California, EEUU - Desde la década de los ochenta los profetas y politólogos, utilizando la metáfora del gigante dormido, han predicho que en las próximas elecciones los latinos despertarán y demostrarán su fuerza electoral. Lamentablemente, las esperanzas puestas en ese dramático desenlace siempre se han estrellado con la realidad. Los latinos, a pesar de su enorme crecimiento numérico (hoy suman 46 millones representando un 15% de la población de Estados Unidos) aún no han podido articular una presencia clara y unida en el proceso electoral. Y es esta inhabilidad de vencer las barreras estructurales que existen lo que explica las altas tasas de pobreza y desempleo que aún existen entre la comunidad latina, la discriminación y ataques de los que son objeto por los crecientes grupos y organizaciones antiinmigrantes. Este proceso primarista ofrece atisbos de que pudiera ofrecerse un cambio en la relación de los latinos con las estructuras de poder dominantes en Estados Unidos. Las contradicciones de los Demócratas Pero en términos realistas los cambios serían meramente reformistas pues no hay en el horizonte un movimiento social que desarrolle relaciones de responsabilidad y justicia social con los candidatos electos. También, ambos candidatos, el senador Barack Obama y la senadora Hillary Clinton, no representan verdaderas alternativas, sólo ofrecen distintas versiones simbólicas de más de lo mismo. El senador Obama, quien recibe dinero de los que promueven la fuerza nuclear, por un lado tiene una posición progresista con respecto al movimiento latente de invadir o atacar a Irán, pero por otro lado, expresa su disponibilidad de invadir a Pakistán si hubiera información confiable de un peligro terrorista. Es irónico que hasta el momento el mensaje de "cambio" del senador ha tenido más eco en los votantes de más recursos económicos que en la clase trabajadora. La senadora Clinton, por otro lado, votó a favor de la guerra de Irak, se niega a ofrecer licencias de conducir a los indocumentados (para que por lo menos guíen con seguros contra accidentes automovilísticos, se determine si tienen la destreza para guiar, etc.) y a pesar de que promete un medida mediatizada de seguro médico para los estadounidenses recibe contribuciones a granel de las compañías de seguros. El rol de los latinos ha tenido un efecto relativamente importante en esta primera etapa, pero quedará por ver qué ocurre en lo que resta del año. El último proceso de primarias el pasado cinco de febrero en veintidos estados, sólo fue un ejemplo patente de la precariedad del presumido poder electoral latino. Existen unos factores demográficos, culturales, sociales y políticos que explican por qué el poder latino es más potencial que una realidad política en estos momentos. Veamos el proceso de las primarias Demócratas.
Durante este periodo electoral en Estados Unidos, ha habido un mayor destaque de esfuerzos en capturar el voto latino. Lamentablemente, como el esfuerzo fallido del candidato senador Obama claramente indica, estas iniciativas, por parte de instituciones políticas norteamericanas como el Partido Demócrata, han sido insuficientes y tardías para revertir años de dejadez. La incorporación política de los latinos es muy desigual y tomará bastante tiempo en desarrollarse. La dejadez de las instituciones política tradicionales, las características demográficas de la población han contribuido a las bajas tasa de participación electoral entre los latinos. Hasta ahora, es posible que solo en California, los Latinos hayan tenido un papel realmente estratégico en la victoria de un candidato: la senadora Clinton, pero es aún posible que más análisis revele otros ejemplos. Pero dado los increíbles recursos invertidos por los candidatos Demócratas en esta etapa de la lucha primarista en California, con excepción de Tejas y Nuevo Méjico, no quedan muchos campos de batalla (ni recursos financieros) donde los Latinos puedan ocupar un lugar estratégico en el resto de la campaña presidencial. El enfoque en el voto latino quedará escondido en el horizonte, el destaque de los latinos en la últimas semanas será un contraste con lo que acontecerá en los próximos meses. Las primarias en California Por ejemplo, en California, la campaña de la senadora Clinton abarrotó los medios informativos con anuncios en inglés y español dirigidos a movilizar el voto latino. Se organizaron eventos en áreas de concentración latina, se llamaron votantes a través de redes telefónicas, se les exhortó a enviar sus votos si votaban por correo, en fin, hubo un esfuerzo nunca visto en una carrera primarista. La organización de la senadora tenía el apoyo de los más importantes políticos latinos en este estado donde el 34 por ciento de los habitantes son de origen latino. Desde la legendaria Dolores Huertas, líder de las luchas campesinas junto al respetado César Chávez, hasta el flamante y emergente alcalde de la ciudad de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa. Pero el factor que facilitó esta movilización es que el apellido "Clinton" tiene una fuerte resonancia en las comunidades latinas. La nostalgia por los años de apogeo económico bajo la presidencia de Bill Clinton opacan la realidad de que implantó legislación retrógrada, tales como el desmantelamiento del sistema de beneficencia creado por los Demócratas bajo la presidencia de Franklin Delano Roosevelt en los años treinta; expandió la pena de muerte en la esfera federal (algo que Puerto Rico confronta hoy día) y ratificó el tratado de libre comercio con México que ha contribuido a devastar comunidades agrícolas en ese país y a acelerar la inmigración indocumentada de ese país.
Las campañas Demócratas en ese país enfrentan un gran reto del cual California es un ejemplo de casi todas las regiones (con excepción de la Florida) donde existen poblaciones latinas substanciales. La población latina es joven, con una edad media de 27.4 años; mientras que el resto tiene una edad media de 36.4, casi una tercera parte de esta población es menor de los 18 años. Por lo tanto, una tercera parte de la población no puede votar. Además, si se le añade la población indocumentada o aquella parte de la población que ha adquirido su residencia legal pero que aún no ha adquirido la ciudadanía estadounidense, nos encontramos con que una parte significativa de la población no le es posible, aun cuando quisiera, participar en el proceso electoral.
En California, por ejemplo, los datos más recientes (2004) indican que hay 16,267,682 votantes de los cuales sólo 2,892,387 son latinos, el 17.7 por ciento de los votantes. Pero a esto se le añade otro problema, la baja tasa de participación electoral que tienen los latinos, aun cuando están inscritos. En términos de los votantes Demócratas, los latinos tienen más peso pues constituyen 23.7 por ciento de los 7,006,953 Demócratas que votaron. Y si se confirma, el Centro de Estudios de Los Ángeles indicó que el 30 por ciento de los votantes Demócratas en California eran latinos. Esto es algo inusual en Estados Unidos, pero puede indicar que si los partidos quisieran incorporar los latinos al proceso electoral la inversión de recursos en los métodos tradicionales de movilización pueden tener resultados dramáticos. Históricamente, la concentración de los latinos en distritos electorales segregados ha conducido a crear posiciones electorales que los Demócratas ganan sin esfuerzo. Históricamente los latinos han votado por el Partido Demócrata por lo que cuando hay una concentración dramática de latinos (en algunas áreas entre setenta y 80 por ciento) los candidatos por esos distritos no se sienten motivados a movilizar los votantes pues saben que serán electos.
El senador Obama, por ejemplo, perdió en California no porque los latinos no voten por los AfroAmericanos, como erróneamente dijo Sergio Bendixen, encuestador de la campaña de la senadora Clinton, perdió porque comenzó su campaña de forma tardía. El mismo Congresista Luis Gutiérrez, quien apoya al senador Obama, se quejó de la falta de un esfuerzo organizativo intensivo para movilizar el voto latino. Lamentablemente, el senador actúo como ha actuado el Partido Demócrata por muchísimos años. Es la primera vez que este partido ha invertido tantos recursos, financieros y simbólicos en atraer el voto latino. La senadora Clinton nombró a Patricia Solís, una méxicoamericana como líder de su campaña (y recientemente la destituyó por la afroamericana Maggie Williams, quien por años fue su ayudante ejecutiva) e incorporó a reconocidos líderes latinos como miembros de su comité de consultores. El senador Obama recibió unos apoyos que aun cuando importantes (senador Kennedy, Federico Peña), vinieron muy tarde en la campaña.
En los próximos estados donde se realizan caucuses o primarias sólo dos tienen poblaciones latinas substanciales, Tejas y Nuevo Méjico. El 35.3 por ciento de la población de Tejas es latina y tienen una historia de más activa participación electoral que en California. En Nuevo México, los latinos representan el 44 por ciento de la población, pero con una población de dos millones no resulta tan crucial como Tejas con 23 millones. Las primarias en Tejas son el 4 de marzo y las de Nuevo Méjico no serán hasta el 3 de junio, unos días antes de las primarias en Puerto Rico. El único estado con una proporción de latinos significativa en términos electorales que en días recientes celebró primaria o caucuses, fue el estado de Washington con 9.1 por ciento. Pero en los estados que restan en este año de primarias presidenciales la población latina no alcanza ni el 8 por ciento. La debacle Republicana Habrá que observar detenidamente quién gana el proceso Demócrata (es obvio que el senador John McCain ganará las primarias Republicanas) pues es en el espacio político de ese partido donde la gran mayoría de los latinos pudiera ser objeto de esfuerzos para movilizarlos en noviembre. El Partido Republicano, después de haber incrementado la proporción de latinos que votaban por sus candidatos (35 por ciento a favor de Bush en el 2000, con su campaña de "Nos conocemos" el 40 por ciento de los latinos votó por él en 2004) dejó que los elementos xenofóbicos antiinmigrantes de su partido determinaran su agenda política que votó lo que llevó a que su estrategia latina colapsara. En el año 2006 el porcentaje de latinos Republicano bajó al 30 por ciento y en estos momentos es aún más bajo. Casi todas las personalidades estratégicas con sus esfuerzos para movilizar el voto latino hacia el Partido Republicano han dejado la campaña, incluyendo el senador Mel Martínez, cubano, quien renunció a la presidencia del Comité Nacional Republicano; Lionel Sosa, el experto en encuestas para los Republicanos, se unió a la fallida campaña del gobernador Bill Richardson, méxico-americano y los candidatos Republicanos, con la excepción del senador McCain, se negaron a participar en debates en español.
Pero habrá que esperar al periodo post-primarista para ver si el coqueteo Demócrata se convierte en un proceso de incorporación o sólo otra muestra más de oportunismo temporal. Al fin y al cabo, gane quien gane frente a la administración del Presidente Bush, nos darán más de lo mismo en su versión "light".
* El autor es Catedrático en el Departamento de Estudios Chicanos y Latinos en California State University, Long Beach. Su ultima publicación, Latino Politics in the United States, Kendall-Hunt, 2005.
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