Domingo 21 de Febrero de 2010
La cuestión del gabinete
Sebastián Piñera tenía que pensar muy bien cómo estructurar los equipos que lo acompañarán en el inicio de su mandato como Presidente de Chile. Los hombres y mujeres elegidos debían ser los adecuados para lograr los objetivos que se ha propuesto; y de entre ellos el más importante es alcanzar el desarrollo.
Por eso a la hora de buscar los nombres para su gabinete privilegió a aquéllos que, en mayor medida, le aseguraban una gestión de calidad: a eso responde la conformación del grupo de veintidós ministros nombrados la semana pasada.
Aunque todos admitieron los pergaminos de los nombrados, su decisión, como era de esperar, no dejó a todos contentos. Las críticas desde la Concertación fueron tan previsibles como insustanciales: que no hay diversidad, que no representan al chileno típico, que es un gabinete elitista; en el fondo, que son demasiado buenos.
Pero las críticas no han venido sólo desde la vereda de enfrente. Algunos políticos del sector han echado de menos mayor experiencia política y más presencia de dirigentes y parlamentarios (o ex) de los partidos que apoyan a Piñera. Es que para esa instancia, el Presidente electo escuchó más a quienes integraron su equipo de instalación: Cristián Larroulet, María Luisa Brahm, Miguel Flores y al siempre presente Rodrigo Hinzpeter, quienes, quizás, por haber estado más cerca de él durante todo este período, ponen como primera prioridad el cumplimiento del objetivo de transitar hacia el desarrollo. Postergados quedaron, entonces, los que daban prioridad a la representación de políticos en el gabinete.
Quienes participaron en la conformación del ministerio sabían que no podía ponerse en riesgo el objetivo de la excelencia por buscar mayor experiencia política. De paso, se echaron encima una gran responsabilidad: el éxito del primer gabinete. El Presidente electo aprovechó para dar una señal a los partidos de su coalición acerca de dónde reside el poder.
Quienes criticaron, por su parte, no comprendieron de modo cabal el alcance y la importancia del concepto de la excelencia, probablemente por venir de mundos en que ese no ha sido el factor más relevante. Pero entre sus argumentos hay uno que merece atención.
En efecto no es bueno que los cargos más apetecidos o deseados estén reservados casi exclusivamente a técnicos que vienen de afuera de la política. Ello, porque esta situación lesiona los incentivos para que las personas más capaces se dediquen a la política.
Reconociendo esto, pero aceptando también que es positivo el aporte de gente que proviene de la academia, o de la empresa o del mundo de la cultura, puede hacer a la política, tendremos que convenir en que lo que se requiere es buena voluntad, confianza y buen criterio, para atender a un justo equilibrio entre ambas posiciones.
Por eso era tan importante la nominación de los subsecretarios. Era una oportunidad para dar mayor cabida a figuras provenientes del mundo político; pero de entre ellos, los mejores.
Se imponía también una suficiente representación de técnicos de excepción para las tareas que lo requieren y, por otra parte, reiterar que la capacidad de gestión y el espíritu de servicio público no tienen posición partidista.
Los políticos elegidos para las subsecretarías son personas destacadísimas en la actividad; Rodrigo Álvarez es el mejor ejemplo. Rodrigo Ubilla y Claudio Alvarado han tenido también gestiones brillantes en el pasado. Y los técnicos, son verdaderamente de excepción. Cualquiera que conozca a Rosanna Costa, Fernando Schmidt, Ximena Bronfman, Augusto Iglesias, Tomás Flores, Loreto Silva, Fernando Rojas, por nombrar algunos, estará de acuerdo en que llegan para formar un equipo de lujo. Es muy difícil encontrar, en sus respectivos ámbitos, personas más preparadas que ellos. ¿Y qué decir de Gabriel Ruiz-Tagle? Un verdadero ejemplo de servicio público.
Los nominados para desempeñar los cargos de ministros ponían un doble desafío a la designación de subsecretarios: cómo mantener ese nivel y darle mayor cabida a gente de la política. Sebastián Piñera, una vez más, aprobó el examen.
Saludos,
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