“Que los Gobiernos ataquen a los ‘lobbies’ es bueno para nuestro negocio”
El día previo a la fiesta de inauguración de Barack Obama al frente del Gobierno americano, el poderoso lobista Anthony Podesta y su mujerHeather regalaron una estatua del nuevo presidente de cinco pies de alto (algo más de metro y medio) a la National Portrait Gallery. Era un gesto que recordaba que, aún después de que el demócrata se quejase de los lobbiesen las decisiones políticas, es difícil escapar a los grupos de presión de la calle K de Washington D.C.
“Cada vez que nos atacan por ser demasiado poderosos, aumenta nuestro negocio”, reconoce a El Confidencial Podesta, que se encuentra en España para ofrecer una charla sobre lobbies, transparencia y legalidad en EEUU y Europa en la Fundación Rafael del Pino. Un negocio bastante enjundioso, como pone de manifiesto la facturación de alrededor de 27 millones de dólares que su compañía, el Podesta Group, obtuvo durante 2011, y la alta frecuencia con la que “Tony”, a quien el New York Times dedicó un artículo que lo llama “el superlobista”, aparece entre los más importantes de Estados Unidos.
“Hemos crecido a lo largo de los años, desde que arranqué junto a mi hermano en un sótano más pequeño que esta habitación, y ahora tenemos una plantilla de casi 90 personas, con gente en California o Boston, aunque la mayor parte esté en Washington”. Su hermano es nada menos que John Podesta, consejero de Obama y fundador de uno de los más importantesthink tanks demócratas, el Center for American Progress. ¿Todo queda en familia?
La mala fama de los grupos de presión
Durante los últimos años, se ha hecho un gran esfuerzo –también por el propio Podesta– para darle la vuelta a la imagen de oscurantismo y corrupción que suele ir asociada a los grupos de presión. “Los lobbies en Estados Unidos también tienen mala fama, pero todo el mundo tiene el suyo”, asegura Podesta, de origen griego, cuando se le pregunta si en EEUU están mejor aceptados que al otro lado del charco.
“Nuestra actividad no es misteriosa, ilegal o corrupta”, reivindica Podesta, que pone énfasis en el papel informativo de los grupos de presión.
“Loslobbies proporcionan información útil al Gobierno y a los miembros del Congreso, así que mientras el sistema esté abierto a que todo el mundo pueda dar a conocer su información y haya transparencia, que haya acceso para saber quién defiende qué, contribuirá a mejorar la política”.
La fórmula es, en apariencia, sencilla: “De cuanta más información se disponga, mejor, si la alternativa es no tener información en absoluto”. Para ello es vital la aprobación de leyes como la de transparencia, que cree que “ayudará a que en España se entienda mejor cómo funciona el sistema”.
Podesta con su mujer y Robbie Myers, editora de Elle. (Embajada de Italia/Alfredo Flores)
¿Lobbies para todos?
Una de las afirmaciones más célebres de Podesta es aquella que asegura que todo el mundo tiene un lobista, y que el que no lo tiene, lo desea. Pero ¿son los lobbies para todos? ¿O simplemente para aquellos que se los pueden pagar? “Trabajamos para todo tipo de grupos de intereses: los abogados tienen sus lobbies, los negocios tienen lobbies, etc. En Washington no hay apenas ningún grupo social que no disponga de uno”.
Pero ¿no son el dinero y los contactos políticos decisivos a la hora de conseguir que trasciendan determinadas medidas? “No funciona así. El dinero no siempre gana. Hay casos de campañas de lobby donde David ha abatido a Goliat. A veces la gente pequeña pero dedicada puede resultar decisiva en las decisiones de los Gobiernos. Otras veces los muy ricos y poderosos malgastan su dinero y pierden”, explica Podesta.
El licenciado en Ciencias Políticas utiliza el caso de un jugador de fútbol americano a nivel universitario, hijo de una leyenda del deporte, que quedó paralítico tras romperse el cuello para describir cómo una simple familia puede conseguir que se destinen 30 millones anuales de dólares a la investigación sobre las lesiones de médula espinal. También, de qué manera funcionan: “Se trata de contar historias. En ese caso, explicábamos que ya que el padre fue un jugador importante, su hijo quería seguir su camino y no pudo: es una historia de interés humano”. La clase de narración que conmueve al gran público, pero también a los corazones de los congresistas.
No obstante, y según publicó Huffington Post, sus clientes más habituales son mucho más grandes: Podesta recibió en 2010 más de cinco millones de dólares de la industria de la salud o más de dos de la industria energética.
¿Cuáles son los clientes más habituales de los lobbies? “La mayor parte de grupos empresariales, ya que la política es muchas veces el choque de dos grandes grupos. Por ejemplo, el sector de la energía solar y renovable lucha contra la del petróleo, así que las decisiones tienen que tener en cuenta a ambos. Por cada fuerza hay una contrafuerza”.
La democracia de los lobbies
Para Podesta, el trabajo de los grupos de presión facilita la tarea del Gobierno, en virtud de ese papel de informadores que, según él, los define. “Hay un abismo de conocimiento entre los millones de grupos que hay en la sociedad y los miembros del Congreso, que no pueden saberlo todo”, explica. “Las investigaciones que ponemos en marcha conducen al cambio de políticas que pueden ser de gran ayuda”.
¿Fortalecen los lobbies la democracia? ¿O es ir incluso demasiado lejos? “Un grupo de presión es tan poderoso como lo sean sus argumentos y la información de la que dispongan”, argumenta el hombre que financió parte de las campañas de Ted Kennedy o Bill Clinton. “Unlobby basa su credibilidad en proporcionar información correcta, acertada y sincera. Si eres un miembro del Congreso y te digo algo que no es cierto, ya no volverás a hacerme caso nunca más”.
Podesta justifica su rápida escalada de aquel pequeño apartamento a la calle K como resultado de su buena fama. “Es una cuestión de boca a boca; la gente que tiene buenas experiencias con nosotros le dice a sus amigos que funcionamos”, explica. “Es un negocio que se basa únicamente en el capital y el talento humanos. Tenemos gente muy buena trabajando y una gran reputación de integridad y eficiencia, dos cosas que no siempre van juntas”.
Cabría pensar que, dada la afinidad de Podesta con Obama, la mayor parte de sus trabajadores fuesen demócratas, pero no es así: “La mitad de nuestra gente son demócratas y la otra mitad son republicanos. Tenemos que hablar con ambos partidos. Tal y como está planteado nuestro sistema político, es raro que un único partido lo controle todo, así que hay que conseguir que los dos partidos se pongan de acuerdo”. Los lobbies hacen extraños compañeros de cama.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
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