La ética y la política
El modelo de la democracia predominante en la época contemporánea se inclina a favor de la "ética de la responsabilidad", dado su necesario componente pluralista que respeta la diversidad, estimula la deliberación, y protege y garantiza el derecho del ser humano a ser diferente, a actuar diferente, incluso a poseer su propia weltanschauung. No obstante, y con el respeto debido al maestro intelectual, quien esto escribe se resiste a aceptar la imposibilidad de congeniar las convicciones con el sentido de responsabilidad, pues en ambos casos flamea una ética que dota de sentido a la acción humana. Es cierto que la ética se traduce en responsabilidad de nuestras acciones individuales y colectivas, y por tanto en las consecuencias de nuestros actos, decisiones y omisiones, pero no es menos cierto que la concepción ética de la política debe sustentarse también en principios y valores que orientan consecuentemente nuestras acciones; lo contrario es la política pragmática basada en criterios cortoplacistas, inmediatistas, al servicio de intereses parciales y la pura conveniencia egoísta. En suma, el embelesamiento y la vanidad del poder, su búsqueda y disfrute como un fin en si mismo, el más crudo "maquiavelismo político".
La grave crisis de representatividad que experimentan las democracias contemporáneas tiene un componente fundamental en la pérdida de credibilidad de una clase política mayoritariamente sin convicciones y sin sentido de responsabilidad. El mismo Weber, dramáticamente angustiado ante la pérdida de sentido de la acción política de su tiempo, se refirió a la desgraciada impronta de los dos pecados mortales de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad. Ante el desespero de los ciudadanos, indignados y defraudados, que nos muestran diariamente los medios televisivos en todas las latitudes del planeta, ante una clase política tildada de irresponsable y oportunista, aquellos terminan atacando el corazón de la "democracia representativa", y le dan la espalda en su reclamo por una democracia participativa, "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", de los ciudadanos y para los ciudadanos.
En conclusión, la política, la profesión política, está sometida a un cuestionamiento severo, profundo y de larga duración, que comienza a afectar, es la cruda realidad, las bases de legitimidad de las democracias en el mundo. A mi modesto entender sólo hay un camino de redención, el camino guiado por elrevival de las convicciones junto a la asunción plena del sentido de responsabilidad.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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