OMC: semana clave para la ronda de Doha
En la sede de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se discuten esta semana las últimas propuestas para desempantanar las negociaciones sobre liberalización comercial, aunque con pocas expectativas de éxito.
La actual Ronda de Doha se abrió en el 2001 con la mejor de las intenciones y la promesa de brindar al Tercer mundo nuevas perspectivas de desarrollo. Dicho en otras palabras, se prometió a los países más pobres que se beneficiarían de la flexibilización comercial en un grado mayor que el que les correspondería proporcionalmente. Y eso es lo que reclaman ahora los países en desarrollo, en el campo en que tienen mejor rendimiento: el de la producción agropecuaria. En consecuencia, demandan que Estados Unidos y la Unión Europea abran sus mercados agrícolas y reduzcan trabajas a la importación. A cambio, estarían dispuestos a reducir aranceles y otros obstáculos para la entrada de productos industriales y servicios.
Propuestas sobre la mesa
Sin embargo, las negociaciones están estancadas. La situación se ha vuelto aún más difícil, dado que el amplio mandato con que contaba el presidente estadounidense para negociar en la materia expiró hace poco y los sectores proteccionistas están en auge en Estados Unidos.
En estos días se intenta en la sede de la OMC, en Ginebra, volver a poner en marcha la ronda de Doha que, en el mejor de los casos, esta podría concluir a fines de año. El consejo general de la organización cuenta con nuevas propuestas sobre la reducción de las subvenciones agrícolas estadounidenses y europeas que distorsionan el mercado. Éstas contemplan que Estados Unidos reduzca sus subvenciones agrícolas, que actualmente ascienden a 22.000 millones de dólares anuales, a entre 13 y 16 mil millones. De Europa se pide una reducción de dichas subvenciones a 27.600 millones de euros. A ello se sumaría una reducción del 50% en los aranceles aplicados por los países industrializados a los productos agropecuarios procedentes de los países en desarrollo.
Creciente presión
Tales demandas no están tan alejadas de lo que ofrecen Estados Unidos y Europa. Además, como dijo el ministro alemán de Economía, Michael Glos, "aumenta considerablemente la presión sobre todos los involucrados y también la convicción de que es necesario lograr un resultado". Pero eso, naturalmente, no garantiza el éxito de las negociaciones.
Lo que está claro es que esta negociación no es un asunto altruista, sino que todos los implicados esperan beneficiarse de algún modo. En consecuencia, también los países industrializados plantean demandas a los en desarrollo. En concreto, se les pide que abran sus mercados a los bienes industriales y servicios en mayor medida que la que han ofrecido hasta la fecha.
Mecanismo democrático
Todo está actualmente sobre la mesa de negociaciones de Ginebra. El comisario europeo de Comercio, Meter Mandelson, se ha preparado para un duro tira y afloja. No quiere dar por fracasada la ronda de Doha, sino encontrar un acuerdo aceptable. Sin embargo, los procedimientos dentro de la OMC no son simples, porque cada uno de sus 150 miembros tiene iguales derechos y las decisiones deben ser tomadas por unanimidad.
Aunque ello convierte el proceso en un trabajo arduo y demoroso, tiene también sus ventajas, como lo expresó el secretario general de la Organización Mundial de Comercio, Pascal Lamy: "Pese a todas las críticas, el proceso de toma de decisiones en la OMC es democrático. Eso toma más tiempo y es más difícil pero, en mi opinión, es la mejor vía para adoptar decisiones que afectan a la vida de miles de millones de personas".
Rodrigo González Fernández
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