LA TERCERA, por Cristián Bofill y Héctor Soto, 02/01/2011 - 09:30
El director del CEP sostiene que el factor Bielsa fue determinante en la pérdida del apoyo que obtuvo Piñera con el rescate de los mineros. Pero su tesis que eso es un reflejo del problema de fondo: que el Presidente debe demostrar que se mueve más por convicciones que por cálculo. Tiene algo así como 23 años de encuestas en el cuerpo, desde que el CEP las comenzó a hacer a fines de 1986. Y como son más de 50 estudios de opinión, Arturo Fontaine se mueve como pez en el agua a la hora de reconocer tendencias e identificar fenómenos entre tantos gráficos y cifras.
Ciertamente ha visto mucho. Ha visto subir y ha visto caer. Sabe tanto de liderazgos persistentes como de popularidades repentinas. Y aunque la ráfaga de aprobación que cayó sobre el gobierno de Sebastián Piñera, a raíz del rescate de los mineros, nunca fue registrada por el CEP, porque la encuesta anterior se tomó antes de la epopeya y cuando se hizo el trabajo de campo para ésta ese capital ya se había evaporado, Fontaine apela a otros estudios de opinión para inferir que el episodio Bielsa fue devastador para La Moneda.
Fontaine es un interlocutor que, aparte de manejarse con rigor en las lógicas de la política, tiene inspiración literaria, que para estos fines también ayuda. En la política siempre hay un poco de drama, eventualmente algo de tragedia y no pocas veces algunas buenas dosis de comedia.
Director del CEP desde 1983 y académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile, Fontaine publicó el 2010 La vida doble -que cosechó elogios de la crítica- y es miembro del directorio del Museo de la Memoria creado por la Presidenta Michelle Bachelet.
¿Qué destacaría de esta encuesta, la segunda del gobierno de Sebastián Piñera?
Entre los aspectos más inmediatos lo más interesante es explicar por qué el gobierno no pudo retener la popularidad que consiguió con el rescate de los mineros. Tal vez no hay una causa única, pero existen muchos indicios que apuntan en dirección al episodio Bielsa. Ya la encuesta Adimark posterior a la que le asignó en octubre un peak de popularidad de 63% hizo caer el apoyo al gobierno a 50%. Otra encuesta de Imaginacción, de comienzos de noviembre, planteó que el 57% sospechaba intervención del gobierno en el proceso electoral de la ANFP. Obviamente esta impresión no constituye una prueba, pero da cuenta de una percepción compartida por un gran sector de opinión. Por lo demás, existían factores objetivos que hacían verosímil la sospecha: la mala relación de Bielsa con el Presidente y las acciones de Colo-Colo que él mantenía en su poder.
¿Cree que el gobierno hubiera retenido la popularidad de octubre sin ese episodio?
Creo que sí. La actuación del ministro Golborne lo comprueba. El ministro, después de la entrevista de Bielsa, dijo en un twitter: "Harold Mayne-Nicholls es un gran profesional y un buen amigo. He trabajado con él y sé lo mucho que hace por el fútbol. Todo mi apoyo en estos momentos duros". O sea, Golborne se desmarcó. Fue el único alto dirigente gubernamental que esa mañana hizo explícito su apoyo al presidente de la ANFP y a Bielsa. Esto no fue trivial.
¿No responderá la caída a factores más estructurales, como el carácter del Presidente?
Las conjeturas son complicadas de manejar. Pero no cabe duda de que el tema de los conflictos de interés estaba instalado desde hace tiempo y que era un flanco vulnerable del Presidente. Mi impresión es que no le dio al tema la importancia que tenía: lo vio como una cuestión de estimaciones que él podía medir a través de encuestas y que podía neutralizar en sus efectos a su debido tiempo. De hecho, esperó el castigo político para actuar. Entonces, como dice Alfredo Jocelyn-Holt, nos encontramos ante un Presidente que es rápido para todo, menos para vender sus empresas. Demoró demasiado. Tuvo que venir la presión de la dirigencia política para deshacerse de Chilevisión y tuvo que ocurrir lo que ocurrió para que, felizmente, terminara vendiendo sus acciones de Colo-Colo. Lo positivo es que finalmente dio los pasos que debería haber dado antes. De hecho, él mismo en una entrevista reconoció que debería haber despejado antes estos temas.
OPORTUNIDADES VERSUS PRINCIPIOS
El problema, entonces, fue de oportunidad. Actuó demasiado tarde.
No. El asunto es de fondo. Una cosa es actuar en función de oportunidades y cálculos y otra cosa es actuar por principios y convicciones. En los episodios de Chilevisión y Colo-Colo, el Presidente actuó del primer modo. En el tema de los mineros actuó del segundo modo. Ahí, no obstante que las posibilidades de éxito eran escasas, no hubo cálculo sino convicción.
¿Siempre la actuación desde las convicciones o los principios serán reconocidas?
No siempre. Pero esa es la gracia que tiene el actuar por principios: es algo que vale por sí mismo. Y es la lección que hay que rescatar de todo esto. Los presidentes al final son juzgados por sus rasgos de carácter. Maquiavelo, que era muy republicano, sostenía que la gran ventaja de la república era que el pueblo podía tener la sabiduría para juzgar el carácter de un político. Según él, ese carácter está muy marcado por ciertas decisiones éticas que adopte, al margen de la impopularidad o las incomprensiones que le puedan traer. Obviamente, Sebastián Piñera es capaz de actuar desde las convicciones. En el episodio de los mineros lo hizo y el país se lo reconoció. También lo hizo el ministro Golborne y a él la opinión pública se lo sigue reconociendo.
¿No diría que Piñera es más pragmático, y que su reacción ante el derrumbe de la mina San José corresponde más bien a una excepción?
Bueno, a veces las excepciones importan más que las rutinas diarias en un político. Margaret Thatcher llegó a ser quien fue cuando ella se la jugó por las islas Malvinas. La guerra de las Malvinas, mucho más que los temas económicos, es el hito que marca el cambio de su percepción. Después de eso se convierte en un fenómeno. En definitiva, yo creo que lo más importante en un líder es el temple moral ante una adversidad o ante un desafío inesperado en donde sale, por así decirlo, lo más profundo que esa persona tiene. Piñera puede moverse a esa altura. Yo creo que se ha estado subestimando el desarrollo mental de los chilenos al asumir que el Presidente no puede entrar en temas políticos más abstractos y de mayor vuelo como igualdad de oportunidades, movilidad social, medioambiente y desarrollo o pobreza y espíritu de superación.
¿Cómo proyectar el gobierno de Piñera a partir del actual escenario?
Creo que está claro el terreno donde debe situarse y el camino que debe elegir. Yo no veo otro que el de los principios y las convicciones. Mi impresión es que el 2011 va a tener un año tranquilo; la situación económica ya es buena, va a seguir mejorando, y tiene al frente una Concertación sumamente debilitada.
(Pregunta:) A pesar de sus observaciones, la situación del Presidente es compleja. En primera vuelta él obtuvo un 45% de los votos, proporción que elevó a poco más del 50% en la segunda vuelta. Pero la nueva encuesta lo devuelve al punto de partida. Y con un agravante: no es que el Presidente haya estado ausente o distante; al contrario, ha sido un Mandatario muy protagónico y presente, con mucha ansiedad de ser popular y querido.
(Respuesta:) Bueno, hay falencias indudables. Los jóvenes en particular lo perciben como un Mandatario muy lejano. Ha subido, por otro lado, en seis puntos porcentuales la tasa de desaprobación. Mi impresión es que aquí hay problemas comunicacionales serios. Pero no del aparato comunicacional gubernativo. El problema es del propio Presidente. Se le ve demasiado formateado y autoconsciente. Demasiado ansioso en la televisión. Creo que le convendrían menos adjetivos y más sentido del humor. Huidobro decía que el adjetivo que no da vida, mata. No es necesario meter tres adjetivos cada vez que hable. El Presidente necesita menos discursos y más conversación. El tono de conversación permitiría mayor reposo y espontaneidad.
DE CARA AL 2014
Veamos las figuras mejor perfiladas en la centroderecha. Empecemos por el ministro Golborne.
Es la única figura realmente nueva y está muy arriba. También es interesante el caso de Hinzpeter. Ambos tienen en común que no vienen de las familias tradicionales chilenas vinculadas a la empresa o a la política. Ambos son figuras que han llegado adonde están en función de méritos propios, no de su círculo social. Y creo que tienen una aproximación muy moderna a la política. Golborne viene del Instituto Nacional y tuvo una brillante trayectoria ejecutiva. Fue muy reconocido por sus pares y tiene una simpatía natural muy transparente en las cámaras. Hinzpeter, por su parte, siendo una figura más política, es muy inteligente y liberal, tal como Golborne. Pero tiene dos desventajas. Primero es RN, y lo natural sería que la siguiente presidencia le correspondiera a la UDI. La segunda es que el cargo de ministro del Interior es de alto riesgo.
¿Qué peso le atribuye a que en la encuesta Golborne aparezca como la figura más importante de su sector, con un 30%?
Es muy importante, porque significa que no sólo es una figura popular. También se le reconoce liderazgo político. Bachelet, que con 38% es la principal figura de la Concertación, aparece ahora con 20 puntos menos que en junio. Creo que su ausencia es percibida como una señal de que está en otro proyecto. Obviamente su popularidad sigue siendo muy alta. Pero no sabemos qué va a ocurrir con ella, hasta dónde esto va a seguir cayendo o se puede estancar. Es una carta que está ahí y es fundamental para la Concertación. Pero tampoco sabemos si la van a cuidar o no.
¿Ve similitudes en el fenómeno Golborne y el que llevó a Bachelet a La Moneda?
Sí, son fenómenos vinculados a la simpatía natural que despiertan. Es una identificación espontánea asociada en ambos casos, pese a que hay enormes diferencias, a una capacidad ética de enfrentar la desgracia, la presión y el dolor. En el caso de Bachelet, lo que manda es su historia de derechos humanos y de su padre. En el de Golborne con los mineros, él demostró empatía con el dolor y capacidad de conducción. Es un atributo importante de líder y generó gran identificación con la gente. Su gran desafío va a ser sostener esa popularidad desde su cargo, como lo hizo Bachelet desde Defensa.
¿Y Lavín?
No lo descarto para nada. Subió cinco puntos. Pero tiene una cartera muy difícil, donde es muy complicado producir resultados reales.
LA CRISIS DE LA OPOSICION
Vayamos ahora al otro lado del espectro. ¿Demuestra esta encuesta que la Concertación está en una crisis de proporciones?
Sí. Una crisis enorme. La Concertación tiene un desafío muy grande:
Renovarse, pero sin abdicar de su pasado y de los liderazgos que le dieron sentido a su obra. Es un difícil equilibrio, de cambio y continuidad. La imagen que tiene hoy el país es la de un grupo muy dividido y sin una estrategia para enfrentar el gobierno de Piñera. Esta encuesta no trae ninguna buena noticia para la Concertación. La evaluación de su papel opositor es muy baja, está en los puntos más bajos que llegó la Alianza en sus momentos más difíciles.
¿Dónde está el principal problema?
La Concertación tiene una parte de su liderazgo, no de su votación, de su dirigencia, que es muy crítica respecto de las obras realizadas por sus gobiernos, pese a que fueron muy buenos. Y eso todavía no termina de decantarse internamente, pese a que los liderazgos que surgen, Andrés Velasco o Carolina Tohá, indican un camino social demócrata. Parece que por ahí estuviera el camino de los votos. Pero no es un tema resuelto dentro de los partidos. Ahora, esto tiene que ver con un tema que va más allá de la Concertación: el crecimiento de los independientes y el desencanto con los políticos. La mitad del país no se identifica con ninguna coalición.
¿A qué lo atribuye?
A la crisis de los partidos políticos. Y creo que está vinculada a un hecho muy simple: un accionista minoritario de cualquier sociedad anónima tiene más derechos de los que tiene el militante de un partido político. Las elecciones de las directivas no se hacen por votaciones amplias ni con suficiente confiabilidad de los padrones electorales. Para enfrentar ese problema, es fundamental abordar la regulación de la elección de las dirigencias. Y de la mano, debería ir el tema del financiamiento. Soy partidario del financiamiento fiscal de los partidos políticos atados a proyectos de formación política, de preparación efectiva de dirigentes.
¿Qué medidas propone?
Tomar algunas experiencias internacionales que permiten aportar fondos fiscales para programas de formación de cuadros, para actividades propiamente políticas y de asesoría que les den a los partidos autonomía financiera. Actualmente el financiamiento de los partidos está en manos de quien quiera hacerlo y eso no es bueno para la democracia.