Las "picadoras de carne" de la vieja política machacan a Donald Trump
Nota
Toda la artillería pesada del establishment y de sus aliados, desde la cultura "progre" a las altas finanzas, los grandes medios de comunicación y los viejos partidos partidos socialdemócratas y de la derecha sometida, está bombardeando sin piedad el prestigio y la imagen de Donald Trump y no parará hasta que se someta o sea destituido por peligroso e incapaz.
Los viejos poderes no pueden consentir que Trump, que no es uno de ellos, haya alcanzado el poder, de manera sorprensiva, pero aupado por el descontento popular, en Estados Unidos, el país más poderoso del mundo.
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Un grupo de 35 psiquiatras de Estados Unidos han alertado a los ciudadanos de que el recién elegido presidente puede tener peligrosos problemas mentales.
En la misiva, remitida al diario The New York Times, los psiquiatras aseguran que "el discurso y las acciones del señor Trump demuestran una incapacidad para tolerar opiniones diferentes de las suyas, lo que le lleva a reacciones de rabia". Consideran que las acciones y el discurso de Trump lo hacen "incapaz de servir con seguridad como presidente".
Hace algunos días, numerosos jueces se pronunciaron en contra de la orden ejecutiva que firmó Trump para cerrar las fronteras de Estados Unidos a los ciudadanos de siete países vinculados estrechamente con el terrorismo. Esos jueces lograron paralizar la orden, obligando a Trump a emprender una batalla legal que, con seguridad, terminará en la Corte Suprema.
Todos los días aparecen publicados o difundidos a través de la prensa, la radio y la televisión artículos y comentarios contrarios a la labor de Trump, mientras que centenares de comentaristas y expertos opinan, a través de los medios, que el nuevo presidente es arbitrario, parcial, inestable, inculto, novato, ególatra, agresivo y cientos de cosas más, utilizando una nutrida e imaginativa batería de apelativos, todos negativos y alarmantes.
¿Que está pasando? Sencillamente, que el establishment, acostumbrado a ganar una y otra vez sus batallas desde los años sesenta del pasado siglo, no soporta que haya sido elegido presidente un individuo que es libre y no está bajo su control. El establishment ha conseguido en las últimas décadas que casi un 20 por ciento de la riqueza que estaba en manos de las clases medias y trabajadoras del mundo haya pasado a manos de los ricos, hasta el punto de que los cien ciudadanos más ricos del planeta tienen más dinero que los 8.000 millones de humanos vivos más pobres.
Los ciudadanos de todo el mundo contemplan, confundidos y manipulados, como es habitual, la cacería contra Trump, sin saber si es un buen dirigente o el monstruo que los medios les presentan. Sin embargo, hay algo que les hace sospechar: si el presidente está siendo atacado con tanta furia y crueldad por los viejos políticos y sus amigos multimillonarios, es porque no es uno de ellos y porque se niega a someterse a sus dictados.
El establishment no sabe perder y no quiere perder lo que han ganado con tanto trabajo. Han conseguido hacer inmensos negocios con las privatizaciones de las grandes empresas estatales, se han librado de los molestos sindicatos y han quitado todo el poder a los ciudadanos, convirtiendo las democracias en juguetes rotos fácilmente manipulables.
Hoy, sin apenas oposición, tienen el mundo jalonado de paraísos fiscales donde se les permite esconder su dinero sin que tenga que pagar impuestos. También cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría de los políticos y con el control de las democracias, que han sido desnaturalizadas y degradadas para eliminar lo que los ricos consideran un peligro insoportable: que los ciudadanos comunes puedan elegir a gobernantes descontrolados y tomen decisiones que puedan perjudicarles.
¿Dónde estaban esos 35 psiquiatras cuando Hillary Clinton reía como una posesa tras la ejecución de Gadafi o cuando Obama se sentía un héroe cuando convirtió Libia en un Estado fallido o cuando ordenaba bombardeos masivos contra ciudades sirias que han quedado destrozadas, causando cientos de miles de muertos y provocando ríos de emigrantes desesperados que invadieron el Mediterráneo y Europa entera? ¿Es que Obama y Hillary eran cuerdos perfectos y Trump un loco peligroso, a pesar de que el nuevo presidente todavía no ha invadido ningún país ni ha ordenado bombardeo alguno? ¿Por qué esos jueces que se apresuraron a paralizar el cierre de fronteras ordenado por Trump no hicieron nada cuando los anteriores presidente cometieron tropelías y abusos tan brutales como la invasión de Irak y Afganistán y el apoyo a la destrucción de Libia, Siria y Yemen, ordenaron bombardeos masivos contra ciudades, entre otras muchas operaciones encubiertas y agresiones a lo largo y ancho del planeta?
La única respuesta es que el establishment le ha declarado la guerra a Trump y en esa guerra de acoso y derribo ya combaten los grandes peones del poder mundial, desde los grandes bancos y los medios de comunicación sometidos a esos políticos de la vieja escuela, esos falsos demócratas que han construido el mundo en que vivimos, donde la injusticia campea por doquier, donde los ciudadanos son marginados, se les acribilla a impuestos, se les desmonta el Estado de Bienestar, se les corrompen sus viejos valores, se les dinamitan las raíces y se les obliga a someterse a unos gobiernos que, además de corromperse, han contraído el peor de los vicios políticos: gobernar en contra de la voluntad popular, aplastando los deseos y anhelos del pueblo y anteponiendo siempre sus propios intereses al bien común.
La campaña contra Trump ya es lo suficientemente clara y evidente para pensar que quieren que termine lo antes posible con su destitución y con unas nuevas elecciones que, con toda seguridad, ganará uno de los políticos sometidos al establishment. Por el momento, estamos en la etapa de las picadoras de carne, que ya trabajan sobre la imagen del presidente y que no pararán hasta convertirlo en carne molida.
Francisco Rubiales
En la misiva, remitida al diario The New York Times, los psiquiatras aseguran que "el discurso y las acciones del señor Trump demuestran una incapacidad para tolerar opiniones diferentes de las suyas, lo que le lleva a reacciones de rabia". Consideran que las acciones y el discurso de Trump lo hacen "incapaz de servir con seguridad como presidente".
Hace algunos días, numerosos jueces se pronunciaron en contra de la orden ejecutiva que firmó Trump para cerrar las fronteras de Estados Unidos a los ciudadanos de siete países vinculados estrechamente con el terrorismo. Esos jueces lograron paralizar la orden, obligando a Trump a emprender una batalla legal que, con seguridad, terminará en la Corte Suprema.
Todos los días aparecen publicados o difundidos a través de la prensa, la radio y la televisión artículos y comentarios contrarios a la labor de Trump, mientras que centenares de comentaristas y expertos opinan, a través de los medios, que el nuevo presidente es arbitrario, parcial, inestable, inculto, novato, ególatra, agresivo y cientos de cosas más, utilizando una nutrida e imaginativa batería de apelativos, todos negativos y alarmantes.
¿Que está pasando? Sencillamente, que el establishment, acostumbrado a ganar una y otra vez sus batallas desde los años sesenta del pasado siglo, no soporta que haya sido elegido presidente un individuo que es libre y no está bajo su control. El establishment ha conseguido en las últimas décadas que casi un 20 por ciento de la riqueza que estaba en manos de las clases medias y trabajadoras del mundo haya pasado a manos de los ricos, hasta el punto de que los cien ciudadanos más ricos del planeta tienen más dinero que los 8.000 millones de humanos vivos más pobres.
Los ciudadanos de todo el mundo contemplan, confundidos y manipulados, como es habitual, la cacería contra Trump, sin saber si es un buen dirigente o el monstruo que los medios les presentan. Sin embargo, hay algo que les hace sospechar: si el presidente está siendo atacado con tanta furia y crueldad por los viejos políticos y sus amigos multimillonarios, es porque no es uno de ellos y porque se niega a someterse a sus dictados.
El establishment no sabe perder y no quiere perder lo que han ganado con tanto trabajo. Han conseguido hacer inmensos negocios con las privatizaciones de las grandes empresas estatales, se han librado de los molestos sindicatos y han quitado todo el poder a los ciudadanos, convirtiendo las democracias en juguetes rotos fácilmente manipulables.
Hoy, sin apenas oposición, tienen el mundo jalonado de paraísos fiscales donde se les permite esconder su dinero sin que tenga que pagar impuestos. También cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría de los políticos y con el control de las democracias, que han sido desnaturalizadas y degradadas para eliminar lo que los ricos consideran un peligro insoportable: que los ciudadanos comunes puedan elegir a gobernantes descontrolados y tomen decisiones que puedan perjudicarles.
¿Dónde estaban esos 35 psiquiatras cuando Hillary Clinton reía como una posesa tras la ejecución de Gadafi o cuando Obama se sentía un héroe cuando convirtió Libia en un Estado fallido o cuando ordenaba bombardeos masivos contra ciudades sirias que han quedado destrozadas, causando cientos de miles de muertos y provocando ríos de emigrantes desesperados que invadieron el Mediterráneo y Europa entera? ¿Es que Obama y Hillary eran cuerdos perfectos y Trump un loco peligroso, a pesar de que el nuevo presidente todavía no ha invadido ningún país ni ha ordenado bombardeo alguno? ¿Por qué esos jueces que se apresuraron a paralizar el cierre de fronteras ordenado por Trump no hicieron nada cuando los anteriores presidente cometieron tropelías y abusos tan brutales como la invasión de Irak y Afganistán y el apoyo a la destrucción de Libia, Siria y Yemen, ordenaron bombardeos masivos contra ciudades, entre otras muchas operaciones encubiertas y agresiones a lo largo y ancho del planeta?
La única respuesta es que el establishment le ha declarado la guerra a Trump y en esa guerra de acoso y derribo ya combaten los grandes peones del poder mundial, desde los grandes bancos y los medios de comunicación sometidos a esos políticos de la vieja escuela, esos falsos demócratas que han construido el mundo en que vivimos, donde la injusticia campea por doquier, donde los ciudadanos son marginados, se les acribilla a impuestos, se les desmonta el Estado de Bienestar, se les corrompen sus viejos valores, se les dinamitan las raíces y se les obliga a someterse a unos gobiernos que, además de corromperse, han contraído el peor de los vicios políticos: gobernar en contra de la voluntad popular, aplastando los deseos y anhelos del pueblo y anteponiendo siempre sus propios intereses al bien común.
La campaña contra Trump ya es lo suficientemente clara y evidente para pensar que quieren que termine lo antes posible con su destitución y con unas nuevas elecciones que, con toda seguridad, ganará uno de los políticos sometidos al establishment. Por el momento, estamos en la etapa de las picadoras de carne, que ya trabajan sobre la imagen del presidente y que no pararán hasta convertirlo en carne molida.
Francisco Rubiales
Fuente:WWW.VOTOENBLANCO.COM
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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Santiago- Chile
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