Dice que en los últimos gobiernos la minería no formó parte de la agenda política y que no se ha hecho mucho por mejorar el mal escenario para las inversiones que la industria comenzó a describir hace dos años y medio.
(Diario Financiero) Hace ya dos años que se percibe un freno en las inversiones en minería. El presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino, analiza el estado de la situación. "Creo que el escenario es más negativo que positivo", dice.
-¿Cómo se ve el desarrollo de la minería para los próximos años?
-Hace tres años Chile y a 2020 tenía una cartera de proyectos de unos
US$ 65.000 millones, que nos permitiría aumentar en 50% nuestra producción de cobre y después se informaba que ella seguía creciendo. ¡Puras buenas noticias! Pero hace dos años y medio empezamos a ver y a plantear que había luces amarillas y que algunas iniciativas se iban a paralizar. Hoy hemos constatado eso y, peor aún, vemos que no se están dando las condiciones para que las iniciativas en estudio o reevaluación vayan adelante.
-¿Cuáles son los problemas?
-Sigue habiendo energía cara, así como dificultades para el acceso a recursos hídricos. El agua de mar es una solución, pero mientras no haya energía barata, es poco competitiva. Sigue existiendo pérdida de competitividad, con costos laborales al alza y productividad en descenso.
-¿Qué es lo más grave?
-Existe incertidumbre en la obtención de permisos. No tiene sentido que te demores cuatro años en tramitar el proyecto y, al cabo de ese tiempo, pueda quedar sin efecto por una resolución judicial que se pronuncia en 60 días o después de la reunión de un grupo de ministros. No tiene sentido que no exista un mecanismo de relacionamiento con las comunidades y de solución de conflictos, o que el Estado no haya asumido un rol articulador, siendo un mero espectador.
-¿Se está peor que antes?
-No se ha hecho mucho por mejorar el mal escenario que hemos descrito desde hace dos años y medio. Este diagnóstico ha ido acompañado de una serie de iniciativas que tienden a contribuir en sus soluciones, pero la minería no puede hacerse cargo de todos los problemas, como la modernización del Estado o de manejar los conflictos sociales. Pero en temas energéticos, por ejemplo, empresas socias han invertido en el desarrollo de centrales, comprado centrales en construcción o apostaron por proyectos ERNC. Están involucradas en las soluciones. Lo mismo en agua y capital humano.
-¿Cuánto pueden esperar los proyectos?
-Los que se están desarrollando van a seguir. Lo importante es ver qué hacemos para aquellos en evaluación se desarrollen, así como ese 30% de reservas identificadas.
-¿Influye la reforma tributaria?
-Tanto la reforma tributaria original como la nueva tienen impacto sobre la minería. ¿Genera más incertidumbre? Quien decide invertir en minería toma en cuenta una serie de elementos. El incremento de impuestos es un ingrediente adicional, pero no es el decisivo. Hay otras cosas que son más graves, como el no respeto al orden público que hemos visto en manifestaciones en faenas e incluso, en el edificio corporativo de una de nuestras empresas socias. A veces no nos percatamos de la gravedad de esto, no le damos la importancia que tiene para un inversionista. Sólo imaginen la lectura que tienen en Londres, Sídney o Toronto.
Minería pública y privada
-El modelo de una minería pública fuerte, ¿se pone en entredicho al ver las dificultades de Codelco?
-Lo que le está ocurriendo a Codelco es delicado para la empresa, el país y el mundo. Que tenga inconvenientes de financiamiento para desarrollar sus proyectos no es buena noticia. Tal vez hay que buscar otras maneras inteligentes para desarrollarlos, como asociaciones con privados. El Abra es un ejemplo exitoso de ello. Codelco es una empresa que está en las grandes ligas y, por lo tanto, su sistema de financiamiento debe regirse por criterios de ese tipo de firmas, los que superan los ciclos políticos.
-Que Codelco pierda importancia… ¿Afectaría la validación de la minería privada?
-Haría una distinción. Codelco es la empresa más querida por los chilenos y la más grande del país. Que pierda esa importancia no es bueno en términos económicos, sociales, laborales e incluso políticos. Respecto a la minería privada, que a Codelco le vaya mal, puede tener un efecto negativo porque obviamente se enrarecería el clima político.
-¿Por qué?
-Si a Codelco no le fuera bien, se produciría un mal ambiente, una cierta inquietud que afectaría el sector. De ahí a los análisis, soluciones y respuestas simplistas hay un paso pequeño y ese debate lo debemos evitar, porque la minería es compleja.
-¿Cómo han visto los discursos de nacionalización?
-Hoy se escuchan voces aisladas que reclaman la nacionalización de los recursos naturales, para solucionar todas las demandas sociales. Lo peor es negar ese hecho. Pienso que es una mala solución para atraer mayores recursos al Fisco. Debemos evitar las respuestas simplistas y, a veces, irresponsables. Creemos que nacionalizar no sólo es económicamente inabordable por el Fisco, sino que podría no ser bueno para la economía, para el desarrollo de la minería y para la inserción de Chile en el mundo.
-Pero Codelco nace de una nacionalización y ha dado recursos al Estado, ¿por qué no repetirlo?
-Vivimos un escenario mundial distinto que el de hace 40 años. Además, seamos prácticos, no tenemos recursos para hacerlo: ni para nacionalizar, ni para continuar con el desarrollo de nuevos proyectos. Cómo se va a financiar si tenemos problemas como país para sus proyectos estructurales actuales. Lo que queremos es que la industria genere riqueza para el país y que integre mejores prácticas en seguridad, tecnología, aspectos laborales y relaciones con comunidades… en esto los privados son un aporte.
-¿Este sector se ha validado?
-Se ha validado económicamente, por su aporte al desarrollo del país. Por ejemplo, del total de flujos de la industria en 2012, un 8% es aporte al fisco, el 50% es costo operacional, 8% son remuneraciones, 18% es reinversión y sólo el 7% sale como dividendos. Además, entrega puestos de trabajos de calidad, con altos estándares de seguridad. La minería privada está validada en muchos aspectos y trabaja seriamente para liderar otros en desarrollo, como relaciones con las comunidades, proveedores o mejoras en capacitación. En todo caso, hacemos un mea culpa porque hemos sido poco proactivos a la hora de comunicar y dar a conocer todo lo que significa la minería. Tenemos que abrir la minería a la sociedad. Así como hay una agenda energética o educacional, debería haber una minera.
-¿Y el Consejo Minero se ha puesto más proactivo en esto?
-Si estamos más proactivos debe ser evaluado desde afuera, nosotros queremos tener una actitud más proactiva, en orden de comunicar qué hace la minería, cuáles son sus desafíos y cómo se está trabajando en ellos. Vale la pena que se conozca y que políticamente haya una visión global de lo que significa desarrollar minería en Chile y de cómo se ve afectada con un sinnúmero de iniciativas. Nuestros problemas no sólo son por medidas que están enfocadas en regular aspectos de la minería, sino que a veces se busca solucionar otros problemas y se termina afectándola colateralmente. Eso se solucionaría si alguien tuviera la mirada de la jugada completa y ahí claramente el gobierno es el director de orquesta.
-¿Ha habido poco liderazgo desde el Ministerio de Minería?
-No es un problema del ministro de Minería de turno. En los últimos cinco gobiernos la minería no ha formado parte del corazón de las agendas políticas. Es importante una mirada sobre el sector que abarque al menos un conocimiento de la actividad, que mire el largo plazo y que asuma de manera consensuada que es indispensable desarrollar minería.
Esto depende de tras pilares: primero, el país o la comunidad que gana y crece en torno a la minería; segundo, un gobierno que tiene beneficios económicos, pero que también se beneficia de que se desarrollen proveedores, innovación, tecnología, buenas prácticas en seguridad, medio ambiente, y; tercero, compañías que rentabilizan su inversión.
Si no se permite que la industria recupere su inversión, ésta no tendrá utilidades ni será capaz de generar beneficios al país o al gobierno, por lo tanto el modelo se cae.
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