Dicen por ahí que una gallina es un plumífero comprometido con la alimentación humana: pone cada día un huevo, y a la copa, pochado o frito, nosotros vamos creciendo. En cambio, un chancho va mucho más allá: está INVOLUCRADO en la alimentación de nuestra especie. Es más, se le va la vida en ello.
Y nuestra Presidenta Bachelet, ¿será más chancho o gallina?
Si analizamos su primer gobierno, veremos a esta señora blanquita, sonriente y algo voluminosa que nos protegió cariñosamente con sus alas, puso algunos huevos significativos como el Pilar Solidario y tuvo como propósito central mantener a Chile en su rumbo. Un camino que en los últimos 30 años logró eliminar pobreza y aumentar sueldos y calidad de vida como ningún otro país de Latinoamérica.
Lo logró. Y se fue con aplausos y batiendo alas.
¿Que sucedió después? Nunca lo sabremos a ciencia cierta. Pero algo importante tiene que haber pasado para que ella, Peñailillo y sus boys hayan decidido irse definitivamente al chancho, al involucrarse con todo en la refundación de un Chile Nuevo que nadie había ni imaginado.
Su entorno asegura que fue electa con una tremenda mayoría para cumplir su impresionante programa. La verdad es que mucho antes de que pusiera un pie en Chile, ya estaba elegida. Y con una abrumadora preferencia que nadie osó rozar.
Del programa se sabía tan poco que ella misma en el aeropuerto nos aclaró que la gratuidad universal no corría para su hija Francisca, la que como cualquier ciudadano con recursos, debía pagar su universidad.
Pero luego empezó esa acumulación de eslóganes provenientes y legitimados por las demandas de la calle. Eslóganes que con su frenético flameo taparon realidades tremendas: que muchos niños de básica terminaban el ciclo sin saber leer ni escribir, que un 70% de los egresados de media no entendía las instrucciones de una leche Nido, que el 80% de los trabajadores jubilaban con pensiones miserables, o que medio Arauco -ya no tan domado- ardía a vista y paciencia del país.
Total los niños no marchan ni votan, los jubilados no suenan y los bosques e Iglesias ardientes, de seguro pertenecen a ricos o curas, así es que echémosle pa'lante no más.
Se impuso el ritmo de lo que la calle canta: gratuidad, igualdad, no al lucro… Y de la educación, el fervor pasó a la reforma tributaria, laboral y al sacrosanto programa… Y todos al unísono repitiendo que fue electa por su programa. Ahora vamos por una nueva constitución. Qué importa que no la haya leído ni el 2% de los chilenos, ni que se haya reformado 50 veces antes. Si tendremos patria nueva… ¡que sea con todo!
En resumen, se fueron al chancho incluyendo patitas y orejas, queso de cabeza, chunchules, interiores y más. Quién sabe cómo terminará esta orgía refundacional. Y los políticos de centro-derecha bien calladitos… ¿Se habrán ido también al chancho y de puro "involucrados" temen que les corten la cabeza si gritan demasiado?
Martín Subercaseaux.
FOTO: PEDRO CERDA/AGENCIAUNO
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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