Luego de siete años de haber sido estrenada en 1989, recién el 11 de noviembre de 1996 la película "La Última Tentación de Cristo" podía ser vista en Chile. Un grupo de abogados conservadores presentó un recurso de protección contra la exhibición del filme, aduciendo una presunta lesión a la honra de Cristo y sus fieles. La justicia, coherente con las sensibilidades de una compleja transición a la democracia, acogió la solicitud y censuró la película.
Agotada las instancias nacionales, otro grupo de abogados acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, demandando al Estado de Chile por vulnerar los derechos de libertad de expresión. Pasaron los años, y en 2001 ese tribunal internacional falló a favor de los juristas: Chile debía exhibir la desfasada cinta y modificar los aspectos de la Constitución que permitían la censura.
Dentro del grupo de juristas triunfadores irrumpió un profesional que después se haría conocido por defender causas de alto impacto público, muchas de las cuales involucraron a figuras de todo el espectro político: Ciro Colombara López.
Un abogado que en las últimos meses ha protagonizado dos de los casos que han liderado la contingencia: Caval y Soquimich. En el primero, como abogado defensor del síndico de quiebras Herman Chadwick. En el segundo, también en calidad de defensor de su amigo, el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, investigado por la fiscalía por supuesto financiamiento electoral irregular con recursos de SQM.
Por el No en la José María Caro
Los vínculos de Colombara con el mundo político se remontan a los días del plebiscito de 1988. Por entonces, ingresa al PPD, a efectos de participar por la opción del No. El entonces alumno de derecho combina sus estudios en la solemnidad monástica de la Universidad Católica, con sus tareas de jefe de apoderados de mesa en la población José María Caro, sector sur de la capital.
Sin tener una vida partidaria, se retira del PPD en 2013. "Él es liberal, ni siquiera es de izquierda", resume una fuente de su entorno sobre su pensamiento político.
Tiene, así, una profusa trayectoria profesional ligada a la transversalidad política, ya sea desde su antigua oficina junto a su colega Juan Pablo Olmedo, o en la actual Rivadeneira, Colombara y Zegers, liderada por Ricardo Rivadeneira, uno de los fundadores de RN.
Ejemplos: Querella de ME-O, en sus tiempos de diputado PS, contra un alcalde de Quillota por injurias y calumnias; defensa de Jacqueline van Rysselberghe (UDI) ante una acusación constitucional impulsada por legisladores de la Concertación; defensa de la senadora Lily Pérez por amenazas antisemitas; anulación de los Consejos de Guerra del régimen militar contra oficiales de la Fach -entre estos, el general Alberto Bachelet, padre de la Presidenta-; y demanda contra el Estado chileno por prohibición del matrimonio igualitario en representación de tres parejas homosexuales.
En su círculo destacan que su soltura para moverse en las distintas esferas se debe a la alta cotización que tiene como abogado penalista. "En Chile hay pocos penalistas, y él es uno de los mejores, sin duda", subraya una fuente que prefiere el anonimato. También su gusto por organizar reuniones con personalidades de diversos ámbitos para analizar la agenda pública, a pesar de su personalidad reservada. Una de ellas fue una cita realizada en su casa para comentar la promesa de una nueva Constitución. Entre otros, asistieron el ex senador Carlos Ominami y el mediático abogado Daniel Stingo.
Ominami y Girardi
No obstante su ascendencia en el poder, es con tres personajes que Colombara mantiene una particular cercanía.
Uno de ellos es el senador PPD Guido Girardi, a quien conoció como parte de su equipo de asesores jurídicos a mediados de los años 90. A pesar de haberlo defendido de una serie de querellas de ejecutivos de las AFP -cuando Girardi aseguró que sus directivos eran "ladrones de cuello y corbata"- la relación, que aún se mantiene, tuvo un hecho que trizó la amistad.
Sucedió en medio del caso Spiniak, cuando Girardi llevó a la televisión a un menor de edad que aseguraba identificar a políticos en las fiestas organizadas por el ex empresario. Según fuentes que conocen de la relación entre el senador y el abogado, Colombara siempre dudó del testimonio del niño, por entonces catalogado con la siglas L.Z. Por lo mismo, rechazó la idea de llevar al menor a los medios de comunicación. Las fuentes coinciden que desde ese episodio la amistad entre ambos se enfrió.
A Ominami, en tanto, se acercó en medio del caso PGE, por desvío de recursos públicos para financiamiento de campañas políticas, que involucró al entonces senador socialista y a su hijo, Marco Enríquez-Ominami, quien por esos días era candidato a diputado. Colombara asesoró a ambos y, con los años, el abogado terminó facilitando su oficina de calle Juan Antonio Ríos como el centro de operaciones de la primera campaña presidencial de ME-O.
Esta trenza vino a la memoria cuando se reveló la reunión del senador Girardi con Jorge Abbott, quien aspiraba a convertirse en fiscal nacional, en el hogar del legislador. Colombara, facilitador del encuentro, ya era un viejo conocido de quien reemplazará a Sabas Chahuán en la jefatura del Ministerio Público: cuando se investigaba el caso PGE en la V Región, Abbott era el jefe de la Fiscalía de Valparaíso.