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lunes, noviembre 02, 2015

LE CONOCÍ HACE ALGUNOS AÑOS AHORA ME EXPLICO LO SINIESTRO DEL PERSONAJE

Colombara: litigando en las sombras del poder

La semana pasada se reveló una reunión en septiembre del entonces candidato a fiscal nacional, Jorge Abbott, en la casa del senador PPD Guido Girardi. El encuentro fue gestionado por Ciro Colombara, uno de los abogados de mayor figuración pública, con nexos en la transversalidad del arco político, y que ahora sumó una nueva causa: la defensa de ME-O en el caso SQM.

Emmanuel Ganora B.31 de octubre del 2015 / 06:00 Hrs

Luego de siete años de haber sido estrenada en 1989, recién el 11 de noviembre de 1996 la película "La Última Tentación de Cristo" podía ser vista en Chile. Un grupo de abogados conservadores presentó un recurso de protección contra la exhibición del filme, aduciendo una presunta lesión a la honra de Cristo y sus fieles. La justicia, coherente con las sensibilidades de una compleja transición a la democracia, acogió la solicitud y censuró la película. 

Agotada las instancias nacionales, otro grupo de abogados acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, demandando al Estado de Chile por vulnerar los derechos de libertad de expresión. Pasaron los años, y en 2001 ese tribunal internacional falló a favor de los juristas: Chile debía exhibir la desfasada cinta y modificar los aspectos de la Constitución que permitían la censura. 

Dentro del grupo de juristas triunfadores irrumpió un profesional que después se haría conocido por defender causas de alto impacto público, muchas de las cuales involucraron a figuras de todo el espectro político: Ciro Colombara López. 

Un abogado que en las últimos meses ha protagonizado dos de los casos que han liderado la contingencia: Caval y Soquimich. En el primero, como abogado defensor del síndico de quiebras Herman Chadwick. En el segundo, también en calidad de defensor de su amigo, el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, investigado por la fiscalía por supuesto financiamiento electoral irregular con recursos de SQM. 

Por el No en la José María Caro

Los vínculos de Colombara con el mundo político se remontan a los días del plebiscito de 1988. Por entonces, ingresa al PPD, a efectos de participar por la opción del No. El entonces alumno de derecho combina sus estudios en la solemnidad monástica de la Universidad Católica, con sus tareas de jefe de apoderados de mesa en la población José María Caro, sector sur de la capital. 

Sin tener una vida partidaria, se retira del PPD en 2013. "Él es liberal, ni siquiera es de izquierda", resume una fuente de su entorno sobre su pensamiento político. 

Tiene, así, una profusa trayectoria profesional ligada a la transversalidad política, ya sea desde su antigua oficina junto a su colega Juan Pablo Olmedo, o en la actual Rivadeneira, Colombara y Zegers, liderada por Ricardo Rivadeneira, uno de los fundadores de RN. 

Ejemplos: Querella de ME-O, en sus tiempos de diputado PS, contra un alcalde de Quillota por injurias y calumnias; defensa de Jacqueline van Rysselberghe (UDI) ante una acusación constitucional impulsada por legisladores de la Concertación; defensa de la senadora Lily Pérez por amenazas antisemitas; anulación de los Consejos de Guerra del régimen militar contra oficiales de la Fach -entre estos, el general Alberto Bachelet, padre de la Presidenta-; y demanda contra el Estado chileno por prohibición del matrimonio igualitario en representación de tres parejas homosexuales.

En su círculo destacan que su soltura para moverse en las distintas esferas se debe a la alta cotización que tiene como abogado penalista. "En Chile hay pocos penalistas, y él es uno de los mejores, sin duda", subraya una fuente que prefiere el anonimato. También su gusto por organizar reuniones con personalidades de diversos ámbitos para analizar la agenda pública, a pesar de su personalidad reservada. Una de ellas fue una cita realizada en su casa para comentar la promesa de una nueva Constitución. Entre otros, asistieron el ex senador Carlos Ominami y el mediático abogado Daniel Stingo.

Ominami y Girardi

No obstante su ascendencia en el poder, es con tres personajes que Colombara mantiene una particular cercanía. 

Uno de ellos es el senador PPD Guido Girardi, a quien conoció como parte de su equipo de asesores jurídicos a mediados de los años 90. A pesar de haberlo defendido de una serie de querellas de ejecutivos de las AFP -cuando Girardi aseguró que sus directivos eran "ladrones de cuello y corbata"- la relación, que aún se mantiene, tuvo un hecho que trizó la amistad. 

Sucedió en medio del caso Spiniak, cuando Girardi llevó a la televisión a un menor de edad que aseguraba identificar a políticos en las fiestas organizadas por el ex empresario. Según fuentes que conocen de la relación entre el senador y el abogado, Colombara siempre dudó del testimonio del niño, por entonces catalogado con la siglas L.Z. Por lo mismo, rechazó la idea de llevar al menor a los medios de comunicación. Las fuentes coinciden que desde ese episodio la amistad entre ambos se enfrió. 

A Ominami, en tanto, se acercó en medio del caso PGE, por desvío de recursos públicos para financiamiento de campañas políticas, que involucró al entonces senador socialista y a su hijo, Marco Enríquez-Ominami, quien por esos días era candidato a diputado. Colombara asesoró a ambos y, con los años, el abogado terminó facilitando su oficina de calle Juan Antonio Ríos como el centro de operaciones de la primera campaña presidencial de ME-O. 

Esta trenza vino a la memoria cuando se reveló la reunión del senador Girardi con Jorge Abbott, quien aspiraba a convertirse en fiscal nacional, en el hogar del legislador. Colombara, facilitador del encuentro, ya era un viejo conocido de quien reemplazará a Sabas Chahuán en la jefatura del Ministerio Público: cuando se investigaba el caso PGE en la V Región, Abbott era el jefe de la Fiscalía de Valparaíso.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Santiago- Chile

domingo, noviembre 01, 2015

INCLUSION SOCIAL : QUE SE ENTIENDE POR TAL

MUCHOS HABLAN DE INCLUSION SOCIAL 

La inclusión social es un concepto relativamente 
nuevo promovido, especialmente, por la Unión Europea (UE), la cual la define como un "proceso que asegura que aquellos en riesgo de pobreza y exclusión social, tengan las oportunidades y recursos necesarios para participar completamente en la vida económica, social y cultural disfrutando un nivel de vida y bienestar que se considere normal en la sociedad en la que ellos viven".

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Rodrigo González Fernández
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SENADOR ANDRES ALLAMAND

"No creo que debamos participar en este aparataje que se está montando"

El senador RN Andrés Allamand llama a la Alianza a restarse del proceso constituyente anunciado por la Presidenta Bachelet para elaborar una nueva Constitución. Sostiene que los cabildos buscan generar un ?ejército? de activistas del oficialismo y que realmente lo que corresponde es que gobierno y oposición confronten sus respectivas propuestas de reforma en el Congreso.

Gloria Faúndez H.01 de noviembre del 2015 / 01:49 Hrs

El senador de RN Andrés Allamand endurece el discurso para enfrentar la propuesta de proceso constituyente anunciada por la Presidenta Michelle Bachelet. "¿Por qué tendríamos que prestarnos para una maniobra de esa naturaleza?", se pregunta. Y aquí da las razones de su rechazo.

Una de las situaciones que se instalaron tras el anuncio del proceso constituyente por parte de la Presidenta Bachelet ha sido una suerte de actitud negacionista de la derecha al debate. ¿En la Alianza hay convicción de que se debe crear una nueva Constitución?

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La convicción que existe en la Alianza, y es mi convicción personal, es que es necesario avanzar en un proceso de reformas a la Constitución. Esa es nuestra definición principal. Entrar en el juego de palabras de que si se trata de una reforma parcial, integral o una nueva Constitución para mí es un asunto accesorio. Nuestro punto de vista es que el país sí requiere una evolución y un perfeccionamiento constitucional.

Esta reforma fue una promesa de campaña del gobierno, por tanto es un debate para el cual la Alianza debió prepararse, pero se ve desorden en los partidos. ¿Qué pasa?

La oposición está en una situación de desorden orgánico desde hace mucho tiempo y, en parte, se expresa frente a este punto de vista. Pero esto va a decantar rápido en lo siguiente: en primer lugar, tenemos que tener una actitud positiva frente al debate de fondo y tenemos todo  derecho a tener las resistencias y rechazos frente a un procedimiento que nos parece injustificado y que, en dos palabras, es una gran operación de activismo y proselitismo político y electoral. Luego, debiéramos tener presentado nuestro propio proyecto de reforma constitucional a más tardar en  marzo. Tener esa actitud proactiva hace toda la diferencia. 

¿Por qué no le da garantías el proceso constituyente ofrecido por el gobierno?

En primer lugar, ese proceso parte con un error de fondo de la Presidenta, que señala que la Constitución actual no establece un mecanismo para ser reemplazada y eso es equivocado. Hoy,  promoviendo un proyecto de reforma constitucional, si existen las mayorías, la Constitución se puede reemplazar del primero al último artículo. En segundo lugar, a nosotros no nos parece ni vamos a pisar el palito de comprarnos el argumento de la ilegitimidad de la actual Constitución. Si la Constitución es ilegítima, entonces también todos los gobiernos que han tenido su origen en ella tendrían una suerte de mancha de legitimidad. Eso es absurdo. Y sobre el procedimiento, ¿por qué no decimos la verdad? Es una simple martingala, un proceso de activismo político-electoral con un ejército de activistas financiados por el Estado para que supuestamente realicen diálogos ciudadanos para que una suerte de comisión misteriosa le diga a la Presidenta cuál es el sentir de éstos, los que, a su turno, se van a expresar en un proyecto de reformas. Y, por último, tenemos una objeción de fondo con la salida de este procedimiento. ¿Qué dice el gobierno?: mire, le voy a pedir al actual Congreso que por dos tercios admita una reforma de cuatro soluciones, que tienen una sola cosa en común, que es bajar los quórums de aprobación de la Carta Fundamental. Nuestra propuesta es mucho más simple: discutamos el fondo a través de proyectos de reforma constitucional. Si el gobierno quiere enviar un proyecto de nueva Constitución, ¿por qué no lo hace? y utilicemos los mecanismos de la propia Constitución para los efectos de discutirlo.

El gobierno ha dicho que no ha renunciado a presentar una propuesta propia de nueva Constitución, pero que ésta va a nacer de los cabildos, porque quiere que la orientación de la nueva Carta Fundamental nazca desde la ciudadanía. ¿No le parece una opción válida?

Es un discurso ad hoc, elaborado a última hora para justificar el activismo y para darle salida a otra promesa del gobierno que va a resultar incumplida. Ya quedó claro que durante el actual gobierno no va a haber cambio constitucional. Aquí se trata de revestir y de dar toda una fundamentación respecto de cómo salíamos del atolladero de justificar una promesa que no podíamos cumplir. 

¿El consejo ciudadano y que los monitores de los cabildos sean elegidos por concurso público no son una garantía suficiente?

¡De ninguna manera! ¿Quién va a formar ese consejo? ¿Quién lo va a designar? ¿Cuáles van a ser los criterios para esa designación? ¿Y cuáles van a ser sus márgenes de autonomía? ¿Y van a estar obligados o no a procesar lo que digan los cabildos? ¿Y cómo se va a procesar lo que digan los cabildos? ¿Y quiénes van a participar en esos cabildos? Francamente, creo que esto no pasa de ser un edificio de activismo político y electoral que simplemente no creo que se justifique. 

La Presidenta renunció a plebiscitar la idea de si era necesaria una Nueva Constitución, pero ha planteado que las encuestas ciudadanas quieren un cambio. ¿Cómo ustedes se hacen cargo de esta demanda?

Presentando nuestro propio proyecto de reforma constitucional. Lo que tiene que hacer la centroderecha es dar un paso al frente, tomar una ofensiva política e intelectual anticipando el fondo de la discusión, yendo a los contenidos.

¿Y por qué esa definición de contenidos no se puede hacer en los cabildos?

No creo que debamos participar en este aparataje que se está montando, que es un traje a la medida, cuidadosamente diseñado para los grupos que conforman la Nueva Mayoría e incluso para sectores que están a la izquierda de la coalición de gobierno. Nuestra forma tiene que ser necesariamente distinta. Generaremos nuestras participaciones, nuestras instancias de debate, participaremos en foros académicos y televisión, pero desde nuestro punto de vista y con nuestra propuesta constitucional por delante. La manera de dar un paso al frente y despejar todas las dudas de que tenemos una actitud constructiva en términos de mejorar la Constitución es tener nuestro propio proyecto. 

Antes tendrán que ponerse de acuerdo entre ustedes. La UDI dijo que no se necesita ningún cambio; Evópoli dice que hay que modificar entera la Constitución, y RN ha reflotado el acercamiento con la DC. Al menos hay desorden…

Sin duda, porque hay desorden en general en la oposición hasta el día de hoy. Porque resulta que Chile Vamos es todavía un embrión que ni siquiera aterriza en los aspectos fundamentales, pero creo que al final del día la oposición, en general, debiera aglutinarse en torno a estos elementos: una propuesta propia de reforma constitucional, apertura para participar en el debate de fondo y distancia respecto de un procedimiento que como hemos visto es un mecanismo para financiar con fondos públicos el activismo de los partidos de la Nueva Mayoría. 

¿Están disponibles para abrir un espacio y reformular el proceso constituyente para que les dé garantías?

Mi contrapregunta es la siguiente: ¿Por qué el gobierno no se allana a un planteamiento serio y razonable como es el que nosotros ponemos por delante? Que anticipemos el fondo del debate constitucional, que utilicemos los mecanismos de la propia Constitución, que sin perjuicio de generar todos los mecanismos de participación localicemos el debate en el Congreso y que en vez de pasar dos años o más discutiendo procedimientos, y seis años discutiendo el fondo, anticipemos una discusión para despejar incertidumbre y para que el país pueda hacerse cargo de una infinidad de otras tareas pendientes. Digamos las cosas como son: este gobierno ha hecho todo lo posible por impulsar políticas públicas que generan desconfianzas. Sin ir más lejos, el fiasco en que terminó la reforma tributaria, a pesar de todas las advertencias que formulamos, generó un marco de desconfianza importante en los agentes económicos. Hoy, todo el mundo lo reconoce. La tramitación de la reforma laboral ha ido exactamente en la misma dirección y, en tercer lugar, como guinda de la torta, se le agrega la reforma constitucional. Cualquier persona que quiere invertir en Chile o realizar actividades productivas pregunta cuál es el régimen tributario, laboral y constitucional. Y lo cierto es que este gobierno se las ha arreglado para generar incertidumbre en los tres.

Hay un proceso establecido con fechas y normas para encauzar el debate. ¿Por qué la incertidumbre?

Hasta ahora, salvo los adherentes más cerrados del gobierno, nadie considera que esta fórmula de activismo de seis años es razonable. Nosotros tenemos una mirada diferente. Y yo he dado un paso más al frente: he dicho desde ya que no estoy dispuesto a aprobar en el Senado ninguna de las cuatro fórmulas de salida que va a plantear la Presidenta Bachelet. Todas ellas tienen un solo objetivo: rebajar los quórums. ¿Por qué tendríamos que prestarnos para una maniobra de esa naturaleza?

Una de las críticas que se han planteado desde el oficialismo es el rol menor que -a su juicio- se asigna a este Congreso en el proceso constituyente. Asumo que comparte la crítica… 

 Varios parlamentarios de la Nueva Mayoría me han señalado que no están dispuestos a cercenarse sus propias atribuciones para traspasarlas a un futuro Congreso. La lógica de este gobierno frente al actual Congreso es de Ripley. Para hacer reformas tributarias, laborales, educacionales, para hacer todo tipo de nombramientos, el Congreso es válido y legítimo. Pero hay una sola materia para la cual parece no contar con la suficiente legitimidad: el tema constitucional. ¿Por qué no dicen la verdad? Para todo lo primero tienen los votos, para lo otro no tienen los votos. Este es el oportunismo máximo.  Estoy absolutamente convencido de que muchos parlamentarios de la Nueva Mayoría, tanto de la DC como de otros sectores políticos, no van a aceptar que se los disminuya y subvalore de esta forma. 

¿Cree que hay riesgo de rechazo a la reforma constitucional, que es la llave del proceso?

Se lo voy a comentar más fácil: las cuatro fórmulas de salida son cuatro distintos acomodos para tratar de dejar contentos a los que apoyan al gobierno, tienen un umbral y requieren dos tercios. La centroderecha tiene un tercio por sí sola en el Congreso; mi posición es que nosotros debemos anticipar desde ya que vamos a rechazar esas propuestas. No quiero meterme en un callejón sin salida ni quiero que me digan que no lo advertí a tiempo. Vuelvo a decir, plena disposición para el debate de fondo, actitud constructiva, como la he tenido en toda mi vida política, pero no quiero ni avalar ni ser cómplice de un procedimiento engañoso que no pasa de ser una fachada para el activismo electoral de cara a las elecciones municipales y presidenciales. Que nadie diga que no se les advirtió a tiempo. 

¿La idea es que se resten de todo tipo de participación en el proceso constitucional?

No tenemos por qué avalar un procedimiento engañoso, hecho a la medida, que no da garantías y que no se justifica. Nuestra forma de entrar al debate debe ser como hemos planteado, con nuestro propio proyecto de reforma constitucional. El gobierno podrá hacer todas las actuaciones que quiera, está en su derecho, más aún, va a obtener los votos para financiar ese ejército de activistas para llevar adelante su procedimiento. Pero por qué tenemos que prestarnos a ello. Lo que nosotros tenemos que hacer es invitar al gobierno a discutir el fondo del tema a través de los mecanismos que la Constitución establece. 

Chile Vamos ha tenido problemas para terminar su documento fundacional. La pugna entre liberales y conservadores parece no tener término... 

Lamentablemente, veo que, salvo que se produzca una corrección rápida, por parte de las directivas de los partidos, vamos a estar de nuevo ante una partida falsa. Ya a principios de este año tuvimos un anuncio con bombos y platillos de algo que terminó en nada. Y, al parecer, estamos recorriendo el mismo camino. Llevamos dos años desde la última derrota presidencial y parlamentaria. ¿Cuáles han sido los avances reales en estos dos años? ¿Vamos a decir que es un avance real que tengamos reuniones los días lunes? ¿Dónde está la orgánica que le tiene que dar fuerza a este nuevo referente? Hasta ahora, hay anuncios que no se materializan, que va a haber una directiva común, que va a haber una secretaría ejecutiva y que va a haber una comisión política en que estarían representados por igual miembros de los partidos y personas independientes. El fondo del problema es que los actuales partidos no se allanan a aceptar que en esta etapa de la vida política chilena la centroderecha tiene que generar una coalición mucho más fuerte y con mucha mayor identidad que la que hasta ahora ha tenido, que tiene que ser una identidad que supere los partidos. No puede ser una agrupación que simplemente sume los elementos que ya existen, porque esos elementos no son suficientes. 

¿Usted les encuentra más sentido a quienes dicen que el documento fundacional no esté amarrado a temáticas valóricas que suelen generar discrepancias?

La polémica de los últimos días es de las más absurdas que he visto en mi vida política. Esta es una coalición que nace con criterio de mayoría, pero que se preocupa más de expulsar que de atraer, más de dejar en claro quiénes deben estar fuera que quiénes deben estar dentro. Es la antítesis de un planteamiento razonable. Para mi gusto, refleja que algunos de los actuales dirigentes de los partidos no se dan cuenta de la realidad que la centroderecha tiene que enfrentar, que estamos en una situación particularmente compleja y que aquí se requieren gestos políticos de envergadura. En Chile Vamos parecemos más preocupados de contentar a los actuales dirigentes de los partidos que de abrir las puertas a gente nueva.


Saludos
Rodrigo González Fernández
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