"La dirigencia empresarial no ha sido categórica en condenar los hechos ocurridos"
Por Patricia Arancibia Clavel
José Antonio Guzmán Matta (70) es ingeniero y un conocido y experimentado empresario que dirigió la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) entre los años 1990 y 1996. Tranquilo y sereno a la hora de expresar sus opiniones, tiene ideas claras y gran libertad para exponerlas, ya que si bien conoce perfectamente a su sector, no forma parte de su dirigencia y habla en representación sólo de sí mismo. Con gran capacidad de síntesis, en esta entrevista aborda desde una perspectiva macro, los grandes temas del presente.
- ¿Cuál es su evaluación global del año que se va?
- El panorama mundial no ha sido alentador. En lo político ha habido un fuerte cuestionamiento e, incluso, repudio a las autoridades existentes. Es cosa de mirar Europa, Asia, África…En el frente económico, las crisis se repiten cada vez con mayor frecuencia y son de mayor envergadura; y en el ámbito social, somos testigos de la irrupción de los "indignados" que tienen distintas razones y caras en cada país para protestar. En general, una irrupción de las masas que demandan mayor participación y derechos o que no están dispuestos a renunciar a beneficios ya logrados, aunque su costo se haya tornado infinanciable.
- ¿Y Chile?
- Chile, hasta ahora, ha logrado sustraerse parcialmente a ese panorama debido a políticas económicas prudentes e innovadoras, a un crecimiento económico que está generando oportunidades de empleo -principal fuente de protestas-, a un sistema político forzado a encontrar el equilibrio y a una demanda social que si bien se ha expresado con fuerza, se mantiene dentro de los cauces de la racionalidad. Con todo, creo que ya comienzan a evidenciarse ciertos problemas que, a mi juicio, están relacionados con la pérdida de confianza en sí mismo que está teniendo el país y que tanto costó construir.
- ¿En qué sentido?
- Veo un debate público empobrecido, donde está prevaleciendo la visión a corto plazo: la próxima elección, el beneficio económico rápido, la satisfacción inmediata a las demandas, la derrota política del adversario. No se mira hacia atrás para reconocer y sacar lecciones de lo que hizo bien y lo que hizo mal y tampoco hacia adelante para ponerse metas realistas y asequibles. El horizonte de llegar a ser un país desarrollado se ha desdibujado y ha perdido prioridad y quizás la duración del período presidencial esté conspirando contra una mirada de más largo plazo. Todo esto me preocupa y creo que debemos hacer esfuerzos para revertir la situación y recordar que gran parte del estatus que hoy puede exhibir Chile en materia institucional y económica, obedece a una propuesta-país, impulsadas por unos, pero aceptada y continuada por otros, que hoy siento se está perdiendo.
- ¿Cree que el sistema político y económico está en juego?
- No soy tan drástico como para decir eso, pero creo que se están poniendo en tela de juicio -algunas veces con razón, pero la mayoría de las veces sin ella- instituciones que son clave para el desarrollo integral del país, como la política, la educación, el respeto a la autoridad, el sistema económico de mercado, la empresa privada, el poder judicial, el orden público y suma y sigue.
- El mundo empresarial también está siendo cuestionado…
- Ha habido hechos escandalosos y la imagen empresarial ha sido injustamente malherida por los abusos de unos pocos, por personas que han fallado en su actuar personal, ético y económico.
- ¿Por qué no se ha hecho una condena clara a estos abusos por parte de la dirigencia empresarial?
- Sí, pienso que la dirigencia empresarial no ha sido categórica en condenar los hechos ocurridos. La invocación a la prudencia suena a objeción a la fiscalización o a los derechos de los consumidores y la explicación que no basta una mera denuncia y que los ilícitos tienen que probarse, no tiene validez cuando algunos casos están comprobados o hay fallos judiciales preliminares. Por otra parte, sigue siendo incapaz de comunicar el enorme aporte que hace al desarrollo económico y social del país. La defensa de los principios de la empresa privada debe ser a todo evento y exige ser poco corporativista y muy consistente.
- ¿Consistente con los principios de la libre competencia?
- Claro, porque si se es consistente con esos principios, no debiera haber ningún temor, ni poner obstáculos para que los derechos de los consumidores se fiscalicen. Al revés, es lo que fortalece el sistema. Creo necesario que a las nuevas generaciones a cargo de la dirección de empresas se les reitere y eduque en las buenas prácticas empresariales. He escuchado a jóvenes que no comprenden aún que en un sistema de mercado no puede haber colusión ni en las cantidades, ni en las cuotas de mercado ni tampoco en los precios. Además, hay que revisar los mecanismos de incentivos en las empresas que, a veces, inducen a malas prácticas como las conocidas.
- En este plano, ¿cómo evalúa la acción del gobierno?
- A veces, no he estado de acuerdo en las formas, pero me alegro profundamente que la autoridad económica esté desarrollando acciones para defender justamente la libre competencia, fortaleciendo con ello a la empresa privada y al sistema. Todos los empresarios debiéramos subirnos a ese carro.
-Algunos, sin embargo, han sido críticos con el actuar, especialmente de Longueira, acusándolo de populista…
- Aplicar los elementos básicos del libre mercado, como es la libre competencia en la cual nosotros creemos, no es populismo. Longueira está haciendo una buena tarea.
- La crítica al mundo empresarial tiene también otra arista. Hay exceso de utilidades en una sociedad muy desigual…
- Para mí no es un crimen que muchas empresas estén ganando mucha plata. Al contrario, me alegra que sea así porque quiere decir que el país está creciendo, que hay dinamismo, que el sector empresarial sigue invirtiendo, por lo tanto generando empleo y ganando más. Lo que pasa es que aquellos que critican estas mayores utilidades que son reales, tienen detrás una visión ideológica que objeta conceptos básicos para que la economía funcione.
- ¿El lucro, por ejemplo?
- Claro, eslogan que logró penetrar en la opinión pública y que es una verdadera trampa. No conozco ninguna sociedad donde las personas o las empresas -salvo de manera excepcional- trabajen gratis. Desde el más grande empresario hasta el modesto trabajador quiere que se respeten las reglas del juego y sus derechos.
-Pero el tema es que la desigualdad es muy grande…
- La brecha es así desde hace 50 años. Proporcionalmente es la misma y no ha variado un punto habiendo pasado por políticas socialistas, fuertes reformas tributarias, períodos de alto crecimiento económico. Es decir, la solución no va por el lado de evitar o prohibir utilidades, sino por generar más oportunidades de trabajo, entregar más y mejor educación que permita la movilidad social y generar políticas públicas que tiendan a producir una nivelación artificial de la desigualdad para aquellos que no tienen otra opción.
- Esta es una vieja discusión…
- Sí, y la tuvimos también en el tiempo que estuve dirigiendo la CPC en los '90 y sigo sosteniendo lo mismo: más importante que la desigualdad es el problema de la pobreza. Si el quintil más bajo tiene un nivel de ingresos y de acceso a los bienes y servicios razonable, no me interesa la diferencia que tenga con el quintil más alto. Los esfuerzos deben focalizarse para que ningún sector tenga carencias básicas y de oportunidades, más que tratar de reducir artificialmente las diferencias.
- ¿Ayuda una reforma tributaria?
- No tengo objeciones y estoy abierto a discutir el tema, pero una reforma tributaria sin objetivos claros, sin justificación de la necesidad de los recursos, sin medición de las consecuencias en inversión y crecimiento, sin compromisos a cambio y sin un horizonte a largo plazo, no tiene ningún sentido y, hasta el momento, esos requisitos no se están cumpliendo. Pretender reducir las desigualdades por esta vía, no es el camino.
- ¿Pero acaso el Estado no requiere de mayores recursos para sus políticas públicas?
- El Estado tiene fondos suficientes y si no los gasta en algunas acciones es porque macroeconómicamente le generaría al país un problema de mayor envergadura que terminarían pagando probablemente los más pobres, los mismos a los que se quiere beneficiar. Creo que las presiones para hacer una reforma tributaria surgen de sectores que quieren una revancha contra quienes tienen muchos ingresos, en circunstancias que si bien las tasas pueden ser menores a otros países, la recaudación y fiscalización existente en Chile es una de las más eficientes del mundo.
- ¿Cómo se ve el escenario para los empresarios en 2012?
- Veo que mis pares siguen buscando negocios, dónde y cómo invertir. La minería proyecta invertir 80 mil millones de dólares en los próximos cinco años, en la construcción también se ve un fuerte dinamismo con empresas que están saliendo al exterior y el sector industrial buscando nuevos mercados en Asia. Veo a los agricultores aprovechando la bonanza de los precios por la escasez mundial y estoy gratamente impresionado por el dinamismo de los pequeños y medianos empresarios. El espíritu de emprendimiento no se ha adormecido y el hecho de trabajar más se refleja en que la gente tiene más ingresos y más independencia.
- ¿Hasta qué punto las movilizaciones estudiantiles y la presión social pueden frenar este dinamismo?
- Hasta ahora, no veo al sector preocupado si el próximo año va a haber marchas estudiantiles o presiones sociales fuertes, pero no descarto que ellas puedan tener impacto en las decisiones. Estamos más preocupados de crecer y desarrollar las empresas, y de la crisis y recesión europea que sí pueden traer consecuencias hoy impredecibles.
- Que afectarán nuestro crecimiento...
- Afectarán nuestras exportaciones y la confianza de los inversionistas, manteniendo una alta dosis de volatibilidad y temor del cual no es posible sustraerse. La lenta recuperación de USA y la desaceleración de China no permitirán suplir la recesión europea y dificultará el cumplimiento de metas de crecimiento y empleo, poniendo a prueba la fortaleza del sistema.
- Y, ¿cómo ve el escenario político?
- A menos que la oposición cambie su actual estrategia de bloquear cualquier acuerdo con el gobierno, será un año de alta crispación política y de incertidumbre. Probablemente, apostará al fracaso oficialista en las municipales y endurecerá su discurso, pidiendo siempre algo más. Creo que están profundamente equivocados y las encuestas lo señalan. Tienen menos del 20% y se incorporarán 4,7 millones de electores que nadie sabe por quién votarán.
- ¿Tiene el gobierno posibilidades de proyectarse a futuro?
- En los últimos meses veo un cambio positivo en el gobierno, en el sentido que está impulsando iniciativas, consiguiendo apoyos necesarios y haciendo cambios importantes que van a repercutir a su favor. No creo que las municipales sean el barómetro adecuado, pero para las presidenciales veo al oficialismo en una posición bastante más cómoda que la oposición, que está en un callejón sin salida porque sólo tiene una candidata: Bachelet.
- ¿Y cree que aceptará?
- No lo sé, pero si decide hacerlo va a tener que poner unas condiciones que la actual coalición no está en posición de satisfacer ni comprometerse. En cambio, el oficialismo, pese a las luchas históricas en su interior, tiene tres o cuatro figuras que, con matices, están preparados y tendrán la experiencia para impulsar el desarrollo que el país requiere, que es lo que valorará la gente.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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