La agenda que Alemania llevará a la cumbre se centra en el rechazo a la creación de eurobonos, que no se excluya (y quede por escrito) la participación de bancos privados en futuros rescates (como sí quería el resto de socios), y la negativa a ampliar la cuantía del fondo de rescate al euro.
Tres "nein" que, de acuerdo con Berlín, deben integrar la batería de medidas indispensable para apuntalar el vigor de la moneda única, el euro, y garantizar su supervivencia en medio de las múltiples turbulencias que ha padecido en lo que va de año, desde la implosión de las crisis griega e irlandesa.
"Es la lista (de exigencias) de Merkel", asegura hoy una fuente diplomática en Bruselas. Aunque la "mujer más poderosa de Europa", según la revista Forbes, asegura que "el euro no está al borde del abismo", la realidad es que con dos rescates a la espalda (Grecia en mayo e Irlanda en noviembre) los 16 socios de la eurozona y los 27 miembros del bloque no pueden pavonearse demasiado.
Por ello, el objetivo que se han fijado los jefes de Estado y gobierno de la Unión es apuntalar al euro, blindarlo, e intentar evitar que vuelva a sufrir los vaivenes abruptos típicos de una montaña rusa, y eso a pesar de que la UE tiene una política monetaria común, una de sus fortalezas, pero 27 políticas fiscales diversas, una de sus debilidades, según los expertos.
En ese sentido, según se afirma en el borrador de la declaración final del próximo Consejo al que tuvo acceso dpa, al igual que se ha hecho con los planes de salvamento de Grecia e Irlanda, el bloque seguirá actuando con decisión allí donde haga falta para garantizar la estabilidad de la moneda, nacida en 1999.
Un fondo de rescate permanente
Entre los puntos que se tratarán en Bruselas figuran posibles cambios en el Tratado de Lisboa, que permitan convertir en permanente el fondo de estabilidad para el euro, dotado con 750.000 millones de euros, que teóricamente vence en 2013, pero que se transformará en permanente.
Pero esos cambios, se afirma, sólo se podrían realizar "bajo estrictas condiciones y sin que ello suponga la celebración de referendos en los estados miembro", lo cual equivaldría a reabrir una delicada "caja de Pandora" institucional.
En realidad, aunque se trata de un borrador de conclusiones de la cumbre teóricamente escrito por los 27 socios, el espíritu de la letra hay que buscarlo en el idioma de Goethe, pues su redacción se ha hecho, en gran medida, en los pasillos de la cancillería alemana.
Y es que Merkel, bautizada "Frau nein" (la señora no) por su decisión y su pulso casi inquebrantable a la hora de negociar, llega a Bruselas con una lista ya preparada.
Con ello, los cambios al Tratado de Lisboa, que acaba de cumplir un año de andadura, solo podrán aplicarse por unanimidad, es decir que de esta manera Alemania, el principal contribuyente neto a las arcas de la UE, se garantiza un veto tácito, un as en la manga.
Además, la solicitud de ayuda de un socio, como hizo Irlanda, que recibió 85.000 millones de euros de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI), sólo debería permitirse como "último recurso", tal como pidió Alemania.
Bancos no deben poder quedar al margen
Por otro lado, Berlín presionará para que la participación de los bancos privados en el fondo de rescate permanente del euro a partir de 2013 quede escrito en negro sobre blanco. Los ministros de Economía del bloque acordaron en una reunión a finales de noviembre que el sector privado participe "caso por caso" y "como último recurso", cuando haya que asistir financieramente a algún país.
Con este compromiso, los responsables europeos pretenden frenar el contagio de los problemas de Grecia e Irlanda a España y Portugal.
No obstante, el acuerdo modera las pretensiones iniciales de Merkel, que exigía que la banca asumiera de forma sistemática parte de la carga en futuros rescates a socios en problemas.
Por si acaso alguien no la hubiera escuchado suficientemente, Merkel volverá a repetir un "no" a la emisión de "bonos europeos" para contribuir a frenar la crisis y otro "no" a la ampliación del fondo de rescate al euro, como pedía el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn.
A Merkel parecen darle igual las últimas declaraciones del primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, quien criticaba la postura de Alemania tras rechazar la idea de crear un bono soberano de la zona euro.
"Están rechazando una idea antes de estudiarla. Estoy sorprendido. Esta manera de crear temas tabúes en Europa y de no atender a las ideas de los demás es una manera muy antieuropea de gestionar los asuntos europeos", aseguraba Juncker en una entrevista al periódico alemán "Die Zeit".
Alemania es el principal contribuyente neto (pone más de lo que recibe) a las arcas europeas, con cerca del 20 por ciento del total. Según las últimas previsiones, el PIB germano crecerá en 2010 en torno al 4 por ciento, gracias sobre todo al vigor de sus exportaciones.
dpa
Editor: Pablo Kummetz