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miércoles, junio 14, 2017

MINERIA ANGELA VIVANCO Con el cobre al rojo vivo

ÁNGELA-VIVANCO

OPINIÓN

Con el cobre al rojo vivo

PULSO  14/06/2017

Por Ángela Vivanco Martínez. Es posible que el caso Codelco genere una demanda de cambio radical, lo cual no se resuelve por la fiscalización, pues esta sólo busca cautelar cómo la ley se cumple, en lo formal y sustantivo.

Hablar de "pelea" entre la Contraloría General de la República y Codelco genera la impresión de grave crisis en la empresa más importante de Chile. La pugna, incluidos tribunales, entre ambas entidades significa en efecto un problema, pero conviene distinguir qué tiene de real y qué de aparente, cuáles son pretensiones y cuáles situaciones concretas.

La normativa que rige a Codelco, tras numerosos años de legislatura, resulta un híbrido entre el estatuto propio de empresas privadas y el de entes públicos: su personal se rige por el Código del Trabajo y no por el Estatuto Administrativo y su directorio opera teniendo a la vista la Ley de Sociedades Anónimas, todo lo cual permite grandes espacios de autonomía en la contratación, determinación de rentas, políticas de retiro, negociación colectiva y diversas decisiones comerciales, pero por otro lado en Codelco los derechos de "accionista" los ejerce el Presidente de la República, sus excedentes van a parar al Estado y es de fiscalización obligada por un órgano especial (Cochilco), respecto del cual Contraloría opera como una suerte de segunda instancia, en su defecto y en situaciones especiales.

La cohabitación público-privada que se ha descrito no es fácil y surgen situaciones que deberían ser materia de autorregulación: ¿debe haber límites en los montos indemnizatorios de su personal?, ¿son aceptables bonos de término de conflicto de cualquier envergadura?, ¿pueden darse contrataciones por trato directo y no por licitación pública? Las tres cosas son legalmente posibles, pero no las transforma en un espacio arbitrario y deben modularse las políticas internas adoptadas al respecto (como ha sucedido con la gradual disminución de la contratación directa), pero sin duda no hay comparación con servicios sometidos a escalas únicas de sueldo, operatoria de funcionarios públicos y procesos de licitación.

Es posible que ello genere una demanda de cambio radical, lo cual no se resuelve por la fiscalización, pues esta sólo busca cautelar cómo la ley se cumple, en lo formal y sustantivo. Tal cambio los colegisladores habrán de determinarlo y, por cierto, reflexionar acerca del impacto que podría tener en la provisión de su personal, competitividad, posicionamiento exterior, etcétera; corregir la dualidad normativa sólo puede hacerse en sede normativa.

Muy distinta es la ocurrencia de actos de corrupción o delictuales como el desvío, malversación, negociaciones incompatibles o fraude contractual o de otro orden que puedan haberse cometido con ocasión de la gestión de Codelco, lo cual no sólo corresponde fiscalizar sino derivar al Ministerio Público. Sobre ello hemos asistido a denuncias muy graves, que deberán ser objeto de investigación y de respuesta, no sólo de la afectada sino de quienes debieron ejercer los adecuados controles y cautelar así los fondos públicos que la empresa maneja.

Si tales hechos son efectivos, habremos de escrutar porqué llegaron a suceder sin que operara el Estado de Derecho y los debidos controles, frenos y contrapesos de la libertad concedida, lo cual no debe confundirse con la demonización de tales espacios de libertad.

En síntesis, más que "peleas" o "protagonismo", lo que necesitamos los chilenos es develar si la gran minería del cobre está operando como debe y merecemos esperar y, de no ser así, qué razones hay, dado que todos los incumbentes llevan tiempo en funciones y no ignoran sus espacios de responsabilidad ni lo que impacta tal industria a la economía chilena.

*La autora es profesora Derecho Constitucional UC y doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de La Coruña (España).


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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domingo, junio 11, 2017

SERGIO MELNICK QUE ES SER PROGRESISTA DE VERDAD

Qué es ser progresista de verdad

Qué es ser progresista de verdad

SIMPLE PERO no trivial: los progresistas son aquellos que están consagrados al progreso tanto personal como social. Sin embargo, al menos en Chile, la izquierda se considera a sí misma como los únicos guardianes del progresismo. Lo curioso es que los países capitalistas y liberales son normalmente las sociedades más progresistas del planeta, por ejemplo en ideas, bienestar, ciencia, etc. Indaguemos un poco en el progreso. Progresar en los términos más simples es lograr estar mejor que el punto de partida y esto puede ocurrir en diversos planos. Por ejemplo progresar en términos materiales, espirituales, intelectuales, sociales, éticos, libertades etc. Pero el ser humano es muy diverso, y lo que es progreso para unos puede ser retroceso para otros. Por ejemplo el aborto para algunos es claro síntoma de progreso, pero para otros es simplemente salvajismo. ¿Quién tiene la razón? La respuesta es simple: ambos. Por ello la libertad pasa a ser un valor fundamental. Los regímenes socialistas en el fondo no creen en la autodeterminación, les atraen los sistema de ingeniería social controlados por un Estado poderoso que regula en el máximo de detalle la vida de los ciudadanos. Consideran la igualdad como progreso. Para los liberales es justo al contrario, cada ser humano es único y debe elegir su propia forma de progreso, lo que requiere es sólo la oportunidad.

Normalmente no es posible progresar en todas esas direcciones al mismo tiempo, y ese es el punto crucial del debate. Por cierto los jóvenes idealistas con poco rodaje de vida y muy poco conocimiento creen que todo es posible al mismo tiempo. El error fundamental es su creencia acerca del ser humano. No parten del ser humano real, de carne y hueso, sino de un ser humano ideal, que solo existe en sus mentes y por eso sus revoluciones nunca funcionan. La Unión Soviética por más de 60 años trató de organizar una sociedad sin religiones, sin propiedad, y totalmente igualitaria. Cayó el muro y se dieron cuenta que todo volvía literalmente a fojas cero: hoy es una sociedad abiertamente capitalista con McDonalds y todo. Lo mismo ocurrió en China y está ocurriendo en Cuba.

Todo aquel que se trata de apropiar del progresismo es un fundamentalista que se cree dueño de las verdades. Es decir, cree que solo se puede progresar a su manera, negando la libertad esencial del ser humano a definir su propia manera de progresar en su vida. Todos los partidos políticos son en esencia progresistas, pero difieren en los énfasis. Por ejemplo, es fácil prometer igualdad, imposible lograrla porque el ser humano en esencia quiere diferenciarse, lograr ser lo máximo de si mismo.

Sin duda la sociedad democrática tradicional progresa cuando separa la iglesia del estado. Pero hay estados religiosos, y estos definen el progreso a su propia manera. Una sociedad con extrema pobreza claramente ha limitado el progreso de esos ciudadanos. Para los socialistas la educación es una manera de endoctrinar para lograr ese hombre nuevo, y es la base del progreso. Para los liberales la diversidad en educación es la clave de su calidad, y del progreso en diversas direcciones de la población. Entonces ¿cuál es progresista de verdad?

En mi opinión cuando hay verdades oficiales manejadas desde el Estado, jamás habrá progreso real. El progreso es finalmente el camino al encuentro del sentido propio, a la autodeterminación, a la libertad, como anhelo muy profundo del ser humano.

En el mundo actual, las principales avenidas de progreso están marcadas por la revolución científica y tecnológica que literalmente está cambiando el concepto mismo de lo real. El cuarto paradigma de la ciencia trae consigo una nueva mirada ontológica (que es lo que es realmente) y por cierto epistemológica (como sabemos lo que sabemos, que es lo que realmente sabemos). La izquierda es "progresista" en lo moral, principalmente luchando contra las religiones. Pero es enormemente retrógrada en lo económico. La derecha es "progresista" en lo económico, pero muy conservadora en lo moral. La izquierda es profundamente dogmática en lo intelectual y ahí claramente no hay progreso. Entonces ¿quién se puede atribuir a sí mismo el atributo completo del progresismo?

En este siglo veremos participar en plenitud a la computación cognitiva, a la web 3.0, veremos la aparición de una nueva mente tecnológica colectiva, y una forma de globalización muy profunda con nuevas formas de gobierno mundial. Trabajar en ese camino es tremendamente progresista ¿o no?

Terminemos entonces el matonaje intelectual de aquellos que quieren apoderarse del concepto progresista y colaboremos en las distintas avenidas del progreso. La condición fundamental para ello es la libertad.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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