Incorrecciones en la indumentaria e indecisiones ratifican que su comportamiento es mejorable. Fue criticada sobre todo en los círculos españoles de la moda, cada vez más antivarelistas.
La reina Letizia no deja de dar noticias. Parece que eso de ser la peor valorada de la Casa Real ha tenido propósito de enmienda. Sin embargo, la reciente filtración de un gracioso selfie con unas chicas al salir de un cine y de sus fotos vendiendo tabaco cuando era estudiante de un master en la prensa extranjera para hacer su imagen más cercana no han causado el efecto deseado, sino más bien lo contrario. La foto del tabaco ha destapado que precisamente fue a México por la precariedad de su inglés, ya que era en Estados Unidos donde deseaba hacerlo y que en el famoso master no destacó por su diligencia y ni siquiera llegó a terminarlo. La perpetua sonrisa que luce desde que es reina y que ha sustituído al envaramiento anterior no acaba de convencer ni a los más furibundos letizistas.
Esto se ha unido a nuevos fallos de protocolo, algunos concienzudos y voluntarios como el caso de la indumentaria (muy sangrante en el caso del día de la proclamación y que ya comentamos en el artículo de MUNDIARIO titulado La reina Letizia se salta las normas en su primer día de reinado en España y otros posiblemente achacables a su todavía deficiente preparación, pese a la década de preparación que lleva equivalente a casi tres carreras universitarias actuales.
En el encuentro del Elíseo con el presidente Hollande, fallaron ambos aspectos: la indumentaria y su comportamiento. Salvo la prensa cortesana a la que todo lo que haga la nueva reina le parecerá bien, ha sido ampliamente criticada, sobre todo en todos los círculos de la moda, cada vez más antivarelistas.
20 errores en su indumentaria y actitudes
El vídeo del encuentro con Hollande recién subidas las escaleras es más que ilustrativo. Simplemente narraremos lo que allí acontece:
1) Hollande y el rey Felipe le tienen que indicar a la reina Letizia donde se debe situar. Incluso llegan a decírselo los dos a la vez. Hollande dos veces y Felipe otra, y no se entera. ¿Qué sucede? ¿está sobredimensionada ante la presencia del francés? Muestra inseguridad.
2) Ella, de forma inexplicable, da una vuelta extraña para pasar por delante de Hollande, que prácticamente no le dirige la palabra, y empieza a mirar a todos lados como perdida.
3) Espera a Felipe y le sujeta por el brazo, para dar apenas dos pasos.
4) Saluda a Hollande y da un paso atrás, como si fuese a esconderse tras Felipe. El rey, con la mano en la espalda, como a una niña pequeña o a un anciano, tiene que animarla a subir y salvar el desnivel del escalón.
5) Presenta serios problemas para andar con tacones en un suelo de piedras.
6) Camina por el empedrado, mirando al suelo, cuandon debe ir derecha y con la mirada al frente.
En la celebración de nuevo cometió errores de bulto
7) Dejó el bolso encima de la mesa donde estaban las viandas. Fue retirado poco después por alguien avezado. El protocolo indica que en estos casos debe portarse un bolso de pequeño tamaño, a ser posible con pequeña bandolera para poder colgarlo en el respaldo. En caso de ser una cartera de mano, siempre debe ser de tamaño mini para poder colocarlo tras la espalda. Jamás de los jamases dejarlo sobre la mesa.
8) No quiso probar el champagne en el brindis. Una descortesía. Algo que se le ha criticado mucho, ya que no es la primera vez que lo hace. Sabe que si no quiere beber, al menos debe mojarse los labios para cumplir con su obligación de representación.
9) Aplaude con desgana a su cónyuge. Tampoco debe hacer aspavientos, pero algo de calidez se supone que debe mostrar.
Indumentaria
10) Eligió un modelo del consabido Felipe Varela, ya de todos conocido, y de nuevo demostrando con esta impropia fidelidad que ningunea al resto de los diseñadores españoles. Podría haber elegido un nuevo diseñador español o incluso a un modisto francés que la hubiera hecho empatizar con el pueblo que visitaba. Pero no. Varela de nuevo.
11) El traje era errático con sentido indefinido, ni el largo de la falda, ni el vuelo, ni esos bordados de mantel canario, ni la cinta a modo de cinturón de otro color, ni la forma del escote. Le faltaba más vuelo en la falda y cuatro dedos de largo para tener prestancia.
12) Busto exageradamente marcado. Lo más llamativo fue que tuvo que contrarrestar que la parte inferior no marcaba su anatomía, -algo que ella parece no poder soportar- con unos pechos exageradamente marcados, casi tipo airbag, completamente desproporcionados para su delgadísimo cuerpo. Y no solo desproporcionados, sino tremendamente ordinarios e impropios de una reina. Ella no es una cuarentona obregonizada, es la reina de España y con más razón que cualquier mujer elegante debe obviar cualquier imagen explícitamente sexual como las nalgas marcadas, las faldas cortas o el pecho señalado, que están muy bien en una chica sexy pero no en un look elegante.
13) La falda, aunque no es de las más cortas que ha llevado saltándose el protocolo, es demasiado corta para este tipo de vestido.
14) Sin medias. Mas fresca... pero las mañanas de Francia no son las del trópico. Las reinas no deben tener ni frio ni calor y es más correcto la piel cubierta.
15) La elección del calzado fue errónea, ya que no son zapatos sino sandalias y en ese estilo de vestido la opción correcta son un par de zapatos cerrados sin abertura al frente y de ser posible sin plataformas. Estas parecen unassandalias casi de vedette, más propias para un baile.
16) Para más inri y realce de los impropios zapatos el aderezado con las uñas coloradas rojo tomate.
17) Muy mal peinada, con un moño hecho trizas en su parte inferior y una textura de pelo no precisamente recién lavado. Sin sensaciòn de ser peinado de peluquerìa parecía casi como el moño de las mayores de pueblo.
18) Mal teñida. El pelo presentaba un aspecto con varias gamas de color pero una de ellas con aspecto de canas entremezcladas.
19) Le sobraba maquillaje para un acto de mañana, ojos de Khol negro y labios demasiado cargados en un maquillaje que debía ser suave.
20) Extraños pendientes con piedras roja, verde y ópalo que no se sabía si eran o no bisutería y que no casaban ni con el estilo ni con el color del traje en absoluto.
Dentro de lo malo, al menos ya sonríe
Aunque parece que le cuesta entenderlo, exhibir su personalidad y belleza a través de la indumentaria y ceñirse cual una segunda piel no son los objetivos de los actos públicos a los que acude en calidad de miembro real consorte, sino la presencia y apoyo de la institución. El respeto al protocolo y el decoro institucional, sobre todo en actos militares, religiosos e internacionales, está por encima de su protagonismo e independencia. El negarse a cubrir la cabeza como símbolo de respeto en su visita al Papa Francisco. indecisiones en Marruecos y esta lamentable pechera de pinup corroboran que el comportameinto de Letizia es claramente mejorable.
Pero bueno, dentro de lo malo, al menos ya sonríe. El problema es la explicación que dan muchos a esta novedosa sonrisa tan poco vista cuando era princesa. Esperemos que Letizia siga formándose en su condición de reina. Y que se le note. En bien de la institución y de nuestra representación como país.