Todos podemos ser creativos. Un docente que tiene que motivar a treinta alumnos adaptándose a las subjetividades de cada uno es creativo. Una mamá que todos los días prepara distintos almuerzos y cenas, y maneja la economía del hogar es creativa. Una abuela que se descubre contándole un cuento de su propia invención a su nieto, aunque eso le hubiese resultado impensado años atrás, también lo es. Como un deporte para el que es necesario entrenar, la creatividad se trabaja, incentiva y promueve. No depende de niveles de inteligencia, es un concepto complejo difícil de considerar y medir científicamente.
La creatividad tiene 4 momentos
La preparación es la primera. No existe un creativo o gran inventor que haya logrado tener una idea genial si antes no destinó muchísimo tiempo a pensamientos profundos y obsesivos sobre el tema correspondiente.
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La obsesión y la creatividad están más vinculadas que el coeficiente intelectual y la creatividad. Para ser creativos es necesario pensar obsesivamente sobre una cuestión que ha sido estudiada o es objeto de nuestro conocimiento. Por eso, se dice que "en términos de creatividad, la inspiración es para aficionados".
La segunda etapa es la incubación de la idea. Los problemas pueden solucionarse de dos formas: una lógica, mediante un pensamiento lento y repetitivo, y una intuitiva. Antes de que las personas resuelvan un problema mediante la intuición, en el cerebro se activan las áreas relacionadas con la imaginación y asociación. Es como si estas áreas cerebrales hablaran entre ellas.
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Por el contrario, la concentración para encontrar una idea o una solución novedosa impide que trabajen en forma intensa las áreas que hacen nuevas asociaciones en el cerebro.
Cuando se realiza el acto creativo, el cerebro estaría en un estado oscilatorio que posibilita la sincronización entre grupos neuronales de la misma área cortical o de regiones distantes entre sí que intervienen en una acción motora, una tarea cognitiva o una perceptiva.
Por eso, muchos creativos reportan que tienen ideas nuevas cuando no están pensando en nada: el clásico "tenía la mente en blanco y se me cruzó la idea por la cabeza".
Aunque uno no esté concentrado o pensando en algo, el cerebro puede continuar trabajando con la información adquirida en forma previa. Paradójicamente, estos serían los mejores momentos para crear, porque en los períodos de relajación hay inactividad y aparecen los llamados "sueños diurnos" (daydreaming).
El sueño también es un estado que facilita la creatividad. El químico alemán August Friedrich Kekulé (1829-1896) pasó mucho tiempo intentando encontrar la estructura de la molécula de benceno. En sus memorias cuenta que una tarde, mientras volvía a su casa, se quedó dormido. Allí soñó con átomos que danzaban y chocaban entre ellos. Varios se unieron y formaron una serpiente que hacía eses. De pronto, la serpiente se mordió la cola y Kekulé despertó. A nadie se le había ocurrido hasta ese momento que la molécula pudiera tratarse de un compuesto cíclico.
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A partir de este sueño, pudo descubrir esa propiedad.También es famosa la experiencia de Paul McCartney relacionada con la composición de uno de sus clásicos, Yesterday. Según él mismo contó, una noche de 1964 soñó la melodía del tema y al otro día, por la mañana, así la escribió. Salvador Dalí también creía que el momento del sueño propiciaba la capacidad creadora. De hecho, una de sus creacioones más famosas es El sueño, pintada en 1937.
La iluminación es la tercera etapa del proceso creativo. Es el "momento eureka", el que aparece después del período de relajación.
La verificación constituye el último paso. Se trata del momento decisivo, cuando se pone a prueba aquello que se nos ocurrió y se evalúa cuán efectivo puede resultar.
Beneficios del reposo y el buen dormir
Las neurociencias han podido determinar una serie de redes cerebrales que se activan en forma conjunta y organizada durante estos momentos de relajación. La más importante de ellas es la denominada "red de reposo", que involucra áreas frontales y parietales, y se relaciona con la monitorización de los estados internos y la memoria autobiográfica. Es tal la consistencia de esta dinámica cerebral que tanto esta red como otras vinculadas con la caracterización del proceso creativo que ya mencionamos.
De este modo, lo recomendable es prepararse, estudiar, reflexionar, conocer el tema o la disciplina a los que queremos proporcionarles nuestra visión original. Esto requiere dedicación, es decir, hacerlo de manera constante. Luego, resulta imporante relajarse y tener un buen descanso reparador.
También, hay que estar un "poco loco" (aunque no mucho). Entender el problema de manera simple evita que caigamos en la trampa de querer resolver las situaciones en forma "inteligente" si las complejizamos, cuando en realidad se trata de algo más sencillo. La audacia es otra propiedad que se necesita para estimular la creatividad.
Solía creerse que la actividad cerebral generada cuando descansamos, estamos relajados o no hacemos nada constituía una suerte de "ruido desorganizado". Sin embargo, los avances científicos han demostrado que esta idea es falsa. El cerebro tiene una actividad propia y organizada durante los momentos de reposo.
Los estudios demuestran que la etapa del sueño MOR (movimientos oculares rápidos) contribuye a la resolución de problemas. Esto se debe a que durante esta fase se produce una desinhibición debido a la menor activación de las áreas cerebrales que generalmente regulan el pensamiento lógico. Durante el sueño se produce también una alta actividad en las áreas visuales del cerebro. Esto hace que podamos vislumbrar soluciones. Asimismo, el aprendizaje se afianza al dormir, afectando la creatividad en forma positiva.
En efecto, tanto tanto durante la relajación como durante el sueño, el cerebro sigue activo, trabajando con la información adquirida en forma previa.
*Fuente: Cerebro humano: claves para entenderlo, dirigida por Facundo Manes. Todos los viernes una nueva entrega a $69.90.
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