Los lotófagos y la bulimia de la memoria histórica
Por Alejandro Diz , Profesor de Historia de las Ideas. Universidad Rey Juan Carlos en ABC , un excelente artículo que comparto con nuestros lectores .Que lo disfruten
.
Homero cuenta el mito de los lotófagos, unos pueblos que se alimentaban con la flor de loto, lo que les hacía perder la memoria. Pérdida de memoria que haría inviable cualquier proceso de civilización. Desde
Término ambiguo además porque, como es sabido, la memoria sólo es individual y subjetiva. El ejercicio de rigor intelectual que en este terreno hay que llevar a cabo es el de distinguir entre lo que es Historia (cuya tarea recae especialmente en los historiadores, en su interpretación lo más objetiva posible de los hechos estudiados), memoria individual y representación que una sociedad tiene de su propio pasado, que se conforma a través de variados espacios de búsqueda, entre los cuales no es de importancia despreciable el que juega la interiorización más o menos socializada que se tiene del pasado histórico de una nación o de una civilización en concreto. Y de ahí la importancia de ser rigurosos en depurar la veracidad de
Pero esa distinción no es lo que se propone llevar a cabo, en lo fundamental, con la llamada «recuperación de la memoria histórica». Si lo que se pretendía era profundizar en el restañar heridas o en restituir el recuerdo de los injustamente asesinados o represaliados durante
La obsesión por
Eso fue, en cierta manera, lo que se hizo en España en
En la «recuperación de la memoria histórica», alentada fundamentalmente desde ámbitos políticos, hay rasgos a veces muy evidentes de selección sectaria de los hechos analizados y de interpretación sesgada, cuando no de clara manipulación, lo que desvirtúa el rigor del análisis histórico (Octavio Paz ya señaló que «no se puede reducir la historia al tamaño de nuestros rencores»).
Hay que tener en cuenta, asimismo, que en las sociedades democráticas liberales no hay verdades históricas oficiales. Como escribió Hannah Arendt, «los modernos manipuladores de los hechos obstaculizan la tarea del historiador; porque la misma historia es destruida y su comprensión se encuentra en peligro siempre que los hechos ya no sean considerados como parte del mundo pasado y del actual y se manipulen para demostrar esta o aquella opinión». Seguramente podríamos aplicar este enunciado al ejercicio de anacronismo histórico, aparte de mendaz, de pretender identificar a la actual Oposición política del reformismo liberal con la ideología franquista, con el más que sospechoso intento de acabar con el consenso que dio basamento a
Todo esto formaría parte de ese tipo de historiografía que ha criticado Koselleck: en lugar de la «historia encontrada» se introduce la «historia inventada», además de «una historia retrospectiva, impartida presuntuosamente desde el observatorio actual».
Ante estos fenómenos puede surgir la sospecha de que se quiera desviar la atención de problemas actuales como el de la negociación, con o sin concesiones políticas, en la derrota del terrorismo vasco hacia problemas retrospectivos de hace más de medio siglo. Y, además, afecta profundamente a la actividad del historiador ya que, como ha escrito Paul Ricoeur, «la dificultad es precisamente ejercer el juicio histórico con un espíritu de imparcialidad bajo el signo de la condena moral».
En definitiva, y como planteara Montesquieu: «¡Quién lo diría!: hasta la virtud tiene la necesidad de límites». El exceso de la virtud del recuerdo de
http://www.abc.es/20070218/opinion-firmas/lotofagos-bulimia-memoria-historica_200702180255.html
Cuánto podemos aprender los Chilenos con el Profesor Alejandro Diz , releanlo el artículo las veces que sea necesario y coméntenlo.
Saludos
Rodrigo González Fernández