Acaba de aparecer, publicado en la editorial Trotta, mi libro La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible. En los últimos años ha habido en España un gran debate y muchos progresos en lo que se refiere a la responsabilidad social de la empresa (RSE). Se avanzado mucho en el desarrollo de la agenda de la RSE y en la diseminación de modelos de gestión. Todos estos avances se han visto acompañados de un cierto debate ideológico que, paradójicamente, siempre desemboca en la demanda de una mayor clarificación de lo que cabe entender por RSE. La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible se sitúa en esta encrucijada. Cabe considerar este libro como una crónica y, a la vez, una síntesis de todo este debate. Pero, en último término, este libro propone una manera de entender la RSE y una manera de aproximarse a ella: supone pues, también, una toma de posición en este debate. A partir de la distinción entre acción social, responsabilidad social de la empresa, empresa responsable y sostenible y empresa ciudadana el libro clarifica las diversas maneras de aproximarse a las relaciones entre empresa y sociedad, y opta por la expresión empresa ciudadana como marco de referencia para entender el nuevo papel que la empresa puede jugar en la sociedad contemporánea. A partir de este enfoque ofrece una relectura de temas fundamentales para la gestión empresarial, como pueden ser la relación con los grupos de interés, el desarrollo de los valores y la ética de una organización, la rendición de cuentas o qué se entiende por éxito empresarial.
¿Por qué, desde mi punto de vista, tiene sentido vincular la idea de empresa ciudadana, y por qué esta denominación ha de entenderse como una idea reguladora y no como una visión normativa o descriptiva de la empresa? Pues porque la idea de ciudadanía aplicada a la empresa emerge como el horizonte o marco de referencia con relación al que se tienen que situar las prácticas y políticas convencionales de la RSE. La razón última es que la RSE no es un discurso autosuficiente que pueda sostenerse sobre sí mismo, sino que hemos de pensarla en un contexto de globalización y de interdependencia, donde los retos de la gobernanza pasan a ser la máxima prioridad. La vinculación de la idea de ciudadanía con la empresa se entiende como la expresión de una nueva visión de la empresa, que incorpora como una de sus referencias la contribución que pueden llevar a cabo las empresas a los retos de la gobernanza, a partir de su actividad estrictamente empresarial.
En el primer capítulo, se hace un balance del camino que me ha llevado a hablar en términos de empresa ciudadana. En primer lugar, se enmarca el desarrollo de la RSE en el contexto de la globalización, pero no se pone el acento en la descripción detallada de los acontecimientos de todo tipo que se asocian al vínculo entre globalización y RSE, sino en una manera de pensar la globalización y sus retos que sea coherente con el desarrollo de la RSE. Posteriormente, se presentan, de forma breve y sucinta, los rasgos centrales de la evolución histórica que se ha seguido desde la business ethics hasta la RSE, con el objetivo de mostrar que lo específico de la situación actual no está tanto en el discurso sobre la RSE como en el contexto en el que se sitúa y en los retos a los que se enfrenta. Finalmente, se traza un primer esbozo de los temas de la agenda de la RSE que a lo largo del todo el ensayo justificarán hablar de empresa ciudadana: la integración de la RSE en la estrategia; la gestión de la RSE como gestión de interdependencias; la RSE como algo nuclear y no periférico al negocio; la importancia del diálogo como núcleo del desarrollo de la RSE; la RSE entendida como proyecto de empresa y no como suma de prácticas empresariales; el vínculo entre RSE y accountability, y, finalmente, el vínculo entre desarrollo de la RSE y creación de legitimidad.
En el segundo capítulo, el análisis se centra en el contexto social y político actual de la RSE, especialmente en Europa (y en contraste con Estados Unidos). En este capítulo se hace especial hincapié en la dimensión sociopolítica que enmarca la RSE. Por un lado, se dibuja un perfil del itinerario y las posiciones de los distintos actores implicados en el desarrollo de la RSE. Y, por otro, estas posiciones se sitúan en el contexto de algunas transformaciones del Estado del bienestar, en el marco de la globalización. En este sentido, se pone de relieve que, cuando se hablaba de empresa, en el Estado del bienestar, el adjetivo social se identificaba con laboral y sólo involucraba a los agentes sociales con la mediación del Estado. El actual desarrollo de la RSE se realiza en una situación de mayor complejidad y con las empresas operando en varios países, con lo cual se incrementa el número de actores que interactúan con las empresas y los requisitos que estos actores dirigen a las empresas. El capítulo describe como ello ha conllevado un cambio en el posicionamiento de los diversos actores: empresas, organizaciones empresariales, ONG, sindicatos, gobiernos, partidos políticos y medios de comunicación. La conclusión es poner de relieve una de las paradojas del debate actual sobre la RSE: prácticamente todo el mundo coincide en señalar la importancia de la RSE y en redefinir las relaciones entre empresa y sociedad. Pero cada cual está de acuerdo desde razones y objetivos diferentes, lo que explica, por un lado, que el discurso de la RSE sea una construcción social y, por otro, las dificultades para alcanzar consensos y acuerdos sobre la RSE que involucren todos los actores.
El tercer capítulo parte de la dificultad que comporta acotar el término "social" referido a la empresa, y la inevitable diversidad de definiciones que esto ha generado. Y planteo que no hace falta obsesionarse con pretender una definición normativa de la RSE. En cualquier caso, lo primero que hay que hacer, desde el enfoque que propongo, es distinguir la RSE de todo lo que sea compromiso con la comunidad y filantropía, y no reducirla a estas prácticas. En segundo lugar, hay que ver la RSE como algo que comporta necesariamente la gestión de las relaciones con los stakeholders. Pero, si pretendemos una aproximación más amplia e inclusiva (y que no permita, por ejemplo, contraponer la responsabilidad social a la responsabilidad económica, como a menudo ha propiciado el término RSE), debemos formular un marco de referencia más integrador y que parta de la asunción de que la empresa tiene responsabilidades, en plural. Por tanto, apunto a un planteamiento en el que hablar de RSE es hablar también de estrategia y de visión empresariales. Por ello, más allá de debates nominalistas y terminológicos, esta comprensión de la empresa que interrelaciona contenido, estructura y proceso de la RSE da lugar a un planteamiento que propongo denominar empresa responsable y sostenible (ERS), que se situaría más allá de los planteamientos convencionales de la RSE, reducidos y limitados sólo a los aspectos de la práctica empresarial autocalificados de "sociales".
En el cuarto capítulo, se justifica la relación entre la idea de empresa responsable y sostenible (ERS) y la idea de ciudadanía. En primer lugar, se pone de relieve que el recurso a las metáforas es habitual en el campo del management cuando se trata de pensar sobre la empresa. Aquí se subraya que el término ciudadana, referido a la empresa, no se debe tomar como una definición sino como un marco de referencia que puede convertirse en una idea reguladora. Planteo que mi propuesta de hablar de empresa ciudadana conecta con un análisis de la globalización. Un mundo global plantea nuevos retos de gobernanza que ya no pueden resolver los gobiernos por sí solos, sino que requieren la implicación de otros actores (empresas y sociedad civil). Eso supone que las empresas han de verse cada vez más a sí mismas como corresponsables del espacio público global y de los retos que afrontan nuestras sociedades. Es aquí donde se sitúa la idea de ciudadanía, vinculada a las empresas. Pero es necesario preguntarse qué tipo de aproximación a la ciudadanía hay que realizar. A partir de la relectura de la tensión entre la idea liberal de ciudadanía y la republicana, subrayo que hablar de empresa ciudadana tiene sentido especialmente desde los planteamientos propios del republicanismo, en la medida en que vincula la idea de ciudadanía con la responsabilidad y la contribución a la vida de la comunidad. Desde este punto de vista, mi afirmación de la idea de empresa ciudadana como una idea reguladora aparece como la culminación de una secuencia de desarrollo en la que el grado de visión estratégica de la empresa es cada vez más amplio y los tipos de prácticas empresariales son cada vez más integrados y complejos. Esta secuencia obedece también a un orden terminológico, de menos a más: a) filantropía y compromiso con la comunidad; b) responsabilidad social de la empresa (RSE); c) empresa responsable y sostenible (ERS), y d) empresa ciudadana.
En la segunda parte del ensayo, se desglosan los tres componentes que configuran la idea reguladora de la empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible, y se muestran sus interrelaciones. En el capítulo 5, se propone una relectura de las relaciones con los stakeholders. El capítulo arranca con una visión de los temas convencionalmente asociados al tratamiento de los stakeholders (la definición del término; sus consecuencias para la gestión; los problemas de identificación y valoración de los stakeholders, y los criterios propuestos para tenerlos en cuenta). Pero se subraya que el enfoque tradicional de la RSE plantea la cuestión puramente en términos de gestión de las relaciones. Seguidamente, se propone un cambio de enfoque: en lugar de una visión de los stakeholders centrada en la empresa, que se considera el centro de todas las relaciones, se plantea que en la actualidad la relación con los stakeholders se tiene que pensar no desde la empresa como centro, sino desde la red de relaciones en la que la empresa se inscribe. La referencia es, pues, la red, y es desde ella que la empresa tiene que afrontar sus relaciones. Por ello, se propone hablar de empresa relacional cuando se trata de pensar en los stakeholders, porque en un mundo interdependiente no se trata sólo de gestionar relaciones, sino de construir relaciones. El capítulo concluye, en consecuencia, que no se puede hablar de construir relaciones con los stakeholders sin repensar los valores corporativos y sin repensar la accountability, y pone de relieve los vínculos entre ellos. Y estos son los temas que se abordan en los dos últimos capítulos.
El enfoque propuesto hace necesaria una reflexión sobre los valores corporativos. Pero, a menudo, el discurso sobre los valores corporativos se presenta como si fuera autosuficiente. Hablar de empresa ciudadana como idea reguladora comporta recuperar explícitamente el discurso ético, que a menudo ha quedado en un segundo plano o ha desaparecido en los planteamientos de la RSE. Pero, a lo largo del capítulo, se plantea la necesidad de distinguir y no confundir tres cuestiones que tienen bastantes puntos de solapamiento: la cultura organizativa, los valores corporativos y la ética organizativa. Y se propone centrar la cuestión en las prácticas y en los procesos de aprendizaje organizativo, más que en los enunciados de valores. Por ello, se habla de la necesidad de fomentar las "organizaciones reflexivas", por analogía con lo que en otros ámbitos se ha formulado como "profesionales reflexivos". A partir de esta visión, más orientada al desarrollo de los valores éticos, se tipifican los componentes de una ética organizativa, la secuencia de su desarrollo y la visión de los valores que presupone.
El ensayo se cierra con el tratamiento de un componente esencial del enfoque que he propuesto: la accountability. Sin embargo, a diferencia de lo que es habitual, no planteo la accountability en términos de cuáles son las mejores metodologías para llevarla a cabo, sino que vinculo la pregunta por la accountability a la pregunta sobre qué se entiende por éxito empresarial. El debate es necesario porque, en caso contrario, hablar de accountability es hablar sólo de resultados, sin contextualizarlos en el modelo de empresa y de éxito que les da sentido. Por tanto, se pone de relieve que hablar de accountability no es hablar sólo de hechos, sino de su interpretación y, por tanto, que aquello con relación a lo que se quiere rendir cuentas depende de los valores y del rol que se espera de la empresa en la sociedad. También se subraya que no se puede hablar de accountability de manera unidimensional, sino que puede ser conveniente hablar de esferas de accountability, de manera análoga a como se ha hablado de esferas de justicia en otros ámbitos y, por tanto, que la definición de accountability no se puede separar de las relaciones con los stakeholders y del establecimiento de los valores corporativos, que han sido el objeto de los capítulos anteriores. A partir de aquí se plantea otra cuestión que no suele tratarse al hablar de RSE: que las empresas responsables necesitan también a personas que lo sean. Así pues, no se trata sólo de qué métrica utilizan las empresas, sino de qué tipo de actitudes personales y de carácter fomentan en relación con la visión del éxito que transmiten a las personas que trabajan en ellas. Por ello, se concluye que, si tenemos en cuenta el impacto que determinadas visiones del éxito empresarial tienen en las personas y en las empresas, la cuestión de la empresa ciudadana que he analizado a lo largo del ensayo se relaciona directamente con el desarrollo de lo que se ha denominado "la riqueza ética de las naciones".
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