El presidente de EE.UU. solicita a China y Rusia que impidan a Corea del Norte lanzar un cohete capaz de alcanzar Alaska con una ojiva nuclear
El mismo día que Japón se quedaba con solo uno de sus 54 reactores nucleares en marcha tras el desastre de Fukushima, en Corea del Sur arrancaba ayer la II Cumbre de Seguridad Nuclear. Con la presencia en Seúl de más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, sus objetivos son impedir otro accidente como el de la central nipona y evitar que grupos terroristas se hagan con armas atómicas. Dicha iniciativa la lidera el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien en 2009 pronunció en Praga su histórico discurso sobre la reducción del arsenal nuclear mundial y hace dos años impulsó la primera reunión de este foro en Washington.
A pesar de los logros obtenidos desde entonces, Obama ha vuelto a insistir en esa misma línea en un encuentro con estudiantes de la Universidad de Hankuk previo a la inauguración de la cumbre. «El peligro de un atentado nuclear es una de las mayores amenazas para la seguridad global porque grupos terroristas y bandas criminales intentan apoderarse de material radiactivo para fabricar una "bomba sucia", así como del arsenal atómico que no está debidamente protegido, suficiente para muchas armas», advirtió el inquilino de la Casa Blanca. Quizás por su condición de Nobel de la Paz o con la vista puesta en las elecciones de noviembre, Barack Obama confesó sentirse con la «obligación moral» de pilotar este recorte armamentístico.
«Con más de 1.500 misiles atómicos desplegados y 5.000 cabezas nucleares, tenemos más armas de las que necesitamos», señaló antes de entrevistarse con su homólogo ruso, Dimitri Medvédev, para convencerle de que su país siga el mismo camino bajo la nueva presidencia de Vladímir Putin.
Además, ambos discutieron la tensión creciente en Irán y Corea del Norte, que ha eclipsado esta cumbre con su intención de lanzar a mediados de abril un satélite espacial que, en realidad, podría ser la prueba encubierta de un misil de largo alcance con capacidad para golpear las costas de Alaska o de la costa oeste norteamericana con una ojiva nuclear.
Un asunto que Obama también abordó con el presidente chino, Hu Jintao, a quien instó a que ejerciera su influencia sobre el régimen estalinista de Pyongyang para detener dicho lanzamiento, que viola la Resolución 1874 de la ONU. «Aunque la excusa es poner en órbita un satélite espacial para conmemorar el 100 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte, se trata de una exhibición de fuerza de su nieto y nuevo caudillo, Kim Jong-un, porque su poder no está todavía muy consolidado tres meses después de suceder a su difunto padre, Kim Jong-il», analizó para ABC el profesor Shin Chang-hoon, experto del Instituto Asan de Estudios Políticos.
El problema
Al margen de estas turbulencias en la escena internacional, el propósito principal de la cita de Seúl consiste en reforzar la seguridad nuclear en un planeta acuciado de energía, sobre todo para alimentar el crecimiento de los países en vías de desarrollo y con China e India a la cabeza de las economías emergentes. Durante las tres próximas décadas, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) calcula que se doblarán los 436 reactores nucleares que existen ahora en todo el mundo.
Aunque algunas naciones avanzadas, como Alemania y Suiza, han anunciado su intención de prescindir de la energía atómica, otras 40 — la mayoría en vías de desarrollo— ya han planeado o están construyendo 558 reactores. Al contrario de lo que podría pensarse, dicho número no ha descendido a raíz del desastre de Fukushima, ya que hace un año había en marcha 547 proyectos de reactores nucleares.
Garantizar su seguridad es crucial para todo el planeta porque cada vez hay más material radiactivo que puede caer en malas manos y ser utilizado por grupos terroristas. «Tenemos un problema global que exige una solución global, pero no hay requisitos de seguridad internacionales, sino solo recomendaciones, para proteger los arsenales atómicos y las cada vez más numerosas instalaciones nucleares de uso civil», alerta a este periódico Kenneth Luongo, copresidente del Grupo de Trabajo de Materiales Fisibles.