la democracia en países que carecen de tradición democrática, según el, se han saldado en fracasos terribles, a veces muy costosos, como en Camboya, donde los dos mil millones de dólares invertidos por la comunidad internacional no han conseguido hacer avanzar un milímetro la legalidad y la libertad en el antiguo reino de Angkor. El resultado de esos esfuerzos, en casos como Sudán , Argelia, Afganistán, Bosnia, Sierra Leona, Congo-Brazaville, Malí, Rusia, Albania o Haití, ha degenerado caos, guerras civiles, terrorismo, y la reimplantación de feroces tiranías que aplican la limpieza étnica o cometen genocidios con las minorías religiosas.

    El señor Kaplan ve con parecido desdén el proceso latinoamericano de democratización, con las excepciones de Chile y de Perú, países donde piensa, el hecho de que el primero pasara por la dictadura explícita de Pinochet, y , el segundo, esté pasando por la dictadura sesgada de Fujimori y las Fuerzas Armadas garantizan a esas naciones una estabilidad que, en cambio, el supuesto Estado de Derecho es incapaz de preservar en Colombia,Venezuela, Argentina o Brasil, donde, a su juicio , a la debilidad de las instituciones civiles, los desmedidos de la corrupción y las astronómicas desigualdades pueden sublevar contra la democracia a "millones de poco instruidos y recién urbanizados habitantes de los barrios marginales, que ven muy poco palpables beneficios en los sistemas occidentales de democracia parlamentaria".

    El señor Kaplan no pierde el tiempo en circunloquios. Dice lo que piensa con claridad y lo que piensa sobre la democracia es que ella y el tercer mundo son incompatibles: "la estabilidad social resulta del etablecimiento de una clase media. Y no son las democracias sino los sistemas autoritarios, incluyendo los monárquicos, los que crean las clases medias". Éstas, cuando han alcanzado cierto nivel y cierta confianza, se rebelan contra los dictadores que generaron su prosperidad. Cita los ejemplos de la cuenca del Pacífico en Asia (su mejor exponente es el Singapur de Lee Kuan Yew) el Chile de Pinochet y, aunque no lo menciona, podría haber citado también a la España de Franco. En la actualidad, los regímenes autoritarios que, como aquellos, están creando esas clases medias que un día harán posible la democracia, son, en Asia, la China Polpular del "socialismo de mercado" y, en América Latina, el régimen de Fujimori —una dictadura militar con un fantoche civil como mascarón de proa—, a los que percibe como modelos para el tercermundismo que quiera "forjar prosperidad a partir de la abyecta pobreza". Para el señor Kaplan la elección en el tercer mundo no esta "entre dictadores y demócratas" sino entre "malos dictadores y algunos que son ligeramente mejores". En su opinión, "Rusia está fracasando en parte porque es una democracia y China está teniendo éxito en parte porque no lo es".

    Me he detenido en reseñar estas tesis porqur el señor Kaplan tiene el mérito de decir en voz alta lo que otros —muchos otros— piensan pero no se atreven a decir, o lo dicen en sordina. El pesimismo del señor Kaplan respecto al tercer mundo es grande; pero no lo es menos el que le inspira el primer mundo. En efecto, cuando esos países pobres, a los que, según su esquema, las dictaduras eficientes habrán desarrollado y dotado de clases medias, quieran acceder a la democracia tipo occidental, esta será sólo un fantasma. La habrá suplantado un sistema (parecido a los de Atenas y Esparta) en que unas oligarquías —las corporaciones trasnacionales, operando en los cinco continentes— habrán arrebatado a los gobierno el poder de tomar todas las decisiones trascendentes para la sociedad y el individuo, y lo ejercitarán sin dar cuenta a nadie de sus actos, ya que el poder, a las grandes corporaciones, no les viene de un mandato electoral sino de su fuerza económico-tecnológica. Por si alguien no se ha enterado, el señor Kaplan recuerda que de las primeras cien economías del mundo, 51 no son países sino empresas. Y que las 500 compañías más poderosas representan ellas solas el 70 por ciento del comercio mundial.

    Estas tesis son un buen punto de partida para contrastarlas con la visión liberal del estado de cosas en el mundo, ya que, de ser ciertas, con el fin del milenio estaría también dando sus últimas boqueadas esa creación humana, la libertad, que, aunque ha causado abundantes trastornos, ha sido la fuente de los avances más extraordinarios en los campos de la ciencia, los derechos humanos, el progreso técnico y la lucha contra el despotismo y la explotación.

    La más peregrina de las tesis del señor Kaplan es, desde luego, la de que sólo las dictaduras crean a las clases medias y dan estabilidad a los países. Si así fuera, con la colección zoologica de tiranuelos, caudillos, jefes máximos, de la historia latinoamericana, el paraíso de las clases medias no serían los Estados Unidos, Europa Occidental, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, sino México, Bolivia o Paraguay. Por el contrario, un dictador como Perón —para poner un solo ejemplo— se las arregló para casi desaparecer a la clase media argentina, que, hasta su subida al poder, era vasta, próspera y había desarrollado a su país a un ritmo más veloz que el de la mayor parte de los países europeos. Cuarenta años de dictadura no han traído a Cuba la menor prosperidad, la han retrotraído a la mendicidad internacional y condenado a los cubanos a comer pasto y flores —y a las cubanas a prostituirse a los turistas del capitalismo— para no morirse de hambre.

    Es verdad, el señor Kaplan puede decir que él no habla de cualquier dictadura, sólo de las eficientes, como las del Asia del Pacífico, y las de Pinochet y Fujimori. Yo leí su ensayo —vaya coincidencia— precisamente cuando la supuestamente eficiente autocracia de Indonesia se desmoronaba, el general Suharto se veía obligado a renunciar y la economía del país se hacía trizas. Poco antes, las ex autocracias de Corea y Tailandia ya se habían desplomado y el famoso milagro asiático comenzaba a hacerse humo, como en una super producción hollywoodense de terror-ficción. Aquellas dictaduras de mercado no fueron por lo visto tan exitosas como él piensa, pues han acudido de rodillas al FMI, al Banco Mundial, a Estados Unidos, Japón y Europa Occidental a que les echen una mano para no arruinarse del todo.

    Lo fue, desde el punto de vista económico, la del general Pinochet, y hasta cierto punto —es decir si la eficiencia se mide sólo en términos de nivel de inflación, de déficit fiscal, de reservas y de crecimiento del Producto Bruto— lo es la de Fujimori. Ahora bien, se trata de una eficiencia muy relativa, para no decir nula o contraproducente, cuando aquellas dictaduras eficientes son examinadas, no como lo hace el considerado señor Kaplan , desde la cómoda seguridad de una sociedad abierta —Estados Unidos en este caso— sino desde la condición de quien padece en carne propia los desafueros y crímenes que cometen esas dictaduras capaces de torcerle el pescuezo a la inflación. A diferencia del señor Kaplan, los liberales no creemos que acabar con el populismo económico constituye el menor progreso para una sociedad, si, al mismo tiempo que libera los precios, recorta el gasto y privatiza el sector público, un gobierno hace vivir al ciudadano en la inseguridad del inminente atropello, lo priva de la libertad de prensa y de un Poder Judicial independiente al que pueda recurrir cuando es vejado o estafado, atropella sus derechos, y permite que pueda ser torturado, expropiado, desaparecido o asesinado, según el capricho de la pandilla gobernante. El progreso, desde la doctrina liberal, es simultáneamente económico, político y cultural, o, simplemente, no es. Por una razón moral y también práctica: las sociedades abiertas, donde la información circula sin trabas y en las que impera la ley, estan mejor defendidas contra las crisis que las satrapías, como lo comprobó el régimen mexicano del PRI hace algunos años y lo ha comprobado hace poco, en Indonesia, el general Suharto. El papel que ha desempeñado la falta de un genuina legalidad en la crisis de los países autoritarios de la cuenca del Pacifico no ha sido suficientemente subrayado.

    ¿Cuántas dictaduras eficientes ha habido?¿Y cuántas ineficientes, que han hundido a sus países a veces en un salvajismo pre-racional como en nuestros días les ocurre a Argelia o Afganistán? La inmensa mayoría son estas últimas, las primeras una excepción. ¿No es una temeridad optar por la receta de la dictadura en la esperanza de que esta sea eficiente, honrada y transitoria, y no lo contrario, a fin de alcanzar el desarrollo? No hay metodos menos riesgosos y crueles para alcanzarlo? Sí los hay, pero gentes como el señor Kaplan no quieren verlos.

    No es cierto que la cultura de la libertad sea una tradición de largo aliento en los países donde florece la democracia. No lo fue en ninguna de las democracias actuales hasta que, a tropiezos y con reveses, estas sociedades optaron por esa cultura y fueron perfeccionándola en el camino, hasta hacerla suya y alcanzar gracias a ello los niveles que tienen actualmente. La presión y la ayuda internacional pueden ser un factor de primer orden para que una sociedad adopte la cultura democrática, como lo demuestran los ejemplos de Alemania y Japón, dos países con una tradición tan poco o nulamente democrática como cualquier país de América Latina, y que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, han pasado a formar parte de las democracias avanzadas del mundo. ¿Por qué no serían capaces los países del tercer mundo (o Rusia) de emanciparse, como los japoneses y los alemanes, de la tradición autoritaria y hacer suya la cultura de la libertad?

    La globalización, a diferencia de las pesimistas conclusiones que de ella extrae el señor Kaplan, abre una oportunidad de primer orden para que los países democráticos del mundo —y, en especial, las democracias avanzadas de América y Europa— contribuyan a expander esa cultura que es sinónimo de tolerancia, pluralismo, legalidad y libertad, a los países que todavía — y ya sé que son muchos— siguen esclavos de la tradición autoritaria, una tradición que ha gravitado, recordémoslo, sobre toda la humanidad. Ello es posible , a condición de:

    a) creer claramete en la superioridad de esta cultura sobre aquellas que legitiman el fanatismo, la intolerancia, el racismo y la discrminación religiosa, étnica , política o sexual y,

    b) actuar con coherencia en las políticas económica y exterior orientándolas de modo que ellas, a la vez que alienten las tendencias democráticas en el tercer mundo, penalicen y discriminen sin contemplaciones a los regímenes que, como el de China Popular en el Asia o el de la camarilla civil-militar en el Perú, impulsan políticas liberales en el campo económico pero son dictatoriales en el político. Desgraciadamente, a diferencia de lo que sostiene el señor Kaplan en su ensayo, esa discriminación positiva a favor de la democracia, que tantos beneficios trajo a países como Alemania, Italia y Japón hace medio siglo, no las aplican los países democráticos hoy con el resto del mundo, o las practican de una manera parcial e hipócrita (es el caso de Cuba, por ejemplo).

    Pero, ahora tal vez tengan un incentivo mayor para actuar de manera más firme y principista en favor de la democracia en el mundo de la tiniebla autoritaria, y la razón es precisamente aquella que el señor Robert D. Kaplan menciona al profetizar, en términos apocalípticos, un futuro gobierno mundial no-democrático, de poderosas empresas transnacionales operando, sin frenos, en todos los rincones del globo. Esta visión catastrofista apunta a un peligro real, del que es imprescindible ser conscientes. La desaparición de las fronteras económicas y la multiplicación de mercados mundiales estimula las fusiones y alianzas de empresas, para competir más eficazmente en todos los campos de la producción. La formación de gigantescas corporaciones no constituye, de por sí, un peligro para la democracia, mientras esta sea una realidad, es decir, mientras haya leyes justas y gobiernos fuertes (lo que para un liberal no significa grandes sino más bien pequeños y eficaces) que las hagan cumplir. En una economía de mercado abierta a la competencia, una gran corporación beneficia al consumidor porque su escala le permite reducir precios y multiplicar los servicios. No es en el tamaño de una empresa donde acecha el peligro; este se halla en el monopolio, que es siempre fuente de ineficacia y corrupción. Mientras haya gobiernos democráticos que hagan respetar la ley , sienten en el banquillo de los acusados a un Bill Gates si piensan que la trasgrede, mantengan mercados abiertos a la competencia y firmes políticas antimonopólicas, bienvenidas sean las grandes corporaciones, que han demostrado en muchos casos ser la punta de lanza del progreso científico y tecnológico.

    Ahora bien, es verdad que, con esa naturaleza camaleónica que la caracteriza, y que tan bien describió Adam Smith, la empresa capitalista, institución bienhechora de desarrollo y de progreso en un país democrático, puede ser una fuente de vesanias y catástrofes en países donde no impera la ley, no hay libertad de mercados y donde todo se resuelve a través de la omnímoda voluntad de una camarilla o un líder. La corporación es amoral y se adapta con facilidad a las reglas del juego del medio en el que opera. Si en muchos países tercermundistas el desempeño de las transnacionales es reprobable, la responsabilidad última recae en quien fija las reglas de juego de la vida económica, social, política, no en quien no hace más que aplicar estas reglas en procura de beneficios.

    De esta realidad, el señor Kaplan extrae esta conclusión pesimista: el futuro de la democracia es sombrío, porque en el siguiente milenio las grandes corporaciones actuarán en Estados Unidos y Europa Occidental con la impunidad con que actuaban digamos, en la Nigeria del difunto coronel Abacha.

    En verdad , no hay ninguna razón histórica ni conceptual para semejante extrapolación. La conclusión que se impone, más bien, es la siguiente: la imperativa necesidad de que Nigeria y los países hoy sometidos a dictaduras evolucionen cuanto antes hacia la democracia y pasen también a tener una legalidad y una libertad que obligue a las corporaciones que en ellos operan a actuar dentro de las reglas de juego de equidad y limpieza con que están obligadas a hacerlo en las democracias avanzadas. La globalización económica podría convertirse, en efecto, en un serio peligro para el porvenir de la civilización —y sobre todo, para la ecología planetaria— si no tuviera como su correlato la globalización de la legalidad y la libertad. Las grandes potencias tienen la obligacion de promover los procesos democráticos en el tercer mundo por razones de principio y moral; pero, también, porque , debido a la evaporación de las fronteras, la mejor garantía de que la vida económica discurra dentro de los límites de libertad y competencia que benefician a los ciudadanos, es que ella tenga, en todo el ancho mundo, los mismos incentivos, derechos y frenos que la sociedad democrática le impone.

    Nada de esto es fácil ni será logrado en poco tiempo. Pero, para los liberales, es un gran aliciente saber que se trata de una meta posible y que la idea de un mundo unido en torno a la cultura de la libertad no es una utopía, sino una hermosa realidad alcanzable que justifica nuestro empeño. Lo dijo Karl Popper, uno de nuestros mejores maestros:

    "El optimismo es un deber. El futuro está abierto. No está predeterminado. Nadie puede predecirlo, salvo por casualidad. Todos nosotros contribuimos a determinarlo por medio de lo que hacemos. Todos somos igualmente responsables de aquello que sucederá".

    * "Was Democracy Just a Moment?" The Atlantic Monthly. Diciembre de 1997, págs. 55-80.


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    Saludos
    Rodrigo González Fernández
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    Director de "Lucía" prepara cinta sobre "monarca" de la Araucanía

    Orllie-Antoine de Tounens el rey de la araucanía lo estudió muy bien el Dr Sergio Rodriguez  hace muchos años y lo hace desde el aspecto psiquiátrico.

    Director de "Lucía" prepara cinta sobre "monarca" de la Araucanía

    Niles Atallah estrenó en el país la película que lo hizo debutar en San Sebastián y habló con Emol sobre su nuevo proyecto, "Rey", sobre un francés que en la década de 1860 se proclamó Rey de la Araucanía y la Patagonia.

    Por Felipe Vásquez, enviado especial a Valdivia
    Lunes 18 de Octubre de 2010 08:37

    VALDIVIA.- En una jornada en la que las nubes grises y la lluvia ensombrecieron Valdivia, los colores fueron repuestos con el estreno de la película chilena "Lucía", una cuidada producción del realizador Niles Atallah que compite en la categoría de largometrajes nacionales en el festival valdiviano.

    La cinta de hermosos tonos saturados tuvo su debut mundial en septiembre en el marco del Festival de Cine de San Sebastián y en Valdivia recibió su primera proyección en Latinoamérica, casi dos años después del inicio de su rodaje en diciembre del 2008.

    La película está ambientada en el 2006, específicamente en el periodo entre la muerte de Augusto Pinochet y Navidad, y en ella Gabriela Aguilera interpreta a Lucía, una mujer que vive con su padre (Gregory Cohen) en una antigua casa santiaguina, raída por los años y con un cúmulo de objetos que también delata el paso del tiempo.

    Atallah es uno de los pocos directores que puede contar que obtuvo en dos ocasiones el prestigioso fondo holandés Hubert Bals, que además de ayudar a la realización de "Lucía", ahora lo apoya en su nuevo proyecto de largometraje: "Rey", inspirado en la historia real de un francés que fue proclamado Rey de la Araucanía y la Patagonia por indígenas de la zona, tras su llegada al país en la década de 1860.

    El director nacido en Santiago conversó con Emol sobre los orígenes de "Lucía", que recién comienza su trayecto por festivales, y también del nuevo proyecto que está empezando a cobrar forma.


    - ¿Cuál es el origen de la idea de "Lucía"?
    "La idea no tuvo un inicio particular, pero surgió por un lado cuando vi el funeral de Pinochet. Lo estuve grabando por la televisión, mirando las imágenes, y se me vinieron muchas cosas encima, recuerdos de cosas que tenía guardados. Y también mi mujer, que es la actriz principal. La historia está inspirada en parte en cosas que tienen que ver no necesariamente con su vida, pero con personas cercanas a ella. Está inspirada en personas que ella conoce, familiares y amigos".

    - ¿Cómo trabajaste la casa que es un eje de la película?
    "La casa es así, no tocamos casi nada, sólo pintamos algunas piezas. La inspiración fue la luminosidad particularidad que tiene la casa, las sombras, y también todas las cosas que tiene acumuladas a través de los años, como un museo de objetos. La casa también tiene algo muy romántico y horroroso, como un cuento de Edgar Allan Poe, que podría ser de una película de terror, pero también la encuentro extremadamente bella".

    - ¿Cómo fue la experiencia del estreno mundial de la película en el Festival de San Sebastián?
    "Fue bueno. La mostré un par de veces, hablé con el público y hubo reacciones bastante diferentes. Algunas personas a las que no les gustó nada, otros que les encantó. Fue muy bueno escuchar esos comentarios".

    - Recientemente volviste a ganar el fondo de Hubert Bals para tu nueva película, "Rey". ¿En qué parte del proyecto están y cuál es la historia?
    "Estamos desarrollando el guión, que está inspirado en Orllie-Antoine de Tounens, un francés que vino a Chile y fue elegido rey por unos líderes mapuches en la región de la Araucanía. Fue una propuesta de él hacer una monarquía constitucional. Es una historia bastante particular".

    - ¿De dónde recogiste una historia tan peculiar?
    - "No sé, yo creo que la vi en una feria de libros usados".


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    Rodrigo González Fernández
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    Piñera asegura estar "muy preocupado" por la caída sostenida del dólar No obstante, el Presidente descartó disposiciones impositivas al estilo de Brasil, pero afirmó que "estamos pensando en otras medidas".ReutersCompartir | | Lunes 18 de Octubre de

    Piñera asegura estar "muy preocupado" por la caída sostenida del dólar

    No obstante, el Presidente descartó disposiciones impositivas al estilo de Brasil, pero afirmó que "estamos pensando en otras medidas".

    Reuters
    Lunes 18 de Octubre de 2010 09:06

    LONDRES.- El Presidente Sebastián Piñera dijo hoy que estaba preocupado por la caída sostenida del dólar, pero señaló que no planeaba aplicar medidas impositivas al estilo de Brasil sobre el ingreso de flujos de capitales.


    "Estamos muy preocupados", dijo Piñera en el marco de una conferencia en Londres durante su gira por Europa.


    "Obviamente, estamos preocupados debido a que nuestro peso se apreció en el último mes, al mismo tiempo que estamos atravesando por una fase de altos precios del cobre y el costo de los términos de intercambio (...) es normal", agregó.


    Consultado por si Chile estaba planeando medidas como el impuesto brasileño sobre la inversión extranjera en los mercados locales de bonos, respondió "no".


    "Estamos pensando en otras medidas (...) para fortalecer la apertura de la cuenta de capitales, para dejar que la inversión chilena crezca en el extranjero", agregó.


    El Mandatario dijo además que es esencial duplicar la capacidad de generación de energía si el país alcanza un ritmo de crecimiento económico del 6 por ciento al año.


    Consultado sobre una cifra de 30.000 a 35.000 millones de dólares citada por analistas sobre inversión en generación eléctrica: "en esa área, es absolutamente necesario, de otro modo, la energía pondrá un freno a nuestro desarrollo".


    Agregó que Chile se centraría en hidroelectricidad y otras fuentes renovables de energía.


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    Rodrigo González Fernández
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    Los mineros rescatados piden "respeto y paciencia" ante el acecho de la prensa


    Los mineros rescatados piden "respeto y paciencia" ante el acecho de la prensa

    COPIAPÓ, Chile — En medio de un fuerte acoso de la prensa, varios de los 33 mineros rogaron el domingo "respeto y paciencia" a la prensa y algunos anunciaron un pacto de silencio para evitar contar, al menos por ahora, detalles de su supervivencia a más de 600 metros en la profunidad de una mina.

    En su primer contacto oficial con la prensa, siete de los 33 mineros, protagonistas del extraordinario rescate de la mina San José, en el norte de Chile, tras pasar casi 70 días enterrados, indicaron que existe entre ellos un pacto de silencio, que calificaron como "secreto de estado", para evitar dar detalles sobre su hazaña.

    Otros como el minero Omar Reygadas, desmintió el domingo la existencia de un pacto de silencio establecido antes de subir a la superficie. Al llegar al campamento Esperanza, donde acudió junto a una docena de sus compañeros para conocer el lugar donde sus familiares permanecieron durante más de dos meses hasta su rescate, Reygadas dijo: "no hay pacto de silencio. No hay nada que esconder, nosotros dentro lo pasamos como compañeros, nunca hicimos algo que nos avergoncemos".

    Pero lo que sí imploraron a la prensa muchos de los mineros que acudieron el domingo a la misa que se ofició en el Campamento Esperanza fue "respeto, por ellos y sus familias, para que los dejen descansar un tiempo, hasta que por fin estén preparados para contar".

    "Denme mi espacio, por favor", rogó Reygadas al enjambre de periodistas que se acumuló frente a la carpa donde durmieron durante casi 70 días sus familiares hasta el rescate de la semana pasada, mientras su nieta intentaba ante el acecho de las cámaras calmar el llanto de su bebé.

    En el automóvil del minero Claudio Acuña estaba su pequeña hija llorando. Una mujer que iba en el vehículo le rogó "sonríe, así te sacan fotos, se van y nos dejan tranquilos".

    Pese a que los mineros presentes en el campamento Esperanza no tuvieron ningún problema en posar ante las cámaras, casi todos ellos rechazaron tajantemente dar declaraciones a la prensa. Incluso la policía tuvo que intervenir para permitir que atravesaran y vieran algo de los remanentes del campamento Esperanza, al pie de la Mina San José, donde ocurrió el accidente el 5 de agosto.

    En la conferencia de prensa del sábado, el minero Juan Illanés, quien ofició de portavoz del grupo, imploró a los medios de comunicación que tuvieran paciencia y prudencia al informar y confirmó además que los mineros prevén escribir un libro sobre su hazaña.

    Al menos tres mineros contactados por la AFP confirmaron que hay un acuerdo de silencio pero que este sólo se refiere a lo que sucedió durante los primeros 17 días, cuando el mundo los daba por muertos. Los tres aducieron que este acuerdo se había realizado por temas legales, de manera de no entorpecer las investigaciones sobre la responsabilidad de la Mina San Esteban en el accidente del 5 de agosto, provocado por un derrumbe en el yacimiento.

    "De los primeros 17 días no vamos a hablar hasta que se aclare la investigación", dijo a la AFP Carlos Bugueño. El joven, fanático del club de fútbol Universidad de Chile, sí se refirió a las condiciones "inhumanas" que sufrió y la "enorme soledad" que sintió durante más de dos meses, sometido a altas temperaturas y humedad extrema.

    María José, una de las hijas de Mario Gómez, el más veterano de los 33 mineros rescatados, reflexionó ante el sorprendente acecho de las cámaras: "Me sacan fotos si miro para allá, me sacan fotos si bostezo ...no puedo hacer más nada".

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    Rodrigo González Fernández
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    DERECHOS HUMANOS: VICENÇ NAVARRO Mario Vargas Llosa, ¿defensor de los derechos humanos y de la libertad?

  • 38x38 Vicenç Navarro
  • VICENÇ NAVARRO

    18/10/2010




  • Mario Vargas Llosa, ¿defensor de los derechos humanos y de la libertad?

    Una característica de gran número de políticos, periodistas o escritores que dicen promover la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica y otros continentes es su selectiva interpretación de lo que son los derechos humanos. Sus preocupaciones se centran exclusivamente en los derechos humanos de los disidentes en países con gobiernos con los que tales supuestos defensores de los derechos humanos están en desacuerdo. Con ello, están utilizando el noble concepto de derechos humanos para sus intereses políticos. Un ejemplo de ello es el recientemente galardonado Premio Nóbel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Tal autor ha estado utilizando la causa de los derechos humanos para agredir verbalmente a los gobiernos venezolano, boliviano, ecuatoriano, cubano, argentino, brasileño, entre otros, todos ellos gobernados por partidos de izquierda o centro izquierda. Me parece muy bien, e incluso loable, que se critiquen comportamientos represores de los derechos civiles de los ciudadanos de aquellos países cuando ello ocurra. Pero lo que es denunciable es la enorme selectividad y sesgo en tales denuncias. Vargas Llosa raramente incluye entre sus críticas a gobiernos conservadores y neoliberales. El asesinato de más de 2.000 personas falsamente acusadas de terroristas por las fuerzas armadas del gobierno Uribe en Colombia, y la brutal represión que está existiendo en Honduras, nunca ha sido sujeto de crítica por parte de tal autor. La violencia que ocurre en Venezuela sí que ha sido criticada. La que tiene lugar en Colombia (el país del mundo donde se asesinan más sindicalistas) nunca ha sido criticada. Y así un largo etcétera. Su sensibilidad hacia los derechos humanos ha tenido siempre una coloración política, definitiva y clara. Ha estado siempre puesta a disposición de una sensibilidad política, reproduciendo la guerra fría. Este sesgo claramente político conlleva, pues, una interpretación muy reduccionista de lo que son derechos humanos.

    La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948, incluye como tales, no sólo los derechos políticos y civiles (los derechos derivados de la libertad de organización y de opinión), sino también los derechos económicos y sociales, tales como el derecho al trabajo, a un salario justo, a la salud y a la educación y a la seguridad social que, en gran manera condicionan la existencia, a su vez, de los derechos políticos y civiles. En realidad, es difícil hablar de los segundos independientemente de los primeros. Y un ejemplo de ello es EEUU, donde la enorme concentración de las rentas y de la propiedad dificulta enormemente la expresión democrática, pues tanto los medios de comunicación como los órganos representativos están claramente controlados (los medios) e influenciados (el Congreso Estadounidense) por los grupos económicos, enormemente poderosos, que limitan tales derechos. El Presidente Obama de EEUU ha alertado, con razón, de las enormes limitaciones que comporta para la democracia de aquel país la enorme influencia que los lobbies económicos y financieros tienen sobre las instituciones representativas estadounidenses y sus derechos políticos y sociales.

    La evidencia existente y documentada en la literatura científica muestra claramente que la enorme concentración de la riqueza económica dificulta el desarrollo de la democracia pues, en cualquier país, poder económico se traduce en poder político. Esta traducción se hace a través (entre otros instrumentos) de los medios de información y persuasión que, controlados por tales grupos, configuran los parámetros dentro de los cuales tiene lugar el supuesto debate y competitividad política. No es, pues, de extrañar que todos los gobiernos de centro izquierda e izquierda en aquellos países latinoamericanos tengan enfrentamientos con los poderes mediáticos en sus intentos de diversificar las ofertas mediáticas muy limitadas y reducidas existentes en aquellos países. La supuesta "defensa de la libertad de expresión" es, en realidad, en muchos de aquellos países la defensa de monopolios mediáticos e informativos que dificultan enormemente la expresión y desarrollo democrático.

    Presentarse, pues, como defensores de los derechos humanos, sin nunca referirse a los derechos económicos y sociales es un sesgo que refleja una enorme insensibilidad hacia el hecho evidente de que los derechos políticos están claramente determinados por los derechos económicos y sociales. Y los países de Latinoamérica son un claro ejemplo de esta realidad. Aquel continente se caracteriza por tener las desigualdades de riqueza más acentuadas del mundo, lo cual explica la escasez de sistemas democráticos en la historia de aquel continente y las enormes limitaciones de tales sistemas. Ni que decir tiene que en aquellos países donde hay democracia, existe competitividad política, pero tal competitividad está tan desequilibrada, con gran escasez de recursos para las opciones de izquierdas frente al gran apoyo de bloques económicos y mediáticos de las derechas, que tal competitividad toma lugar predominantemente entre partidos de derechas (conservadores versus liberales) con escaso espacio democrático para las izquierdas. Las últimas elecciones en Colombia son un reflejo de ello.

    De ahí se deriva que la expresión libertad tiene significados muy distintos según el grupo y la clase social que la utiliza. Como bien dijo el Presidente Abraham Lincoln de EE.UU., "En teoría todos declaran su amor a la libertad. Pero la libertad de la clase de propietarios no es la misma que la libertad de los que trabajan para los propietarios. Y las instituciones del estado favorecen sistemáticamente el entendimiento que de la libertad tienen los primeros a costa de los segundos". Esto ocurre no sólo en América Latina, sino en la mayoría de países incluyendo EEUU. Como dijo recientemente Richard Trumka, el Secretario General de los Sindicatos estadounidenses (AFL-CIO), "Si un trabajador al salir de una fábrica conduce su coche con imprudencia y atropella al dueño de la fábrica, es probable que pierda el carnet de conducir y vaya a la cárcel, además de pagar una elevada multa. Pero si el dueño de la fábrica daña la salud de sus 500 trabajadores por utilización imprudente de productos nocivos, casi nunca perderá su licencia de dirigir la empresa, y nunca le enviarán a la cárcel. Y es probable que, incluso, no reciba una multa". Dentro de este marco, ¿de qué derechos humanos y de que libertad habla Mario Vargas Llosa? Es importante y necesario que se denuncien las violaciones de los derechos humanos y la reducción de la libertad donde ello ocurra. Pero esta denuncia pierde credibilidad cuando se expresa selectivamente en contra de ciertos estados y cuando se escogen unos derechos a costa de otros tan o más importantes que los que Mario Vargas Llosa escoge como motivo de su atención.

    Comentarios sobre el artículo de Javier Cercas, laudatorio de Mario Vargas Llosa
    Una última observación. Escribí este artículo que el lector acaba de leer el pasado viernes. Siempre lo escribo el viernes para que mi columna aparezca el lunes. Pero al leer el artículo de Javier Cercas sobre Mario Vargas Llosa, escrito ayer, domingo día 17 de octubre, titulado "La Izquierda y Vargas Llosa", me siento en la necesidad de comentarlo, pues su tono, predeciblemente halagador de Mario Vargas Llosa, va acompañado de una serie de observaciones, algunas insultantes, sobre las izquierdas, que merecen una respuesta.

    Pero primero analicemos los halagos. Cercas repite el aplauso a Vargas Llosa por "nadar contra corriente". Tal frase parece indicar que sus ideas han sido siempre contrarias a las estructuras de poder político y mediático en América Latina y en el mundo, lo cual es fácilmente demostrable que no ha sido el caso. Antes al contrario, Mario Vargas Llosa ha sido el portavoz del neoliberalismo que ha sido la ideología y el proyecto promovido por las estructuras del poder en América Latina y EEUU durante los últimos treinta años. Sólo hace unos pocos años que gobiernos de izquierda han roto con tal ideología. Las amplias cajas de resonancia que Mario Vargas Llosa tiene en aquellos continentes se deben a su continua hostilidad a estos gobiernos de izquierda, no a las fuerzas político-económico- intelectuales dominantes en ellos.

    En el mismo tono laudatorio poco creíble, Cercas añade que Vargas en defensa de los derechos humanos nunca se ha servido de ellos. ¿Cómo explica Cercas, la selectividad en su defensa de los derechos humanos, que excluye a aquéllos próximos a él por su ideología? Igual de errónea es su aseveración de que Mario Vargas Llosa siempre separa –según Cercas- la crítica de las ideas de las críticas a las personas, añadiendo que "Vargas Llosa nunca considera que un hombre equivocado es un hombre inmoral". Tengo que admitir que tuve que leer esta frase dos veces. Le aconsejo a Cercas que lea los artículos y escrito de Vargas Llosa sobre Chávez, sobre Evo Morales y sobre Fidel Castro. Inmoral es el término más amable que Vargas Llosa utiliza para definirlos. Uno puede estar en desacuerdo con las políticas e incluso con las personas a las que Mario Vargas Llosa critica, pero debiera haber límites en cuanto a la manera que esta crítica se expresa, límites que Vargas Llosa y otros pensadores neoliberales han traspasado con creces.

    Por último, Cercas, no sólo alaba acríticamente a Vargas Llosa, sino que de una manera condescendiente aconseja a las izquierdas que aprendan de Vargas Llosa e incorporen en su ideario elementos de su filosofía. No sé a que izquierdas se está refiriendo Cercas, pues tanto en Latinoamérica como en Europa hay una gran diversidad de izquierdas. Pero si las izquierdas gobernantes en Europa están en profunda crisis, se debe precisamente a haber ignorado –como Vargas Llosa ha hecho siempre- que los determinantes de los derechos civiles y políticos son –tal como he indicado en este artículo- los derechos básicos económicos, laborales y sociales. Este olvido ha facilitado su transformación en partidos socioliberales que han causado su ruina electoral. Al revés que lo que sugiere Cercas, le aconsejo a las izquierdas que estén tan lejos como sea posible del neoliberalismo, eliminando sus valores dentro de sus proyectos políticos.

    (Para una lectura más extensa de este artículo leer mi ensayo "The economic and political determinants of human (including health) rights" Routledge, Kegan Paul (US) y Tavistock Publishers (UK). 1986. Colgado en mi blog www.vnavarro.org , sección Inglés)

    Vicenç Navarro  es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University
    www.vnavarro.org


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    Saludos
    Rodrigo González Fernández
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