El voto femenino en Estados Unidos
(Más de la mitad del electorado estadounidense son mujeres)
Por Kellyanne Conway
Más de la mitad del electorado estadounidense son mujeres y estas han influido en los resultados de las elecciones durante más de 40 años. Una especialista republicana en encuestas electorales examina los patrones de conducta en la votación entre las mujeres, trata asuntos que son importantes para ellas y describe las varias categorías del voto femenino que deben observarse en 2008. Kellyanne Conway es presidenta y directora ejecutiva de la empresa The Polling CompanyT, con sede en la ciudad de Washington. Woman Trend es una división de esta compañía.
La mujer típica en Estados Unidos despierta en la mañana para enfrentarse a muchas responsabilidades, curiosidades y preocupaciones, ninguna de las cuales es de naturaleza política en sí misma, aunque todas ellas se ven afectadas por la política y las medidas gubernamentales. Entre éstas se hallan interrogantes como: ¿Está aprendiendo algo mi hijo en esta escuela? ¿Es este un vecindario seguro? Si cambio de trabajo, ¿perderé mi seguro médico? ¿Serán suficientes los ingresos del seguro social para que mis padres puedan seguir viviendo en su casa y no tengan que agotar sus ahorros?
Una mirada al pasado: perspectiva histórica
Desde 1964 las mujeres forman una mayoría dentro del electorado, pero no fue hasta 1980 que el porcentaje de las mujeres con derecho a votar que participó en las elecciones sobrepasó el porcentaje de hombres votantes, como indica el cuadro 1. A pesar del desasosiego de quienes llevan una cuenta minuciosa de la fracción de mujeres que procuran u ocupan un puesto electivo en este país (y el hecho de que jamás se haya elegido a una mujer presidente), el voto femenino ha influido en los resultados electorales durante más de ocho décadas, pues ha decidido quien es presidente y ha sentado precedentes en forma tal que ha moldeado la política pública directa y dramáticamente.
Las mujeres tienden a favorecer al candidato que ya ocupa el puesto, especialmente en el caso de los presidentes; prefieren lo ya conocido a lo por conocer. De hecho, los tres últimos presidentes que ganaron la reelección obtuvieron un aumento del apoyo de la mujer en su segunda candidatura. En las elecciones al congreso las mujeres también son fieles a quienes ya ocupan los escaños, lo que prueba que son más consecuentes en sus tendencias electorales que los hombres. Irónicamente, esta parcialidad natural hacia la reelección es una razón por la cual muchas mujeres que se presentan en oposición a quien ya ocupa el puesto no tienen éxito.
Los políticos, los partidos, los expertos y los asesores profesionales ignoran a las mujeres que no votan y en cambio parecen tener una obsesión por los votantes "probables" u "oscilantes". En las elecciones presidenciales de 2004 más de la mitad (54,5 por ciento) de las mujeres entre los 18 y los 24 años de edad no votaron. Sin embargo, las mujeres de esa edad votaron en mayor proporción que sus contrapartes en el grupo masculino, de los cuales sólo el 40 por ciento acudió a las urnas. En el otro extremo de edad, sólo el 29 por ciento de las mujeres de 65 a 74 años no votó, comparado con el 26,1 por ciento de los hombres en la misma categoría. Entre las principales razones citadas por las mujeres para no votar están la "enfermedad y la incapacidad física" (19,8 por ciento), "demasiado trabajo y la simultaneidad con otros compromisos" (17,4 por ciento), el "desinterés" (10,7 por ciento) y la "ausencia de candidatos o plataformas de su agrado" (9,7 por ciento). Cuando se excluyen los dos últimos motivos, es importante observar que cerca de nueve de cada diez mujeres no participaron por razones ajenas a la falta de interés.
¿Qué quieren realmente las mujeres votantes?
Tradicionalmente se ha pensado que la mujer gravita más hacia el conjunto de los intereses propios de "ella", como el seguro social, la atención médica y la educación; en cambio se considera que los hombres se interesan en las cosas que pueden llamarse de "nosotros", como la guerra y la economía. Las últimas tres elecciones nacionales (2002, 2004 y 2006) demuestran que estas definiciones tan cómodas ya no son aplicables.
Según las encuestas, en 2004 y nuevamente en 2006, las mujeres indicaron que las inquietudes que las motivaron a decidir si votaban o no y a escoger por quien votar se concentraron en cuestiones no consideradas tradicionalmente "de la mujer". En la respuesta a una pregunta compuesta de 10 opciones fijas posibles, la situación en Iraq encabezó la lista de las inquietudes que las motivaron (22 por ciento), seguida por la guerra contra el terrorismo (15 por ciento). La integridad moral y los valores de familia, el empleo y la economía alcanzaron cada una el 11 por ciento, en tanto que las seis opciones restantes sólo obtuvieron porcentajes de un solo dígito, como indica el cuadro 2.
Tal como mi coautora, Celinda Lake, especialista demócrata en encuestas electorales, y yo lo afirmamos en What Women Really Want: How American Women Are Quietly Erasing Political, Racial, Class, and Religious Lines to Change the Way We Live (Free Press, 2005) [Lo que la mujer realmente quiere: la forma en que las estadounidenses borran calladamente las líneas políticas, raciales, de clase y religiosas para cambiar nuestra forma de vida] el interés de las mujeres no se concentra en un solo punto. Por el contrario, tienden a considerar una diversidad de ideas, problemas, individuos, impresiones e ideologías antes de tomar una decisión final. El énfasis en los medios de comunicación en los puntos de fricción hace que parezca que a la mujer sólo le importa un único problema el día de las elecciones y que se requiere atención especial a ese problema para animarla a que vote. La realidad es que la trayectoria de la votación femenina indica totalmente lo opuesto.
Las mujeres no constituyen un grupo especial
Las mujeres no son un grupo monolítico dentro del sistema político en cuanto a su actitud o a su voto. Cuando se trata de votar, una mujer puede votar por todos los demócratas, otra quizá vote por la lista completa republicana, en tanto que una tercera puede hacerlo tomando de aquí y allá, escogiendo la persona y las cuestiones según le parezca. A fin de cuentas, las mujeres se hacen dos preguntas básicas para decidir a quien apoyar para la presidencia: "¿Me cae bien esa persona?" y "¿Es esa persona como yo?". La primera pregunta responde a la clásica "prueba de la sala de estar", es decir ¿me gustaría ver a ese candidato en mi televisión en la sala durante los próximos cuatro u ocho años? La segunda es una interrogante más compleja que examina si la mujer cree que para el candidato son importantes las mismas virtudes que ella admira y confronta y teme las mismas cosas.
Es imposible dividir las experiencias de la vida y las actitudes de las mujeres estadounidenses en la categoría binaria de republicanas y demócratas. En la medida en que las mujeres llevan a las urnas su ideología política, se hace necesario que los políticos conozcan las etapas de la vida, así como las categorías demográficas dentro de las cuales se encuentran las mujeres. Un concepto que frecuentemente usamos en mi empresa, The Polling CompanyT Inc./WomanTrend, es el de "los tres rostros de Eva", que se explican según tres vidas muy distintas que puede tener una mujer de 48 años en este país. Quizá se trate de una abuela obrera, de una profesional soltera y sin hijos o de una mujer casada con dos hijos pequeños. Técnicamente se encuentran dentro de las mismas categorías demográficas por edad y género, pero sus experiencias en la vida difieren grandemente y por tanto sus perspectivas varían en cuanto a la situación actual. La política no es una categoría aislada para las mujeres, sino que es un campo que comprende todo y dentro del cual las mujeres acomodan sus experiencias, necesidades y expectativas.
Algunos grupos de mujeres que deben observarse en 2008:
· Las mujeres empresarias: las mujeres son dueñas de aproximadamente 10,4 millones de empresas en Estados Unidos y emplean más de 12,8 millones de estadounidenses. Mientras que el 75 por ciento de las firmas en este país no tienen empleados, un sorprendente 81 por ciento de las que pertenecen a mujeres están formadas por una persona o por una pareja. La tasa de crecimiento de los negocios de mujeres aumenta constantemente al doble del ritmo de todas las firmas.
· Las mujeres solteras: las estadounidenses posponen el matrimonio, no porque no tengan oportunidades, sino simplemente porque las tienen. Actualmente el 49 por ciento de todas las mujeres mayores de 15 años está formado por mujeres solteras y más de la mitad (54 por ciento) de estas tienen entre 25 y 64 años de edad.
· Las que no son madres todavía: Puesto que cada vez más mujeres ingresan a la fuerza laboral y que el número de las que tienen hijos después de la edad tradicional crece constantemente, pocas mujeres entre los veinte y los comienzos de los treinta años de edad se reconocen como parte de la categoría de "casadas con hijos".
· Las que están a principios de la tercera edad: las mujeres entre los cincuenta y los sesenta y cuatro años de edad, muchas con hijos que viven con ellas, se sienten con derecho a beneficios sociales y esperan la eternidad (el deseo de extender los años de vida) y buscan soluciones y refinamiento.
· Las mujeres de grupos minoritarios: las minorías actualmente constituyen un tercio de los habitantes de Estados Unidos, cuatro estados ya tienen una mayoría de población perteneciente a grupos minoritarios y otros cinco esperan llegar a la misma proporción para el año 2025. La población hispana está a punto de tener la mayor repercusión demográfica en Estados Unidos y además, el aumento de los votantes estadounidenses de origen asiático es también una tendencia que debe observarse.
· Las mujeres de la generación Y: como indica el cuadro 3, una encuesta para Lifetime Television, realizada por The Polling CompanyT Inc. y Lake Research Partners, reveló que una mayoría (54 por ciento) de dicha generación (nacida después de 1979) cree que la mejor manera de influir en la política estadounidense es votar. Más allá de la política, cerca de la mitad (42 por ciento) de las mujeres de esta generación afirma que la mejor forma de ejercer una influencia significativa en el mundo es "ayudar a los menos afortunados que yo, bien sea con tiempo o dinero". Entre las otras seis opciones ofrecidas en la encuesta sólo el 2 por ciento dijo que la mejor manera de hacerlo es desempeñar "un papel activo en la política". A la ayuda a los necesitados siguió "ser una buena persona" (16 por ciento), "ayudar a poner fin a la violencia y las agresiones sexuales contra la mujer" (9 por ciento), "ayudar a conservar el medio ambiente" (8 por ciento) y "defender y mantener seguro a mi país prestando servicio en el ejército" (4 por ciento).
Si una mujer se incomoda y dice "detesto la política", lo que está diciendo en realidad es que no le importa quien administra las escuelas públicas ni lo que se enseña en ellas; o cuál sea el acceso a la atención médica, su práctica y su costo en Estados Unidos; o si el país está seguro, es próspero o competitivo mundialmente. No obstante, es obvio que no quiere decir eso. La política y el ejercicio del poder son el vehículo mediante el cual se logra el cambio en estos campos, pero no necesariamente el prisma a través del cual las mujeres actúan.
Más allá del año 2008
¿Qué pueden esperar de las mujeres los contendientes en la campaña presidencial de 2008? La variable en estas elecciones presidenciales podría ser una mujer candidata, lo que llevaría el debate hacia el momento en que habrá una presidenta, no a la posibilidad de que ello ocurra. La discusión ha cambiado de una presidenta hipotética a esa mujer en particular como presidenta, es decir, Hillary Rodham Clinton.
Con todo, la práctica en el pasado ha demostrado que las mujeres no necesariamente votan por otras mujeres. Si lo hubieran hecho, las senadoras Elizabeth Dole o Carol Moseley-Graun habrían ganado la candidatura de sus partidos a la presidencia cuando trataron de lograr su aprobación en los años 2000 y 2004 respectivamente, con base en la idea sencilla de que las mujeres constituyen una mayoría entre los votantes. El certamen presidencial de 2008 difiere de elecciones pasadas en que suceden muchas cosas por primera vez. Una mujer, un estadounidense de origen africano, un mormón y un hispano tienen la posibilidad de recibir la candidatura de sus partidos.
La lealtad al partido triunfa sobre el género, como lo reveló una encuesta de la revista Newsweek en julio de 2007, según la cual el 88 por ciento de los hombres y el 85 por ciento de las mujeres indicaron que si su partido candidatizaba a una mujer votarían por ella, siempre y cuando tuviera los requisitos para la posición. Sin embargo, al juzgar las tendencias de sus conciudadanos los estadounidenses expresaron menos entusiasmo en cuanto al "factor femenino", sólo 60 por ciento de los hombres y 56 por ciento de las mujeres creen que el país está preparado para tener una presidenta. En cuanto a raza, los votantes vacilan menos en votar por un candidato afroestadounidense de su partido que esté calificado, como lo sugiere el hecho de que el 92 por ciento de los encuestados blancos y 93 por ciento de los no blancos indicaron que respaldarían a dicho candidato. Como en el caso del género, un número menor de votantes duda que el país esté preparado para tener un presidente afroestadounidense: Sólo el 59 por ciento de los votantes blancos y el 58 por ciento de los no blancos creen que el país elegiría a un presidente negro. Algunas veces los votantes, al responder en las encuestas, pueden atribuir sus actitudes y estereotipos a sus amigos, familia y miembros de la comunidad, como una forma de reafirmar su propia posición y simultáneamente ocultar lo que creen o saben que es una posición "inaceptable" o "impopular'. Una advertencia en cuanto a este concepto es que la opinión de los votantes pudo haber sido influida por el hecho de que en 2007 hay candidatos prominentes, un afroestadounidense y una mujer. Cualquier oposición a un "estadounidense de origen africano" o a una "mujer" podría muy bien ser que no les gusta un candidato en particular.
Aunque el certamen para la presidencia es el más abierto en décadas (es la primera vez en 80 años que ni el presidente en el poder ni su vicepresidente son candidatos) una cosa es cierta: como lo han sido desde 1980, las mujeres serán una mayoría del electorado que decidirá quien será el próximo ocupante de la Oficina Oval.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista o políticas del gobierno de Estados Unidos.
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/es )
(Más de la mitad del electorado estadounidense son mujeres)
Por Kellyanne Conway
Más de la mitad del electorado estadounidense son mujeres y estas han influido en los resultados de las elecciones durante más de 40 años. Una especialista republicana en encuestas electorales examina los patrones de conducta en la votación entre las mujeres, trata asuntos que son importantes para ellas y describe las varias categorías del voto femenino que deben observarse en 2008. Kellyanne Conway es presidenta y directora ejecutiva de la empresa The Polling CompanyT, con sede en la ciudad de Washington. Woman Trend es una división de esta compañía.
La mujer típica en Estados Unidos despierta en la mañana para enfrentarse a muchas responsabilidades, curiosidades y preocupaciones, ninguna de las cuales es de naturaleza política en sí misma, aunque todas ellas se ven afectadas por la política y las medidas gubernamentales. Entre éstas se hallan interrogantes como: ¿Está aprendiendo algo mi hijo en esta escuela? ¿Es este un vecindario seguro? Si cambio de trabajo, ¿perderé mi seguro médico? ¿Serán suficientes los ingresos del seguro social para que mis padres puedan seguir viviendo en su casa y no tengan que agotar sus ahorros?
Una mirada al pasado: perspectiva histórica
Desde 1964 las mujeres forman una mayoría dentro del electorado, pero no fue hasta 1980 que el porcentaje de las mujeres con derecho a votar que participó en las elecciones sobrepasó el porcentaje de hombres votantes, como indica el cuadro 1. A pesar del desasosiego de quienes llevan una cuenta minuciosa de la fracción de mujeres que procuran u ocupan un puesto electivo en este país (y el hecho de que jamás se haya elegido a una mujer presidente), el voto femenino ha influido en los resultados electorales durante más de ocho décadas, pues ha decidido quien es presidente y ha sentado precedentes en forma tal que ha moldeado la política pública directa y dramáticamente.
Las mujeres tienden a favorecer al candidato que ya ocupa el puesto, especialmente en el caso de los presidentes; prefieren lo ya conocido a lo por conocer. De hecho, los tres últimos presidentes que ganaron la reelección obtuvieron un aumento del apoyo de la mujer en su segunda candidatura. En las elecciones al congreso las mujeres también son fieles a quienes ya ocupan los escaños, lo que prueba que son más consecuentes en sus tendencias electorales que los hombres. Irónicamente, esta parcialidad natural hacia la reelección es una razón por la cual muchas mujeres que se presentan en oposición a quien ya ocupa el puesto no tienen éxito.
Los políticos, los partidos, los expertos y los asesores profesionales ignoran a las mujeres que no votan y en cambio parecen tener una obsesión por los votantes "probables" u "oscilantes". En las elecciones presidenciales de 2004 más de la mitad (54,5 por ciento) de las mujeres entre los 18 y los 24 años de edad no votaron. Sin embargo, las mujeres de esa edad votaron en mayor proporción que sus contrapartes en el grupo masculino, de los cuales sólo el 40 por ciento acudió a las urnas. En el otro extremo de edad, sólo el 29 por ciento de las mujeres de 65 a 74 años no votó, comparado con el 26,1 por ciento de los hombres en la misma categoría. Entre las principales razones citadas por las mujeres para no votar están la "enfermedad y la incapacidad física" (19,8 por ciento), "demasiado trabajo y la simultaneidad con otros compromisos" (17,4 por ciento), el "desinterés" (10,7 por ciento) y la "ausencia de candidatos o plataformas de su agrado" (9,7 por ciento). Cuando se excluyen los dos últimos motivos, es importante observar que cerca de nueve de cada diez mujeres no participaron por razones ajenas a la falta de interés.
¿Qué quieren realmente las mujeres votantes?
Tradicionalmente se ha pensado que la mujer gravita más hacia el conjunto de los intereses propios de "ella", como el seguro social, la atención médica y la educación; en cambio se considera que los hombres se interesan en las cosas que pueden llamarse de "nosotros", como la guerra y la economía. Las últimas tres elecciones nacionales (2002, 2004 y 2006) demuestran que estas definiciones tan cómodas ya no son aplicables.
Según las encuestas, en 2004 y nuevamente en 2006, las mujeres indicaron que las inquietudes que las motivaron a decidir si votaban o no y a escoger por quien votar se concentraron en cuestiones no consideradas tradicionalmente "de la mujer". En la respuesta a una pregunta compuesta de 10 opciones fijas posibles, la situación en Iraq encabezó la lista de las inquietudes que las motivaron (22 por ciento), seguida por la guerra contra el terrorismo (15 por ciento). La integridad moral y los valores de familia, el empleo y la economía alcanzaron cada una el 11 por ciento, en tanto que las seis opciones restantes sólo obtuvieron porcentajes de un solo dígito, como indica el cuadro 2.
Tal como mi coautora, Celinda Lake, especialista demócrata en encuestas electorales, y yo lo afirmamos en What Women Really Want: How American Women Are Quietly Erasing Political, Racial, Class, and Religious Lines to Change the Way We Live (Free Press, 2005) [Lo que la mujer realmente quiere: la forma en que las estadounidenses borran calladamente las líneas políticas, raciales, de clase y religiosas para cambiar nuestra forma de vida] el interés de las mujeres no se concentra en un solo punto. Por el contrario, tienden a considerar una diversidad de ideas, problemas, individuos, impresiones e ideologías antes de tomar una decisión final. El énfasis en los medios de comunicación en los puntos de fricción hace que parezca que a la mujer sólo le importa un único problema el día de las elecciones y que se requiere atención especial a ese problema para animarla a que vote. La realidad es que la trayectoria de la votación femenina indica totalmente lo opuesto.
Las mujeres no constituyen un grupo especial
Las mujeres no son un grupo monolítico dentro del sistema político en cuanto a su actitud o a su voto. Cuando se trata de votar, una mujer puede votar por todos los demócratas, otra quizá vote por la lista completa republicana, en tanto que una tercera puede hacerlo tomando de aquí y allá, escogiendo la persona y las cuestiones según le parezca. A fin de cuentas, las mujeres se hacen dos preguntas básicas para decidir a quien apoyar para la presidencia: "¿Me cae bien esa persona?" y "¿Es esa persona como yo?". La primera pregunta responde a la clásica "prueba de la sala de estar", es decir ¿me gustaría ver a ese candidato en mi televisión en la sala durante los próximos cuatro u ocho años? La segunda es una interrogante más compleja que examina si la mujer cree que para el candidato son importantes las mismas virtudes que ella admira y confronta y teme las mismas cosas.
Es imposible dividir las experiencias de la vida y las actitudes de las mujeres estadounidenses en la categoría binaria de republicanas y demócratas. En la medida en que las mujeres llevan a las urnas su ideología política, se hace necesario que los políticos conozcan las etapas de la vida, así como las categorías demográficas dentro de las cuales se encuentran las mujeres. Un concepto que frecuentemente usamos en mi empresa, The Polling CompanyT Inc./WomanTrend, es el de "los tres rostros de Eva", que se explican según tres vidas muy distintas que puede tener una mujer de 48 años en este país. Quizá se trate de una abuela obrera, de una profesional soltera y sin hijos o de una mujer casada con dos hijos pequeños. Técnicamente se encuentran dentro de las mismas categorías demográficas por edad y género, pero sus experiencias en la vida difieren grandemente y por tanto sus perspectivas varían en cuanto a la situación actual. La política no es una categoría aislada para las mujeres, sino que es un campo que comprende todo y dentro del cual las mujeres acomodan sus experiencias, necesidades y expectativas.
Algunos grupos de mujeres que deben observarse en 2008:
· Las mujeres empresarias: las mujeres son dueñas de aproximadamente 10,4 millones de empresas en Estados Unidos y emplean más de 12,8 millones de estadounidenses. Mientras que el 75 por ciento de las firmas en este país no tienen empleados, un sorprendente 81 por ciento de las que pertenecen a mujeres están formadas por una persona o por una pareja. La tasa de crecimiento de los negocios de mujeres aumenta constantemente al doble del ritmo de todas las firmas.
· Las mujeres solteras: las estadounidenses posponen el matrimonio, no porque no tengan oportunidades, sino simplemente porque las tienen. Actualmente el 49 por ciento de todas las mujeres mayores de 15 años está formado por mujeres solteras y más de la mitad (54 por ciento) de estas tienen entre 25 y 64 años de edad.
· Las que no son madres todavía: Puesto que cada vez más mujeres ingresan a la fuerza laboral y que el número de las que tienen hijos después de la edad tradicional crece constantemente, pocas mujeres entre los veinte y los comienzos de los treinta años de edad se reconocen como parte de la categoría de "casadas con hijos".
· Las que están a principios de la tercera edad: las mujeres entre los cincuenta y los sesenta y cuatro años de edad, muchas con hijos que viven con ellas, se sienten con derecho a beneficios sociales y esperan la eternidad (el deseo de extender los años de vida) y buscan soluciones y refinamiento.
· Las mujeres de grupos minoritarios: las minorías actualmente constituyen un tercio de los habitantes de Estados Unidos, cuatro estados ya tienen una mayoría de población perteneciente a grupos minoritarios y otros cinco esperan llegar a la misma proporción para el año 2025. La población hispana está a punto de tener la mayor repercusión demográfica en Estados Unidos y además, el aumento de los votantes estadounidenses de origen asiático es también una tendencia que debe observarse.
· Las mujeres de la generación Y: como indica el cuadro 3, una encuesta para Lifetime Television, realizada por The Polling CompanyT Inc. y Lake Research Partners, reveló que una mayoría (54 por ciento) de dicha generación (nacida después de 1979) cree que la mejor manera de influir en la política estadounidense es votar. Más allá de la política, cerca de la mitad (42 por ciento) de las mujeres de esta generación afirma que la mejor forma de ejercer una influencia significativa en el mundo es "ayudar a los menos afortunados que yo, bien sea con tiempo o dinero". Entre las otras seis opciones ofrecidas en la encuesta sólo el 2 por ciento dijo que la mejor manera de hacerlo es desempeñar "un papel activo en la política". A la ayuda a los necesitados siguió "ser una buena persona" (16 por ciento), "ayudar a poner fin a la violencia y las agresiones sexuales contra la mujer" (9 por ciento), "ayudar a conservar el medio ambiente" (8 por ciento) y "defender y mantener seguro a mi país prestando servicio en el ejército" (4 por ciento).
Si una mujer se incomoda y dice "detesto la política", lo que está diciendo en realidad es que no le importa quien administra las escuelas públicas ni lo que se enseña en ellas; o cuál sea el acceso a la atención médica, su práctica y su costo en Estados Unidos; o si el país está seguro, es próspero o competitivo mundialmente. No obstante, es obvio que no quiere decir eso. La política y el ejercicio del poder son el vehículo mediante el cual se logra el cambio en estos campos, pero no necesariamente el prisma a través del cual las mujeres actúan.
Más allá del año 2008
¿Qué pueden esperar de las mujeres los contendientes en la campaña presidencial de 2008? La variable en estas elecciones presidenciales podría ser una mujer candidata, lo que llevaría el debate hacia el momento en que habrá una presidenta, no a la posibilidad de que ello ocurra. La discusión ha cambiado de una presidenta hipotética a esa mujer en particular como presidenta, es decir, Hillary Rodham Clinton.
Con todo, la práctica en el pasado ha demostrado que las mujeres no necesariamente votan por otras mujeres. Si lo hubieran hecho, las senadoras Elizabeth Dole o Carol Moseley-Graun habrían ganado la candidatura de sus partidos a la presidencia cuando trataron de lograr su aprobación en los años 2000 y 2004 respectivamente, con base en la idea sencilla de que las mujeres constituyen una mayoría entre los votantes. El certamen presidencial de 2008 difiere de elecciones pasadas en que suceden muchas cosas por primera vez. Una mujer, un estadounidense de origen africano, un mormón y un hispano tienen la posibilidad de recibir la candidatura de sus partidos.
La lealtad al partido triunfa sobre el género, como lo reveló una encuesta de la revista Newsweek en julio de 2007, según la cual el 88 por ciento de los hombres y el 85 por ciento de las mujeres indicaron que si su partido candidatizaba a una mujer votarían por ella, siempre y cuando tuviera los requisitos para la posición. Sin embargo, al juzgar las tendencias de sus conciudadanos los estadounidenses expresaron menos entusiasmo en cuanto al "factor femenino", sólo 60 por ciento de los hombres y 56 por ciento de las mujeres creen que el país está preparado para tener una presidenta. En cuanto a raza, los votantes vacilan menos en votar por un candidato afroestadounidense de su partido que esté calificado, como lo sugiere el hecho de que el 92 por ciento de los encuestados blancos y 93 por ciento de los no blancos indicaron que respaldarían a dicho candidato. Como en el caso del género, un número menor de votantes duda que el país esté preparado para tener un presidente afroestadounidense: Sólo el 59 por ciento de los votantes blancos y el 58 por ciento de los no blancos creen que el país elegiría a un presidente negro. Algunas veces los votantes, al responder en las encuestas, pueden atribuir sus actitudes y estereotipos a sus amigos, familia y miembros de la comunidad, como una forma de reafirmar su propia posición y simultáneamente ocultar lo que creen o saben que es una posición "inaceptable" o "impopular'. Una advertencia en cuanto a este concepto es que la opinión de los votantes pudo haber sido influida por el hecho de que en 2007 hay candidatos prominentes, un afroestadounidense y una mujer. Cualquier oposición a un "estadounidense de origen africano" o a una "mujer" podría muy bien ser que no les gusta un candidato en particular.
Aunque el certamen para la presidencia es el más abierto en décadas (es la primera vez en 80 años que ni el presidente en el poder ni su vicepresidente son candidatos) una cosa es cierta: como lo han sido desde 1980, las mujeres serán una mayoría del electorado que decidirá quien será el próximo ocupante de la Oficina Oval.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista o políticas del gobierno de Estados Unidos.
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/es )
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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