Convivencia obligada
Editorialistas consideran que la politiquería y el nacionalismo deben mantenerse alejados de sucesos como el incendio ocurrido en Ludwigshafen, en el que murieron nueve personas de origen turco.
El Frankfurter Rundschau comenta sobre este caso y sus consecuencias: Nada sería más desolador que la utilización política de esta tragedia. Los apresurados esfuerzos de algunos políticos por minimizar la tragedia son tan inapropiados como las ilustraciones llenas de esvásticas en los periódicos turcos. En cambio, resulta comprensible la consternación que sienten muchos ciudadanos turcos. Los cuatro sujetos que dejaron arder vivas a cinco personas en 1993, en Solingen, se encuentran libres desde hace tiempo. También ello debiera ser tomado en cuenta en el momento de analizar las imágenes y reacciones sobre lo sucedido en Ludwighshafen."
Consenso obligado
Para el berlinés Tagesspiegel, "Por desgracia, es demasiado larga la lista de ataques de alemanes a viviendas habitadas por extranjeros como para negar cualquier teoría sobre posibles actos violentos. Los nombres de ciudades como Mölln, Hoyerswerda, Solingen o Rostock representan capítulos muy oscuros en los cuales ciudadanos turcos resultaron afectados, e incluso familias enteras que llevan décadas viviendo en Alemania. Esta comunidad ya totaliza 2,7 millones de personas, y cada año reciben la nacionalidad alemana entre 30.000 y 45.000 más. Ya sea del gusto de alemanes y turcos o no: si bien ambos países no son vecinos geográficos, están obligados a alcanzar un consenso debido precisamente a cifras como éstas."
Tensa relación
Desde Chemnitz, el Freie Presse se refiere al clima político en el que se desarrolla la visita del primer ministro Erdogan: "Todos estos sucesos indican claramente cuán tensa es la relación entre Alemania y Turquía; está plagada de desconfianza, sentimientos de autodevaluación y un nacionalismo encendido. Así, algunos políticos alemanes hacen llamados para no buscar provecho político de estos sucesos. Deberían ser más autocríticos, sobre todo en vista de la estrepitosamente fracasada campaña de Roland Koch en contra de los criminales extranjeros. No es el tema, sino el estilo de dicha campaña lo que motivó gran desconfianza por parte de la comunidad turca. El primer ministro Erdogan se encuentra en Ludwigshafen. ¿Provocación? ¿Campaña electoral? Nada de eso. Si en Estambul muriese un grupo de turistas alemanes, no tardarían los políticos germanos en hacerse presentes en el Bósforo."
¿Y los alevitas?
El Tages-Anzeiger, de Zúrich, también lanza una luz sobre los temas de fondo en cuanto al incendio de Ludwigshafen: Lo que hace tan complejo a este caso es que afecta a la comunidad alevita, una minoría musulmana discriminada en Turquía. En vez de enviar investigadores criminalistas a Alemania, Turquía debería por fin castigar todos los ataques contra los alevitas en ese país. Aquí se ha roto el clima de confianza necesario para que la convivencia resulte productiva a alevitas, alemanes y turcos. Esto es lo que dejó en claro el incendio, independientemente de si fue provocado o no."
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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