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domingo, junio 11, 2017

GERARDO VARELA : SU CITA CON LA HISTORIA

Su cita con la historia

Gerardo Varela A. | Sección: Política
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Cuando el gobierno de la Nueva Mayoría comienza a despedirse, la Presidenta, con un sentido de misión y épica histórica, ayer defendió su obra y sus "logros" invocando a la historia que, según ella señaló en otra entrevista, "le dará la razón".

Fidel Castro, en su defensa por el asalto al cuartel Moncada, expresó: "Condenadme, no importa, la historia me absolverá".

Nuestra Presidenta en su discurso final me recordó la frase de Sir Winston, "un fanático es quien no cambia de opinión, pero tampoco de tema". Ella, con espléndida autocomplacencia, reivindicó su obra, a pesar de la abrumadora evidencia en contra.

La reforma educacional fue un fracaso, no atacó el problema real de la falta de calidad, impugnó el lucro que no es un problema per se en educación –máxime si con ello atentaba contra la libertad de los padres y alejaba inversión y talento de un área que necesita de ambas–. Además, ofreció una gratuidad universitaria que Chile no podía financiar, que focalizaba mal el gasto público (que lo necesitan los niños chicos y los más pobres) y que solo afectó la autonomía universitaria y la competencia entre las universidades. Ella sigue con que la educación es un derecho y no un bien económico, en circunstancias de que es las dos cosas. La historia la juzgará muy mal por el disparate educacional.

La reforma tributaria fue otro error monumental. Complejizó un sistema inteligente y pro inversión; solo transitoriamente recaudó más; afectó la inversión e hizo menos competitivas nuestras empresas. No fue necesario esperar la historia para saber que ella se equivocó.

Su reforma laboral fue nefasta, por antiempleo, anticrecimiento y porque solo generará conflictividad. Sus logros en energía reivindicados ayer son de un valor dudoso, la ayudó la lluvia, la baja del precio del petróleo y, sobre todo, el frenazo de nuestra economía.

Ella basó su programa en dos pilares: no más abuso y no más desigualdad. En lo segundo no avanzó nada, porque solo se avanza con más crecimiento económico más trabajo y mejor educación, en todo lo cual el Gobierno reprueba miserablemente; y en abuso, no se detectan diferencias significativas, salvo el creciente abuso del Estado contra las personas en su libertad, dignidad y seguridad.

Finalmente, respecto de la Constitución, en vez de terminar con el tongo, vuelve a desempolvarlo sin decir qué reforma quiere para el país. La historia la juzgará mal por abrir el tema constitucional sin cerrarlo. En esta materia, ella ha tenido el peor de todos los liderazgos; uno que genera incertidumbre e inseguridad sin ofrecer soluciones.

Soy de los que se opusieron a la retroexcavadora en todas sus expresiones. Su gobierno nos deja con más cesantes, peor educados, más divididos, más pobres; con más delincuencia y menos felices. Ella considera, sin embargo, que deja un país mejor del que recibió; la historia la juzgará, y ojalá la absuelva como culpable porque no la perdonará como responsable.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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HUGO HERRERA LA CENTRODERECHA: LA REPUBLICA DE LAS LETRAS

Centroderecha: la república de las letras

Centroderecha: la república de las letras

Una recapitulación tendría que indicar como sigue. Hace ocho años, la centroderecha llegó democráticamente al gobierno, luego de medio siglo. Gestionó atinadamente, "24/7", con chaquetas rojas y números cuidados. El país creció. La administración y las finanzas y las cuentas sonaban bien. Pero, como dijo uno de sus dirigentes, "faltaba relato". Buena gestión no era buena política. Se olvidó la advertencia de Huidobro, "una nación no es una tienda". La incapacidad de comprender lo que estaba ocurriendo, condujo a que unas exigencias meritocráticas y de justicia, por educación, terminaran siendo la base de una movilización social difícilmente controlable, de la cual el gobierno no pudo reponerse ya más.

La elección siguiente la ganó una izquierda desvencijada y de rara conducción. Peñailillo y Dávalos fueron cara y sello de los tiempos. El fracaso político de la centroderecha se evidenció grave y triple. Primero, fue incapaz de dar continuidad a su gobierno, y se lo entregó a una taciturna Bachelet. Segundo, perdió posiciones, al punto que el escenario general del país se bandeó a la izquierda.

Tercero, quedó discursiva y políticamente en pampa, sin articulaciones conceptuales capaces de hacerle frente a sus adversarios ni ofrecerle caminos políticos de sentido al país. Entonces, la Nueva Mayoría pudo hacer avanzar sin grandes dificultades -más que sus torpezas- las reformas a las que se comprometió en su programa.

Hoy, el mal de la pura gestión parece persistir en cierta centroderecha. Mientras en la izquierda se exponen visiones político-ideológicas del futuro, en la centroderecha se sigue hablando muchas veces sólo de platas y administración. Si allá se componen los acordes del himno que se cantará en del país que advendrá, acá se discute el precio de las tubas y tambores. Allá el porvenir vibrante, acá las cuentas, allá el vate y la cantora, acá el "señor ricachón".

Pero hay síntomas de cambio. Existe -como en todas partes- una cohorte de banales. Pero también, especialmente en la generación más joven (aunque no sólo en ella) hay políticos que entienden e individuos que desde la academia o la cultura o las ciencias, intentan contribuir con sus capacidades reflexivas y conocimientos a la conformación de un discurso político a la altura de la época presente.

Tras un tiempo arduo de diagnósticos, de un trabajo extenso, poco bullicioso, ahí están los resultados. Se cuentan libros, artículos, seminarios, debates y documentos. Consta una "Convocatoria política", en la que se lograron poner de acuerdo los cuatro partidos de Chile Vamos; después, un "Manifiesto republicano"; más tarde, otro libro: "La mayoría de las ideas", que reunió a políticos y académicos independientes, de Evopoli, RN, la UDI

Esos esfuerzos conjuntos exhiben un destacable nivel de pluralismo. La incipiente rehabilitación emprendida, del entramado ideológico de la centroderecha, opera abriéndosele paso a todas sus tradiciones históricas: liberal, conservadora, nacional y socialcristiana. Se recupera así un acervo mucho más complejo que los remedos de derecha de Guerra Fría en los que se mantuviera atrapado el sector.

Tal proceso reflexivo tiene el desafío de poner a la vista nítidamente el trabajo de rearticulación que se ha efectuado en la izquierda y los cambios acontecidos en el fondo popular, de tal suerte que las elaboraciones discursivas puedan dar paso a una visión sofisticada del país, capaz de abrir, de manera pertinente y persuasiva, caminos de sentido para las próximas décadas y ser parteras de una centroderecha renovada, a la altura de su tarea.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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