En los últimos años, la confianza de las personas en el Senado y la Cámara de Diputados ha descendido a niveles históricos. Según una encuesta del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) realizada en abril del 2008, sólo un 18% de los encuestados tiene mucha o bastante confianza en el Senado y en la Cámara.
El nivel de desconfianza ha venido en aumento desde 1996 cuando las personas que tenían mucha o bastante confianza en ambas Cámaras superaban el 26%. Lamentablemente sólo tienen una peor evaluación que ambas corporaciones los partidos políticos.
Sin duda el reportaje de televisión emitido esta semana por TVN hará que la confianza de los chilenos en los legisladores disminuya aún más. Si bien varias de las prácticas reveladas en la investigación periodística son reprochables, queda la sensación que el reportaje mostró sólo las facetas negativas del comportamiento de los parlamentarios, sin entregar elementos para determinar si éstas son la excepción o la regla general. Por ello, parlamentarios de todas las bancadas acusaron que el reportaje era sesgado, por cuanto criticaba más a parlamentarios de un sector que de otro, y parcial, porque se concentró en los errores o malas prácticas sin destacar muchos aspectos positivos del trabajo legislativo.
En este último aspecto, llama la atención que no se consideró el barómetro principal para calificar a un parlamentario, que es su trabajo en comisiones. En las comisiones es donde los parlamentarios estudian de manera detallada los proyectos de ley que luego se discuten en la Sala. Es la instancia donde se discute en profundidad las iniciativas, se cuenta con asesoría profesional, se confrontan las opiniones del Parlamento con las del gobierno y, las más de las veces, los asuntos se resuelven con criterios técnicos y no políticos. Además las comisiones son el lugar donde se reciben los aportes de la ciudadanía.
Independiente de los cuestionamientos, hay que destacar que gracias a la transparencia existente en el Congreso, la ciudadanía puede fiscalizar en profundidad a sus parlamentarios. ¿Qué otra actividad se realiza bajo la permanente filmación de cámaras de televisión, que registran los más mínimos detalles? ¿Cuál sería la evaluación del trabajo de un ministro si fuera filmado en su oficina durante toda su jornada de trabajo, o qué pasaría si igual procedimiento se hiciera con los periodistas mientras están en la sala de redacción o en sus reuniones de pautas?
Hechas las prevenciones anteriores, hay que aplaudir que la labor nuestra pueda ser controlada en la forma en que la opinión pública y la prensa hoy lo hace. Las instituciones se anquilosan y pueden adquirir malas prácticas, son formadas por seres humanos y todos tenemos defectos. Por ello, el Senado, conforme a la entrada en vigencia de la Ley de Transparencia, publicó un día antes de lo requerido toda la información de interés para la ciudadanía y no se limitó a cumplir con el mandato legal, fuimos más allá, publicamos todo lo que podía ser de interés ciudadano y establecimos un procedimiento para entregar cualquier información no publicada, en los términos que la Ley de Transparencia le exige a cualquier otra autoridad. En su oportunidad dijimos que las puertas del Senado están abiertas a la información y al control ciudadano. Hoy seguimos trabajando todos los días para mejorar la calidad de la información que se entrega y para mejorar el cumplimiento de nuestras labores parlamentarias.