El nuevo periodismo libre (uno)
Desde votoenblanco con Francisco Rubiales:
A la Administración no le gustan las consultoras de comunicación. Mientras que cada vez son más las empresas que contratan servicios externos de comunicación, conscientes de las ventajas de trabajar con profesionales expertos independientes, en el ámbito de los poderes públicos, la tendencia es justamente la inversa, y la realidad nos muestra que cada día hay más periodistas en nómina en los ministerios, las consejerías, las diputaciones y los ayuntamientos.
Esa tendencia resulta tanto más sangrante y llamativa cuanto que las administraciones públicas vienen gastando millones y millones de euros en la contratación de agencias de publicidad para el diseño y ejecución de campañas cuya rentabilidad ni se mide ni se cuestiona, a pesar de que son pagadas por el siempre voluntarioso contribuyente. Por la misma lógica por la que los poderes públicos prescinden del asesoramiento externo en comunicación, deberían hacer lo propio en materia de publicidad, y de hecho no existe razón alguna, de tipo técnico, para que las consejerías puedan contratar periodistas y no puedan poner en nómina a creativos o planificadores de medios que les diseñen las campañas.
Lo cierto es que detrás del recelo de las administraciones públicas hacia las consultoras de comunicación no existen argumentos de carácter profesional, sino de enjundia política, y bien analizados estos motivos, no resulta nada extraño que consejerías, ayuntamientos y demás organismos públicos prefieran, en muchos casos, prescindir de la comunicación a contratarla a través de un servicio externo.
Apagada por la publicidad la llama del periodismo libre que hace unos años mantenían viva los medios de comunicación convencionales, desde el punto de vista de la opinión pública el poder sólo se enfrenta ahora al riesgo de la información que procede de las consultoras de comunicación, las cuales representan posiblemente el nuevo periodismo libre del siglo XXI. Me refiero por supuesto a las consultoras que merecen el nombre de tales. No a esos negocios montados en los aledaños del poder que malviven durante unos pocos años de las migajas de los concursos públicos convocados a su medida.
Basta repasar la cartera de clientes de cualquier consultora de prestigio para sustanciar esta hipótesis. En esa cartera conviven pequeñas empresas, fundaciones privadas, escuelas de negocios, asociaciones empresariales, corporaciones profesionales, universidades, centros de investigación, grandes industrias... prácticamente los únicos reductos de pensamiento libre e independiente que hoy quedan en el marco de una sociedad civil cada vez más domeñada y sometida al poder político.
Cómo va a querer trabajar la administración con profesionales libres que no entienden de otra lealtad que la de servir con eficacia a sus clientes. Cómo va a fiarse de unos periodistas que son los que, en el estricto servicio a sus clientes, vienen desafiando al poder y dando alcance, notoriedad y prestigio a planteamientos e intereses que en no pocas ocasiones entran en colisión con los argumentos públicos.
(sigue) Franky
El nuevo periodismo libre (dos y final)
Con el periodismo de investigación en prácticas vías de extinción, la información de mayor valor cívico y democrático es precisamente la que se elabora y cuece en las consultoras de comunicación, sobre la magnífica materia prima aportada por su clientela: ese conjunto de empresas y colectivos organizados que sostiene lo que queda de sociedad civil independiente.
No ignoro la cantidad de risas incrédulas ?más que incrédulas, yo creo que son nerviosas- que una argumentación como la que sostengo puede provocar entre los periodistas de la vieja cuerda. "Vosotros sois mercenarios de la información, porque sólo comunicáis cuando os pagan", suelen deducir. Su razonamiento es deficiente y anémico, porque es precisamente la libertad de facturar a quien queremos y por lo queremos, la que nos libera de los servilismos, las lealtades y el servicial vasallaje hacia los poderes públicos.
Somos libres, porque sólo nos atan nuestros contratos, y por tanto sólo estamos condicionados por la obligación de prestar un servicio impecable a quien confía en nuestros servicios y nos lo remunera de forma justa. Nos da igual que el cliente sea grande o pequeño, siempre que colabore de forma leal y esté dispuesto a practicar la transparencia informativa, y en privado incluso no nos importa confesar que preferimos a los pequeños, a los que nos sitúan en el desafío de luchar, con las armas de David, contra el poderoso pero torpe Goliat público.
Con esto tampoco quiero decir que en la prensa convencional no haya periodistas libres, pero resulta indudable dos cosas: que los intereses publicitarios están por encima de los informativos y que el periodismo de agenda y convocatoria institucional es una realidad abrumadora frente al periodismo de indagación y búsqueda propia de la información. Por otro lado, no está de más subrayar que mientras en las consultoras de prestigio la estabilidad laboral es la tónica dominante, y los periodistas se desarrollan allí personal y profesionalmente, los medios de comunicación se parecen cada vez más a canteras de jóvenes periodistas en precario, opositando y haciendo méritos para entrar en los gabinetes de prensa institucionales.
Creo, por tanto, en el periodismo, si se quiere interesado, pero enormemente libre y fresco, que se cocina en los fogones de la consultoría, y creo además en el enorme servicio público que los asesores libres e independientes hacen a la vida democrática y al Estado de Derecho. Hoy por hoy, los consultores, son, a la Comunicación, lo que la Abogacía libre es al Derecho. Un bastión insustituible sin el cual muchas instituciones y colectivos ciudadanos se quedarían sin voz ante el poder y ante la opinión pública.
Fin
PETRONIO
Rodrigo R. González Fernández
Director