Nos ha dejado el Patriarca del derecho constitucional
Alejandro Silva Bascuñán fue un abogado notable, una de las grandes figuras de la vida pública chilena y el más ilustre de los constitucionalistas del siglo XX
por Raúl Bertelsen - 22/09/2013 - 04:00
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CON LA muerte de Alejandro Silva Bascuñán desaparece un abogado notable, una de las grandes figuras de la vida pública chilena y el más ilustre de los constitucionalistas del siglo XX en nuestra patria. Esta faceta de su rica personalidad es la que quiero recordar.
Nacido el año del centenario, vivió su infancia y adolescencia en Talca cuando estaba aún vigente la Constitución de 1833. Estudiante de derecho en la Universidad Católica de Chile, formó parte de una de las primeras generaciones que estudiara Derecho Constitucional bajo la Carta de 1925, de la que, décadas después, sería su más completo y destacado expositor. Tras el quiebre institucional de 1973, don Alejandro formó parte, en sus inicios, de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, y a partir de 1997 comenzó a publicar los tomos de la segunda edición de su Tratado, hasta llegar al tomo XIII publicado en 2010 cuando su autor cumplía cien años de vida.
Dios no dio hijos a don Alejandro, pero sí numerosos discípulos. Su docencia de más de 60 años en la Universidad Católica de Chile y durante algún tiempo, también, en la Universidad de Chile, ejercida siempre con ejemplar dedicación y unida a un trato amable y atento, llevó a que incontables alumnos agradecidos vieran en él un verdadero maestro, de aquellos que marcan en la vida con su enseñanza, su ejemplo y sus consejos.
A semejanza de los patriarcas bíblicos, puede decirse que vio -en este caso a sus hijas e hijos académicos- hasta la tercera o cuarta generación. Formó ayudantes y profesores. Muchos han destacado en la vida profesional y académica. Podría nombrar un buen número, pero mencionaré sólo dos: la actual Presidenta del Tribunal Constitucional, Marisol Peña Torres, cuya preparación y capacidad he podido aquilatar de cerca en los últimos años, y María Pía Silva Gallinato, que fuera su valiosa y fiel colaboradora estos últimos años.
Don Alejandro escribió mucho y bien. Conocía la doctrina y el derecho extranjero, especialmente el francés, como también la historia y la jurisprudencia. De ahí la riqueza de sus dos Tratados de Derecho Constitucional. El primero, aparecido en los años 60, es la más completa exposición del régimen político diseñado en la Carta de 1925, y el segundo, publicado entre 1997 y 2010, es hasta la fecha el estudio más acabado de la Constitución de 1980 y sus reformas posteriores. A lo que conozco, estamos ante uno de esos casos excepcionales, el de un autor que ha estudiado dos regímenes constitucionales de su país.
Alejandro Silva Bascuñán era conocido en Chile por los profesores de Derecho Público, no sólo por sus libros, sino personalmente. Hasta hace pocos años era asistente habitual y entusiasta en las jornadas anuales que les reúnen. Allí, los que no habíamos sido sus alumnos, tuvimos ocasión de tratarle y apreciar su sabiduría y afabilidad. No se olvidaba de quienes había conocido y fue así como, bien por sus clases, sus publicaciones y por su participación en congresos y seminarios, llegó a ser universalmente apreciado por todos los estudiosos del Derecho Constitucional que hoy lamentan su partida.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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