Renuncia de controvertido presidente alemán complica a Merkel
Christian Wulff está acusado de tráfico de influencias y cohecho.
por Pedro Schwarze
Ampliar La renuncia de Christian Wulff (52) como Presidente de Alemania, la segunda dimisión de un jefe de Estado en menos de dos años, se convierte en un duro golpe para la jefa de gobierno Angela Merkel. Ello, porque tras la dimisión de Horst Köhler, en 2010, se negó a buscar un candidato de consenso y forzó hasta una tercera votación para sacar adelante la postulación del democratacristiano Wulff.
Sólo 19 meses duró el ex primer ministro del land de Baja Sajonia como jefe de Estado, hundido tras dos meses de acusaciones de tráfico de influencias y cohecho cuando era jefe regional en 2007. Wulff resistió porfiadamente las presiones, pero todo se desvaneció cuando el jueves la fiscalía de Hannover pidió su desafuero. Nunca antes en la historia de Alemania la justicia había solicitado quitarle la inmunidad a un presidente del país.
Wulff compareció ante los medios en la sede presidencial, el Palacio de Bellevue, donde anunció su dimisión y explicó que "el desarrollo reciente de los acontecimientos han deteriorado la confianza de los ciudadanos" en su persona. Pese a todo, insistió en su inocencia y aseguró que la investigación judicial terminará con todas las sombras.
Una debilitada Merkel agradeció el trabajo de Wulff. Dijo que había aceptado "con respeto" la renuncia del presidente, aunque la lamentaba, y anunció, esta vez sí, la apertura de conversaciones con los demás partidos del país para elegir al nuevo jefe de Estado.
Los fiscales declararon el jueves que había "indicios concretos y suficientes" de que Christian Wulff -el presidente más joven, pero ahora también el más breve de Alemania- podría haber cometido un delito cuando aceptó invitaciones de vacaciones de parte del empresario cinematográfico David Groeneworld.
Es que, mientras Wulff disfrutaba de esas vacaciones, la empresa de Groeneworld obtuvo un aval público del gobierno de Baja Sajonia.
Los problemas para Wulff comenzaron en diciembre pasado, cuando se supo que había obtenido un crédito ventajoso de otro empresario, Egon Geerkens, en la región que gobernó entre 2003 y 2010. El entonces primer ministro de Baja Sajonia evitó mencionar el crédito cuando el Parlamento le pidió explicaciones sobre su relación con el empresario.
Poco antes de que el diario Bild, el más leído de Alemania, destapara la historia de ese crédito, el presidente alemán dejó un recado amenazante en el buzón de voz del director del medio para que no publicaran la historia. Un mensaje que no hizo otra cosa que hundir aún más al ahora ex mandatario.
Un simbólico e importante papel
El cargo del Presidente de la República Federal Alemana es honorífico, sin una función concreta más allá de la representación y de ser una institución de prestigio y de unidad. Su aura se ha visto dañada por la renuncia de Horst Köhler a mediados de 2010, cuando afirmó que los soldados alemanes estaban en Afganistán defendiendo los intereses económicos del país, y ahora por la salida de Wulff. La ley fundamental alemana establece un plazo de 30 días para tener un nuevo nombre para la jefatura de Estado.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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