Quieren ser gobierno. Son tan católicos y conservadores como los propios patriarcas del partido. Admiran tanto a Reagan como a Obama y Sarkozy. Muchos han estudiado en el extranjero preparándose para llegar a La Moneda. Aunque no los apasiona, están dispuestos a votar por Sebastián Piñera. Es la nueva savia UDI, cuyos líderes más visibles son 50 militantes entre 28 y 43 años. Son los que en las últimas semanas decidieron levantar un candidato -José Antonio Kast- para la presidencia del partido, esgrimiendo las banderas de un recambio generacional y llevando a la UDI a algo inédito en su historia: una elección de timonel a dos bandas. La primera línea El grupo de "avanzada" lo conforman el conjunto de diputados "cuarentones": entre otros, Kast, Rodrigo Álvarez, Marcela Cubillos y Darío Paya. Todos ellos amigos desde sus tiempos como estudiantes de Derecho en la UC, donde al alero de Jaime Guzmán participaron del Movimiento Gremial. A ellos se une otro grupo proveniente de la Universidad Diego Portales: Gonzalo Uriarte, Felipe Salaberry y Marcelo Forni, quienes también conocieron al fundador de la UDI. "La figura de Jaime sigue siendo muy importante para nosotros. Es como si lo hubiesen matado hace sólo dos semanas. Él pedía la opinión a la gente joven del partido. Y la tomaba en cuenta", dice Paya. Un aspecto que marcó a esta generación fue comenzar su actividad política en los años 80, "cuando había que ser bien valiente para ser de derecha en la universidad", dice Cubillos. La propia diputada por Providencia fue vicepresidenta de Derecho y candidata a presidir ese centro de alumnos. El mismo que lideraron sucesivamente Paya, Kast y Álvarez. También los une haber optado por la carrera política antes de perfeccionarse en el extranjero. La excepción es Rodrigo Álvarez, quien cursó un posgrado en Harvard y hoy es considerado la "reserva intelectual" del grupo. Paya, en cambio, es el que trabaja en terreno y Kast quien las oficia como una especie de líder carismático, que hace de puente con los más jóvenes. Él se encarga de reclutar nuevos adeptos y organiza reuniones de reflexión política, al más puro estilo de las que realizaba Jaime Guzmán. Por eso, no es raro que sea él quien encabece la lista de renovación de la tienda de Suecia 286. Los UDI de esta camada son cercanos. Frecuentemente se invitan a comer y son padrinos de sus hijos. Sin embargo, al interior de este grupo no niegan que la cohesión se quebrantó hace ya dos años y que ya no es lo mismo. Un ejemplo de esto fue cuando Cubillos apoyó a Darío Paya para que fuera secretario general del partido y no a su íntimo amigo, Rodrigo Álvarez. Esto provocó las primeras tensiones. ¿Autocríticas? Reconocen que han mantenido un segundo plano. Las voces de los coroneles han opacado muchas veces sus propias opiniones. "Demasiado disciplinados", confiesa un miembro del grupo. Entre la calle y la academia El diputado por Calama, Felipe Ward (35), también es un nexo importante entre estos parlamentarios y el grupo que viene justo debajo, conformado por militantes que tienen entre 30 y 38 años y que cursaron la universidad ya en democracia. La mayoría no conoció a Jaime Guzmán, pero dice que recibieron su legado a través de figuras como Jovino Novoa, Pablo Longueira, Juan Antonio Coloma y Andrés Chadwick. "Los 'coroneles' fueron para nosotros tan importantes como fue Guzmán para ellos", asegura María José Hoffmann, concejal por Conchalí y miembro de esta camada. Comenzaron a ligarse directamente al partido a mediados de la década del 90. Entre ellos destacan Juan Pablo Moreno, sobrino de Jaime Guzmán y mano derecha de Hernán Larraín; Pablo Desbordes, quien fue presidente de la juventud UDI y es considerado el delfín de Pablo Longueira; Gonzalo Arenas, diputado por la IX Región; y el actual presidente de la juventud, José Luis Uriarte. A diferencia de la generación que los precede, están convencidos de que para gobernar se debe estar preparado. Por ello, el grueso estudió posgrados en el extranjero. Ward hizo un máster en Estudios Interdisciplinarios en Washington; Hoffmann junto a su amigo Rodrigo Arellano, concejal por La Pintana, optaron por volar a España para estudiar Políticas Públicas; y Aníbal Pinto, presidente ejecutivo de la Fundación Acción Emprendedora, aterrizó en la Universidad de Duke. Este grupo ha encontrado dos vertientes para acercarse a la vida política: el mundo social y el campo académico. Fiel representante de esta última tendencia es Ernesto Silva Méndez, vicerrector de posgrado de la Universidad del Desarrollo, considerado dentro del grupo como un embajador entre ellos, los coroneles y la generación de Kast, con quien hoy conversa al menos una vez por semana. A Silva se unen Gonzalo Muller y Rodrigo Arellano - también académicos de la UDD- y Desbordes, que es director de Asuntos Estudiantiles de la Universidad San Sebastián. Entre los que han optado por el trabajo social están María José Hoffmann y Aníbal Pinto. Este último creó hace cuatro años Acción Emprendedora, una fundación dedicada a promover la microempresa, que ya tiene sede en Washington, Perú y Guatemala, además de su base chilena. "Para construir el país que soñamos necesitamos cuotas de poder y éstas hay que crearlas haciendo cosas que nadie hace", afirma Pinto. Si bien valoran el trabajo que hicieron los líderes tradicionales del partido para acercar la tienda a la gente, muchos consideran que en los últimos años la tarea se ha dejado de lado. De ahí que quieran con urgencia regresar a "las raíces populares" de la colectividad. Es precisamente en este punto donde se deja caer el grupo de los "veinteañeros", cuyo semillero principal es la Fundación Jaime Guzmán. La última línea La entidad que lleva el nombre del senador asesinado promueve que jóvenes profesionales vivan in situ el trabajo municipal en comunas de bajos recursos. Esto a través de su programa Jóvenes al Servicio de Chile, creado en 2000 y que este año convocó a cerca de 80 jóvenes. En esta camada destacan el abogado de la UC Francisco Moreno, sobrino de Jaime Guzmán, quien durante el 2003 trabajó en Putre; Lucas Palacios, concejal UDI en Puente Alto y quien trabajó en la IX Región; Jaime Bellolio (28), quien optó por asumir un cargo en el Arzobispado de Santiago y en agosto partirá a Chicago para cursar un máster en Políticas Públicas; Julio Pertuzé, quien hoy estudia un doctorado en el MIT; Guillermo Ramírez, Cristóbal Leturia y Arturo Squella. Estos tres últimos figuran, además, como parte del grupo de seis jóvenes que están en tierra derecha para convertirse en candidatos al Parlamento en las elecciones de 2009, junto a Juan Pablo Moreno, Marcelo Rojas y el presidente de la juventud del partido, José Luis Uriarte. La fundación es una importante fuente de reclutamiento. Opera también como una especie de think tank donde los jóvenes preparan estudios para asesorar a los parlamentarios en temas como educación y liderazgo. Así se estrechan lazos con los congresales. Muchos de ellos, además, forman parte de los jóvenes que han vivido los "simulacros de campaña", organizados por Darío Paya. "Durante tres días nos encerramos para aprender a hablar en público y para actuar a las tres de la mañana cuando las circunstancias lo requieren, como forma de prepararnos para el futuro", explica Rodrigo Arellano. "No me digan que somos chicos" La nueva generación UDI en su globalidad se siente identificada con la carta de renuncia a la reelección que presentó Hernán Larraín. En ella critica los excesivos proyectos personales en desmedro de los colectivos. Concuerdan en que los "coroneles" hicieron un trabajo "impecable" en el pasado -pese a que las decisiones se tomaban a puertas cerradas, el partido funcionaba organizadamente-. Sin embargo, en el último tiempo han primado las desavenencias y los errores públicos, dicen. A ello se suma que los representantes más jóvenes de la tienda se sienten con la suficiente capacidad para entrar en la primera línea. "Yo tengo 41 años, nueve hijos y estoy casado desde hace 17 años... no me vengan a decir que somos chicos para liderar e influir en las grandes decisiones", argumenta José Antonio Kast. Por ello, aunque no por unanimidad, la mayor parte de esta nueva generación está detrás de Kast en la contienda que se viene. Las voces disidentes del grupo las lideran los diputados Felipe Salaberry y Gonzalo Uriarte. Cercanos a Rodrigo Álvarez aseguran que hasta el martes pasado, el diputado por Punta Arenas se la jugó por una lista de unidad, pero ante la resistencia optó por apoyar a Kast para "evitar que le ocurriera lo mismo que a Andrés Chadwick cuando no respaldó, hace dos años, a su amigo y compañero de universidad, Juan Antonio Coloma, en las elecciones". Silva Méndez asegura que a su generación la caracteriza "una sana ambición por asumir responsabilidades. Para eso nos estamos preparando". Esto explica por qué no les tiembla la voz cuando argumentan que si es necesario están dispuestos a votar por Sebastián Piñera y a hacer campaña por él. "No somos parte de la historia de conflictos en la Alianza, por eso nos sentimos más libres y cercanos a nuestros pares de RN", agrega Marcela Cubillos. Sin embargo, en principio la mayoría de ellos cree que sería beneficioso para el abanderado RN contar con el apoyo de un candidato UDI, con el fin de ampliar el espectro de votación y dividir la críticas concertacionistas. Otra de las posturas de buena parte de este grupo es que no están de acuerdo con la política de transar principios y asumir cualquier tipo de costos si un candidato da votos. "A veces es mejor dar un paso atrás electoralmente en pos del futuro", argumentan y marcan la diferencia con los coroneles que, "en cambio, se inclinan por los votos que pueda captar un candidato". Citan dos ejemplos: cuando la directiva decidió privilegiar a Francisco de la Maza, en vez de levantar la figura de Silva Méndez en Las Condes. Y "cuando la alcaldesa Vicky Barahona, en vez de apoyar a Álvaro Cruzat, el candidato de la UDI por Pudahuel, respaldó a su hija Carla Rubilar que es de RN. Esto le costó al partido un distrito... ahí los históricos hicieron vista gorda". De Reagan a Obama Si bien el referente interno sigue siendo Jaime Guzmán, la nueva generación ha encontrado otras fuentes de inspiración. Hay algunos que no dudan en mencionar a Ronald Reagan, como Felipe Ward, que consideran al ex presidente estadounidense como una "mezcla perfecta entre conservadurismo político y liberalismo económico. Representa un sueño, es cercano y carismático". Marcela Cubillos, en cambio, ve al norteamericano como una fuente para frases célebres, pero la interpreta mucho mejor el discurso del presidente francés, Nicolás Sarkozy, "porque se atrevió a ser popular con ideas de derecha". Kast y María José Hoffmann comparten su admiración por Margaret Thatcher, por su trayectoria política y su consecuencia. Silva Méndez dice que la mezcla perfecta se da entre el discurso inicial del presidente francés y el vínculo que genera Barack Obama con sus seguidores. Fuerte raíz católica En este grupo hay un punto en común: su profunda religiosidad. Todos son católicos, y muchos de ellos ligados a movimientos. La delantera la lleva Schoenstatt, del cual Kast, Silva Méndez y Aníbal Pinto son activos participantes. Además esta generación se perfila como valóricamente conservadora. "La defensa al derecho a la vida, por ejemplo, vale más que un millón de votos", dice Jaime Bellolio. Ward asegura que de toda su acción como diputado, haber firmado el requerimiento contra la repartición de la píldora del día después es lo que más lo enorgullece. Con todo, habrá que esperar un mes para ver cuánto marca la generación de estos "sargentos". |