El Senado seguirá velando por el respeto a la democracia, los derechos humanos y la libertad en Latinoamérica
Por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Presidente del Senado
Al momento de publicarse esta columna estaré a horas de regresar a Chile desde Washington, en Estados Unidos, tras encabezar una delegación oficial del Senado que también integraron el vicepresidente, Carlos Ominami, y los senadores Sergio Romero y Juan Antonio Coloma
Fue una gira provechosa que nos permitió tomar contacto con importantes parlamentarios del Senado norteamericano y líderes de diversos organismos financieros internacionales. Además, participamos en distintas actividades con representantes de los principales centros de pensamiento de esta ciudad, con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, y varios embajadores de países latinoamericanos acreditados ante la Casa Blanca.
Pero, sin duda, lo más importante es que tuvimos la oportunidad de iniciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre los Senados de Chile y Estados Unidos al constituir el Grupo de Amistad Interparlamentaria, instancia tendrá por objetivo afianzar la cooperación mutua en distintos ámbitos. A partir de este punto de encuentro, podremos generar un diálogo permanente que nos permitirá potenciar, a través de la vía parlamentaria, las relaciones entre los gobiernos y anticiparnos y contribuir a la solución de eventuales dificultades que puedan surgir en torno a determinadas materias.
De este modo, hemos dado un paso más en la consolidación de los estrechos lazos que han mantenido ambas instituciones desde el año 1811 y, de paso, inauguramos una inédita forma de relacionarnos con la nación norteamericana, que en el futuro -sería deseable- debiera ir incorporando otras áreas de colaboración.
Es evidente que en los últimos quince años se ha producido una gran cercanía entre ambos países. Siendo Presidente de la República me tocó iniciar todo el proceso que desembocó en la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Chile y Estados Unidos, y que entró en vigencia el 1 de enero de 2004. No obstante, no fue fácil lograrlo, pues debieron pasar casi ocho años para conseguir ese objetivo y no fue precisamente por responsabilidad nuestra, sino por problemas internos de la política norteamericana.
En este sentido, reitero lo que dije esta semana en Washington, durante una conferencia organizada por el Diálogo Interamericano, en relación a que Estados Unidos debiera actuar con mayor agilidad a la hora de buscar acuerdos de cooperación con los países de América Latina. En ello también incide la poca capacidad que han demostrado los gobiernos de la región para impulsar una integración más efectiva que pase de las innumerables declaraciones de intenciones a hechos concretos. A la hora de negociar con naciones poderosas, no es lo mismo hacerlo en forma individual que en bloque, sobre todo porque aún tenemos muy poca influencia. Esta realidad, aunque nos duela como latinoamericanos, es absolutamente justificada. Y es que la imagen que proyectan la mayoría de las naciones del hemisferio es preocupante. Aún subsisten países con serios problemas de gobernabilidad, instituciones débiles, populismo y sumidos en la violencia. Por supuesto, que estos factores van minando nuestra credibilidad en el mundo.Por eso es que debemos valorar este acuerdo de cooperación que alcanzamos con el Senado de Estados Unidos, pues aquí hay una demostración de confianza, respeto y admiración por nuestra democracia, por nuestras instituciones y, en definitiva, por lo que hemos hecho en estos diecisiete años, que es darle gobernabilidad y estabilidad a Chile. Este es un sello de calidad que hoy tenemos y, por lo tanto, debemos cuidarlo y fortalecerlo elevando el nivel del debate, dialogando y llegando a consensos en los temas país, siendo constructivo a la hora de la crítica.
Desgraciadamente, estas fortalezas no están presentes en varios países del continente y por eso la imagen internacional que ellos tienen, al contrario de la nuestra, es bastante débil. Y como queremos que América crezca y se desarrolle bajo el imperio de la democracia, del respeto a los derechos humanos y de las libertades individuales, como Senado seguiremos propiciando la defensa de estos valores que, por lo demás, son universales.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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